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1 abr 2017

PIÑATA POR PARTIDA DOBLE



Abril resulta doblemente festivo para este humilde servidor: En el primer día del cuarto mes del año de 1982, mientras estaba movilizado por las Milicias de Tropas Territoriales del Cerro en los alrededores del Cacahual, en el Hospital Naval de la Habana, mi hija Elsie daba a luz al pequeño Boris, y gracias al solicitado pase al mes de nacido, pude tomar la foto que ahora les brindo.
Como constancia de tamaño acontecimiento al regresar de las trincheras, realicé para el semanario PALANTE el trabajo titulado “Mi primer nieto” publicado al año siguiente y cuya copia puede verse en este mismo espacio "Mi primer nieto”.
Lo curioso del caso es que (BBB) Boris Betancourt Blanco—dicho nieto—vino al mundo exactamente quince años después de mis dos hijos putativos --el gordo y el flaco--de ¡Ay, vecino! y también en las páginas de PALANTE, pero el 27 de abril de 1967, es decir que ahora arriban a la media rueda, sumando 100 años entre los dos personajes. He aquí aquella primera tira de Palante
Si no son también dos acontecimientos festivos que merecen sendas piñatas, merezco que me den sendos piñazos por desmemoriado.

8 dic 2015

AUTOBIOGRAFÍA DE A PIE



En nuestra anterior entrega el pasado 28 de noviembre, bajo el título de “Sagitarios de Fiesta” pretendíamos comparar nuestro natalicio hace 85 años en ese día de 1930, con la inauguración 48 horas más tarde de la nave insignia del turismo cubano: el Hotel Nacional.
Sin embargo, el cuéntame tu vida anunciado en este encabezamiento venía dando vueltas en mi cerebro desde mucho antes; a raíz de una prematura jubilación con sesenta años de edad y más de cuarenta en el sector de la prensa y la cultura.
Fue precisamente en esos difíciles tiempos del período especial, a fines del pasado siglo, que un colega conocedor de mi larga trayectoria en estos avatares del plomo, la tinta y el papel me preguntara por qué no escribía mi autobiografía.
Y recuerdo cómo-- en ese mismo tono satírico--le contesté que jamás había sido propietario de un auto y el único que me fuera asignado como director de PALANTE lo había cedido a uno de los más fieles y esforzados integrantes del equipo palantero. Por tanto a lo más que podía aspirar era a escribir una simple biografía peatonal.
Bromas aparte, quiero dejar constancia de algunos acontecimientos más recientes que abundan en el nacimiento de este blog personal.
El tono burlesco utilizado hasta aquí es el mismo que hemos pretendido imprimirle siempre a los trabajos expuestos en este blog desde la primera cronicuela del 9 de agosto de 2008 titulada “El regreso del Caballero” la cual se originó en el Museo Etnográfico y Comarcal de Fonsagrada, Galicia—precisamente en el Día del Emigrante—al inaugurar allí la muestra de caricaturas personales de José María Lledín, publicadas en Cuba por la Editorial Pablo de la Torriente bajo el título de“La Leyenda que Camina” también de mi autoría.
A partir de aquel debut, unos seiscientos trabajos han aparecido en este portal digital “Ay-Vecino” bajo el medio punto de las ventanas coloniales en la Habana Vieja con mis queridos hijos putativos (el Gordo y el Flaco).
Sin embargo, debo reconocer que en aquellos momentos yo estaba a más de mil leguas del hogar—en Galicia--y otras tantas de atreverme a navegar por internet. Esto ocurrió gracias a la Operación Añoranza del Principado de Asturias la cual nos permitió visitar el terruño paterno en el verano del 2008. Por lo tanto mucho le debo desde entonces a dos colegas españoles que en un breve saltico a Madrid, influyeron en ese primer impulso: El multi-premiado historietista Carlos Giménez, autor de “Paracuellos” y “Kolau el Leproso” quien no solo había colaborado con nuestras revistas COMICOS y PABLO en la década de los 80, sino que también nos había visitado cumplimentando una invitación de la editorial “Pablo de la Torriente”. El otro instigador fue nada menos que el profesor de la Facultad de Óptica en la Universidad de Valencia, Álvaro Pons, quien durante dos años formó el personal especializado en los talleres de lentes graduados conocido en la capital como “Optica Valencia”. Sin embargo en Cuba se desconocía que el amigo Alvarito era además un acucioso investigador del cómic mundial y mantenía desde hacía algunos años en España el portal digital conocido como “Lacárceldepapel”. De la encerrona que ambos me hicieran durante aquella visita surgió la idea de crear mi propio blog y desde entonces guardo esta foto que ahora muestro agradecido a nuestros lectores.
En cuanto al último cumpleaños, en primer lugar debo destacar la obra de arte recibida en mi hogar este mismo 28 de noviembre del 2015 como reconocimiento de mis aportes a la cultura nacional y firmada por el propio Ministro, Cro. Julián Castillo
Otras muchas sorpresas me deparó el cariño y la solidaridad de familiares amigos e instituciones no solo durante estos días, sino a partir de la jornada por la Cultura Nacional en el pasado mes de Octubre.
A través de FACEBOOK manos fraternales me hicieron llegar felicitaciones de las cuales doy cuenta a continuación:
María Victoria y su hermano Víctor Manuel Valdés Rodda; mi primo Edmundo Blanco Peñate; el historietista de aquellas maravillosas leyendas africanas Emilio Fernández; Caridad Adriana Zayas Velasco, viuda del inolvidable Tulio Raggi; el colega Pedro Hernández Soto y Humberto Rosabal ambos de Bohemia; la maravillosa Nilda Collado y familia; Martha Jiménez Sánchez, desde Tribuna de La Habana; y de España “mi hija gallega” Fina Senra Suárez; así como el hombre de las mil voces, Olber Vargas; Francisco Rodríguez Cruz desde el periódico Trabajadores; mientras el caricaturista Martirena lo hacía desde el “Melaíto” villaclareño; Lisset García y su esposo Luis Toledo Sande; Maité Marrero Canda de Prensa Latina; los dibujantes Maykel García y Ulises de Jesús Ramos en el exterior; igualmente los artistas plásticos Gilberto Frómeta Fernández y Luis Cabrera; otros mensajes se nos extraviaron en el recorrido por las autopistas de la información.
Además, a diferencia de l que ocurre frecuentemente en los Estados Unidos, fui víctima de un asalto inolvidable que me ofrecieron los alumnos de la Escuela más cercana en mi propia casa, acto sellado no con disparos, sino con un entrañable abrazo colectivo.
A mucha honra pertenezco al Circulo de Abuelos del Parque Santos Suárez “16 de abril” que rechaza el discriminativo concepto de “la media naranja” para preconizar el de “la naranja entera” aunque hasta el momento yo sea casi el único “macho” en la escogida de ese arroz con pollo etario.
Resultado de esta confraternidad fueron también los emotivos encuentros que tuvieron lugar en el Club San Carlos y en la Peña Artística que regularmente se celebra en el sótano de la Secundaria Básica “César Escalante” sita en el propio parque.
No podemos olvidar tampoco la invitación especial que nos hiciera la Dirección Municipal de Cultura para participar en la entrega este año del Premio “Gitana Tropical” que la provincia de La Habana otorga a miembros destacados del sector en 10 de Octubre y cuya gala de premiación se celebró nada menos que en un vetusto, seco y centenario depósito de agua conocido como “El tanque” sito en la calle Aguilera y Rafael de Cárdenas en la barriada de Lawton. El aljibe multipropósito fue convertido por obra y gracia del empeño colectivo de sus vecinos en un maravilloso Proyecto Cultural Comunitario llamado “Muraleando” que dirige el artista de la plástica Manuel M. Díaz Baldrich, con méritos más que merecidos para obtener este año dicho galardón capitalino en honor a ese grande que fue Víctor Manuel. Sea ésta transformación del depósito de agua convertido en salón de exposiciones el mejor regalo a la vista que recibieran en estos días mis cansados y octogenarios ojos. Lo que hoy les cuento resulta insignificante ante tamaña utopía. Gracias a todos por despedir el año con tanto cariño y como diría mi tocayo, el Papa Francisco: Recen por mí.

15 nov 2015

SAGITARIOS DE FIESTA



Supuestas víctimas de la Primera Guerra Mundial cebaron con la dulce gramínea las vacas gordas de los magnates en Cuba; país monoproductor que vio aumentado el precio del azúcar de un día para otro. La fiesta del derroche menocalista duró hasta el “crac” bancario de 1929, pero junto con ello dio comienzo una crisis económica mundial parecida a la actual, pero mucho mas subdesarrollada. Es decir: Llegaron las vacas flacas. 
El Imperialismo yanqui apostó por una pronta recuperación de la isla escualida y la burguesía criolla se vacunó en sus palacetes de la Quinta Avenida, mientras Liborio seguía padeciendo la pandemia (falta de pan) del “tiempo muerto” entre zafra y zafra.

En ese contexto aparezco yo. Y como me lo contaron se los cuento, pues ese día estaba aún en el claustro materno.
Dice mi familia que en la madrugada del 28 de noviembre de 1930 se le presentó a la comadrona que atendía a mi madre María Luisa Ávila en su hogar de la calle Marqués de la Torre y San Nicolás un parto sumamente difícil, a tal punto que tuvieron que correr con ella, --mi mamá, no la comadrona--, para la entonces “Clínica Casuso” sita en la Calzada de Jesús del Monte y Santos Suarez, hoy el asilo de ancianos “24 de febrero” sito en 10 de Octubre Núm. 430 frente al Teatro Apolo, que en la actualidad ya no pasa películas, pero se materializan los “Sueños Mágicos” de jóvenes ilusionistas bajo la varita del profesor Gardini.
Treinta y dos días después, al otro lado de la ciudad--exactamente el 30 de diciembre de 1930--en la Colina Taganana, donde estaba situada la Batería de Santa Clara, (Patrimonio de la Humanidad) en un reparto residencial hasta entonces prácticamente Vedado, vino al mundo otro habanero, pero a diferencia mía, en cuna de oro. Era el lujoso Hotel Nacional, bautizado por Carpentier como “El Castillo Encantado”. Su paternidad fue compartida entre los yanquis Mc Kim, Meade and White, y Purdy Henderson and Co.
Nacimos pues, casi juntos pero no revueltos. De origen pobre, en un barrio obrero, con calles de tierra excepto las tres calzadas que lo atravesaban: Concha, Luyanó y Jesús del Monte, mi niñez no podía parecerse en nada a la de aquel gigante turístico y aristocrático del Vedado a orillas del fresco Malecón habanero. Corrían los tiempos difíciles del “machadato” que dio origen al crac del sistema bancario internacional.
Llevado a la Presidencia por los liberales, Gerardo Machado quiso prorrogarse en el poder. Su impopular gobierno se caracterizó por una política educacional “sui generis” con el cierre a palos de la Universidad, palma-cristi incluído, que se le brindaba gratis a los estudiantes, y la Ley de Fuga aplicada a los más recalcitrantes.
Para algunos guatacas Machado era “El Egregio”, por el contrario, para otros verdaderamente dignos “El asno con garras”, como lo bautizara Villena.
Resultado de tanta opresión y resistencia, el tiro andaba sato por las calles en una época donde se imponía la ley del gatillo alegre. Eso no resultaba un obstáculo para que opulentos sibaritas degustaran ricos manjares en los restaurantes del Nacional; en tanto que la dieta familiar en casa era a base de harina con boniato excepto yo que por suerte seguía lactando.
Cuando cayó la dictadura en agosto de 1933, surgió un gobierno ¿de coalición?, donde se halaban las orejas liberales continuistas, rebeldes de izquierda; así como sargentos y clases arribistas que se habían sumado tardíamente a la insurrección cuando vieron que la cosa se ponía mala a los oficiales de alta graduación: El asunto se le escapaba de las manos al embajador yanqui Summer Welles.
Quiso la historia que la rebelión de los sargentos el 4 de septiembre de 1933 desplazara de su cargo en las Fuerzas Armadas al general Julio Sanguily, quien se mudaba de inmediato al Hotel Nacional por temor a represalias y dos días después por distintas causas también lo hiciera el embajador yanqui Welles--¿Casualidad verdad?--.Veamos más o menos lo qué pasó:
El 30 de septiembre de 1933 el Hotel, debido a su situación geográfica en un peñón, a orillas del mar, con su arquitectura monolítica y otras condiciones, fue escogido como bastión del alto mando entorchado.
En la madrugada del 2 de octubre de comienza el asedio. --¿Con el jefe de la diplomacia yanqui adentro?-- Los oficiales, bien entrenados y mejor atrincherados pero con pocas armas, lograron una eficaz resistencia frente a miles de soldados del Gobierno. Los sitiados tuvieron 14 bajas de ellas sólo dos muertos, mientras las bisoñas tropas del sargento-taquígrafo devenido en coronel Batista, sufrían cerca de 100 fallecidos y el doble de heridos.
Sin embargo, aquello duró poco y a las 4 de la tarde de ese mismo día, los sitiados se rindieron cuando se les acabó el otro parque—tal vez el alimenticio—y como testimonio del combate los exteriores de la instalación turística quedaron marcados por virulentas llagas de plomo.
Poca visión tuve yo de esos hechos, con solo tres añitos desde mi improvisado refugio debajo de la cama, al son de los bombazos y las ametralladoras. Pero mis mayores me contaban que el embajador yanqui, mientras manejaba los hilos del conflicto desde su improvisada suite en el propio hotel, logró que el papalote de la “Revolución del 33 se fuera a bolina”, como lo describiera Raúl Roa en su libro homónimo.
A pesar de ello, con el gobierno de los 100 días se vislumbró una luz al final del túnel. Pero de nuevo aparecía el cachumbambé de la politiquería con gobiernos entreguistas y aires de grandeza soplando al oído de las clases “vivas” mientras el pueblo era caracterizado como “el Bobo” de Abela en sus caricaturas.
Personalidades de todo el mundo por esa época —entre ellos Winston Churchil--, llenaron de aromático humo los salones del hotel, en una especie de propaganda gratuita al mejor tabaco del mundo. Otra figura del momento fue Buster Keaton, a quien de niño imaginé hospedándose allí por señas, pues jamás le oí una sola palabra en el cine.
Correteaba mi niñez a lo largo de la década de los años treinta, y amante del beisbol, jugaba a la pelota en los terrenos de la Loma del Burro en Luyanó; especie de favela criolla conocida popularmente como el barrio de indigentes de “Las Yaguas”. Mientras esto ocurría allí, el Hotel le daba acogida a mi ídolo de entonces en las Grandes Ligas: Ted Williams.
La galería de celebridades en la instalación recoge la presencia de los Duques de Windsor, los Reyes de Bélgica y al descubridor de la penicilina Sir. Alexander Flemming, quienes ocuparon en su momento algunas de las 15 suites del inmueble, incluyendo la presidencial. Y que estrellas de Hollywood como Marlon Brando, Tyrone Power, Frank Sinatra, Errol Flynn, y Ava Gardner entre otros, pudieron escoger entre las 415 habitaciones restantes, en tanto Rita Hayword rememoraba su “Escuela de Sirenas” en la piscina del hotel.
Sin embargo, lamentable fue el caso de la afamada Josefine Baker, contratada para actuar en el cabaret de la instalación; sin embargo no podía alojarse en las habitaciones del inmueble víctima de la discriminación racial y motivo de encendidas polémicas en la prensa de los años cuarenta; pero, de nuevo se desviaba la atención: Otro conflicto por el reparto del mundo enlutó a Europa: La Segunda Guerra Mundial.
El gobierno cubano, apéndice genuflexo del Tío Sam se sumó al carro belicista, con no pocos síntomas de desabastecimiento mientras otros especulaban por la cercanía del floreciente mercado yanqui. Sin embargo, Cuba—como siempre--pagó con el asedio de sus costas y el hundimiento de varias naves mercantes.
Huéspedes del Nacional convertido en atalaya, y asomados a los mismos balcones donde izaron bandera blanca los entorchados del 33, fueron testigos de la primera y única vez que la farola del Morro en un alarde seudo-belicista—de nuevo con el beneplácito de Batista—apagó sus fanales durante algunos años, dicen que para evitar el ataque enemigo a la ciudad de La Habana, esta vez serían nazis en vez de ingleses, los interesados en tomarla.
Sin embargo, no faltaron personalidades más pacifistas que disfrutaron de las comodidades de la instalación turística: A saber: Jorge Negrete, María Félix, Agustín Lara, Rómulo Gallegos y por último, ya madurita en el siglo actual, Sarita Montiel y su nuevo amor cubano. Ernest Hemingway también aparece en la lista de sus huéspedes ilustres; sin embargo, pronto se mudó al hotel “Ambos Mundos”, para estar más cerca de su mojito en “La Bodeguita” y de su daiquirí en “El Floridita”. 
Se sabe que las tropas yanquis tras la campaña africana durante la Segunda Guerra Mundial entraron a territorio italiano desde el sur de la península, logrando arrollar a las tropas de Mussolini, gracias al apoyo de la mafia siciliana. Y parece que Lucky Luciano fue uno de los artífices de la operación, porque a partir de entonces aumentó su autoridad entre las “familias” que dirigían la mafia del juego, y la prostitución en los Estados Unidos.
El puritanismo yanqui de entonces rechazaba la introducción de la droga en sus negocios y se le prohibió su entrada en los EE.UU. pero estaban en deuda con el “Dichoso” Luciano, quien montó su guarida en el Hotel Nacional, desde donde declaró la guerra a las “familias” azurras en el Norte revuelto y brutal e impuso el narcotráfico a punta de pistola.
Sus testaferros, Giancana, Trafficante y Meyer Lansky, así como el peliculero George Raft, eran figuras privilegiadas en los salones del Nacional, y administraban el casino en ése y el resto de los hoteles de lujo de la capital.
Eso duró hasta la tercera parte de “El Padrino”, el resto lo saben ustedes. La mafia se mudó para la zona semidesértica de Nevada donde no se cultivaba el tabaco y sin embargo era conocida por Las Vegas. Hoy Estados Unido-además de su afición al juego prohibido y la prostitución es además, el primer país consumidor de drogas, y el mayor traficante de estupefacientes en el mundo.
Pero hay otra etapa cantada por Carlos Puebla cuando lanzó aquello de …“Llegó el Comandante y mandó a parar…”. El Nacional vio con sorpresa en el monumento al “Maine” frente a sus instalaciones, el derribo del águila imperial como un símbolo de los nuevos tiempos. La administración pasó del billete verde al verde olivo, y la gerencia mantuvo cierta preferencia para los turistas de otras latitudes que se convertían en repitentes gracias a la magia del buen servicio.
Con el período especial surge de nuevo cierta involución con la doble moneda, pero el hotel seguía ofertando, piscinas, habitaciones, tiendas, bares, restaurantes, cafeterías, La Casa del Habano, el Cabaret Parisién, el Piso Ejecutivo, etc. Por entonces el Hotel, según el Poeta Nacional Nicolás Guillén, tenía lo que debía de tener, excepto el Casino de Juego, ni falta que nos hacía.
Considerado aún uno de los 10 palacios-hoteles del planeta, el Hotel Nacional ya había obtenido el tercer lugar entre las mejores instalaciones hoteleras del mundo solo superado por la ·”Mamonia”·de Marrakech, y el “Ritz” de París, cuando—hace 15 años en 2005--el IV Encuentro de los Mejores Hoteles del Mundo lo llevó al Primer Lugar, junto a la mejor isla: Cuba y la mejor playa: Varadero.
En esa ocasión fue entrevistado su Gerente General, el Sr. Antonio (Tony) Martínez, quien reconoció que “El Hotel Nacional no es el mejor del mundo, sino el más preferido”. Aquí lo vemos en esta instantánea, muchos años antes, como miembro del ejecutivo de los CDR, inaugurando una exposición del semanario PALANTE en el Parque Lenin:
Independientemente de la situación económica que ha tenido que atravesar la nación y sus instituciones durante más de 50 años de bloqueo, agudizada por el período especial, la instalación turística sigue dando la hora, gracias a la selección de su personal, a la exquisitez en el buen trato, y a la constante preocupación por darle el mantenimiento correcto y oportuno.
Con los actuales pasos hacia la normalización de relaciones diplomáticas con el Tío Sam y la posible eliminación del Bloqueo, aumentan las expectativas económicas y de florecimiento turístico.
Por lo tanto no hay comparación, ni pretendo medirme con nuestro hotel insignia; pero de que somos contemporáneos, no hay quien me lo discuta, y me basta con seguir el ejemplo del Maestro, en eso de “Honrar honra”. 
Por último guardo en mi corazón un hecho inolvidable: Al cumplir el Hotel Nacional sus 50 abriles en noviembre-diciembre de 1980, tuve el alto honor de ser invitado a la recepción donde se homenajeaba a sus trabajadores cincuentenarios, haciéndoles caricaturas in situ a todos y cada uno de aquellos abnegados gastronómicos. Hasta altas horas de la noche con el lápiz juguetón en la mano derecha y un coctel en la zurda –al estilo de Maradona--cumplí con agrado la honrosa tarea.
Lo que no sabía ninguno de aquellos cincuentones es que en esa fecha yo también arribaba a la media rueda… Sagitarios ambos–el hotel y yo--cumplimos en estos días de noviembre 85 años en una emulación fraternal, como en una carrera del Marabana, donde de antemano se sabe quien ganará, porque queda poco Paco, pero… Hay Nacional para rato.
Aprovecho esta festividad para extender mis parabienes al abuelo del Nacional y de todos los demás hospederos--el Hotel Inglaterra--que el próximo 23 de diciembre arriba a sus 140 años de existencia en la mítica Acera del Louvre y que tiene entre sus méritos el haber albergado allí a nuestro Apóstol José Martí el 2 de abril de 1879 y un año después—del 4 de febrero al 24 de julio de 1890—al Titán de Bronce, ¡FELICIDADES A AMBOS DOS HOTELES!