Ayer se cumplieron 110
años exactos del debut de la querida BOHEMIA: Decana de las revistas ilustradas
cubanas e iberoamericanas. Muchos son los recuerdos que me atan a su devenir
histórico. Desde mis primeros pasos por la lectura de los muñequitos en colores
dominicales Made in USA de la prensa diaria allá por la década del 30 del
pasado siglo.
Amante del dibujo
gráfico desde temprana edad, por entonces tuve que acostumbrarme a leerla de
atrás para adelante pues en esa última página se reproducían caricaturas bajo
el curioso título de “Goma y tijera”. Con
el tiempo descubrí que se trataba de copias tomadas de la prensa extranjera
libre del pago de derechos de autor. Parece que la idea pegó tanto que aún hoy
se mantiene el servicio, con la diferencia de que a partir de nuestra
Revolución, los caricaturistas son cubanos y perciben un estipendio por su
publicación.
Pero lo que pretendo
recordar es una curiosa anécdota que publicamos con fecha 26 de julio de 1973, En PALANTE siendo
director del semanario. Conocíamos al joven colega Alfredo Balmaseda desde la
década de los años 40 del pasado siglo, cuando debutábamos como aficionados a
la caricatura con
la diferencia de que yo tenía un trabajo fijo como tipógrafo, pero él estaba
arañando como podía para buscarse los frijoles. Por entonces participábamos en
los diversos concursos donde la publicidad estimulaba el humorismo gráfico en
la propaganda. Es entonces que me cuenta lo siguiente:
“…En
el primer trimestre del año 1953 se convocó a un concurso de humorismo gráfico
publicitario, al que profesionales y aficionados acudían motivados por un
jugoso premio de mil pesos.
La
temática correspondía a los intereses de varias firmas comerciales, entre ellas
la revista “Bohemia”. Balmaseda sacrificó los reclamos de su estómago, y los
pocos centavos que tenía los invirtió en materiales de dibujo a expensas de su
propio almuerzo.
”Llevé
mi original a la Asociación de Caricaturistas de Cuba, y el presidente, al ver
el trabajo me dijo:
“--¡Oye, flaco! ¿Tú
sabes, que no se va a exponer tu trabajo?
“¿Razones?
¿Era mi obra competitiva y a la vez peligrosa? ¿Había llegado tarde a la
convocatoria? ¿Chi lo sa?“ Lo cierto es que mi idea no era mala, el premio era
sustancioso, y lamentablemente nuestro presidente también competía con su propia
caricatura.
“En
vista de ello, cargue con mi afiche rumbo a “Bohemia” y lo dejé allí.
“Por
entonces se recibían colaboraciones, y estábamos acostumbrados a entregar
nuestros trabajos con los que se engrosaba el llamado “colchón editorial”.
Cuando se consideraba oportuno lo publicaban y algo me caería entonces en el
jamo.
“El
dibujo se publicó en la portada tres meses después, coincidiendo con el ataque
al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953. El primer sorprendido fui y mi
alegría fue infinita. ¡Salté de contento!... Pero al día siguiente tocan a mi
casa y la risa se trocó en llanto.
“Los
sicarios de Batista, veían fantasmas donde quiera y llegaron a la conclusión de
que aquella portada contenía una “clave” secreta, por lo que me encerraron un
mes en el Castillo del Príncipe hasta que averiguaron que yo había realizado el
dibujo mucho antes de los acontecimientos de Santiago de Cuba.
“¿Y saben lo que alegaron para justificar mi
prisión?...
Para mayor comprensión
de los intrigados vecinos y con el permiso de Balmaseda, aquí va la cubierta de
marras. Veamos también los argumentos que esgrimiera la censura del gobierno de
facto:
1) El ciego daba a entender
que el régimen de facto no veía la realidad.
2) La alcancía abierta, que
se estaban robando los dineros del pueblo.
3) La coterita roja del
bastón era la sangre derramada por la represión.
4) El timbre, que había
sonado la hora de la libertad.
5) La libertad era
simbolizada por la estrellita, dentro del punto de la i.
6) Para conquistarla estaban
listos 250 mil hombres ejemplares.
7) Todos ellos pertenecían a
la Generación del Centenario.
8) El color kaki del
sombrero es el mismo de los uniformes militares.
9) La M que forman las
piernas del mendigo es la inicial del cuartel Moncada.
Esta
interpretación subjetiva de aquel dibujo humorístico le costó a su autor una
prisión injusta, pero pudo ser mucho peor.
Como
han podido apreciar, nuestra profesión también tiene sus riesgos, y si veinte
años después él pudo ofrecerme ese testimonio es porque, sencillamente, se puso
dichoso:
¡20
mil muertos de la dictadura batistiana lo demuestran!
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