A finales de la década de los años 60, el Departamento de Orientación Revolucionaria DOR, encargó a un equipo del entonces semanario PALANTE, la edición de historietas didácticas relacionadas con la poca comprensión que había por parte de nuestros trabajadores sobre nuevas tecnologías necesarias para impulsar la producción en esferas atrasadas de la agricultura y la industria.
Los caricaturistas Val, Betán y Blanco, bajo la responsabilidad de este último, fueron los escogidos para realizar la tarea, que comenzó con el estudio del proyecto creado por el científico francés André Voisin para mejorar genética y productivamente la raza bovina en Cuba.
Escogimos un personaje que ya existía en los spots televisivos, la vaquita Matilda, y alrededor de este personaje agregamos el resto de los componentes que darían cuerpo a la trama bajo el título de “Matilda y sus Amigos”
Esta obra humorística se convirtió no sólo en un éxito editorial, sino en un referente para futuras tareas similares.
Por aquellos tiempos se hacía necesaria la comunicación entre zonas aisladas de nuestras montañas y había que impulsar la construcción de viales in tramontanos. La incorporación de equipos pesados y la poca experiencia de los operadores fueron abordadas en un conflicto satírico que llevó por título “Trucutuerca y Trescabitos”, dos protagonistas totalmente antagónicos ante la eficiencia de dichos equipos.
Inmediatamente se nos orientó apoyar los esfuerzos de una colosal zafra azucarera como jamás se había intentado en nuestro país. Corría el año 1969 y todo el pueblo se movilizó en el empeño. En aquellos tiempos las películas de aventuras japonesas inundaban los cines del país y se nos ocurrió crear la saga de “Los Siete Samurais del 70”, parodiando aquella epopeya medieval pero en el marco de nuestra cosecha de caña. Eran siete héroes defendiendo sus puestos de trabajo en el corte de la gramínea enfrentados al peligroso y taimado Tekita Azukita.
Si respaldo tuvieron las propuestas anteriores, lo de los samuráis cortando caña fue apoteósico. Pero ahí no terminaba esta historia, el proceso debía continuar en la industria, así que se nos señaló un nuevo libro.
Esta vez tocó a la historieta norteamericana de “Dick Tracy” servirnos de modelo para una nueva parodia que se titularía “Pol Brix contra el Ladrón Invisible”, en ella se ponía en evidencia la mala utilización de la maquinaria y el control del proceso industrial dando lugar a que el rendimiento en el pol y el brix, diera al traste con la producción de azúcar.
En definitiva, la cosecha de ese año no logró rebasar la cifra, creando gran desencanto; sin embargo fue la más colosal movilización del pueblo por cumplir el compromiso de llegar a los 10 millones de toneladas de azúcar. El proyecto de las historietas didácticas también sufrió el golpe de este impacto y hasta el día de hoy no se ha repetido el intento.
Algunos destacados pedagogos han dicho que: “Lo que se aprende jugando no se olvida” Lo que acometimos en aquel momento como una forma de llegar a las amplias masas –casi jugando- con un mensaje ameno, rindió sus frutos y aún se recuerda con agrado. Esperamos que se repita.
Los caricaturistas Val, Betán y Blanco, bajo la responsabilidad de este último, fueron los escogidos para realizar la tarea, que comenzó con el estudio del proyecto creado por el científico francés André Voisin para mejorar genética y productivamente la raza bovina en Cuba.
Escogimos un personaje que ya existía en los spots televisivos, la vaquita Matilda, y alrededor de este personaje agregamos el resto de los componentes que darían cuerpo a la trama bajo el título de “Matilda y sus Amigos”
Esta obra humorística se convirtió no sólo en un éxito editorial, sino en un referente para futuras tareas similares.
Por aquellos tiempos se hacía necesaria la comunicación entre zonas aisladas de nuestras montañas y había que impulsar la construcción de viales in tramontanos. La incorporación de equipos pesados y la poca experiencia de los operadores fueron abordadas en un conflicto satírico que llevó por título “Trucutuerca y Trescabitos”, dos protagonistas totalmente antagónicos ante la eficiencia de dichos equipos.
Inmediatamente se nos orientó apoyar los esfuerzos de una colosal zafra azucarera como jamás se había intentado en nuestro país. Corría el año 1969 y todo el pueblo se movilizó en el empeño. En aquellos tiempos las películas de aventuras japonesas inundaban los cines del país y se nos ocurrió crear la saga de “Los Siete Samurais del 70”, parodiando aquella epopeya medieval pero en el marco de nuestra cosecha de caña. Eran siete héroes defendiendo sus puestos de trabajo en el corte de la gramínea enfrentados al peligroso y taimado Tekita Azukita.
Si respaldo tuvieron las propuestas anteriores, lo de los samuráis cortando caña fue apoteósico. Pero ahí no terminaba esta historia, el proceso debía continuar en la industria, así que se nos señaló un nuevo libro.
Esta vez tocó a la historieta norteamericana de “Dick Tracy” servirnos de modelo para una nueva parodia que se titularía “Pol Brix contra el Ladrón Invisible”, en ella se ponía en evidencia la mala utilización de la maquinaria y el control del proceso industrial dando lugar a que el rendimiento en el pol y el brix, diera al traste con la producción de azúcar.
En definitiva, la cosecha de ese año no logró rebasar la cifra, creando gran desencanto; sin embargo fue la más colosal movilización del pueblo por cumplir el compromiso de llegar a los 10 millones de toneladas de azúcar. El proyecto de las historietas didácticas también sufrió el golpe de este impacto y hasta el día de hoy no se ha repetido el intento.
Algunos destacados pedagogos han dicho que: “Lo que se aprende jugando no se olvida” Lo que acometimos en aquel momento como una forma de llegar a las amplias masas –casi jugando- con un mensaje ameno, rindió sus frutos y aún se recuerda con agrado. Esperamos que se repita.
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