La vieja Europa es la cuna de la civilización occidental y en el corazón de ella, la Antigua Grecia de la democracia. Ambas tuvieron fallas de origen, la primera cuando el cruel Imperio Romano fue barrido por la barbarie de los Bárbaros y la segunda, no tan democrática porque en su seno convivían ciudadanos con todos sus derechos y esclavos todos jorobados.
Esta reflexión viene al caso tras los resultados de la reciente megaelección de eurodiputados en la anciana región, donde estaban en juego unos 750 escaños para el Parlamento Europeo con la participación de 27 estados, especie de Torre de Babel donde se hablan pero no se entienden 23 lenguas diferentes; y lo que es peor, con intereses opuestos en época de crisis como la actual de sálvese quien pueda.
Todo ello a la deriva de un tsunami sistémico originado por el capitalismo salvaje que bajo el antifaz de la sociedad de consumo Made in USA, reventó burbujas hipotecarias y financieras, originó pandemias alimentarias por falta de pan, bancos en bancarrota, y convirtió paraísos fiscales en infiernos para los contribuyentes. Más créditos para las corporaciones millonarias y millones de trabajadores sin trabajo. Todo ello con dinero ajeno, pues tiene la mayor deuda externa del mundo.
La vetusta pero interesada Europa, cegada por las luminarias publicitarias de la llamada sociedad de bienestar se colgó al último vagón de este tren transnacional también Made in USA, en una carrera loca hacia el abismo del derroche capitalista, en una vertiginosa realidad virtual, arrastrando con ella a todo el mundo es decir al pueblo, al soberano, el que no declara guerras pero pone la carne de cañón.Esta reflexión viene al caso tras los resultados de la reciente megaelección de eurodiputados en la anciana región, donde estaban en juego unos 750 escaños para el Parlamento Europeo con la participación de 27 estados, especie de Torre de Babel donde se hablan pero no se entienden 23 lenguas diferentes; y lo que es peor, con intereses opuestos en época de crisis como la actual de sálvese quien pueda.
Todo ello a la deriva de un tsunami sistémico originado por el capitalismo salvaje que bajo el antifaz de la sociedad de consumo Made in USA, reventó burbujas hipotecarias y financieras, originó pandemias alimentarias por falta de pan, bancos en bancarrota, y convirtió paraísos fiscales en infiernos para los contribuyentes. Más créditos para las corporaciones millonarias y millones de trabajadores sin trabajo. Todo ello con dinero ajeno, pues tiene la mayor deuda externa del mundo.
¿Y quién es el verdadero culpable? Nada menos que el Dios Marte, ahora mutado en el Complejo Militar Industrial, Made in USA (of course), importador de materias primas para exportar la mercancía más lucrativa de todas: La Muerte, la única que no se realiza en el mercado, sino que se brinda gratis en guerras preventivas y efectos colaterales, siempre contra los más indefensos. Con estos truenos, el resultado de la democrática elección de diputados para el Parlamento Europeo estaba más que justificado: Un gran desencanto, divisiones de una izquierda un poco más a la derecha de lo previsible, una abstención gigantesca, y en ese río revuelto ganancia de pescadores populistas, xenófobos, fascistas, extremistas de derecha, renegados de izquierda y lógicamente, surgimiento de líderes como el francés Le Pen, al igual que antaño lo fuera el austríaco Adolfo Hitler. Y todo ello en el marco del sufragio más monumental que se haya celebrado en toda la historia de la Democracia. Como del lado de acá del charco vivimos por primera vez una situación totalmente diferente, donde las alternativas bolivarianas y latinoamericanas nos llaman a la integración, la colaboración, la paz, en fin a la unidad. Me tomo la libertad de alertar a nuestros amigos de la amenazada Europa. ¡ESTAD ALERTAS!
¿ESO ES LO QUE NOS ESPERA?
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