“La Junta”, --así llamado aquel debutante-- fue también el primer “caballo de hierro” que galopara al sur del Río Bravo.
Hasta ese momento en la competencia entre rieles, la Medalla de Oro correspondió a Gran Bretaña (1825), Plata para Estados Unidos (1927), y el bronce fue para Francia (1833).Le siguieron en orden de llegada Alemania, Bélgica y Rusia, incluyendo a la actual “locomotora de Europa”. Cuba quedó fuera del medallero pero pasó la meta antes que Austria, Holanda e Italia, todas ellas grandes potencias europeas.
¿Cómo se explica que la Metrópoli, es decir el Imperio Español, viniera a alcanzar ese objetivo once años después?
Dejémos que nos lo explique el inolvidable y enciclopédico colega Francisco (el gallego) Mota, en su libro “Por primera vez en Cuba” del cual solo les mostramos su carátula:
“En 1830 la región de Güines producía más de setenta mil cajas de azúcar al año. Y también la mayor parte del arroz que se consumía en el país… Un empresario audaz proyectó una línea de ferrocarril que abaratase ese transporte... Anteriormente, para la comunicación se había proyectado la construcción de un canal, que se discutió largamente, pero nunca llegó a ser una realidad…” “…Marcelino Calero y Portocarrero, un negociante andaluz que residía en Londres…Elaboró dos proyectos: Uno de ellos encaminado a dotar a España de una primera línea de ferrocarril entre San Lúcar de Barrameda y Rota, para facilitar y abaratar los transportes mineros…El otro con el propósito de tender una línea de ferrocarril éntrela Habana y Güines…El primero de estos proyectos quedó en estudio, debido a la guerra civil que asoló la Península entre 1833 y 1840…Aquella guerra y la depauperación que asoló el país a raíz de ella, propiciaron que España quedara rezagada en sus afanes ferrocarrileros…”
Si con este relato los “tanques pensantes de la guerra”, --cuya teoría de que la ciencia y la técnica solo se benefician con los inventos bélicos—no han quedado satisfechos, les contaré otra historia:Corría el año 1894. En Camagüey se comenzó la construcción del primer tren eléctrico cubano, pero la guerra necesaria soñada por Martí se desató al año siguiente y el propósito de extenderla hasta Occidente por Gómez y Maceo, lo impidieron. Las obras quedaron interrumpidas y al finalizar la contienda (1898), la capital se le adelantó con el primer tren eléctrico el 3 de septiembre de 1900 entre Regla y Guanabacoa, hace exactamente 110 años.
Por fin Camagüey pudo disfrutar de su tren eléctrico ocho años después gracias al financiamiento de firmas canadienses.
Sin salirnos de nuestras fronteras, hemos presentado dos casos en que la guerra se interpuso entre el ferrocarril y el desarrollo económico; argumento más que suficiente para descarrilar teorías como reza el encabezamiento de este trabajo.
Hasta ese momento en la competencia entre rieles, la Medalla de Oro correspondió a Gran Bretaña (1825), Plata para Estados Unidos (1927), y el bronce fue para Francia (1833).Le siguieron en orden de llegada Alemania, Bélgica y Rusia, incluyendo a la actual “locomotora de Europa”. Cuba quedó fuera del medallero pero pasó la meta antes que Austria, Holanda e Italia, todas ellas grandes potencias europeas.
¿Cómo se explica que la Metrópoli, es decir el Imperio Español, viniera a alcanzar ese objetivo once años después?
Dejémos que nos lo explique el inolvidable y enciclopédico colega Francisco (el gallego) Mota, en su libro “Por primera vez en Cuba” del cual solo les mostramos su carátula:
“En 1830 la región de Güines producía más de setenta mil cajas de azúcar al año. Y también la mayor parte del arroz que se consumía en el país… Un empresario audaz proyectó una línea de ferrocarril que abaratase ese transporte... Anteriormente, para la comunicación se había proyectado la construcción de un canal, que se discutió largamente, pero nunca llegó a ser una realidad…” “…Marcelino Calero y Portocarrero, un negociante andaluz que residía en Londres…Elaboró dos proyectos: Uno de ellos encaminado a dotar a España de una primera línea de ferrocarril entre San Lúcar de Barrameda y Rota, para facilitar y abaratar los transportes mineros…El otro con el propósito de tender una línea de ferrocarril éntrela Habana y Güines…El primero de estos proyectos quedó en estudio, debido a la guerra civil que asoló la Península entre 1833 y 1840…Aquella guerra y la depauperación que asoló el país a raíz de ella, propiciaron que España quedara rezagada en sus afanes ferrocarrileros…”
Si con este relato los “tanques pensantes de la guerra”, --cuya teoría de que la ciencia y la técnica solo se benefician con los inventos bélicos—no han quedado satisfechos, les contaré otra historia:Corría el año 1894. En Camagüey se comenzó la construcción del primer tren eléctrico cubano, pero la guerra necesaria soñada por Martí se desató al año siguiente y el propósito de extenderla hasta Occidente por Gómez y Maceo, lo impidieron. Las obras quedaron interrumpidas y al finalizar la contienda (1898), la capital se le adelantó con el primer tren eléctrico el 3 de septiembre de 1900 entre Regla y Guanabacoa, hace exactamente 110 años.
Por fin Camagüey pudo disfrutar de su tren eléctrico ocho años después gracias al financiamiento de firmas canadienses.
Sin salirnos de nuestras fronteras, hemos presentado dos casos en que la guerra se interpuso entre el ferrocarril y el desarrollo económico; argumento más que suficiente para descarrilar teorías como reza el encabezamiento de este trabajo.
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