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26 nov 2014

DEL TERCER GRADO A LA TERCERA EDAD


Buenos días amables vecinos: Este 28 de noviembre de 2014 cumplo 84 años de edad y no me siento viejo; viejo será en tal caso ese zapato que se bota porque ya no sirve. Por el contrario, me miro en el espejo y mis 84 permutan en la imagen que me responde con un sorprendente ¡48! Hablando de sorpresas, aquí me ven pillado infraganti por la cámara indiscreta de mi hija Elsie, en los momentos de escribir estas notas:
Con la venia de ustedes, me considero un ser humano—hombre o mujer—del siglo XX, donde el machismo imperante se ha puesto en solfa, a pesar de rezagos de discriminaciones ya fuesen de género, raza o credo, con mi sistema decimal choqueado al arribar a un siglo nuevo, que nació globalizado por un método binario y nada menos que en tiempo real, donde el terrorismo no tiene banderas y las historias son tuiters. ¡Jamás se cambió tanto con tan poco!
Pido disculpas por la “descarguita” y alejarme del tema: No puedo decir que nací de cuna humilde como la gran mayoría de mis contemporáneos, atenazados por el hambre la incultura y el tiempo muerto cuando se decía aquello de “Sin azúcar no había país”; sino en –Luyanó—un barrio obrero en crecimiento y por tanto pobre pero honrado. Fueron tiempos de vacas flacas para ganaderos y paniaguados, pero de harina con boniato para el resto, atenazado por el estigma del “machadato”. 
Es lícito rectificar pues no creo que “Cualquier tiempo pasado haya sido mejor”, aunque los accidentes del tránsito en el barrio entonces eran casi nulos dado que a Luyanó sólo lo atravesaban dos calzadas: La de Concha al norte y otra homónima al sur. El resto eran calles de tierra, donde el polvo de  Cuaresma nos cegaba o el lodo en temporada lluviosa enfangaba personas y viviendas por dentro y por fuera
Con el debido respeto; antes para los fiñes del barrio la calle era nuestra propiedad privada en los horarios extracurriculares. Lo mismo se convertía en garito para jugar a las chinatas, o a las postalitas donde “mataperros” sin zapatos se forraban acumulando riquezas imaginarias. También podían convertirse en estadios sin gradas donde se practicaba el beisbol con pelotas de trapo o de goma y otras disciplinas afines como el taco o la quimbumbia, mucho más contundentes y peligrosas. Lógicamente no había juegos nocturnos y los diurnos  se suspendían no por lluvia sino al llamado de la higiene o la salud, convocadas a gritos para el baño o la merienda.
Cumplo con el deber de informar que otras señales menos cariñosas partían del escandaloso tolete policial. Si de noche el cañonazo de las nueve nos convocaba a dormir, el tal tolete--instrumento de palo contundente-sonoro--en manos del policía de barrio, anunciaba su proximidad como método coercitivo a los fiñes durante el día o en horario nocturno como medida preventiva a los amigos de lo ajeno para advertirles de su presencia física o en su defecto una operación más dinámica, terapéutica y dolorosa conocida por toletazo.
Es permisible pensar que este personaje siempre fue un enigma para mí: Perseguía el robo nocturno e ilegal, pero oficialmente le tumbaba a diario la cajetilla de cigarros al bodeguero, o apuntaba gratis a la charada en la vidrierita de “tabacos” de la esquina. Como agente del orden público pertenecía a la infantería en un área urbana donde no había potreros ni caballos, aunque las polainas fueran parte consustancial de su uniforme.
Por suerte para nosotros desapareció barrido por el tsunami revolucionario en enero del 59. Dicho depredador pertenecía a una pintoresca fauna trashumante de entonces, tan típico como la diversidad de pregoneros-repentistas, el indiscreto lechero por la madrugada, o el mensajero de botica, hoy convertido en un conductor de bici-taxis melómano entre otros fósiles ambulantes.
Es válido pintarles este paisaje callejero de mi niñez. El cual se complementaba con el cine de barrio que ofertaba dos funciones diarias con una película de segunda que era la primera y otra de primera que se pasaba segunda. A los fiñes se nos reservaba el primer round del programa dominical --matinée, tanda y noche--a níquel per cápita (cinco centavos). Función esta donde solo la complicidad ingenua de nuestra fantasía permitía digerir aquellas comedias silentes acompañadas de sonoras carcajadas, las series de episodios en quince capítulos, los “muñequitos” en colores o los “instructivos” oestes donde el vaquero-bueno siempre triunfaba frente al piel roja malo, hasta darle la patada a la lata con esos héroes superdotados que volaban sin alas, no le entraban las balas y jamás se les caía el sombrero por muy aparatosa que fuese la acción. Años  más  tarde nos enteramos que la mayoría de esos “extras” de Hollywood eran calvos. Hoy se quedarían sin trabajo debido a la maravilla del montaje cinematográfico o los efectos especiales de la digitalización.
Puedo afirmar que si impactante eran nuestras mataperrerías en las calles, muy diferentes resultaban los juegos típicos de los “bitonguitos” con sus juguetes caros y unipersonales como aquellos trenes de cuerda que ocupaban todo el espacio de la sala o los  llamados inteligentes y constructivos para armar a solas. Con decirles que si logré tremenda habilidad montando patines en el parque de Fábrica fue gracias a los Reyes Magos caseros, pues nunca aprendí a montar en bicicleta porque las de entonces, marca “Niágara” estaban tan fuera del alcance del bolsillo paterno como las cataratas del mismo nombre. Pero si estas semblanzas dejaron sus huellas en mi niñez. Otros aspectos educacionales en el seno del hogar y la escuela resultaron mucho más decisivos en la formación de  mi personalidad.
Les concedo el beneficio de la duda pero, en primer lugar, mi padre emigrante español y mi madre criollísima mulata, con apenas poseer una instrucción primaria, jamás discutieron en mi presencia, incluso cuando querían conversar en privado me mandaban para el cuarto o la cocina. El respeto mutuo y el amor presidían esa unión a pesar de las diferencias. Él de formación atea e izquierdista, jamás se opuso a que  la imagen de la Vírgen de la Caridad, estuviera en lugar visible de la sala a petición de su esposa,. Esta escena se compensaba con otro cuadro que colgaba frente a la mesa del comedor que decía: “Hogar, dulce hogar”. La intolerancia jamás pudo echar sus raíces en casa.
Confieso que primaba entre ellos la armonía, en fin el amor y las buenas costumbres que el tiempo y “la juntera” se cansaron de convertirme en el viejo cascarrabias que soy. Siempre copiar en los exámenes fue malo, en la vida real pasa lo mismo. Por eso a los niños y jóvenes de hoy les recomiendo abrir cualquier debate con las frases subrayadas en este trabajo y verán el resultado: --Hagan lo que yo digo, no lo que yo hago.

EL ÚLTIMO CASO DEL EDITOR


Pido disculpas a mis fieles vecinos por aparecerme ahora con unas “riflexiones” que se me habían quedado encasquilladas desde el pasado 17 de noviembre.
Resulta que hace unos meses en un encuentro entre colegas tuve la satisfacción de compartir con Neyda Izquierdo, Premio Nacional de Edición 2014, esposa y biógrafa del genial Luis Rogelio Nogueras con motivo de conmemorarse próximamente su 70º Aniversario.
Por razones ajenas a nuestra voluntad no pudimos hacerlo. Fue así que, precisamente el mismo día de su cumpleaños el diario GRANMA me sorprende con el trabajo titulado “Florecer sin falta” (Luis R. Nogueras 1945-1985) bajo la firma de la joven periodista Madeleine Sautié: --¡Quedé petrificado!-- ¡¿70 años?!
No me atreví a seguir con la idea de rendirle tributo al maestro hasta no asegurarme la fecha de su nacimiento con la propia Neyda, pero resultó imposible. Cuando en esta semana pude hacer contacto telefónico con ella, me aclaró que mi preocupación era justificada, pero ya estaba convencido de que podría ser una de esas bromas a las que Wichy nos tenía acostumbrado. Me explico:
Al hojear de nuevo el libro “El último caso del inspector” Editorial Letras Cubanas 1983 y catalogado como poesía mínima. Me di cuenta que se trataba de una selección de sus poemas apócrifos con lo que se burlaba del lector-cómplice, donde nos muestra una breve biografía-paródica de autores famosos con tal veracidad que podría engañar al pinto de la paloma. Y para más sorpresa la nota sobre el autor comienza así: “Luis Rogelio Nogueras. (La Habana 1945)…”
Por tanto, en mi opinión, la compañera Sautié quedaba absuelta por la propia confesión del autor, lo que me dio pie para el encabezamiento de este trabajo, pues el caso se escapaba de las manos del inspector, para colarse entre las del editor.
Ahora, en serio: Mi hijo Francisco P. Blanco Hernández, quien firma F.BLANCO para que no lo confundan con su padre, no sólo admiraba la obra del Wichy, sino que se inspiró en algunas de ellas, para llevarlas al lenguaje de la historieta. Por entonces (12-12-1985) se fundaba la Editorial Pablo de la Torriente, un viejo sueño del presidente histórico de la UPEC Ernesto Vera y entre sus funciones se le dio un nuevo impulso a las especialidades gráficas surgiendo populares publicaciones periódicas como COMICOS, PABLO, Y EL MUÑE.
Los estanquillos de prensa se llenaron de colorido y las revistas expuestas al público duraban menos que el merengue en la puerta del colegio, a tal punto que tuvimos la necesidad de crear un Taller de Historietistas Aficionados para reforzar el staff de profesionales ya existente. Entre esos alumnos estaba nada menos que Gerardo Hernández Nordelo, uno de nuestros Cinco Héroes, quien debutó en el MUÑE con su personaje, “Pepino y Cia.” Sorpresiva también fue la presencia de mi hijo Paquito quien se sumaba como un aficionado más, pero sin abandonar el aula en calidad de profesor nada menos que en la Academia de Artes Plásticas San Alejandro.
Todo esto ocurría allá por 1986 cuando la firma de Luís R. Nogueras pasaba a la inmortalidad al fallecer prematuramente de una penosa enfermedad. Es entonces cuando mi hijo nos sorprende con varias historietas que se salían del marco en que estaban encasilladas en Cuba por algunos detractores, mientras evolucionaban en todo el mundo con lo que se conoció en Europa como arte secuencial o novela gráfica y por otros como obra de autor, a la que se abrazó mi hijo con pasión. Así logró adaptar obras de autores famosos en versiones cuadro a cuadro como: “El anciano del Puente” de Ernest Heminway; “Cuentos de Policía” y “Crónica de una muerte anunciada” ambos de Gabriel García Márquez; “De los efectos de las bombas caseras”, de Sergio Ramírez; “Thelonius” de Leonardo Acosta, así como “Fábula de los tres hermanos”, canción de Silvio Rodríguez.

Pero el verdadero inspirador de todo ello lo fue sin dudas Wichy al serle adaptadas algunas de sus joyitas que él mismo llamó jocosamente poesía apócrifa, como el ya nombrado “El último caso del inspector”, pero no fue la única; a ella hay que agregarle “El hombre envidioso” (guión inédito para un dibujo animado del ICAIC) y “Una muchacha” poesía.
A lo largo de este trabajo hemos copiado las seis páginas de “El último caso del inspector” obra que en su momento causó gran impacto tanto en Cuba como en el extranjero, pero dejemos que lo diga el maestro uruguayo-argentino Alberto Breccia, quien vino al Primer. Encuentro Iberoamericano de Historietistas como Presidente del jurado al Premio Internacional: “La Palma Real” y en la entrevista sobre la historieta en Cuba formulada por Paquita Armas Fonseca para la revista Pablo en 1990 expresó: “…Tiene atraso por falta de información, no creo que por calidad…” Seguidamente la periodista le pregunta: “Sin compromisos, ¿pudiera usted señalar algún autor que le haya interesado?”.Breccia no lo piensa dos veces y responde: “A vuelo de pájaro, no con un estudio profundo, pienso que la historieta de Francisco Blanco (hijo), sobre un poema, marca un hito. Es una puerta que se abrió…”
Hasta aquí nuestro modesto homenaje al inolvidable Wichy Nogueras.(1944-1985).


LOS DOS MODESTOS



El fin de año se nos acerca a paso de conga y pensábamos acogernos a unas bien ganadas vacaciones--festividades navideñas incluidas--pero una cosa piensa el borracho y otra el bodeguero: Dejo en vuestras manos mi ubicación en el bar.
Noviembre se nos había presentado cargadito cargadito: En primer lugar continuar la serie que veníamos publicando sobre el libro “La Caricatura Contemporánea” de Bernardo González Barros y la actualización de dicho concepto a cien años de su publicación. La línea, hilo conductor de dicha saga como expresión gráfica fundamental de esta especialidad artística, caminaba sin tropiezos, pero al llegar a la coyuntura entre lo que se hacía en Europa y en América a fines del siglo XIX—específicamente en Cuba—se nos enredó la pita. Vean: --¿Existió en realidad una línea autóctona en nuestros países? ¿Dónde y cuándo comienza realmente la línea criolla? ¿Cuál es el verdadero origen del cómic como línea secuencial? ¿Fue ésta una línea incomprendida por parte de ciertos intelectuales en el pasado siglo XX?
Estas y otras interrogantes se nos atravesaban en medio de acontecimientos más perentorios que requerían nuestra atención. En primer lugar, yo—el burro siempre delante—al cumplir mis 84 abriles este 28 de noviembre, hubiese querido confesarme con ustedes, pero son tantos mis pecados que no caben en este blog y decidí aplazarlo hasta nuevo aviso.
El 70o. Aniversario de Wichy Nogueras se había convertido en un misterioso escamoteo típico de su obra, imposible de encasillar entre la novela policíaca, la poesía, el humorismo, la investigación, el guión cinematográfico o el dibujo animado, entre otros géneros indescifrables. Todo condensado en “El último caso del inspector”. Pero eso ya es historia.
Otro buen tema quedaba pendiente, y era la celebración del 20º. Aniversario del Centro Promotor del Humor, junto a la proclamación de Virulo como Premio Nacional de Humorismo en este año, iniciativa que aplaudimos a rabiar durante la Gala–Homenaje celebrada el 13 de noviembre en la sala Avellaneda del Teatro Nacional. Lo cual también es pasado.
Lo único original o sorpresivo en este trabajo se limita al título “Los dos Modestos” y ahora más calmado lo retomo:
Invitado a la gala de premiación en dicho teatro y cómodamente sentado en la cuarta fila antes de comenzar el espectáculo, vimos como se iba llenando el lunetario y al detenernos en la primara fila donde se hallaba la familia de Virulo, reconocimos una cabecita blanca que se distinguía de las demás.
La curiosidad me hizo levantar del asiento y me dirigí hacia ella. Al saludarlo con la mano extendida le pregunté al canoso personaje: --¿Es usted el padre de Virulo? recibiendo el asentimiento por respuesta. De inmediato respondí:--Yo soy Blanquito—el de PALANTE— con lo cual se iluminó el rostro del aludido y quiso levantarse de su asiento, pero me le adelanté para fundirnos en un fuerte abrazo de 168 años—84 per cápita--. Dramático preludio de una función inolvidable para ambos, pero también para el homenajeado que se unió al encuentro de dos para formar un trío. La cosa se complicó con un cuarteto, al intervenir Elsie, mi hija-acompañante cámara en mano para dejar constancia del fuerte apretón. He aquí el resultado:
En escasos minutos antes de que se levantara el telón, pasaron entre nosotros como en cámara rápida escenas con más de 55 años de antigüedad, cuando Modesto García, padre del inmenso Virulo, estuvo entre los primeros que formaron parte de los Estudios de Animación del ICAIC junto con grandes creadores que hoy son también recuerdos inolvidables como Jesús de Armas, Tulio Raggi, Paco Prats, Muñoz Bachs, Hernan H. y otros que se nos pierden en los archivos de nuestra Cinemateca mental.
Entre los variados temas dignos de guardar también en dicho departamento, hubo uno que impactó a Modesto, cuando le informé que entre mis recuerdos incunables guardaba un ejemplar del libro “Los indocubanos” obra editada a todo lujo en cartoné por la Editora Gente Nueva en 1982, basada en el documental del mismo nombre realizado veinte años antes con guión de Onelio Jorge Cardoso e ilustraciones de Modesto García.
Se le iluminó el rostro: Por su memoria pasaron los 103 dibujos a plumilla con que consta la obra y la personalidad de su coautor, el inmenso Jorge Onelio Cardoso, quien este año arribó a su centenario, junto con otro grande de la literatura cubana, el Sensible Zarapico Samuel Feijoó.
Como los conocí personalmente y admiré sus virtudes había una en el Cuentero Mayor que lo caracterizaba entre tanta falsa ostentación de algunos estirados intelectuales: Su innata modestia con la que desarmaba a los presuntuosos.
De ahí el título de este sincero homenaje “Los dos Modestos”—de nombre y de corazón—con dos copias de los dibujos, la portada en dos colores y otra ilustración interior, realizadas por Modesto García; así como el prologo que lleva la firma de su guionista Onelio Jorge Cardoso el cual copiamos textualmente como otra muestra más que lo pinta de cuerpo entero:
“…Este hermoso libro que tienes lector en tus manos es, como verás, una colección de dibujos a plumilla realizados por el dibujante y pintor cubano Modesto García. Nosotros hemos escrito sus pies de grabados, labor que resulta de menor cuantía referente a los valores estéticos que en conjunto conllevan sus dibujos.(…) Aunque no somos especialistas, ni siquiera mayores conocedores en el campo de la plástica, consideramos que es un paciente y acabado trabajo que bien merece le sea reconocida su técnica, así como su visión artística lograda.(…) El tema de los dibujos, naturalmente, se refiere a escenas de la vida cotidiana ocurridas en nuestra isla de Cuba a raíz de su descubrimiento por los españoles hasta los días en que la conquista exterminó totalmente a sus pobladores. (...) Modesto García ha realizado sus imágenes, creándolas lo más fielmente posible, desde las escasas fuentes que cronistas y conquistadores españoles aportaron de los hombres y las tierras descubiertas. (…) Considerándolo pues un trabajo didáctico, nos complace su publicación y admiramos el hermoso esfuerzo de su realizador…”
¿Es correcto o no lo propuesto en el título “Los dos modestos”? Ustedes mis fieles vecinos tienen la palabra.


17 nov 2014

EN POCAS PALABRAS


(a) LA CULTURA DEL DETALLE
Últimamente ha surgido en nuestra prensa una variedad de comentarios sobre la cultura del detalle, incluyendo un panel en la “Mesa Redonda” de la televisión. El pasado 3 de septiembre se elogió efusivamente el 35º Aniversario de la inauguración oficial del Palacio de Convenciones, una de las obras cumbres de la arquitectura cubana con vistas a ser sede de la Sexta Cumbre de los Países No Alineados en 1979.
Abraham Maciques no me dejará mentir cuando recuerdo el impacto que tuvo para naturales y extranjeros dicha institución cuya majestuosidad, buen trato y excelencia en el servicio, ha tenido y mantenido a lo largo de estos años.
Parecidas virtudes existen también en otras iniciativas culturales que nuestra Revolución puso a los pies del pueblo para su disfrute: Entre otras, recuerdo al Parque Lenin, el Zoológico Nacional, Expo-Cuba y su vecino más próximo, el Jardín Botánico--el cual contó hasta con un bello parque japonés--entre otros centros recreativos fuera de la ciudad para solaz y esparcimiento de la familia cubana.
En mi modesta opinión todos ellos fueron tocados por la varita mágica de quien asumió la tarea de dar el visto bueno a las obras: Celia Sánchez “La Flor más autóctona de la Revolución”.—Es decir el imprescindible toque femenino.
Una adecuada educación formó el carácter de quien en las más difíciles condiciones de la vida en campaña durante la lucha guerrillera en la Sierra Maestra, supo mantener esas cualidades del buen gusto y feminidad, característicos de la mujer cubana. Recuerdo el simple detalle de obsequiar una mariposa—la Flor Nacional—a las compañeras invitadas a participar en esos eventos.
Debo consignar además la existencia por entonces de instancias para la gestión de la calidad en algunas de nuestras instituciones, para frenar la tendencia a la desidia y el abandono. Hoy al comprobar algunos resultados, tanto en la gestión estatal como por cuenta propia, las terminaciones parecen pasar por otras comisiones diferentes: Las del mal gusto. Recordemos la sentencia del Che: “La calidad es el respeto al pueblo”.
Esto acontece a todos los niveles, por ello debemos hacernos la autocrítica, en primer lugar nosotros los periodistas
Y pondré un solo ejemplo:
El pasado día 11 de noviembre en el espacio de las efemérides en la televisión se recordó el 80º. aniversario  de los hechos ocurridos en Realengo 18, donde tuvo gran incidencia nuestro ídolo Pablo de la Torriente Brau, con uno de los reportajes más trascendentales de la prensa cubana en toda su historia.
Hasta ahí, todo muy bien: Apropiado tratamiento, texto sintético, dicción impecable; sin embargo, la imagen en pantalla me produjo cierto escalofrío.
No dispongo del spot televisivo, pero en esta primera imagen que les muestro fue más o menos lo visto, y a continuación mi correspondiente critica-gráfica. Me imagino la desinformación que le estamos trasmitiendo a las nuevas generaciones de primaria y se acerquen por primera vez en la escuela, a tan raigal tema de nuestra historia.
Una imagen dice más que mil palabras. Por tanto debemos prestar más atención a este aspecto, sobre todo cuando hasta se tergiversa el concepto del vocablo, pues realengo era el espacio existente entre las encomiendas que la colonia repartía entre sus agraciados y el realengo no podía de ninguna manera ser circular, sino todo lo contrario, el espacio contenido precisamente entre ellas.
Espero con esta sincera observación alertar a que la cultura del detalle se aplique a cualquier actividad humana, sobre todo con tan abrumadora acumulación informativa que hoy se nos brinda en tiempo real, ya sea sobre la grafica, el buen trato, la comunicación, en fin…¡EN TODO!

(b) LA CEIBA Y YO
Como ilustración a este trabajo les brindo el dibujo que como regalo de cumpleaños le envié vía internet en los primeros meses del año  a mi nietecita Miranda, de cuatro añitos en Miami, dada su adicción al tete o chupete, y los berrinches que formaba cuando se le extraviaba el que estaba de turno. Mi obsequio fue esta caricatura de una ceiba repleta de chupetines. Ahora vamos al grano:
Algunos vecinos embullados por los trucos descubiertos en mi anterior entrevista al mago Gardini, me incitan a continuar en esta especialidad del periodismo. Sin más, aquí les va la interviú:
YO) --Buenos días, disculpe que la interrumpa: ¿Me concede el privilegio de entrevistarla para mis vecinos del blog?
ELLA) –Con mucho arbusto.
YO) –Qué simpática, el gusto es mío. Pero, en primer lugar, quiero felicitarla por sus 495 años de edad.
ELLA)--Lo agradezco, pero eso no es cierto, en realidad yo nací con esta Revolución. Me sembraron aquí  en 1960, por tanto sólo cumplo 54 años.
YO) –Entonces se puede decir que usted es hija de aquella ceiba alrededor de la cual se celebro la primera misa en esta ciudad.
ELLA) --¡Qué va! Ésa murió a mediados del siglo XVII y fue varias veces reemplazada hasta el día de hoy.
YO) –Lástima, me hubiese gustado que me contara la historia de este lugar y específicamente de usted misma como emblema patrimonial de la capital.
ELLA).--Lo siento pero, en primer lugar, la Giraldilla es el símbolo de la ciudad, en tal caso yo sería un mito viviente.
YO) --¡Metí  la pata de nuevo! Pero usted me entendió. ¿Verdad?
ELLA) --Claro, no soy tan vieja ni tan bruta, pero los cubanos y cubanas de hoy han estudiado; están más preparados que nunca; y yo no seré la excepción.
YO) --Bien, adelante con los faroles.
ELLA) --Este lugar de la Habana Vieja, conocido desde sus inicios por la Plaza de Armas y más exactamente situado en Baratillo entre O´Reilly y Enna, fue declarado Patrimonio de la Humanidad un día como hoy de 1982 y es visita obligada de cubanos y turistas extranjeros.
YO --Bien, pero exactamente: ¿Qué ocurrió aquel 19 de noviembre de 1519?
ELLA) --Si voy directo a mis raíces, sus savias sabias me cuentan que veinte años después del descubrimiento, Diego Velázquez y sus hombres decidieron fundar la séptima villa en la desembocadura del río Mayabeque en la costa sur; eso fue allá por 1513, pero las condiciones del lugar no resultaron idóneas, por lo que se movieron hacia las del Almendares en el norte dos años más tarde, pero tampoco quedaron satisfechos; de ahí que se corrieran un poco más al este, a orillas del puerto de Carenas´--así nombrado por Sebastián de Ocampo--tras el bojeo de la Isla y allí quedó definitivamente instalada ese intento de ciudad en 1519
YO) –¿Entonces a la tercera fue la vencida, no?
ELLA) Más o menos, pero durante mucho tiempo existieron dudas entre los investigadores. Corresponde a Emilio Roig de Leuscherig y José María de Arrate estas definitivas coordenadas.
YO) --¿Qué otros acontecimientos de importancia usted me recomendaría?
ELLA) --Imagínese son tantos que resultarían siempre incompletos, pero si estuviera obligada a seleccionar, diría que La Habana fue víctima del pirata francés Jacques de Sotes quien la saqueo a mediados del siglo XVI. Doscientos y pico de años más tarde fue tomada militarmente por los ingleses y ocupada aproximadamente durante doce meses. Muy cerca de aquí nació nuestro José Martí en 1853 y más cerquita aún a este sitio, donde fueran fusilados los 8 estudiantes de medicina en 1871. Acto criminal al que se opuso aquel mismo jovencito con solo 18 años de edad. La bahía-- allá al fondo--se estremeció con la explosión del “Maine” a fines del siglo XIX, excusa que provocó la intervención extranjera en nuestras guerras de independencia para obligarnos más tarde a aceptar una enmienda constitucional yanqui que se extendió por más de medio siglo, casi el mismo tiempo que llevamos bajo su bloqueo genocida. Pero aquí también culminaron todas las desvergüenzas de aquella republiquita de pacotilla cuando el 8 de enero de 1959 entró a la capital la Caravana de la Libertad con Fidel al frente.
YO) –Bien, pero cuénteme más sobre la efeméride.
ELLA) Yo solo formo parte de un conjunto conocido como el Templete—no se ría que no se trata de  picardía alguna—es sólo el término con que se identifican los pequeños templos grecorromanos, situado exactamente  en la Plaza de Armas desde 1828 y en su interior cuelgan tres grandes óleos del pintor Juan Bautista Vermay, cuyas cenizas se  encuentran dentro de una urna de cristal al centro del salón. Las colgaduras ilustran el momento fundacional de la misa y el cabildo
YO) –Todo lo que me cuenta es grandioso.
ELLA) –Dígalo usted: La calle Enna que da al fondo de este mausoleo es la más corta de Cuba con solo una veintena de metros. Por tanto yo soy la única ceiba en el mundo capaz de dar sombra a todo lo largo de una calle.
YO) –Me fui de allí convencido de que si dicha ceiba no fue la fundacional; por su agilidad mental puede fácilmente ir a competir al programa “La neurona intranquila” con grandes posibilidades de pasar a la final.