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7 jun 2012

DETRÁS DE LA ANTORCHA (VI PARTE)

Comenzamos este sexto tramo corriendo detrás de la antorcha olímpica para adentrarnos en pleno siglo XX.
El sueño del Barón Pierre de Coubertin de reeditar los Juegos Olímpicos venía lastrado por ancestrales costumbres. Recuerden que la democracia ateniense no era inclusiva: Los pueblos bárbaros,--es decir sus esclavos—no podían competir; y sus mujeres menos. Ni siquiera se les permitía entrar en el Coliseo para presenciarlos, esto solo se le admitía a cierta sacerdotisa, y sabe dioses paganos con qué fin.
Pues bien, el noble francés, fiel a las tradiciones, mantuvo a capa y espada tales atavíos. Pero no habían transcurrido centurias por gusto; los Juegos de los Tiempos Modernos sacarían a flote dichos antagonismos, y surgieron las contradicciones.
Vayamos a la discriminación de género, teniendo en cuenta aquello de que-–las damas primero--.Tras la Guerra de 1914-1918, en los Juegos Olímpicos de Amsterdam (1928), primera con asistencia femenina, la numerosa representación norteamericana también batió el record de participación.
Curiosamente al frente de la misma iba un joven oficial quien años más tarde se convertiría en el Héroe de la Guerra del Pacífico, el general Douglas Mac Arthur.
Correspondió también el debut en los Juegos del encendido de la antorcha olímpica en el pebetero de la capital holandesa.
Esta cita marcó la despedida al frente del Comité Olímpico de su presidente-fundador, Mesié Coubertín: ¿Qué casualidad, verdad?
Pero éste de 1928 no había sido el único caso. Durante la cita de Estocolmo  (1912), se destacó el pielroja Jim Thorpe al conquistar Medallas de Oro en pentatlón y decatlón, incluso recibió una copa de manos del rey Gustavo V de Suecia quien le dijo: “Señor, es usted el atleta más grande del mundo”.
Más conocido en su lengua natal de una reserva cercana a la ciudad de Oakland como Wa Tho Huck, o sea Sendero luminoso. Jim había practicado otros deportes como el football americano. Pues bien, en cuanto obtuvo sus medallas fue estigmatizado públicamente, acusado de profesionalismo, y descalificadas sus marcas, por haber jugado beisbol profesional; una actividad deportiva que ni siquiera estaba incluida en los Juegos Olímpicos. La verdadera causa la esgrimieron los carapálidas, y ustedes la saben o se lo imaginan igual que yo. Lo peor del caso, --según el colega Jorge Alfonso en BOHEMIA (11 6-2004) — es que Thorpe había participado en un solo partido, y como semiprofesional.
En 1983, treinta años después de su muerte, el Comité Olímpico decidió devolver las preseas a Thorpe y restituirles los honores a sus hijos.
Lo ocurrido en la cita de Berlín (1936), puede catalogarse como “La venganza del piel roja”  24 años después, y vino en las piernas de otro estadounidense, un poco más prietecito que Jim. Este hecho ocurrió en circunstancias mucho más dramáticas. La realizó Jesse Owens al lograr cuatro victorias incuestionables, y nada menos que ante el propio fuehrer y sus compinches Goering y Goebbels.
El afronorteamercano, más conocido como La flecha negra, con sus 8,06 metros en salto largo, logró superar a La esperanza aria, el  alemán Lutz Lung, que logró sólo siete y pico metros.
Hitler no esperó más y se marchó de las gradas con el rabo entre las piernas, para no asistir a la premiación y verse en la disyuntiva de felicitar al ganador, pero sobre todo, tener que extenderle su mano banca al negro prieto. Por primera vez se televisaba—aunque sólo para territorio alemán—una cita olímpica; sin embargo, la escena que acabamos de describir, seguro que no se transmitió.
Lo que constituía una simple derrota en el campo deportivo, se convirtió en una provocación para la prepotencia nazi-fascista, así como una provocación a sus ambiciones de dominio mundial.
La aventura bélica ya estaba planificada, pero el ridículo del fuehrer en su propio estadio, ante su propio pueblo, y en sus propias narices, tiene que haberle colmado la copa del revanchismo.
En menos de 28 años tuvimos otra guerra mundial: Ésta paralizó los Juegos Olímpicos durante dos citas: 1940 y 1944.
Pero regresemos a las pistas: China, con la mayor población del planeta compitió por primera vez en la cita de Los Ángeles-1932, y nada menos que con un solo atleta: Chen Chin Ling, quien corrió los 100 y 200 metros planos, pero cayó en sus primeros heats eliminatorios. La representación regresó, de nuevo a la ciudad de Los Ángeles, pero nada menos que 52 años después, para desquitarse con 15 medallas de oro en las Olimpiadas de 1984.
En una Europa aún humeante y en ruinas, como resultado de bombardeos con saña y millones de seres que perdieron la vida y otros que quedaron lisiados física o mentalmente, se celebraron los Juegos Olímpicos de Londres-1948, batiendo el récord de participación: 59 naciones, nueve más que las de Berlín.
Esta segunda mitad del siglo significó el auge en el deporte de países recién liberados de Europa del Este o África, y otros tercermundistas más de Asia y América Latina.
El caso de Emil Zatopek, “La locomotora checa” ya fue abordado con anterioridad, pero en aquella propia cita de Helsinki en 1952, el brasileño A. Ferreira da Silva logró un salto de 15,12 metros en su segundo head para un nuevo record; en el cuarto se estiró hasta los 16 y en el quinto llegó a 16,22. ¡Tres marcas mundiales en cuatro intentos y con sólo minutos de diferencia!
La hazaña de Alain Mimoun, argelino nacionalizado francés, también es de destacar: Segundo de Zatopek en Londres 1948, y Helsinki 1952, salió con todo para la cita de Melbourne, logrando  ganarle a la famosa locomotora checa, y lo celebró emocionado. Pero la vencedora en realidad fue una reciente operación de hernia que relegó al campeón a un sexto lugar.
Pero si de eficiencia se trata debemos considerar también que con sólo cuatro participantes Australia ganara tres títulos en Helsinki por medio de Marjorie Jackson en 100 y 200 metros, mientras Strickland rompió la cinta en los 80 metros con vallas.
De otros incidentes insólitos están llenas las Olimpiada de esta época; por ejemplo lo ocurrido en esa misma cita de 1952, Lindy Remigino, de USA, Mad Bailey del Reino Unido, y el jamaicano McKenley llegaron juntos a la meta en los 100 metros planos con un tiempo de 10:04:10 para cada uno. Hubo que recurrir al foto-finish que benefició al yanqui. ¡La bronca que se formó allí también rompió records olímpicos!
Los Juegos no establecen límites de edad, y de eso se valió el General Lekarsky quien participó en las pruebas ecuestres de París 1921, y Amsterdam 1928. Veinte años después, en Estocolmo fue admitido a pesar de obtener una pobre puntuación inicial de 396,5.
Pero no fue el único caso: Oscar Swahn de 60 años y su hijo Alfred de la delegación suiza, ganaron un título en tiro sobre ciervo durante los Juegos de 1908 en Londres: La pareja repitió la hazaña cuatro años más tarde antes de que la modalidad fuera descontinuada. Sin embargo, Oscar se presentó de nuevo en la de tiro individual de Amberes 1920, y obtuvo el título para convertirse en el campeón de mayor edad  en la historia de los Juegos a los 72 años. Nada, insistente que era el viejo.
¿No les ha resultado extraño que hasta ahora no hayamos dicho nada de Cuba?
En el próximo capítulo veremos que pasa…Por lo pronto como todas mis historietas: CONTINUARÁ…

8 oct 2011

CICLONES COLOSALES Y CICLONES CAPRICHOSOS

La temporada ciclónica nuestra abarca la mitad del año: Desde junio 1 a noviembre 30. Octubre se considera el mes más peligroso, porque en él han coincidido los más frecuentes y poderosos desde que tengamos noticia. No quisiéramos ser absolutos, en nuestros casi cinco siglos de historia, sólo dos han podido ser considerados Superpotentes, si de historietas se pudieran identificar como en los casos de Superman o Superratón. Además con la disyuntiva del progresivo calentamiento solar: ¿Chi lo sá?
Afortunadamente Cuba ha desarrollado una buena experiencia en el combate de estos fenómenos atmosféricos no sólo en su etapa informativa y de alerta, sino también tomando medidas de evacuación y movilizaciones solidarias en la recuperación. O sea, que nadie quede desamparado. Científicamente son 37 los huracanes que con mayor intensidad nos han azotado en los últimos doscientos años, y sólo dos de ellos con categoría cinco en la escala Saffir-Simpson: La Tormenta de San Francisco de Borja (916 hP), que azotó a La Habana del 10 al 11 de octubre de 1846, con rachas de más de 250 kilómetros por hora. Sus vientos se sintieron hasta los límites de las provincias orientales. En cuanto a los daños, deben haber sido enormes aunque no hayan trascendido cifras de muertos o desaparecidos por desconocimientos demográficos. Lo que sí se supo es que no quedó un solo barco a flote en el puerto, y recuérdese que San Cristóbal de La Habana siempre fue “La Llave del Golfo”.
El otro huracán categoría 5, cruzó el extremo más occidental de Pinar del Río el 19 de octubre de 1924. Por tratarse de una región bastante despoblada no produjo grandes pérdidas humanas, y mucho menos de barcos surtos en puerto, porque no encontró ninguno en su camino. Tenía 917 hP, con velocidad similar a la del cercano Mitch (1998). Sin embargo, éste cobró 11,000 víctimas fatales en Centroamérica.
Ninguno de los dos: El de Pinar y el de La Habana, causó tanta desgracia como otros menos poderosos pero más letales. A saber, el que penetró por las inmediaciones de Santa Cruz del Sur, Camagüey el 9 de noviembre de 1932, provocando olas de 6.5 metros y la muerte a más de tres mil personas, considerándose la mayor catástrofe natural ocurrida en Cuba.
El segundo en mortalidad, fue categóricamente menos poderoso, sólo 3 hP, de categoría pero por su lentitud de traslación y torrenciales lluvias, prácticamente inundó todo el territorio oriental y parte de Camagüey durante cuatro días, del 4 al 8 de octubre de 1963. Se llamó Flora, y fui testigo presencial de sus estragos. La lluvia registró hasta 1500 milímetros en algunas zonas, y no pocas ciudades como Mayarí quedaron bajo sus aguas. Causó millonarias pérdidas en bienes y animales, dejando a su paso enlutados 1,500 hogares cubanos, pero el Flora además de mortal resultó ser también un ciclón caprichoso, pues su inusual comportamiento fue una de las causas de su peligrosidad. Al desplazarse lentamente en la zona montañosa, quedó encerrado entre ellas sin encontrar salida al mar y formó un lazo en su ruta solo comparable a otro fenómeno tan arbitrario como él, medio siglo antes en el otro extremo de la isla.
Fue el ciclón de Los Cinco Días que cruzó a Pinar del Río de norte a sur entre el 8 y el 12 de octubre de 1910. Este fenómeno trazó un lazo en la zona marítima tangente a la costa norte más occidental del país y entró a su territorio cerca de Cayo Jutía, para salir por el sur de Pinar del Río y azotar Isla de Pinos el día 14.
Lo curioso de este caprichoso huracán no fueron sus vientos ni sus víctimas, sino la encendida polémica que suscitó entre los científicos de la época, donde la meteorología a comienzos del siglo XX y en medio de la segunda intervención norteamericana, estaba aún en pañales. Los pronósticos se los repartían las dos instituciones más prestigiosas del país. El observatorio del Colegio de Belén y el Observatorio Nacional. El primero sostenía que habían sido dos ciclones, uno que cruzó por los mares del Estrecho de la Florida y el otro atravesando la provincia pinareña de norte a sur. La tesis de un solo ciclón en forma de lazo fue defendida por la institución laica.
El debate tomo categoría 5 en la escala de las hipótesis y duró casi un cuarto de siglo, pues aún en 1934 el padre Mariano Gutiérrez Lanza del colegio de Belén se mantenía en sus trece. Tocó a José Carlos Millás, del Observatorio Nacional poner punto final a una controversia demasiado extensa y que no tenía nada de musical.
Su tesis del antojadizo ciclón de 1910 demostró definitivamente que se trataba de una recurva en forma de lazo, provocada por influencias de ciertos fenómenos atmosféricos.
Hasta aquí la descarga. Con permiso, me despido porque ya estamos en octubre, y tengo que asegurar puertas y ventanas.

24 sept 2011

EN POCAS PALABRAS

BOLA CENTENARIA

En cierta ocasión el Indio Naborí me dijo sentirse orgulloso de haber nacido en Guanabacoa, tierra de Rita Montaner, Ernesto Lecuona, y Bola de Nieve. Motivos tenía pues se trataba de las estrellas más rutilantes en la constelación de nuestros artistas musicales, criollos y universales a la vez, como lo quería Martí.

El diario “Granma” publicó el pasado 11 de septiembre de 1911 la semblanza titulada “Bola”, que Pedro de la Hoz le dedicara a Ignacio Villa en su centenario; y así lo retrata: “…Cubano universal de piel negra y brillante, cara redonda y voz áspera, pequeño de estatura, regordete, con algo o mucho de güije y chicherekú…”

Bola de Nieve tenía un encanto indescriptible sólo reservado para los consagrados, que de solo asomarse al escenario acaparaba la atención y el aplauso atronador del respetable; lo que demostró en cada una de sus presentaciones.

En lo personal, le hice algunos apuntes humorísticos dado su peculiar aspecto y carisma. De todos ellos el que más me gustó fue éste, donde lo vestí de etiqueta con su redonda cabezota sin cuello embutida en el voluminoso tórax, mientras su risa se convierte por obra y gracia del absurdo en el teclado que con tanta originalidad ejecutaba.

A las virtudes como compositor e intérprete, hay que sumar la gracia y el humorismo que destilaba por todos los poros, no ya en las actuaciones, sino hasta en el devenir cotidiano. Una anécdota que cuenta el periodista de “Granma” es el mejor ejemplo de esa prodigiosa agilidad mental cuando en cierto momento se definió: “..Soy marxista, fidelista y yoruba…”

Bola de Nieve como Cuba, resultó siempre un misterio para mi, algo que no puede definirse con palabras, ni tampoco aparecer bajo los conjuros del babalao. Esa mezcla de hombre de mundo, refinado, impecablemente vestido de frac, símbolo del buen gusto ante los auditorios más refinados de Broadway o París, y de pronto se transformaba convirtiéndose en el más desenfadado intérprete de sus raíces montunas y africanas, para mitigar el gorrión que lo atenaza en la soledad de las lujosas suites en las que se alojaba durante aquellas frecuentes giras.

Su alma vuela entonces hacia el terruño, en busca de sus raíces. Aquella añorada Guanabacoa de entonces: El pueblo de campo más cercano a la capital: Donde el gallo le cantaba al sol mañanero, para iniciar un concierto de trinos y gorjeos que solo paraban con la lluvia o el crepúsculo. La Guanabacoa donde la fragancia del galán de noche perfumaba el insomnio pasional de cualquier extasiada pareja. De esa fuente bebieron todos ellos, y Bola de Nieve, el primero.

LAS 3 LUCIAS

Humberto Solás hubiera arribado a la tercera edad este año. Así lo vimos en 2002, en el fondo verde de su esperanza puesta en un nuevo y prometedor cine pobre. Había dejado imborrables recuerdos en nuestras pantallas, pero ninguno como el de las tres hijas, frutos de sus 25 años bebiendo en la fuente de la juventud, y que debutaron el 5 de octubre de 1968. Eran tres Lucías, cada una con su propia personalidad inserta en el momento histórico que les tocó vivir. Solás tuvo además, la visión de escoger a las intérpretes adecuadas.

Una Raquel Revuelta, inserta en el brutal escenario del coloniaje español alrededor de 1895, inmensa en el papel de una dama romántica que doblemente traicionada como mujer y cubana, no ve otra salida que el asesinato justiciero de su amante.

Le sigue la Lucía de Eslinda Núñez, joven revolucionaria en tiempos convulsos de la seudorrepública en 1932. La rebelión estudiantil contra la dictadura la lleva a los brazos de su ídolo, y se entrega en cuerpo y alma a la pasión amorosa y el combate contra la dictadura. Con el asesinato de su gran amor, mueren también sus ilusiones.

La tercera Lucía, Adela Legrá, interpreta una cubana actual, fruto de la revolución triunfante a partir de 1959, pero aún lastrada por los fantasmas del machismo. El tono de farsa que Solás imprime al conflicto no le resta dramatismo a los atavismos heredados por una violencia de género aún vigente en la sociedad.

Ya en 1971 “Lucía” ocupaba el puesto número diez entre las mejores películas latinoamericanas, en el Festival de Cine de Huelva, España. Y el ICAIC en 1989 la incluyó junto con “Memorias del Subdesarrollo” de Gutiérrez Alea entre las 30 más importantes de la cinematografía revolucionaria cubana.

Finalizo con las palabras del crítico cinematográfico también ya desaparecido Eddy Morales, quien en la revista “Cine Cubano” dijera:

“…Sí, es posible descubrir de nuevo a Lucía e inventarla otra vez, sin recubrirla de la triste pátina de los homenajes, sin olvidar sus años. Asistimos a ella con ese júbilo, con ese azoro que solo lo vital y lo fresco provocan…”

EL HURÓN Y OTRAS “FIERAS”

Un tres de agosto de 1900, hace ciento once años, nacía en Cuba Carlos Enríquez, el pintor de “El Rapto de las Mulatas”, de “Campesinos felices” y de otras muchas obras consideradas patrimoniales de la plástica cubana de todos los tiempos.

Bohemio por excelencia, Carlos Enríquez hizo de su entorno otra obra de arte pero ambiental: “El Hurón Azul”, su íntima estancia en la cercana barriada de Párraga.

Contaba la finca con un florido jardín que daba acceso a la mansión de tablas bellamente pintadas. A ambos lados de la senda, un ejército de rendidas botellas, como trofeos de guerra tras cruentos combates etílicos eran mudos testigos de la rendición incondicional en las escaramuzas efectuadas, frente al jolgorio de la tropa victoriosa. Una vez dentro de la vivienda otras sorpresas nos esperaban. Se accedía al piso superior, --alcoba y atelier o ambas en una sola pieza no recuerdo bien--, por una escalera también de madera, cuyos escaños mostraban las huellas pictóricas de unos misteriosos pies desnudos.

Tuve el privilegio de comprobar in situ estas extravagancias de la imaginación desbordada de un artista fuera de serie. Creó numerosas locuras como ésa y su ejemplo provocó en la década de los años 60, que otros tantos soñadores como él se lanzaran al delirio habanero. Sólo así se explica que durante ese decenio prodigioso del pasado siglo, La Rampa del Vedado se convirtiera de golpe y porrazo en el lugar nocturno preferido por una juventud que por primera vez se sintió totalmente liberada, y digna heredera de los “aires libres” del Prado.

A diestra y siniestra de esta nueva selva urbana, limitada al Norte por el Malecón habanero, una nueva fauna alegre, musical y bulliciosa surgía siguiéndole los pasos al hurón azul de Carlos Enríquez, que vino a refugiarse nada menos que en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, con su agradable “garden bar”. Gran parte de esta zona vedada en el pasdo, y resucitada con el triunfo de la Revolución se mantiene aún llena de colorido, a pesar de algunas especies en peligro de extinción. Me refiero entre otras fieras al “Cochinito” de 23, y al “Conejito” de N y 17, quienes bracean fuertemente para no desaparecer en las profundas aguas de “Los Siete Mares” frente al Quijote desnudo que desenvaina su adarga para desfacer los entuertos de su Dulcinea habanera de asfalto. Sumemos al “Gato Tuerto” que por detrás de “La Piragua” le hace un guiño malicioso a “La Zorra y el Cuervo”, con el único ojo que le queda sano.

Agradecería que mis vecinos, con mejor memoria que la mía completaran el cuadro de “fieras” que otrora me hicieran grata su presencia en esa querida jungla tropical de La Rampa, aportando ejemplares, especies, o familias, ocultas en el follaje de mi octogenaria memoria. Sobre todo, ruego porque los actuales depredadores,--que siempre los hubo y los habrá-- no afecten el ecosistema y los émulos de “El Hurón Azul” sigan embelleciendo el entorno.

En cuanto al “Gato Tuerto”, recuerdo que fue en ese mismo “night club” gatuno con parche negro en el ojo, donde el 21 de junio de 2001 a las 10.00 PM, comenzó una curiosa competencia que duró 76 horas consecutivas hasta la madrugada del 25. En ella participaron 498 artistas cubanos y 74 extranjeros con 2,175 interpretaciones musicales para implantar el récord de ¡EL BOLERO MÁS LARGO DEL MUNDO!

Cientos, tal vez miles de sus asiduos visitantes nocturnos, no se hayan percatado de la placa conmemorativa situada a la entrada de local, excitados por la alegría y el jolgorio etílico. Aclaro esto, pues tuve el privilegio de visitar el edificio casi a diario desde 1961 en que se fundo el semanario PALANTE, porque en el último piso residía uno de sus fundadores, Juan Ángel Cardi quien mostraba con orgullo aquella especie de minarete costero. El eminente escritor humorístico pronto destacó como émulo criollo de Sherlock Holmes, quien tejió allí numerosas aventuras, entre otras muchas diabluras que requerirían varios tomos… Pero esa sería otra historia.

3 sept 2011

BRINDIS EN LAS NUBES

Por primera vez en nuestra historia, dos jóvenes participantes en el XIII Campeonato de Atletismo de Daegú, Corea del Sur: Yarisley Silva y Lázaro E. Borges, --afro descendientes y de provincias por más señas--, se dan cita en la cima de la gloria para brindar por ambos saltos con pértiga de 5.90 y 4.70 metros respectivamente. Con este resultado se suman al selecto club de las neuronas intranquilas y el músculo atento. Aunque solo son dos, puede considerarse un brinco de todos, porque: ¿Quién no sujetó en cada caso un poquito la varilla frente al televisor?

No se les puede pedir más a estos dos atletas desconocidos para casi todo el mundo, menos para sus entrenadores que sabían de qué “pértiga” cojeaban sus alumnos. Una especie de “Héroes Anónimos” como tantos que ha parido esta tierra en su corta historia de quinientos años de vida, y de algo más de 50 de vida haciendo revolución en el deporte.

Otras sorpresas, --algunas nada agradables--, deparó esta cita atlética del 2011. Tal vez la más sorprendente haya sido la descalificación de los dos hombres más rápidos del mundo en 100 y 110 con obstáculos: El jamaicano Bolt y el criollo Robles.

En este último caso del cubano hay que destacar la honesta actitud del contendiente chino Liu Xiang , al terminar el heat eliminatorio, cuando dijo no creer que Robles haya tenido malicia en los contactos pues se trata de una competencia de mucho roce, en carriles muy ajustados. En definitiva.”…Lamento lo ocurrido, así es la competencia, por lo demás somos muy buenos amigos…”

Con la sanción, el favorito para la medalla de oro quedó eliminado, y ésta pasó al pecho del estadounidense Jason Richardson en la final, quien declaraba ante las cámaras que “…ganar así no produce satisfacción…”.Por lo visto, nadie quedó contento con aquella decisión.

Gardel decía que 20 años no eran nada, pero la cita en las nubes de estos dos garrochistas en Daegú, Corea, ocurre a dos décadas exactas de la “hombrada” que realizara Cuba durante los XI Juegos Deportivos Panamericanos precisamente en nuestro suelo. De eso sí me acuerdo bien porque tuve el privilegio de aportar mi granito de arena, no solo en el trabajo voluntario del estadio de atletismo y la villa en la Habana del Este; sino como ilustrador del diario en dos idiomas “Ecos de los Panamericanos”, que se edito durante todo el evento.

En aquella ocasión, debutamos en primer lugar con 140 medallas de oro frente a las 130 del coloso del norte también por primera vez relegado a un segundo plano en la región. Tal vez no recordemos los nombres de algunos de aquellos atletas que nos emocionaron durante las competencias con sus hazañas. Sin embargo nadie olvidará jamás la simpática figura de la mascota de los Juegos, “Tocopan”, inspirada en el tocororo, declarada el ave nacional por su colorido tricolor.

La fecha marcó el comienzo de un largo y penoso período especial como reflejo de la crisis en la URSS y el campo socialista; sin embargo, ratificamos nuestro avance en el deporte con un honroso quinto lugar mundial en la cita olímpica de Barcelona.

Aproximadamente un mes falta para una nueva convocatoria regional en Guadalajara, México. Es casi seguro que no podamos repetir la hazaña de 1991, pero seguro que nuestros representantes darán lo mejor de cada uno, para subir al podio. Ya el hecho de hacerlo, y hacerlo con honor en nombre del pueblo, es de por sí obtener la medalla de la dignidad. Aunque es bueno recordar que iremos con todo, porque la confrontación se dará en Guadalajara, tierra de Jalisco... y Jalisco no se raja.

10 oct 2009

SORPRESA CLIMÁTICA.

Esta no es la primera vez que abordemos en nuestras caricaturas el tema del cambio climático, ni será la última, pero quisimos reflejarlo mirando hacia regiones desérticas, tan vulnerables como nuestra isla bañada por el mar. Pero sobretodo por una noticia que nos ha puesto los pelos de punta. Hasta el momento, y ya estamos en octubre, todavía no nos ha azotado un huracancito de esos que nos tiene acostumbrados la temporada ciclónica, y que el año pasado nos dejó noqueados. Sin embargo, octubre, el mes-sorpresa del año nos tenía guardado una bajo la manga. Tras un verano infernal, el pasado día 7 la estación meteorológica de la ciudad de La Habana en Casablanca, marcó 35.6. ¡Récord de calor para el décimo mes del año! Cifra sólo superada por el ocurrido hace nada menos que 84 años. O sea: ¡Un calor del otoño de su madre!