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1 ene 2019

MEÑIQUE POLIGRÁFICO DEDICADO A MÉXICO



¡Feliz Año Nuevo!  es el saludo común en estos días finales del 2018, con el beneplácito de arribar a los 500 años de nuestra querida Ciudad de La Habana en noviembre del próximo 2019. En búsqueda de temas interesantes, acudo a mi añejo pero fiel librero y me topo precisamente con una joyita poligráfica del Movimiento por la Paz y la Soberanía de los Pueblos, con apenas una superficie de 10 por 27 centímetros. Un ejemplo viviente de la nanotecnología en el sector de la prensa criolla.
Su título--totalmente contrapuesto en extensión--“Estados Unidos: Intervencionismo en América Latina y su incidencia en el desarrollo de nuestros Pueblos” fue dedicado al décimo Aniversario del Triunfo de la Revolución Sandinista en Nicaragua--con fecha 19 de julio de 1979--y prologado por el Licenciado Orlando Fundora López, Presidente de dicha institución en Cuba.
De su autor Carlos Mora Hermann podemos decir que nació en Cuba el 19 de septiembre de 1919 pero, además fue corresponsal de publicaciones mexicanas en Nueva York, hasta que regresa a Cuba con el triunfo de la Revolución en 1959 —como ven, hasta aquí hay abundancia de nueves—y se incorpora a la Agencia de Noticias Prensa Latina, donde ocupó varios cargos de dirección, inaugurando en 1961 su corresponsalía en Moscú.
En 1983 pasa a la UPEC, donde se destaca al frente del Instituto Internacional de Periodismo “José Martí”. Pero también se le editó “El comentario en TV” y otros documentos para la Escuela de Periodismo de la Universidad de Oriente junto a los colegas Lechuga y Guash.
La narración se sitúa retrospectivamente en los Estados Unidos de 1809, cuando el Presidente Jefferson declara la necesidad de apoderarse de Cuba por su estratégica situación geográfica frente al Golfo de México y la Florida.
En 1859 otro presidente James Buchanan anunciaba el antecedente de la “fruta madura” por gravitación natural, mientras años después el Secretario de Estado Eliuth Root—al frente del Depto. de la Guerra (1899-1904) afirmaba que Estados Unidos intervendría en Centro América cada vez que peligraran los intereses de EE.UU. Y por dicho llamado a la paz de los sepulcros hemisférica fue galardonado en 1912 con el Premio Nobel de la Paz.
Pero si alguien o algo ha sido víctima del voraz apetito yanqui ha sido su vecino más cercano—México--sobre todo a partir de 1798—hace unos 220 años—de ahí su famoso anatema: “Tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos.”
En realidad la cosa empezó con el mito texano de “El Álamo” y su héroe de pacotilla David Crocket, según el colega Paco Ignacio Taibo II en su libro homónimo.
¿Fue en realidad una masacre inventada contra el general Santa Ana el 6 de marzo de1836? Más que una batalla, aquello resultó ser un espectáculo bien montado para atrapar incautos y apoderarse de todo el suroeste de los Estados Unidos.
En solo diez años se ocuparon más de dos millones de kilómetros cuadrados, agregando operaciones punitivas a corazón abierto en (1913), desembarco en Veracruz (1914), Operación punitiva de Pershing (1916), y tres invasiones adicionales en 1918. No incluimos las intervenciones en Nicaragua (1947) y la de William Walker (1857) que restablecieron también la esclavitud en Centroamérica. ¿Para qué hablar de nuestra “mentada” Enmienda Platt?.
Pero regresemos al comienzo de la historia: A partir de 1870, 1873, y 1876 surgieron incidentes y antecedentes como el de destruir el buque pirata “Forward” en el río Tacapan, y tropas fronterizas salen en persecución de cuatreros, o para restablecer el orden temporalmente en el pueblo de Matamoros.
Las invasiones yanquis continuaron en 1902, 1912, y 1926, a diestra y siniestra con el éxito del Tratado Bryan Chamorro que autorizaba la ruta del nuevo Canal de Panamá. Larga es también la epopeya de Sandino en tierras Centroamericanas hasta la eliminación física del General de Hombres Libres y el trágico futuro del Plan Cóndor (made in USA) materializado en Nicaragua con el monstruo nativo de Anastasio Somoza.
Pero…Regresemos al México de 1806: Con el incidente poco aclarado del Capitán Z. M. Pike, que invadió el territorio azteca por orden del Gral. James Wilkinson, hecho prisionero en la zona del actual Colorado y puesto en libertad sin aclarar las causas del encierro. A partir de entonces, varios barcos de guerra operaban desde New Orleans contra navíos franceses y españoles--¿del pirata Laffite?--en el delta del río Mississippi, hasta que el gobierno de Louisiana llegara con sus tropas hasta  el río Perla en 1810. Sin registrarse combates en territorio azteca.
En 1812, la Isla Amelia, bajo jurisdicción española en la Florida fue también víctima de la ambición yanqui, cuando el presidente Madisson y el Congreso decretaron su posesión temporal, pero la orden fue desautorizada debido a los brutales métodos utilizados por el Gral. Mathews. Un año más tarde, el proyecto de 1810 fue cumplido por orden del Congreso: el Gral. Wilkinson y 600 soldados ocuparon la bahía de Mobile (sin presentar combate el enemigo). Consolidada las ocupaciones, entre 1814 y 1825 se llevaron a cabo varias acciones en la Florida española y el Caribe, entre ellas la guerra de exterminio a los seminolas.
Entre julio y diciembre de 1836, durante el levantamiento texano, y el combate de El Álamo contra México incluido, el general Gaimes ocupó Nacogdoches (Texas) ante la amenaza de una sublevación piel roja.
En octubre de 1842 en Monterrey, California y San Diego, nuevos incidentes ocurren, y dos años más tarde, el presidente Tyley despliega fuerzas en Texas para protegerlo de México--pendiente del Tratado de Anexión--más tarde rechazado. Es entonces que el expansionismo yanqui se lanza contra los pueblos originarios--siuxs, apaches, cherokees y seminolas—último paso hacia la frontera con su vecino del sur.
En 1846 el gobierno del Presidente Polk declara formalmente la guerra entre ambos estados y se lanza a la invasión de México que dio lugar al suceso más cruel de dicha guerra el 12 de septiembre de 1847 con el ataque contra el castillo de Chapultepec donde un pequeño destacamento de cadetes se había atrincherado y fueron masacrados inhumanamente. El último de ellos--abrazado a la bandera--se lanza desde lo alto del edificio, para pasar a la historia como “Los niños Héroes de Chapultepec”.
A partir de esta trágica masacre, las agresiones contra su vecino más cercano en la frontera sur disminuyeron, y basado en la misma recopilación del colega Carlos Mora hace 40 años, las últimas intervenciones armadas del Tío Sam tuvieron lugar entre 1873 y 1876, cuando tropas de Estados Unidos cruzaron el río Bravo en persecución de cuatreros o para intervenir en pueblos fronterizos, como la del general Sedwick, quien  al frente de cien uniformados trata de rendir a Matamoros y tres días después se retiran con el repudio del propio presidente.
AL tratarse de un vecino tan poderoso--es natural que dicha rivalidad se mantenga—aunque la sangre no llegue al río por muy Bravo que sea. El mejor ejemplo es precisamente el actual paisaje que se observa desde sus márgenes, con miles de emigrantes centroamericanos varados en su orilla por un muro ideológico, pero concretado en la mente calenturienta de Mr. Trump, no sin reservas del propio pueblo norteamericano e instituciones como la UNESCO, pero que ya ha cobrado víctimas inocentes y colaterales.
 

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