“…Pocas
cosas nos separan de Haití, una de ellas el Paso de los Vientos. La Revolución
cubana triunfa el Primero de enero de 1959, la Haitiana el Primero de enero de
1810…”
Así
comenzamos el trabajo que, en este mismo espacio, titulé “El Bicentenario” .
Una
agradable sorpresa recibimos en el mes de abril: La noticia de que Jimmy Jean
Louis, actor haitiano, estaba en Cuba para presentar el filme francés “Toussaint Louverture. Retrato en
dos partes”.
En
la entrevista que se le efectuó en el Hotel Nacional durante dicha premier, se
conocieron los diversos galardones obtenidos por la película durante 2012:
Ganador del Festival Panafricano de Cine, así como reconocimientos en Trinidad
Tobago, Canadá y una nominación en el African Movie Academy Awards; en
cuanto a su actuación personal, Jean Louis—interpretando al heroico líder antiesclavista--
obtuvo el premio al mejor actor en el Pan-African Film Festival ese
mismo año.
Lamentablemente
no puedo opinar sobre la película, pues esta información la leí en la prensa al
día siguiente; pero pienso que a pesar de todos esos reconocimientos, ningún
tributo se acerca a la inmensa hazaña de ese indiscutible luchador por romper
las cadenas de la trata en Haití.
Su
popularidad llegó a tal grado que se le dio en llamar “Toussaint Louverture, el
Espartaco negro” tras encabezar la sublevación esclava que dio al
traste con el colonialismo francés en lo que la metrópoli gala consideraba su
joyita económica del lado de acá del Atlántico y establecer en Haití la Primera
República emancipada de América Latina.
Como
siempre, atenazado por el Dios Cronos, me limito a esbozar algunas hazañas de
este David de ébano, enfrentado al Goliat napoleónico.
Desde
la llegada de su abuelo africano como esclavo a Saint Dominique, Toussaint
Louverture aprendió a leer y escribir en casa de su amo, donde se desempeñó
como cochero.
Fue
entrenado militarmente por los españoles hasta descubrir que éstos sólo
pretendían sustituir a los franceses restituyendo su dominio en La Española,
pero sin abolir la esclavitud.
Es
por ello que a los 48 años, casado, padre de familia y medico general de sus
ejércitos, se unió a la rebelión de los esclavos en 1777, derrotando a sus
antiguos superiores.
Recibió
el grado de General en Jefe por la Independencia en 1796 sobre su brioso corcel
Bel Argent, y dos años más tarde, los ingleses que se habían hecho
fuertes en el lado francés de la isla tuvieron que abandonarla ante su asedio.
Las
tropas colonialistas fueron derrotadas por donde quiera que pasaban las fuerzas
de Louverture, insistiendo siempre que las plantaciones con personal esclavo--ahora
liberadas—continuaran sus labores sin sus amos.
Por
sus méritos llegó a ser Gobernador de Saint Dominique y el Primero de julio de
1801 se proclamó la Constitución de Louverture, la cual le otorgaba el mando
supremo y vitalicio de las tropas libertadoras.
Un
año más tarde, mediante engaño fue arrestado por fuerzas del general francés
Leclerc y enviado prisionero a la fortaleza de Joux.
Se
dice rápido pero, fueron años de inmensos sacrificios, hambrunas, sangrientas
batallas y los que salían ilesos del combate caían víctimas de las fiebres, las
enfermedades y hasta de traiciones, como ésta que acabamos de anotar.
No
me consta el día exacto a comienzos de abril de 1803, que encontraron muerto a
Toussaint Louverture en su propia celda, sentado junto al fuego.
A
la caída del líder indiscutible, algunos de sus jefes capitularon frente a las
tropas napoleónicas, pero Juan Jacobo Dessalines alzó de nuevo el estandarte de
la rebelión emancipadora y la mantuvo erguida hasta el Primero de enero de
1804, cuando se proclamó la independencia.
Seis
años más tarde desapareció para siempre el enclave francés de Saint Dominique y
sobre sus ruinas surgió la primera de todas las naciones negras del planeta,
adoptando el nombre original de la isla: República de Haití.
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