Mi
hermosa Habana, otrora Llave del Golfo, hoy capital de todos los cubanos,
recién incluida entre las siete ciudades maravillas del mundo moderno, se
vistió de lujo en la primavera del pasado año, para servir de escenario a un
espectáculo inimaginable años atrás.
La
filmación del octavo capítulo del filme “Rápido y Furioso” que le ha
proporcionado a su productor Vin Diesel
millonarios dividendos en sus siete pecados capitales anteriores… ¿Qué parte
del negocio nos tocaría a nosotros, los extras y dobles criollos, en el reparto
de las utilidades taquilleras?...
Como
diría Chan Li Po: --¿Chi lo sá?
Si
famosos cineastas norteamericanos como Francis Ford Coppola y Sydney Polack,
sudaron la gota gorda durante años tratando inútilmente de filmar en Cuba temas
de interés por la negación del Departamento de Estado. ¿No tendrían también
algo que ver las recientes conversaciones entre ambas gobiernos para
restablecer relaciones diplomáticas como un primer paso para futuras
normalizaciones?
Estos
y otros diferendos no les quitaron el sueño a ellos—los productores--ni brillo
al espectáculo. Por primera vez veríamos a nuestros queridos y manoseados
almendrones desfilar humeantes ante las cámaras, a la misma velocidad que los
autos más sofisticados de la industria automovilística de última generación, y
desbaratarse con idéntica espectacularidad gracias a la magia de los efectos
especiales, ya que no transitan no solo por calles asfaltadas y afectadas por
los baches, sino por cintas de
celuloide.
Lo
curioso de todo esto es la inmortalidad del cangrejo: Es decir del desguace
automovilístico, pues siempre saldrá ileso el perpetuo superman al volante, para un nuevo choque con los
efectos especiales de la realidad virtual.
No
nos detendremos en los detalles de dicho fenómeno artístico, de ellos se
encargaron a su debido tiempo—abril de 2016--verdaderos ases del timón
cinematográfico—Joel del Río en JUVENTUD REBELDE—y Rolando Pérez Betancourt en
GRANMA con sus respectivos vehículos de comunicación, lo cierto es que ya corre
mayo por las estrechas calles de La Habana Vieja y sus remozadas avenidas del
Casco Histórico, mientras los distribuidores del negocio—como siempre--se
atrasan o se olvidan del usuario criollo, para beneficio propio en el mercado
internacional.
De
ahí que aún esperamos ansiosos el debut de la cinta en nuestros cines; mientras
la Comisión Nacional del Tránsito, se adelantó con algunas cifras preocupantes durante el año
transcurrido, en relación con la accidentalidad vial, y cito: “…Según
estadísticas oficiales en el 2016 se llegó a reportar en nuestro país un
accidente del tránsito cada 48 minutos y el deceso de una persona por esta
causa cada 11 horas. O lo que es igual, la tasa de fallecimientos fue de 6,87
por cada 100,000 habitantes, lo que
representó más de 700 víctimas fatales...”
Estos
datos fueron dados a conocer en conferencia de prensa por Ricardo Alonso, director
de Seguridad e Inspección Automotor del Ministerio del Transporte, al presentar
la cuarta jornada mundial de Seguridad Vial que se desarrollará en Cuba durante
este mes bajo el tema: SALVAR VIDAS, REDUCIR LA VELOCIDAD.
A
propósito, ya se ha aplicado un grupo de acciones que van desde el incremento
de la señalización, el establecimiento de límites máximos de velocidad en determinadas
avenidas hasta la introducción de medios técnicos como la pistola radar entre
otros.—Datos tomados de GRANMA el pasado miércoles día 3 de mayo.
¿Es
que a las habituales indisciplinas sociales, la indolencia en el incumplimiento
de regulaciones del tránsito, o la violación de los mantenimientos programados,
deberíamos sumar ahora la influencia de un rápido, furioso y hasta mortal manía
de copiar lo peor del audiovisual
contemporáneo, que se ha generalizado con el habla precipitada, el atropello vial
en el tránsito, la festinación del gesto, o la fusión idiomática del WIFI
o el Sefie?
Cuando
se transita--como yo--por ciertos caminos de la tercera o cuarta edad, se debe
mantener el paso adecuado sin apartar la vista de la vía. La población cubana muestra
altos índices de longevidad gracias a nuestro sistema único de educación,
salud, y jubilación adecuadas entre otros muchos e inimaginables beneficios, impensables
hasta para grandes potencias económicas como los propios Estados Unidos, a
punto de perder con Trump su Obama Care.
Así
vieron la cosa--como diría Taladrid en la Mesa Redonda—nuestros dos
hijos putativos El gordo y el flaco de la tira “¡Ay, vecino!”
No
debemos desalentarnos: Ya llegará la dichosa película, con su cuota de
adrenalina, catastrofismo, violencia y
otras “maravillas” del nuevo
milenio. Avancemos sin temor alguno a que una nueva generación de robots o
androides inteligentes—también rápidos y furiosos—trate de aniquilar a la clase
obrera asalariada y pensante de este capitalismo globalizado que los creó. Pero-–como
diría Pánfilo--eso será otra historia…
(CONTINUARÁ)
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