Si Guernica fue la expresión artística del genocidio previo a la Segunda Guerra Mundial, Lídice se convirtió en su versión checa, que unida a los campos de concentración nazi completaron el holocausto moderno. La persecución judía, los veinte millones de muertos que aportó la Unión Soviética e igual cantidad el resto de los contendientes son pruebas suficientes.
Cuando creíamos que nada superaría tal exterminio, con solo tres días de diferencia, el 6 y el 9 de agosto de 1945, los Estados Unidos estallaron sendas bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, con más de 200 mil víctimas fatales. En solo segundos, el Presidente Truman había dejado chiquito a Hitler y nada menos que contra un enemigo prácticamente derrotado.
Cuando pensamos que por fin se había logrado la paz, inventaron un nuevo peligro: el comunismo internacional. Y nada mejor que acudiendo a la vieja fórmula del Imperio Romano de “Divide y vencerás”. Surgieron pues dos ideologías: la democracia yanqui contra el comunismo internacional. Dos campos: el campo capitalista y el socialista. Dos superpotencias atómicas: La URSS y los EE.UU. Y dos Alemanias: Una del Este y otra del Oeste.
Cuando pensamos que con la separación de meridianos había concluido todo aquel fraccionamiento, surgió la de los paralelos. Es decir, Estados Unidos en una carrera de relevos, levanta la bandera que había rendido Francia en Dien Bien Phu y divide a Vietnam por el paralelo 17 iniciando una guerra que le costó un ojo de la cara. Pero… Perro huevero… Se metió con otro país asiático,-- y ya van tres. —Ahora la víctima de la manía separatista de Washington fue la guerra de Corea y trajo como consecuencia la división del país por el paralelo 38 que aún se mantiene.
¿Cuándo terminará esta afición a dividirlo todo con la justificación de mantener la unidad del Imperio? Chi lo sa, diría mi vecino italiano. Pero recuerden que Yugoslavia era un solo país hasta la balcanización de serbios, croatas, macedonios, herzegovinos y hasta albaneses que no tenían nada que ver con la Federación . Y que la vieja Rusia fue perestroikada, fragmentada, desmenuzada, segmentada, y desmerengada desde adentro y desde afuera, con lo que el Campo Socialista quedó al campo, y la gente ingenua pensó que se habían terminado las tensiones y las divisiones: Y hasta un sesudo de ojos rasgados se atrevió a pronosticas “El fin de la historia”.Cuando creíamos que nada superaría tal exterminio, con solo tres días de diferencia, el 6 y el 9 de agosto de 1945, los Estados Unidos estallaron sendas bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, con más de 200 mil víctimas fatales. En solo segundos, el Presidente Truman había dejado chiquito a Hitler y nada menos que contra un enemigo prácticamente derrotado.
Cuando pensamos que por fin se había logrado la paz, inventaron un nuevo peligro: el comunismo internacional. Y nada mejor que acudiendo a la vieja fórmula del Imperio Romano de “Divide y vencerás”. Surgieron pues dos ideologías: la democracia yanqui contra el comunismo internacional. Dos campos: el campo capitalista y el socialista. Dos superpotencias atómicas: La URSS y los EE.UU. Y dos Alemanias: Una del Este y otra del Oeste.
Cuando pensamos que con la separación de meridianos había concluido todo aquel fraccionamiento, surgió la de los paralelos. Es decir, Estados Unidos en una carrera de relevos, levanta la bandera que había rendido Francia en Dien Bien Phu y divide a Vietnam por el paralelo 17 iniciando una guerra que le costó un ojo de la cara. Pero… Perro huevero… Se metió con otro país asiático,-- y ya van tres. —Ahora la víctima de la manía separatista de Washington fue la guerra de Corea y trajo como consecuencia la división del país por el paralelo 38 que aún se mantiene.
Cuando ya no quedaba comunismo, ni socialismo, ni ningún otro “ismo” que combatir, el Complejo Militar Industrial tuvo que inventar un nuevo enemigo para seguir organizando guerras irregulares, de baja intensidad, o preventivas. Es decir: ganancias netas: El terrorismo. Y en eso sí que eran unos expertos. Desde el Plan de Machete que aplicaba en Cuba la dictadura de Machado, hasta el Plan Cóndor de la gorilocracia latinoamericana formada en la Escuela de las Américas, los escuadrones de la muerte, los golpes militares, los contra, y la mafia cubanoamericana de Miami, se contaba con una enorme hemorragia de experiencia.
Cuando la popularidad del presidente Bush estaba a nivel de betún, tras las fraudulentas elecciones de 2001, ¿qué raro? Un golpe de suerte le tumbó las Torres Gemelas de Nueva York de un solo golpe,--perdón fueron dos los aviones fantasmas y tres los que atravesaron el espacio aéreo más radarizado del mundo---.Súmele a esto, un fantasma llamado Bin Laden…Por cierto ¿Dónde se habrá metido?... Todo ello le permitió a Mr. W. aumentar del día a la noche, su popularidad al punto de fabricar dos sangrientas guerras en el Medio Oriente y una Ley Patriótica en medio de su casa. Ahora el mundo quedaba dividido en caucásicos buenos y malísimos terroristas árabes. Pero no conforme con eso el famoso prestidigitador de talibanes perdidos, amenazó a 80 o más oscuros rincones del mundo con el Apocalipsis Now.
Cuando el nuevo presidente Barack Obama prometió cambios en la política norteamericana, todo el mundo respiró esperanzado. Con un presidente negro el negro futuro desaparecería, pero… Siempre habrá un pero… En lo que va de año hemos comprobado que internamente la sociedad norteamericana está más dividida que nunca. El paro obrero no para. La crisis dejó de ser hipotecaria para convertirse en sistémica. El hambre se apodera del hombre en muchas partes. Y el sueño americano es ahora la pesadilla de los indocumentados. Lo que es peor, sus palabras de hoy, al día siguiente sus voceros las desmienten.
Cuando más allá del Río Bravo, la integración que habían logrado los países latinoamericanos con el Grupo de Río, el Alba, el Mercosur, y Unasur, incluso con la desprestigiada OEA, estos esfuerzos se han visto amenazados por un nuevo golpe de estado al mejor estilo gorila en Honduras, y ahora en agosto, a mes y medio del mismo, se mantiene el estado de excepción, hemos regresado a los fatídicos 6 y 9 de agosto de 1945 con el crecimiento del Plan Colombia y sus siete nuevas bases militares del Comando Sur, amenazando la paz y la unidad del continente –siete puñales clavados en el corazón de América Latina-según Fidel.
Tengo la enorme satisfacción de haber colaborado durante muchos años con el Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos fundado en Cuba a cuatro años del holocausto atómico sobre el Japón. En este mes de agosto se cumplen 60 años de aquel acontecimiento y me uno a su conmemoración.
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