__________________________

__________________________

20 abr 2011

LA RISA: ENTRADA POR PAREJAS

La fórmula de actuar en pareja los personajes humorísticos, representa de entrada, un éxito asegurado. El gordo y el flaco de mi tira “¡Ay, vecino!” obedece a esta modalidad que tiene una larga historia. A eso quiero referirme en el siguiente trabajo.

En el blog de fin de año hicimos un breve comentario sobre lo que se considera el debut de los (comic strip) en los Estados unidos, surgido en el New York World del Ciudadano Kane, es decir—William Randolph Hearst el 24 de diciembre de 1893. Así ha quedado registrado para la historia de la historieta en el mundo.

Sin embargo, es oportuno aclarar que ya desde mediados del siglo XIX, en Europa venían publicándose amagos de narraciones secuenciales, y casi todas con personajes humorísticos. Son los casos del suizo Rudolph Topffer (1799-1846), Cristophe, el francés (1865-1945), y de Alemania Wilhelm Busch, (1832-1908),--nada que ver con la familia presidencial de los Bushes yanquis--

Precisamente a este último dibujante queremos referirnos, no sólo por ser uno de los propiciadores del género antes de su definitiva evolución; sino por haber creado nada menos que esa antinomia señalada al principio con la pareja de Max y Moritz, --dos niños, uno rubio y el otro trigueño -- que derrocharon gracia en las peripecias gráficas con pareados que servían de pie a cada viñeta. Los globos o “fumettis” que salen de la boca de los protagonistas de papel vinieron después para afianzar el género.

Incluso mucho antes de que la iniciativa cruzara el Atlántico para inspirar a los dibujantes norteamericanos, el 9 de abril de 1898, los traviesos Willy and Wally, nacen en las páginas del The Penny Comic, inglés con el título de “The Terrible Twins”.

Lo descrito hasta aquí es solo el comienzo de una exitosa modalidad que los dibujantes humorísticos de los Estados Unidos explotaron hasta al máximo, incluso con no pocos y costosos enfrentamientos.

Veamos: Joseph Pulitzer, director del Journal of New York y competidor acérrimo de W.R.Hearst, descubrió la popularidad de la parejita alemana “Max and Moritz” y encarga al caricaturista Rudolph Dirks la creación deThe Katzenjammer Kids”—copia al carbón de los pilluelos teutones-- partiendo del vocablo germánico (katzenjammer) traducido al inglés como (resaca marina). A partir de esa fecha (12-12-1897) la tira se convirtió en un verdadero éxito editorial.

Quince años más tarde, Dirk pensó que merecía unas vacaciones, la cual le fue negada por el “Journal” provocando su renuncia.

Ese fue solo el comienzo de una larga confrontación: El Journal se querelló, y los tribunales dictaminaron que el periódico mantenía sus derechos sobre la “tira”... Dirk podía seguir dibujando sus personajes, pero no estaba autorizado a utilizar el título reconocido hasta entonces.

A partir de ese momento en el World surgió otra tira que utilizaba los mismos protagonistas, pero ahora llamados Hans and Fritz. De ahí que, siendo nosotros también niños, nos extrañábamos al ver que en nuestra prensa dominical se publicara una serie titulada “El capitán y los Cebollitas” y la otra “Maldades de dos pilluelos”, pero en ambas actuaban los mismos protagonistas.

Cosas de la naciente competencia monopolista por más lectores y muchos más anunciantes. Lo ocurrido antes con el dibujante Outcault, y su pequeño asiático que dio nombre a la “prensa amarilla”, ahora se repetía con Dirks, pero en sentido inverso, al pasar éste a la nómina del New York World con la historieta “The Captain and the Kids”.

Por el contrario, Pulitzer contrata para la nueva serie del “Journal” al dibujante Harold. H. Knerr, manteniendo el titulo original.

Quiso el destino que aquellos simples hijos de Wilhelm Busch, Max and Moritz , fueran inconscientes protagonistas de otra inesperada mutación. Recuerden que la tira originalmente titulada “The Katzenjammer Kids” la protagonizaban los niños Hans y Fritz, pero al calor de la Segunda Guerra Mundial y de los prejuicios por todo lo que oliera a alemán, esos pequeñuelos nacidos mucho antes que la primera conflagración de 1914, fueron las víctimas. Ambas publicaciones, el Journal y el World, se dieron a la tarea de sustituir – no ya a los dibujantes—sino la nacionalidad misma de los protagonistas y los dos pilluelos, se convirtieron del día a la noche en “The Shenanigan Kids”, con lo que se la daba pasaporte irlandés a esos inocentes.

Como ven la semillita alemana se injertó en la cultura norteamericana, pero no influyó solo allí, en Gran Bretaña fructificaron otros proyectos similares: “Those Terrible Twins “ de la revista The Half Penny Comic (9-4-1898), se convirtieron en Wally y Willy de la mano de Frank Holland. Otros dos bribones al estilo de la parejita germana George y Ferdi dibujados por Leonard Shields salieron a batirse como “The Bunsey Boys” en la primera página de The Wonder. Y por último e ¡gualmente gemelos, fueron los personajes de A.T. Pierce durante los primeros veinte años del siglo XX. Sus nombres: Jackie y Sammy, solo que en este caso los infantes eran comparsa de un ex carcelario en vías de rehabilitación llamado Jolly Tom.

Los ejemplos de estos tres creadores ingleses, agregados a los norteamericanos anteriormente citados--¿quién sabe cuántos más alrededor del mundo?--; demuestran que los niños gemelos o parecidos, fueron explotados desde los inicios del ”cómic” para crear situaciones de hilaridad garantizada por la disparidad. En aquellos tiempos “Benitín y Eneas” --uno hombre alto y el otro bajito—también importados de los cómics yanquis, hacían furor en Cuba; el éxito del teatro vernáculo descansaba en la popularidad contrastante de la pareja clásica formada por el negrito y el gallego (Gallegíbiri y Mancuntíbiri). Mientras en la televisión triunfaron los argentinos Dick y Biondi, entre otros muchos binomios que nos hicieron reir.

El gordo y el flaco nuestro de la tira “¡Ay, vecino!” no son ni más ni menos que herederos del Stan Laurel y Oliver Hardy –pareja inseparable en eterna disputa—de la comedia silente, aunque por nuestro clima tropical estén permanentemente desnudos.

GIRÓN, VICTORIA DE LA VERDAD

En la revista “Mar y Pesca “ del mes de abril, se publica una historieta de cuatro páginas realizada por Francisco Blanco (h), bajo el título de “GIRÓN, VICTORIA DE LA VERDAD que se corresponde con los sucesos difundidos por la gran prensa de entonces, muy parecida a la actual, con la diferencia de que los enviaba a través del cable y los telepitos,--perdón—teletipos.

Ofrecemos una copia de esas cuatro páginas, aunque los textos sean ilegibles por la reducción lógica para la Web. Disculpen esta deficiencia, pero por lo pronto podrán tener una idea de su composición.

Los datos del guión fueron tomados textualmente del libro “Girón en la Memoria” de la autoría de Víctor Casaus.

En él aparecen reproducidos sucesos objetivos divulgados a todo el mundo por agencias de noticias muy serias donde la “verdad” da risa.

El tema harto conocido, no deja de ser interesante cada vez que se hable de la aventura, pues cuenta la historia de la Brigada 2015, convertida de golpe y porrazo en un colectivo de “gusanos-cocineros” tras la aventura de Playa Girón.

Curiosamente los animales tomarán protagonismo a partir de esta fábula, con moraleja y todo:

Detrás de todo ese bestial montaje estaba la oreja peluda de la SIP, encabezada por un coronel de la CÍA llamado Jules Dubois.

Esa misma agencia de inteligencia, financió, dirigió, y embarcó a los mercenarios cubanos, pero también puso los hombres-rana, --casi todos norteamericanos--, que fueron los primeros en desembarcar, ya que su misión era hacer señales desde tierra mucho antes de que saliera el Sol por el horizonte de la Bahía de Cochinos, para orientar al resto de los cerdos embarcados.

Como casi todas las cosas y los inventos de los yanquis, se disfrazaron los seis barcos de desembarco con nombres como Barracuda, Marsopa, Aguja, Sardina, Tiburón, y Ballena.

Poco faltó para que los pescadores del Golfo de México se declararan en huelga por la utilización de sus fuentes de producción en tamaña aventura. Pero ahí no terminaron los nombretes:

El que venía al frente de dichos batracios-homínidos le decían Cocodrilo Rip Robertson. Este-reptil del Orden de los anuros se hizo famoso en 1954, también en una “hazaña” de la CÍA cuando se equivocó dos veces: (Bombardeó un a nave inglesa creyéndola rusa), ya que tenía bandera soviética. La animalada ocurrió durante una operación en Guatemala contra el presidente Jacobo Arbenz.

Si así era el jefe de la operación, ¡qué podía esperarse de su manada salvaje!

Lo que les faltó a los invasores de resistencia, les sobró en imaginación:

Calaveras pintadas en las lanchas de desembarco, enseñas pintadas en el fuselaje de los aviones de guerra para despistar, con el resultado de cuando la cosa empezó a pintar mal, tomar pista de regreso totalmente agujereados. ¡Tremendo despiste! Dirían los pisteros.

Pero, cosas mucho más sorpresivas vieron los combatientes cubanos al penetrar en el territorio momentáneamente ocupado por el enemigo. Veamos el testimonio de uno de ellos: Su nombre: Sotero Enrique Soroa, a quien sus compañeros apodaban Mosquito, --aquí vemos también cómo los cubanos no nos quedamos atrás--.

Pues bien, cuando su batallón 117 penetró en Girón, Mosquito vio un cartel que decía:

“San Blas, Territorio Libre de Washington”.

Lo “original” del mismo radicaba en su antinomia, pues era una copia de nuestra consigna de la Campaña de Alfabetización.

En otra pancarta se leía:

“Cortesía de los hombres-rana del buque Bárbara J... ¡Bienvenidos!”.

Pobre de aquel que lo pintó, algo que sólo podía ocurrírsele a un norteamericano, pues se sabe bien que en Cuba la jota quiere decir jodido.

Finalizado todo este barullo formado por hombres-rana, cocodrilos, mosquitos, y peces de todos los colores y tamaños, vino la estampida salvaje y el resultado lógico de la indemnización bajo la consigna de: “Se cambian gusanos por compotas”.

La CÍA como buen perro huevero, una vez finalizada la aventura, comenzó otra nueva que llamó Operación Mangosta... Hay bestias que no escarmientan.

(Datos históricos tomados del artículo publicado por Luis Hernández Serrano en Juventud Rebelde del pasado 5 de febrero, con datos tomados de”En apoyo a la invasión mercenaria, la operación terrorista” de Jean-Guy Allard Granma Internacional, (9-abril-2006), y a su vez tomado del libro “Diario de Girón” de Gabriel Molina para Editora Política, 1983. Y para no dejar de seguir tomando, tomo un descanso, que ya estoy cansado.

PANCHO AMAT Y LOS NÚMEROS MUSICALES

UNO: La autorizada opinión de Adalberto Álvarez, de que en el tres hay un antes y un después de Pancho Amat, es muy cierta; pero debo aclarar que cuando él dio su primer do de pecho, ya el uno en el tres lo tenía desde mucho antes Arsenio Rodríguez, ese cieguito maravilloso, quien nos había demostrado que la Vida es un Sueño, y que su instrumento era dos veces bueno: Musical y comestible a la vez, ya que Miguelito Cuní le gritaba durante los montunos a su sucesor Arturo Jarvi en el Conjunto Chapotín: ¡Alambre dulce!
Por lo tanto nuestro personaje de hoy tiene el dos en mi escala del tres.
DOS: Desde aquel día 22 del cuarto mes de 1950, el bebito Panchito ya traía la música por dentro en su pueblo natal de Güira de Melena, y no precisamente tocando el güiro, sino el tres.
TRES: El Horóscopo lo situó en el centro del ruedo taurino para embestir la adversidad. Por lo que no es de extrañar que al asimilar las experiencias de otros cinco treseros famosos: El propio Arsenio, Niño Rivera, Isaac Oviedo, Chito Latamblet, y Nené Mánfugas, Amat lograra dominar ese concepto de: “Trovar el son y sonear la trova”, pues según su trova, el tres empezó con el son. Había que darle “rabo y orejas” en el ruedo al diestro criollo.
CUATRO: Las orquestas charan
gueras cubanas son de larga data, sin embargo en sus comienzos con Manguaré, Pancho Amat y el resto de la agrupación, tropezaron con tres de ellas: El charango chileno, la Charanga Habanera y el Charangón de Revé. De vocación latinoamericanista sumó un nuevo grupo alternando con la agrupación venezolana Cuatro por Cuatro, que no Son 14, son 16.
CINCO: Hablando de conjuntos musicales: Después el dúo y del trío, vinieron todos los tetos conocidos y por conocer: Cuartetos, quintetos, sextetos y septetos. Estos dos últimos sentaron cátedra en el son, a tal punto que no conozco ningún octeto de música popular cubana.
SEIS: Debemos aclarar a nuestros vecinos del lado de allá del charco, que tan cubanos como Arsenio y el propio Pancho Amat, el tres es un instrumento criollo, lo juro por las seis cuerdas que lo componen y los sextetos que existían antes de agregárseles la trompeta.
SIETE: Son las notas musica
les, siete los colores del arcoíris. Existe el séptimo arte y la danza de los siete velos; y cuando Amat comenzó su vida artística en la década de los años 70 del pasado siglo, ya le sacaba los siete colores del arcoiris a la típica guitarra autóctona conocida como el tres. Como un modesto homenaje a su persona, aquí va una pequeña, muestra de mi admiración por el artista y su instrumento: Su caricatura personal.
OCHO: Para la cábala del cubano de antaño, amante de la charada y la bolita, el ocho significa la muerte. Y cuando Arsenio Rodríguez se fue a los Estados Unidos en busca de una Operación Milagro –inexistente en Cuba por entonces—comprobó que su caso no tenía remedio. Sin embargo el ciego ve más lejos que los demás y puso a bailar a los newyorquinos al son de la salsa, --sabor desconocido hasta entonces en la Gran Manzana--. En medio del éxito la muerte le hizo un número ocho el 31 de diciembre de 1970. Algunos dicen que subió al cielo desde Los Ángeles acompañado por un par de querubines amantes del tres.
NUEVE: El beisbol es el deporte nacional. Me imagino a Panchito de niño, en su pueblo natal, formando parte de la novena del barrio, antes de que decidiera cambiar el guante por el tres. Hoy con los cambios de la nueva división político administrativa, el afamado músico habanero se verá representado por un nuevo equipo, pues el club Habana desaparece para formar dos: Artemisa y Mayabeque. Güira de Melena, situada al sur, cae dentro de la jurisdicción de esta última provincia, así que, amante del terruño, lo veremos convertido en un mayabequero más.
DIEZ: Como han podido apreciar en esta breve incursión al mundo del pentagrama y los números, no debemos obviar el Premio Nacional de la Música 2010, obtenido el pasado diciembre por Pancho Amat. Sean pues mis últimas palabras para desearle en su onomástico, muchos más éxitos y que en esta oportunidad logre el tan añorado encuentro de sus dos agrupaciones: El Cabildo del Son y el Café Vista Alegre.
El Instituto Nacional de a Música tiene la palabra.
¿Qué mejor regalo que ése?
Para concluir esta “décima”, debo acreditar los datos proporcionados por Pedro de la Hoz en el diario “Granma” del 13 de diciembre del 2010 bajo el título de ”Pancho Amat: Alambre dulce, recia estampa”… Gracias colega, te debo una.

3 abr 2011

TUPAC AMARU Y NEWTON ESTAPÉ

El pasado 24 de marzo se cumplieron 171 años del nacimiento en el antiguo Virreinato del Perú de Tupac Amaru, el último soberano inca.

Heredero de las luchas de Tupac Catari y Manco Capac, logró con la sublevación indígena poner en peligro la estabilidad del Imperio español y asentar la capital de su dominio en Vilcabamba, adonde el Virrey Francisco de Toledo envió un fuerte contingente capitaneado por Martín de Hurtado, quien finalmente logra abortar la rebelión y tras capturar a su líder lo ejecuta en 1572.

Hasta aquí un breve resumen de la histórica fecha, antecedente histórico del emancipador Bicentenario de las luchas libertarias que vienen celebrando nuestros pueblos americanos.

A propósito, pongo a la consideración de mis asiduos vecinos la obra de Newton Estapé, un joven dibujante cubano prematuramente fallecido en 19 de una penosa enfermedad. Se trata de una historieta basada en la figura del gran inca.

En mi modesta opinión si “Tupac Amaru” no ha sido la mejor historieta de ambientación histórica realizada en Cuba, por lo menos fue la más original de todas. Su argumento se basa en la obra teatral del mismo título realizada por Osvaldo Dragún.

Por entonces el bisoño historietista venía desarrollando una interesante labor a través del grupo P-ELE organizado por la Agencia de Noticias Prensa Latina.

Entrevistado por “C-Línea” (Revista Latinoamericana de Estudio de la Historieta. -(Año I Núm. 2 Junio 1973). Newton responde sobre la puesta en papel de la obra teatral señalada:

“…Nosotros conocíamos la obra de Osvaldo Dragún. Aquí se había representado mucho, sobretodo por aficionados. Trasladarla literalmente hubiese sido imposible. Una obra de teatro tiene, ante todo, una plasticidad de teatro. Utilicé muchos efectos gráficos para darle movilidad y un montaje especial. Traté (creo lo logré) quitarle el ámbito teatral…

“…Jugó un gran papel el back proyection. Fue lo más utilizado. También la repetición de la imagen para los monólogos. Esto es influencia directa del afiche moderno…

Con ello se logró un estilo. A mi siempre me gustará más el expresionismo de un Chester Gould (Dick Tracy) , que el naturalismo manierista en Raymond (Flash Gordon)…

”…El formato se ideó a base de cuatro tiras, para promoverlas así, y también como página completa. No es que me interese mucho, pero no hay que ignorar que una historieta pierde su condición de tal si no cumple como comunicación de masas. Y para eso hay que tener presente su difusión. Para mi el continuará no tiene un valor real. Yo quería hacerlo por unidades dramáticas. Por eso hay un cambio justamente en la mitad de la obra. De la página 14 en adelante me hice cargo del guión…

“… Me parece que pocas veces se da ese factor: necesidad comercial y gusto artístico. Es muy importante destacar que esto solo es posible en una sociedad sin clases antagónicas, donde los valores culturales están en manos del pueblo que los crea…“…Traté de enmarcar lo que dice la gente, lo que siente, con sus gestos, repitiendo las caras, poniendo fotos quemadas, a líneas. No quise recurrir a grandes escenarios (totalmente posibles en historietas), pues no me daban nada…“-…La identificación con el tema de Dragún fue completa. Tupac Amaru lucha contra la actitud fascista del corregidor Areche. Es algo de mi predilección...

“…Es natural que la historia del inca se entroncara directamente al proceso que vive el pueblo del Perú…Hay una diferencia sustancial en la concepción del drama de Dragún y la versión que realizamos. Cuando él escribió la obra el horizonte estaba muy cerrado para ese país. De todos los personajes perfectamente delineados, sólo el comandante Flores es un viejo que se mueve por clichés paternalistas. Al final, son dominados por los argumentos de Areche. El personaje es aniquilado. La realidad peruana ha sido distinta. De ahí mi juicio (claro que más fácil) de un Flores joven, heredero natural de las ideas de Tupac Amaru…

“…En la obra Areche le da un nombramiento que lo subordina. En mi versión, no. En ella se rebela y se enfrenta directamente al colonizador. Esto precipita la muerte física de Areche…Todo se precisa en la última página, cuando se complementan las consignas de 1871 y 1968: (Libertad, El Cuzco) y (Revolución Perú)…”

Hasta aquí las palabras de Newton.

EL GOBIERNO DE LAS TRES B

Todo aquel que haya visitado en la Plaza de Armas, el Templete, habrá podido recrearse con el enorme mural situado en su interior que realizara el pintor francés Vermay.

Resulta que allí existía un pilar sagrado en recordación a la primera misa celebrada durante la fundación de la villa en 1519. Con el tiempo dicho monumento fue profanado; por entonces existían allí tres ceibas, no una solitaria como ahora, y aunque así se les reconozca, ninguna de las cuatro ha sido milenaria según mi modesta ignorancia.

En respuesta al sacrilegio se procedió a construir una nueva piedra en 1927 que se terminó al año siguiente.

El gobierno de Don Dionisio Vives decretó tres días de fiestas con motivo de dicha celebración a partir del 18 de marzo de 1828. La pintura mural del destacado pintor francés representa precisamente la ceremonia, en el momento en que el obispo Espada bendice el monumento situado en el tímpano del Templete.

Puestos de bebidas, frituras, refrescos, zambumbia, bollos, dulces y frucanga llamaban la atención de aquellas damas vestidas de blanco y caballeros enfundados en fraques verdes.

Al día siguiente el aeronauta Robertson, recién llegado de Nueva Orleans realiza la segunda ascensión en globo desde el ruedo situado en la Plaza de Armas. En esa oportunidad los miuras perdieron protagonismo y tuvieron que ver el espectáculo desde la barrera. El descenso ocurrió gracias a Dios en El Nazareno.

Pero el jolgorio continuaba día y noche con la exhibición de perfumes, joyas, pelucas, flores y otros artículos suntuosos ante la presencia de la escuadra española surta en puerto y sus rudos marinos hambrientos de sexo y espectáculo.

Les juro que yo no estaba allí, pero confío en el prestigio que adquirió Álvaro de la Iglesia (1859-1928) con su libro “Tradiciones Completas” reeditado por la Editorial Letras Cubanas en 1983. Así que los remito al capítulo “Don Francisco Dionisio Vives” en la página 77; y a “Tres días de jolgorio” en la 354, si desean ampliar la información.

El acontecimiento de esos tres días ocurría precisamente durante el mandato que con astucia administraba el Gobernador General Don Dionisio Vives: Por algo su gobierno de mano dura forrada con guantes de seda, fue reconocido como el Gobierno de las tres B (baile, baraja, y botella).

Con esa propaganda engañaba a los bobos con BE de burro; mientras a los vivos con UVE se le aplicaba esta otra frase: ¡Si vives como Vives, vivirás mejor!

BRECCIA Y OESTERHELD… ¡QUÉ BINOMIO!

Nacido en Montevideo el 15 de abril de 1919, Alberto Breccia es trasladado por sus padres a Buenos Aires con tres años de edad. Ese mismo año nacía también Héctor Germán Oesterheld en la Argentina. Signados ambos por similares desgarramientos y angustias artísticas en la búsqueda del perfeccionamiento profesional.

Aunque en una entrevista el argentino calificara a Breccia como: “Más torturado que yo”. El destino dictaminó lo contrario al final de sus días. Pero volvamos a Alberto, el joven artista uruguayo.

A los 17 años publicó sus primeros dibujos en la revista “El Recreo” y tras un período de creación humorística comenzó en 1938 su viraje a lo figurativo, donde sentó pautas.

De aquella primera época, casi desconocida para muchos hemos tomado algunos datos del libro del caricaturista Siulnas, “Aquellos personajes de historieta” (1912-1959) para Punto Sur Editores S.R.L. en 1968.

Lo curioso es que la síntesis explicativa de la tira cómica “Mariquita Terremoto”, está escrita por el autor del libro dentro de las propias viñetas del biografiado, por lo que la lectura de la copia obtenida resultará imposible a los efectos de su reducción para la Web, por lo que preferimos digitalizarla: Y cito:

“Mariquita Terremoto era una nena terrible. ¡Y vaya si lo sabía Cebita, un chico del barrio al que ella acosaba con preguntas!... Pero eso sí… Si Cebita preguntaba algo a su vez, ¡Hay que ver cómo se molestaba Mariquita!...La tira cómica era dibujada por Alberto Breccia y se publicó en la revista Espinaca en 1941…”

Esta información no concuerda con la fecha ofrecida en los datos biográficos anteriores, por lo que sugiero su investigación… Continuemos con los éxitos del colega en su personal estilo gráfico-realista para Rataplán, O-Tit-Bits y El Gorrón creando nuevos personajes, como “Kid de Río Grande” o “El Vengador”, y más tarde adaptando al comic obras clásicas.

El personalísimo estilo de Breccia (padre) --pues sus tres hijos también son dibujantes—no permite que lo encasillen. Al respecto dijo en una ocasión:

“Sigo con mi pintura, una obra que no muestro nunca, porque no quiero mezclar la hacienda, porque estoy seguro de que si muestro mis cuadros van a decir que soy un buen historietista, de la misma manera que me consideran buen pintor cuando dibujo historietas…”

En 1944 salieron de su pluma “Gentleman Jim” y “Puño Blanco” para el diario La Razón y la revista Bicho Feo. Pero el verdadero salto de calidad se produce cuando en 1957 se une al guionista Héctor Germán Oesterheld en la serie “Sherlock Time” para Hora Cero. Se trata de un detective intemporal que se mueve a capricho en dos dimensiones: tiempo y espacio.

La idea básica repetirán ambos en 1962 con “Mort Cinder” –un personaje que va del pasado al futuro y viceversa, vinculando mortales experiencias, lo que resultó la verdadera consagración del comic argentino. Curiosamente Breccia utiliza ahí el retrato suyo envejeciéndolo, en el papel del anticuario que narra la historia de los objetos expuestos en su tienda.

Más tarde, en “El Eternauta” hará lo mismo, pero con el rostro de Oesterheld.

Por motivos de salud Breccia se mantiene inactivo por unos cinco años hasta que la revista Gente en 1968, le propone ilustrar de nuevo “El Eternauta”, serie que su colega había escrito anteriormente para Solano López.

La nueva propuesta de ficción --invasión de la Argentina por extraterrestres—en momentos trágicos para el país, (mediados del pasado siglo), resultó un fenómeno de masas por la dramática puesta en el papel de Alberto Breccia.

Ese mismo año, junto con su hijo Enrique ilustraron “La Vida del Che”, a raíz de la muerte del Guerrillero Heroico en Bolivia. En esta oportunidad, ambos se unen para dar vida a las viñetas escritas por Héctor Germán Oesterheld, (HGO), siglas conocidísimas en la Argentina, pues posteriormente se realizó un documental con ese título para homenajear al famoso guionista de historietas tras su horrendo final.

El cuaderno del Che fue secuestrado y destruido por la junta militar argentina, por lo tanto no circuló en el país. Ocultos los fotolitos por Breccia, ocho años más tarde la editora vasca “Ikusager” lo reprodujo en formato de lujo.

A todas estas, H.G.O. fue también secuestrado como ocurrió con su obra, pero además desaparecido y asesinado junto a sus cuatro hijas, uniendo su tragedia a la de miles de compatriotas por quienes las “Madres de Mayo” aún reclaman justicia.

Ernesto Santolaya, en representación de la editora vasca “Ikusager” y Alberto Breccia vinieron a Cuba en 1990 con nuevos proyectos que pusieron en manos de la editorial “Pablo de la Torriente” en relación con una versión corregida y ampliada del cuaderno “La vida de Che”.

Me cupo el honor de participar directamente en las conversaciones, que ellos tuvieron con la dirección de la editora y de la compañera Aleida March en la propia casa del Che, pero con la crisis del llamado Período Especial, la iniciativa no pudo materializarse.

En cuanto a la vertical trayectoria de su compañero Oesterheld. Hace algunos años durante uno de los Festivales del Nuevo Cine Latinoamericano, se exhibió en Cuba el documental argentino “HGO”, que muchos llegaron a confundirlo con la empresa editora de películas por cable HBO, pero nada más lejos de eso. Se trataba de la dramática historia de Héctor Germán Oesterheld, la cual trataremos de ampliar en próximas ediciones, pues como buenos autores de historietas, que fueron ambos (Breccia y Oesterheld), termino con el habitual: Continuará….

2 abr 2011

LA SEMANA SANTA

Cuando yo era chiquitico y del mamey, por allá por el “machadato”, se acostumbraba celebrar la Semana Santa en mi casa en la cuadra y hasta en el cine de barrio donde siempre exhibían por esos días la película “Vida pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo”.

Aún soplan vientos de Cuaresma en estos días y me vienen a la mente aquellos recuerdos de mi barrio y de mi cuadra.

A excepción de las calzadas de Concha y Luyanó, estremecidas por el ruidoso paso de los tranvías y los prehistóricos camiones “Mack” con tracción en cadena y ruedas con zunchos de goma, las demás calles del municipio eran también bulliciosas pero porque se convertían en parques y terrenos de deportes donde se practicaba lo mismo el fútbol, que el taco, o la quimbumbia; pero sobretodo la pelota de trapo o de poli, según fuera la temporada.

Aclaro lo de las temporadas: Las series profesionales o semi-pro, de beisbol o balompié tenían su cronograma, y nuestras calles también, pues eran de tierra –perdón—de fango en época de lluvia, o de polvo durante la cuaresma. A veces durante esta última, había que suspender los juegos por los remolinos y polvaceras que allí se producían y teníamos que buscar otros pasatiempos más acordes con el tiempo. Es entonces que nos mudábamos hacia las azoteas vecinas para dar rienda suelta al vistoso papalote o la socorrida chiringa.

Esas calles tenían sus inconvenientes pero también sus encantos. Como los juguetes de los niños pobres –la mayoría-- eran escasos o nulos, inventábamos nuestros juegos en horario extracurricular, porque el colegio era requisito indispensable para la correspondiente autorización a la libre concurencia. Entre los inventos que recuerdo estaba el palo de escoba transformado en bate de pelota, taco, o quimbumbia, la latica de conserva debidamente aplastada sustituía el tacón de goma,--no siempre hallado en el latón de basura--para jugar al pon, debidamente auxiliados por la tiza extraída subrepticiamente del pizarrón de la escuela.

Una simple hoja de papel periódico se convertía por obra y gracia de la necesidad en una chiringa salvadora, cuando los quilitos no alcanzaban para el vistoso papalote. Otros juegos ni siquiera requerían de esos adminículos. Como el “chucho escondído”, el “quemao”, o “a la una mi mula” por poner solo tres ejemplos.

Como pueden ver las calles eran tomadas por asalto, sin peligro alguno, pues se podía corretear a nuestro antojo, ya que sólo transitaban por ella el afilador de tijeras y su original monociclo precedido de su harmómica; el carretillero que cantaba “cambio globos por botellas” y vendía pìrulís o cariocas; la bicicleta del mensajero de botica; o algún que otro carro de tracción animal, como el del vendedor de carbón, únicos temerarios que se atrevían a transitar por esas callejuelas urbanas, antes que se descubriera el asfalto, pues como hemos dicho al principio, las calzadas eran de adoquines, hasta que en el “machadato” se convirtieran en proyectiles del estudiantado frente a las balas de la porra.

Si alguna ventaja tenían las vías públicas de antaño, era que la gente se veía obligada caminar por las aceras, o arriesgarse a perder una suela o un tacón. Hoy tenemos más transeúntes por las avenidas que por el bordillo y por tanto mayor la incidencia de peatones imprudentes hechos papilla.

En cada cuadra de Luyanó se mezclaban casas de madera con las de mampostería, las ciudadelas con los solares, aunque a las primeras se les llamara como a los otros.

En una de esas accesorias vivía un personaje inolvidable para mi. Una especie de mago --según mi fantasiosa imaginación--, pues confeccionaba cierta sustancia pegajosa que pendía de un clavo en la pared, y a la medida que la estiraba durante un tiempo, ésta iba cogiendo correa y más correa. Después, la coloreaba de blanco, rosa o amarillo según el “sabor”deseado y después la envasaba en pequeñas porciones de papel, para colocarlas en el tablero y salir de lo más campante a venderla por todo el vecindario. Aquello se llamaba melcocha. Más tarde me enteré que el producto solo requería agua y azúcar. Juro por todos los santos de la Semana que acaba de pasar, que más nunca he visto en Cuba una sola melcocha.

Del bizco del barrio ya hablé en una semblanza anterior con motivo de mi operación de cataratas, por tanto me referiré a otros aspectos de aquella sociedad burguesa que me tocó vivir y quedó reflejada en una película antológica titulada “Callejón sin salida”, pues de esa misma forma se encajonaba a la mayoría del pueblo.

Como han visto la infancia por muy precaria que sea, siempre trata de convertir su existencia en una experiencia lúdica. A quienes jugábamos libres y felices en las calles nos decían mataperros. En venganza, para nosotros los hijos de Papá, --así con mayúscula-- rodeados de criadas regañonas y juguetes caros, pero mucho más tristes y solitarios; le llamábamos bitongos. Y es que el hombre --y la mujer, claro;-- , desde que nace es un ser social, aunque la mal llamada Crónica Social los discrimine.

Así eran las calles de mi barrio, con la bodega de la esquina y su vidrierita de apuntaciones, el puesto de chinos con sus fritangas siempre crujientes, la botica y su ñapa de azúcar cande, el tren de lavado, la escuelita pública todos los días y el cine de barrio del domingo con sus bulliciosas matinees, etc. Todas tenían sus alegrías y sus contradicciones, sus baches naturales y los chocolongos artificiales que abríamos para jugar a las bolas o chinatas. Sus mensajeros de a pie como los repartidores de cantina, de telegramas o vendedores ambulantes entre los que descollaban sus originalísimos pregones… Pero estos últimos serán objeto de otra autopsia.

HGO Y EL LIBRO “NUNCA MÁS”

Recientemente dedicamos un trabajo al maestro del “cómic” argentino, el dibujante y pintor Alberto Breccia.

Igual autoridad se le reconoce al escritor que compartió la autoría de sus mejores obras. Héctor Germán Oesterheld, a quien sus “fans” lo identificaron cariñosamente por sus iniciales HGO.

Mucho antes, desde sus primeros intentos en narraciones infantiles como “Gatito” (1954), la originalidad de sus guiones le ganaron justo merecimiento, pero el destino quiso que coincidiera en la Editora Abril, con el renombrado artista italiano Hugo Pratt, dándole vida ambos a un personaje inolvidable: El “Sargento Kirk”, sin dudas el antecedente histórico del western spaghetti en soporte de papel, pero también de películas tan importantes como “El soldado azul” Soldier Blue.

“Kirk” resultó ser el más adulto héroe del género y una señal de alerta en un mundo esquematizado por los comics norteamericanos y el cine de Hollywood. Y así le dio la vuelta al mundo, reproducido por numerosas revistas y diarios, sobre todo de Europa. Recuerden que este tema era tabú dentro de las fronteras de Estados Unidos, permeados por la Cacería de Brujas yanquis.

Pratt lo acompaña dibujando otra serie trascendental titulada “Ticonderoga”.

Fundador de las revistas Frontera y Hora Cero, Oesterheld escribía el 80 porciento de sus historias: “Tipp Kenia”, “Randall”, “Joe Zonda”, “Bull Rocket”, y “Rolo, el Marciano Adoptivo”, imponiendo un nuevo estilo, donde la aventura por la aventura, es desplazada por una permanente oposición a la rutina, sin perder el encanto de la acción y el heroísmo juvenil.

Destacado ya lo era, pero la mayoría de edad llegó de la mano de Breccia cuando éste le ilustró su “Sherlock Time” de 1958. Y más tarde, algo nunca visto en la narrativa del género: “El Eternauta” –primero dibujada por Solano López—, y que llegó al clímax con el aporte de Breccia en un remake de 1969, para el sobrecogedor relato de la invasión de Buenos Aires por extraterrestres de pesadilla, tanto más tenebrosos en tanto menos reconocibles.

Pero el insatisfecho duetto Oesterheld-Brteccia no se conformaba y el 2 de julio de 1972 surge su obra cumbre “Mort Cinder”, ahora copiando el rostro del dibujante para encarnar al anticuario Ezra Winston. Anteriormente fue al revés, cuando el escritor sirvió de modelo para dar vida al protagonista del “Eternauta”.

Pero un acontecimiento los marcará para toda la vida, a raíz de la muerte del Ché en Bolivia en octubre de 1967. En esta ocasión se dieron a la tarea de narrar la vida del Guerrillero Heroico en un cuaderno que contó con el aporte del hijo de Breccia --Enrique-- ya por entonces destacado en el género.

La década del 70 se caracterizó por la opresión de la junta militar argentina bajo el eufemismo de (Proceso de Reorganización Nacional) que costó la vida y la desaparición de miles de ciudadanos, incluyendo al propio HGO y sus cuatro hijas.

En la revista “Fierro” No.13 (8-1985) se publican páginas de un llamado (Libro Gordo, Rojo e intolerable) con el título de “Nunca Más”.

Hemos tomado algunos párrafos de los que rompieron el silencio:

“…En agosto y noviembre vuelve a encontrarse Pablo Szir con sus hijas y les cuenta que primero había estado en la comisaría de Ramos Mejías y en ese momento, en la Villa insuperable, donde también estaban Roberto Carri y su esposa, Adela Candela y Héctor Germán Oesterheld. Además agrega que cada tanto eran trasladados al Cuartel de Ciudadela donde les hacían escribir…” Narrado por María Caruso en carta a sus hijas.

“… Ahora está con nosotros “eL Viejo” que es el autor de “El Eternauta” y el “Sargento Kirk”. ¿Se acuerdan? El pobre viejo se pasa el día escribiendo historietas que hasta ahora nadie tiene intenciones de publicarle…” (p. 179).

El psicólogo Eduardo Arias, una de las últimas personas que vio con vida al guionista secuestrado el 27 de abril de 1977, también narra lo visto:

“En noviembre de 1977 fui secuestrado y permanecí desaparecido hasta enero de 1978. Héctor Oesterheld estaba allí desde hacía mucho tiempo. Su estado era terrible. Permanecimos juntos mucho tiempo. Uno de los momentos más terribles fue cuando trajeron a su pequeño nieto de cinco años. Esa criatura fue recogida tras la captura y muerte de la cuarta hija y el yerno de Héctor, y la llevaron a aquel infierno. (…) Uno de los recuerdos más inolvidables que conservo de Héctor se refiere a la Nochebuena del 77. Los guardianes nos dieron permiso para sacarnos las capuchas y para fumar un cigarrillo. También nos permitieron hablar entre nosotros cinco minutos. Entonces Héctor me dijo que por ser el más viejo de todos los presos quería saludar uno por uno a todos los que estaban allí. Nunca olvidaré aquel último apretón de manos.(…) Su estado físico era muy penoso. Ignoro cual puede haber sido su suerte. Yo fui liberado en enero de 1978. Él permaneció en aquel lugar. Nunca más supe de él…”

¡NUNCA MÁS!, así se titula el libro a que hacemos referencia sobre la desaparición física de ese gran maestro de la narración gráfica, protagonista el mismo de una realidad incomparablemente más espantosa que cualquier obra de ficción con pretensión de horrorizarnos.

El insustituible HGO, vivirá siempre en el recuerdo de los que hemos tenido el privilegio de vibrar con sus emocionantes narraciones juveniles.