A
lo largo de estos diez años de vida el blog “¡Ay, vecino!” ha repetido algunos encabezamientos, como este
referido a los artistas aficionados y muy en particular a mi fraterno Alberto
Yáñez Arbezú.
Dicha
introducción viene al caso en estos días finales del 2018, por darse a conocer
el Premio Nacional de Literatura 2018 otorgado a Mirtica--así a secas—con
idéntica familiaridad con la que su hija Mirta Yáñez Quiñoá me dedicara una de
sus últimas obras “Sangra por la herida”
de Ediciones Unión en el 2010.
La
imagen-dedicatoria de dicho libro que acompaña estas líneas es la mejor muestra
de nuestra familiaridad, que va mucho más allá del momento en que –aún sin
cumplir sus añorados quince—ella entrara de la mano de su padre Alberto y mía
en la redacción del semanario PALANTE Y PALANTE, cuando aún éste no había
perdido su sonsonete, yo de plantilla en el staff y él como colaborador.
En
realidad, nuestra amistad venía por la vía paternal--en la década de los años
cincuenta—cuando ambos colaborábamos como simples aficionados en las páginas
deportivas del diario EL MUNDO—yo linotipista de sus talleres y él empleado
bancario—ambos amantes del deporte, pero explotados por las condiciones legales
de dicha profesión, contradictoriamente a la famosa sinecura oficial, más
conocida por botella.
Por
suerte yo cursaba estudios en la Escuela “Manuel Márquez Sterling” pero él
ni siquiera eso—amante del fútbol--deporte que practicaba de joven bajo el mote
de “Tobita”, escribía de forma gratuita la sección dominical “Rodando
el Balón” que firmaba el titular de la plana Ernesto Azúa.
A
tal punto llegó su dedicación que comenzó a describir para la edición del
lunes,,los
partidos dominicales, con el croquis—realizados por mi—donde se representaba
gráficamente cómo se había producido el gol de la victoria. De ahí que al
triunfo de la Revolución, el compañero Llanuza nos convocara a formar parte de
la revista L.P.V.--Listos Para Vencer”--y
como ésta circunstancia coincidió con el debut del Semanario PALANTE Y PALANTE,--yo en plantilla y él
de colaborador—pasamos a formar parte del equipo. Es entonces que de la mano de
su padre, la quinceañera Mirtica entró a formar parte de nuestros vínculos fraternales
y profesionales.
Lo
curioso es que ambas familias--los Blanco y los Yáñez--procedían del mismo
tronco patriarcal y asturiano de antaño—Cangas de Onís por un lado y
Grandas de Salime por el otro--con sus añoranzas y morriñas por
el terruño montañoso de España, mientras los fiñes,
soñábamos con los muñes de la prensa dominical. Por tanto no es extraño
que quisiéramos apañarnos de aquellas hazañas reflejadas por años
en la prensa y la literatura, así que muchos fueron nuestros sueños
y no pocas las cizañas en su contra.
Yáñez
padre, se mantuvo un tiempo desempeñando ambos trabajos, recuerdo su
participación sindicalista y bancaria, activa durante el nombramiento del
Comandante Ché Guevara al frente del Banco Nacional y la campaña para la
recogida de dinero con sus nuevas emisiones.
Pero
era tanta su pasión por el deporte que al fin pasó al INDER, con algunos
aportes en lo referido a la incorporación obrera a la práctica del deporte, y a
la confección de sus archivos, especialidad que también practicó con las obras
publicadas en PALANTE. Además durante aquellos primeros años del tabloide
Alberto Yáñez se mantuvo al frente de la sección semanal dedicada a sus
originales PASATIEMPOS, llegando a incluir en ellos hasta trucos de magia.
Posteriormente
también asumió responsabilidades en la programación deportiva de la televisión.
Algunas de estas investigaciones suyas han sido reproducidas en este mismo
blog, por lo general bajo el título de “Por
amor al arte”, pero paralelamente a esto, y cada uno por su lado--sus hijos
Mirtica y Albertico—también cosechaban un éxito tras otro en el dominio de la
literatura.
Mirta
Yáñez--una vez más--acaba de ser reconocida por la obra de toda su vida, sin
embargo el genial aporte al humorismo literario de su hermano Albertico, quedó
lamentablemente trunco por su brusca y prematura muerte.
Visita
frecuente del hogar de los Yáñez, me cupo el privilegio de haber conocido
personalmente a uno de los personajes más famosos de la literatura humorística
cubana--su perra Penélope--y les aseguro que las increíbles aventuras narradas
por Albertico en ese antológico cuento quedaron pálidas ante tamaña realidad.
En la foto adjunta vemos al autor en su hogar, rodeado de aquellas antigüedades
tan afines a su personalidad.
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