Supuestas
víctimas de la Primera Guerra Mundial cebaron con la dulce gramínea las vacas
gordas de los magnates en Cuba; país monoproductor que vio aumentado el
precio del azúcar de un día para otro. La fiesta del derroche menocalista duró
hasta el “crac” bancario de 1929, pero junto con ello dio comienzo una crisis
económica mundial parecida a la actual, pero mucho mas subdesarrollada. Es decir:
Llegaron las vacas flacas.
El
Imperialismo yanqui apostó por una pronta recuperación de la isla escualida y
la burguesía criolla se vacunó en sus palacetes de la Quinta Avenida, mientras
Liborio seguía padeciendo la pandemia (falta de pan) del “tiempo muerto” entre
zafra y zafra.
En
ese contexto aparezco yo. Y como me lo contaron se los cuento, pues ese día
estaba aún en el claustro materno.
Dice
mi familia que en la madrugada del 28 de noviembre de 1930 se le presentó a la
comadrona que atendía a mi madre María Luisa Ávila en su hogar de la calle
Marqués de la Torre y San Nicolás un parto sumamente difícil, a tal punto que
tuvieron que correr con ella, --mi mamá, no la comadrona--, para la entonces “Clínica
Casuso” sita en la Calzada de Jesús del Monte y Santos Suarez, hoy el asilo de
ancianos “24 de febrero” sito en 10 de Octubre Núm. 430
frente al Teatro Apolo, que en la actualidad ya no pasa películas, pero se
materializan los “Sueños Mágicos” de jóvenes ilusionistas bajo la varita del
profesor Gardini.
Treinta
y dos días después, al otro lado de la ciudad--exactamente el 30 de diciembre
de 1930--en la Colina Taganana, donde estaba situada la Batería de Santa Clara,
(Patrimonio de la Humanidad) en un reparto residencial hasta entonces
prácticamente Vedado, vino al mundo otro habanero, pero a diferencia mía, en
cuna de oro. Era el lujoso Hotel Nacional, bautizado por Carpentier como “El
Castillo Encantado”. Su paternidad fue compartida entre los yanquis Mc
Kim, Meade and White, y Purdy Henderson and Co.
Nacimos
pues, casi juntos pero no revueltos. De origen pobre, en un barrio obrero, con
calles de tierra excepto las tres calzadas que lo atravesaban: Concha, Luyanó y
Jesús del Monte, mi niñez no podía parecerse en nada a la de aquel gigante turístico
y aristocrático del Vedado a orillas del fresco Malecón habanero. Corrían los
tiempos difíciles del “machadato” que dio origen al crac del sistema bancario
internacional.
Llevado a la Presidencia por los liberales, Gerardo Machado quiso prorrogarse en el poder. Su impopular gobierno se caracterizó por una política educacional “sui generis” con el cierre a palos de la Universidad, palma-cristi incluído, que se le brindaba gratis a los estudiantes, y la Ley de Fuga aplicada a los más recalcitrantes.
Llevado a la Presidencia por los liberales, Gerardo Machado quiso prorrogarse en el poder. Su impopular gobierno se caracterizó por una política educacional “sui generis” con el cierre a palos de la Universidad, palma-cristi incluído, que se le brindaba gratis a los estudiantes, y la Ley de Fuga aplicada a los más recalcitrantes.
Para
algunos guatacas Machado era “El Egregio”, por el contrario, para
otros verdaderamente dignos “El asno con garras”, como lo bautizara
Villena.
Resultado
de tanta opresión y resistencia, el tiro andaba sato por las calles en una
época donde se imponía la ley del gatillo alegre. Eso no resultaba un obstáculo
para que opulentos sibaritas degustaran ricos manjares en los restaurantes del
Nacional; en tanto que la dieta familiar en casa era a base de harina con
boniato excepto yo que por suerte seguía lactando.
Cuando
cayó la dictadura en agosto de 1933, surgió un gobierno ¿de coalición?, donde
se halaban las orejas liberales continuistas, rebeldes de izquierda; así como
sargentos y clases arribistas que se habían sumado tardíamente a la
insurrección cuando vieron que la cosa se ponía mala a los oficiales de alta
graduación: El asunto se le escapaba de las manos al embajador yanqui Summer
Welles.
Quiso
la historia que la rebelión de los sargentos el 4 de septiembre de 1933 desplazara de
su cargo en las Fuerzas Armadas al general Julio Sanguily, quien se mudaba de
inmediato al Hotel Nacional por temor a represalias y dos días después por distintas
causas también lo hiciera el embajador yanqui Welles--¿Casualidad verdad?--.Veamos
más o menos lo qué pasó:
El 30 de septiembre de 1933 el Hotel, debido a su situación geográfica en un peñón, a orillas del mar, con su arquitectura monolítica y otras condiciones, fue escogido como bastión del alto mando entorchado.
El 30 de septiembre de 1933 el Hotel, debido a su situación geográfica en un peñón, a orillas del mar, con su arquitectura monolítica y otras condiciones, fue escogido como bastión del alto mando entorchado.
En
la madrugada del 2 de octubre de comienza el asedio. --¿Con el jefe de la
diplomacia yanqui adentro?-- Los oficiales, bien entrenados y mejor atrincherados
pero con pocas armas, lograron una eficaz resistencia frente a miles de
soldados del Gobierno. Los sitiados tuvieron 14 bajas de ellas sólo dos
muertos, mientras las bisoñas tropas del sargento-taquígrafo devenido en
coronel Batista, sufrían cerca de 100 fallecidos y el doble de heridos.
Sin
embargo, aquello duró poco y a las 4 de la tarde de ese mismo día, los sitiados
se rindieron cuando se les acabó el otro parque—tal vez el alimenticio—y como
testimonio del combate los exteriores de la instalación turística quedaron
marcados por virulentas llagas de plomo.
Poca
visión tuve yo de esos hechos, con solo tres añitos desde mi improvisado
refugio debajo de la cama, al son de los bombazos y las ametralladoras. Pero
mis mayores me contaban que el embajador yanqui, mientras manejaba los hilos del
conflicto desde su improvisada suite en el propio hotel, logró que el papalote
de la “Revolución del 33 se fuera a bolina”, como lo
describiera Raúl Roa en su libro homónimo.
A
pesar de ello, con el gobierno de los 100 días se vislumbró una luz al final
del túnel. Pero de nuevo aparecía el cachumbambé de la politiquería con
gobiernos entreguistas y aires de grandeza soplando al oído de las clases
“vivas” mientras el pueblo era caracterizado como “el Bobo” de Abela en sus
caricaturas.
Personalidades
de todo el mundo por esa época —entre ellos Winston Churchil--, llenaron de aromático
humo los salones del hotel, en una especie de propaganda gratuita al mejor tabaco
del mundo. Otra figura del momento fue Buster Keaton, a quien de niño imaginé
hospedándose allí por señas, pues jamás le oí una sola palabra en el cine.
Correteaba
mi niñez a lo largo de la década de los años treinta, y amante del beisbol,
jugaba a la pelota en los terrenos de la Loma del Burro en Luyanó; especie de
favela criolla conocida popularmente como el barrio de indigentes de “Las
Yaguas”. Mientras esto ocurría allí, el Hotel le daba acogida a mi
ídolo de entonces en las Grandes Ligas: Ted Williams.
La
galería de celebridades en la instalación recoge la presencia de los Duques de
Windsor, los Reyes de Bélgica y al descubridor de la penicilina Sir. Alexander
Flemming, quienes ocuparon en su momento algunas de las 15 suites del inmueble,
incluyendo la presidencial. Y que estrellas de Hollywood como Marlon Brando,
Tyrone Power, Frank Sinatra, Errol Flynn, y Ava Gardner entre otros, pudieron
escoger entre las 415 habitaciones restantes, en tanto Rita Hayword rememoraba
su “Escuela
de Sirenas” en la piscina del hotel.
Sin
embargo, lamentable fue el caso de la afamada Josefine Baker, contratada para
actuar en el cabaret de la instalación; sin embargo no podía alojarse en las
habitaciones del inmueble víctima de la discriminación racial y motivo de
encendidas polémicas en la prensa de los años cuarenta; pero, de nuevo se
desviaba la atención: Otro conflicto por el reparto del mundo enlutó a Europa:
La Segunda Guerra Mundial.
El
gobierno cubano, apéndice genuflexo del Tío Sam se sumó al carro belicista, con
no pocos síntomas de desabastecimiento mientras otros especulaban por la
cercanía del floreciente mercado yanqui. Sin embargo, Cuba—como siempre--pagó
con el asedio de sus costas y el hundimiento de varias naves mercantes.
Huéspedes
del Nacional convertido en atalaya, y asomados a los mismos balcones donde
izaron bandera blanca los entorchados del 33, fueron testigos de la primera y
única vez que la farola del Morro en un alarde seudo-belicista—de nuevo con el
beneplácito de Batista—apagó sus fanales durante algunos años, dicen que para evitar
el ataque enemigo a la ciudad de La Habana, esta vez serían nazis en vez de
ingleses, los interesados en tomarla.
Sin embargo, no faltaron personalidades más pacifistas que disfrutaron de las comodidades de la instalación turística: A saber: Jorge Negrete, María Félix, Agustín Lara, Rómulo Gallegos y por último, ya madurita en el siglo actual, Sarita Montiel y su nuevo amor cubano. Ernest Hemingway también aparece en la lista de sus huéspedes ilustres; sin embargo, pronto se mudó al hotel “Ambos Mundos”, para estar más cerca de su mojito en “La Bodeguita” y de su daiquirí en “El Floridita”.
Sin embargo, no faltaron personalidades más pacifistas que disfrutaron de las comodidades de la instalación turística: A saber: Jorge Negrete, María Félix, Agustín Lara, Rómulo Gallegos y por último, ya madurita en el siglo actual, Sarita Montiel y su nuevo amor cubano. Ernest Hemingway también aparece en la lista de sus huéspedes ilustres; sin embargo, pronto se mudó al hotel “Ambos Mundos”, para estar más cerca de su mojito en “La Bodeguita” y de su daiquirí en “El Floridita”.
Se
sabe que las tropas yanquis tras la campaña africana durante la Segunda Guerra
Mundial entraron a territorio italiano desde el sur de la península, logrando
arrollar a las tropas de Mussolini, gracias al apoyo de la mafia siciliana. Y
parece que Lucky Luciano fue uno de los artífices de la operación, porque
a partir de entonces aumentó su autoridad entre las “familias” que dirigían la
mafia del juego, y la prostitución en los Estados Unidos.
El
puritanismo yanqui de entonces rechazaba la introducción de la droga en sus
negocios y se le prohibió su entrada en los EE.UU. pero estaban en deuda con el
“Dichoso”
Luciano, quien montó su guarida en el Hotel Nacional, desde donde declaró la
guerra a las “familias” azurras en el Norte revuelto y brutal e impuso el
narcotráfico a punta de pistola.
Sus
testaferros, Giancana, Trafficante y Meyer Lansky, así como el peliculero
George Raft, eran figuras privilegiadas en los salones del Nacional, y
administraban el casino en ése y el resto de los hoteles de lujo de la capital.
Eso duró hasta la tercera parte de “El Padrino”, el resto lo saben
ustedes. La mafia se mudó para la zona semidesértica de Nevada donde no se
cultivaba el tabaco y sin embargo era conocida por Las Vegas. Hoy Estados
Unido-además de su afición al juego prohibido y la prostitución es además, el
primer país consumidor de drogas, y el mayor traficante de estupefacientes en
el mundo.
Pero
hay otra etapa cantada por Carlos Puebla cuando lanzó aquello de …“Llegó
el Comandante y mandó a parar…”. El Nacional vio con sorpresa en el
monumento al “Maine” frente a sus instalaciones, el derribo del águila imperial
como un símbolo de los nuevos tiempos. La administración pasó del billete verde
al verde olivo, y la gerencia mantuvo cierta preferencia para los turistas de
otras latitudes que se convertían en repitentes gracias a la magia del buen
servicio.
Con
el período especial surge de nuevo cierta involución con la doble moneda, pero
el hotel seguía ofertando, piscinas, habitaciones, tiendas, bares, restaurantes,
cafeterías, La Casa del Habano, el Cabaret Parisién, el Piso Ejecutivo, etc. Por
entonces el Hotel, según el Poeta Nacional Nicolás Guillén, tenía lo que debía
de tener, excepto el Casino de Juego, ni falta que nos hacía.
Considerado
aún uno de los 10 palacios-hoteles del planeta, el Hotel Nacional ya había obtenido
el tercer lugar entre las mejores instalaciones hoteleras del mundo solo
superado por la ·”Mamonia”·de Marrakech, y el “Ritz” de París, cuando—hace
15 años en 2005--el IV Encuentro de los Mejores Hoteles del Mundo lo llevó al
Primer Lugar, junto a la mejor isla: Cuba y la mejor playa: Varadero.
En
esa ocasión fue entrevistado su Gerente General, el Sr. Antonio (Tony) Martínez,
quien reconoció que “El Hotel Nacional no es el mejor del mundo, sino el más preferido”. Aquí
lo vemos en esta instantánea, muchos años antes, como miembro del ejecutivo de
los CDR, inaugurando una exposición del semanario PALANTE en el Parque Lenin:
Independientemente
de la situación económica que ha tenido que atravesar la nación y sus
instituciones durante más de 50 años de bloqueo, agudizada por el período
especial, la instalación turística sigue dando la hora, gracias a la selección
de su personal, a la exquisitez en el buen trato, y a la constante preocupación
por darle el mantenimiento correcto y oportuno.
Con
los actuales pasos hacia la normalización de relaciones diplomáticas con el Tío
Sam y la posible eliminación del Bloqueo, aumentan las expectativas económicas
y de florecimiento turístico.
Por
lo tanto no hay comparación, ni pretendo medirme con nuestro hotel insignia;
pero de que somos contemporáneos, no hay quien me lo discuta, y me basta con
seguir el ejemplo del Maestro, en eso de “Honrar honra”.
Por último guardo en mi corazón un hecho inolvidable: Al cumplir el Hotel Nacional sus 50 abriles en noviembre-diciembre de 1980, tuve el alto honor de ser invitado a la recepción donde se homenajeaba a sus trabajadores cincuentenarios, haciéndoles caricaturas in situ a todos y cada uno de aquellos abnegados gastronómicos. Hasta altas horas de la noche con el lápiz juguetón en la mano derecha y un coctel en la zurda –al estilo de Maradona--cumplí con agrado la honrosa tarea.
Por último guardo en mi corazón un hecho inolvidable: Al cumplir el Hotel Nacional sus 50 abriles en noviembre-diciembre de 1980, tuve el alto honor de ser invitado a la recepción donde se homenajeaba a sus trabajadores cincuentenarios, haciéndoles caricaturas in situ a todos y cada uno de aquellos abnegados gastronómicos. Hasta altas horas de la noche con el lápiz juguetón en la mano derecha y un coctel en la zurda –al estilo de Maradona--cumplí con agrado la honrosa tarea.
Lo
que no sabía ninguno de aquellos cincuentones es que en esa fecha yo también arribaba
a la media rueda… Sagitarios ambos–el hotel y yo--cumplimos en estos días de
noviembre 85 años en una emulación fraternal, como en una carrera del Marabana,
donde de antemano se sabe quien ganará, porque queda poco Paco, pero… Hay
Nacional para rato.
Aprovecho
esta festividad para extender mis parabienes al abuelo del Nacional y de todos
los demás hospederos--el Hotel Inglaterra--que el próximo 23 de diciembre
arriba a sus 140 años de existencia en la mítica Acera del Louvre y que tiene
entre sus méritos el haber albergado allí a nuestro Apóstol José Martí el 2 de
abril de 1879 y un año después—del 4 de febrero al 24 de julio de 1890—al Titán
de Bronce, ¡FELICIDADES A AMBOS DOS HOTELES!
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