Como
pueden ver mis amables vecinos, este título no se corresponde con su
antecedente al cambiar el término furioso por curioso. No es un error, ni una
indisciplina social.
Esto
se debe a que el término continuará utilizado
al final del trabajo anterior lo heredamos de aquellas historietas en colores de
antaño en los suplementos dominicales en colores de la prensa burguesa, y nos
quedábamos enganchados cuando el héroe de papel terminaba colgado del
precipicio y solo se sostenía con
el dedo índice, mientras en el siguiente capítulo una semana más tarde se nos
presentaba la misma imagen pero… con el dedo del medio agarrado a un gancho de
acero.
O
sea el mismo truquito de los culebrones televisivos de la transnacional O
GLOBO, con sus “Rastros de Mentiras” heredados del radial y genial Félix B.
Caignet.
Al
grano: He aquí la foto rápida y difusa tomada por mi hija--aficionada a la
fotografía--durante la exposición del 3 de mayo en la galería ”Francisco
Vázquez” del semanario DEDETE, donde se montaron las 50 tiras de la
tira “!Ay,
Vecino!” por sus 50 añitos, pero avancemos más despacio para acá hasta
el pasado domingo 7 de mayo a sabiendas de que el diario JUVENTUD REBELDE abordaría dicho agapito.
Me
lancé rápido y curioso al estanquillo más cercano--para comprobar una
vez más--que dicha edición se había agotado como un fantasma. Por suerte Eva, una
compañera del Círculo de Abuelos “16 de abril” del Parque Santos
Suárez, donde realizamos ejercicios diariamente, me llama sorprendida al leer
dicha noticia y que no me preocupara por el tema, pues me guardaría dicho
ejemplar….
Más
tarde, con el periódico en mano, voy de
inmediato al final de dicha edición, donde tanto el diario de la juventud como
BOHEMIA, tradicionalmente guardan sus mejores emociones humorísticas para
tropezarme con una nueva sorpresa:
Dicho
trabajo titulado “El CITED, Blanquito y ¡Ay, Vecino!” bajo la firma de JAPE, fue sugerido
por FLORO su eterno informante y comenzaba
con otra conmemoración--no los 50 años del gordo y el falco, sino los 25
del CITED--a propósito de la fundación del Centro Iberoamericano para la Tercera Edad, fundado
ese mismo día pero de 1992.
La
curiosidad estriba en que precisamente a dicha institución geriátrica--sita en
el Hospital Calixto García--tanto yo como mis hijos putativos le debemos la
vida, cuando--en abril del 2001—al sentirme con cierta dificultad para respirar,
mi cardiólogo--el doctor René Padrón--recomienda examinarme en dicha
institución y por casualidad tuve que
trasladarme a pie desde el Cerro hasta el Calixto por problemas del transporte en la capital.
No
sé si ello agravó la dolencia, lo cierto
es que de la sala de Geriatría me trasladaron a la de Cardiología y me dejaron
ingresado allí hasta el día siguiente en que el propio especialista me remitió en una
ambulancia hacia el CIMEQ, donde de
inmediato me operaron cierta tupición en la coronaria descendente y 24 horas
más tarde ya regresaba a mi hogar—rápido, y curioso--pero tan destupido como
cualquiera de ustedes, gracias al implante de dos by-pass de platino, según
algunos orfebres mejor informados que yo.
Durante
algún tiempo tuve que realizar ciertos ejercicios ergométricos y de
recuperación, así como cambiar algunos medicamentos... Por tanto, además
del—50º. Aniversario del gordo y el flaco—habría que agregar también los 16 míos de vida, gracias a la
medicina cubana..
Pero,
volvamos al presente con la misma rapidez de la película yanqui y sigamos con
las curiosidades:
En
la página 10 de dicha edición dominical,
otro cintillo me sorprende con el
regreso al tema original: “Vin Diesel y
el síndrome Súbeme la radio” donde de nuevo el colega Joel
del Río aborda el mismo asunto del pasado año sobre la rapidez y la furia
automovilística, pero ahora también con
el aditivo del escándalo radial.
Como,
el trabajo es tan reciente y por tanto accesible, no abordaré todos sus argumentos—en la misma cuerda de los ya
publicados antes--solo copio el primer
parrafito que está como para comérselo:
“…Ante
la mala copia que pude ver de “Rápido y furioso 8” borrosa, doblada al
español y mal grabada en una sala de cine, es difícil forjarse un criterio más
o menos definido, pero debo confesar mi ansiedad por ver el modo que se trataba a La Habana en una superproducción
de Hollywood. De inmediato descubrí
numerosas similitudes entre el film y la visualidad de videos musicales al
estilo de “Súbeme la radio”
(Enrique Iglesias) y pude corroborar criterios
muy parecidos a los que publiqué en estas mismas páginas en abril del año
pasado, en el artículo titulado “Rápido y furioso, entretenido y sin
mareos”.
Dicho
comentario es mucho más extenso y enjundioso, pero prefiero dejarlos más
furiosos que bien informados, en aras de la brevedad, la rapidez y la
curiosidad, porque a mí no me gusta que me cuenten la película ni tampoco el
final de la telenovela “Rastros de mentiras”----como
actualmente ocurre con algunos de mis vecinos… Espero que a ustedes tampoco…
CHAO.
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