¡Feliz Año Nuevo! es el saludo común en estos días finales del 2018, con el
beneplácito de arribar a los 500 años de nuestra querida Ciudad de La Habana en
noviembre del próximo 2019. En búsqueda de temas interesantes, acudo a mi añejo
pero fiel librero y me topo precisamente con una joyita poligráfica del
Movimiento por la Paz y la Soberanía de los Pueblos, con apenas una superficie
de 10 por 27 centímetros. Un ejemplo viviente de la nanotecnología en el sector
de la prensa criolla.
Su
título--totalmente contrapuesto en extensión--“Estados Unidos: Intervencionismo en América Latina y su incidencia en
el desarrollo de nuestros Pueblos” fue dedicado al décimo Aniversario del
Triunfo de la Revolución Sandinista en Nicaragua--con fecha 19 de julio de
1979--y prologado por el Licenciado Orlando Fundora López, Presidente de dicha
institución en Cuba.
De
su autor Carlos Mora Hermann podemos decir que nació en Cuba el 19 de
septiembre de 1919 pero, además fue corresponsal de publicaciones mexicanas en
Nueva York, hasta que regresa a Cuba con el triunfo de la Revolución en 1959 —como
ven, hasta aquí hay abundancia de nueves—y se incorpora a la Agencia de
Noticias Prensa Latina, donde ocupó varios cargos de dirección, inaugurando en
1961 su corresponsalía en Moscú.
En
1983 pasa a la UPEC, donde se destaca al frente del Instituto Internacional de
Periodismo “José Martí”. Pero también se le editó “El comentario en TV”
y otros documentos para la Escuela de Periodismo de la Universidad de Oriente
junto a los colegas Lechuga y Guash.
La
narración se sitúa retrospectivamente en los Estados Unidos de 1809, cuando el
Presidente Jefferson declara la necesidad de apoderarse de Cuba por su
estratégica situación geográfica frente al Golfo de México y la Florida.
En
1859 otro presidente James Buchanan anunciaba el antecedente de la “fruta
madura” por gravitación natural, mientras años después el Secretario de Estado
Eliuth Root—al frente del Depto. de la Guerra (1899-1904) afirmaba que Estados
Unidos intervendría en Centro América cada vez que peligraran los intereses de
EE.UU. Y por dicho llamado a la paz de los sepulcros hemisférica
fue galardonado en 1912 con el Premio Nobel de la Paz.
Pero
si alguien o algo ha sido víctima del voraz apetito yanqui ha sido su vecino
más cercano—México--sobre todo a partir de 1798—hace unos 220 años—de ahí su
famoso anatema: “Tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos.”
En
realidad la cosa empezó con el mito texano de “El Álamo” y su héroe de
pacotilla David Crocket, según el colega Paco Ignacio Taibo II en su libro
homónimo.
¿Fue
en realidad una masacre inventada contra el general Santa Ana el 6 de marzo
de1836? Más que una batalla, aquello resultó ser un espectáculo bien montado
para atrapar incautos y apoderarse de todo el suroeste de los Estados Unidos.
En
solo diez años se ocuparon más de dos millones de kilómetros cuadrados, agregando
operaciones punitivas a corazón abierto en (1913), desembarco en Veracruz
(1914), Operación punitiva de Pershing (1916), y tres invasiones adicionales en
1918. No incluimos las intervenciones en Nicaragua (1947) y la de William
Walker (1857) que restablecieron también la esclavitud en Centroamérica. ¿Para
qué hablar de nuestra “mentada” Enmienda Platt?.
Pero
regresemos al comienzo de la historia: A partir de 1870, 1873, y 1876 surgieron
incidentes y antecedentes como el de destruir el buque pirata “Forward” en el
río Tacapan, y tropas fronterizas salen en persecución de cuatreros, o para
restablecer el orden temporalmente en el pueblo de Matamoros.
Las
invasiones yanquis continuaron en 1902, 1912, y 1926, a diestra y siniestra con
el éxito del Tratado Bryan Chamorro que autorizaba la ruta del nuevo Canal de Panamá.
Larga es también la epopeya de Sandino en tierras Centroamericanas hasta la
eliminación física del General de Hombres Libres y el trágico futuro del Plan
Cóndor (made in USA) materializado en Nicaragua con el monstruo nativo de
Anastasio Somoza.
Pero…Regresemos
al México de 1806: Con el incidente poco aclarado del Capitán Z. M. Pike, que invadió
el territorio azteca por orden del Gral. James Wilkinson, hecho prisionero en
la zona del actual Colorado y puesto en libertad sin aclarar las causas del encierro.
A partir de entonces, varios barcos de guerra operaban desde New Orleans contra
navíos franceses y españoles--¿del pirata Laffite?--en el delta del río
Mississippi, hasta que el gobierno de Louisiana llegara con sus tropas
hasta el río Perla en 1810. Sin
registrarse combates en territorio azteca.
En
1812, la Isla Amelia, bajo jurisdicción española en la Florida fue también víctima
de la ambición yanqui, cuando el presidente Madisson y el Congreso decretaron su
posesión temporal, pero la orden fue desautorizada debido a los brutales
métodos utilizados por el Gral. Mathews. Un año más tarde, el proyecto de 1810
fue cumplido por orden del Congreso: el Gral. Wilkinson y 600 soldados ocuparon
la bahía de Mobile (sin presentar combate el enemigo). Consolidada las
ocupaciones, entre 1814 y 1825 se llevaron a cabo varias acciones en la Florida
española y el Caribe, entre ellas la guerra de exterminio a los seminolas.
Entre
julio y diciembre de 1836, durante el levantamiento texano, y el combate de El
Álamo contra México incluido, el general Gaimes ocupó Nacogdoches (Texas) ante
la amenaza de una sublevación piel roja.
En
octubre de 1842 en Monterrey, California y San Diego, nuevos incidentes
ocurren, y dos años más tarde, el presidente Tyley despliega fuerzas en Texas
para protegerlo de México--pendiente del Tratado de Anexión--más tarde
rechazado. Es entonces que el expansionismo yanqui se lanza contra los pueblos
originarios--siuxs, apaches, cherokees y seminolas—último paso hacia la
frontera con su vecino del sur.
En
1846 el gobierno del Presidente Polk declara formalmente la guerra entre ambos
estados y se lanza a la invasión de México que dio lugar al suceso más cruel de
dicha guerra el 12 de septiembre de 1847 con el ataque contra el castillo de
Chapultepec donde un pequeño destacamento de cadetes se había atrincherado y
fueron masacrados inhumanamente. El último de ellos--abrazado a la bandera--se
lanza desde lo alto del edificio, para pasar a la historia como “Los niños Héroes de Chapultepec”.
A
partir de esta trágica masacre, las agresiones contra su vecino más cercano en
la frontera sur disminuyeron, y basado en la misma recopilación del colega
Carlos Mora hace 40 años, las últimas intervenciones armadas del Tío Sam tuvieron
lugar entre 1873 y 1876, cuando tropas de Estados Unidos cruzaron el río Bravo
en persecución de cuatreros o para intervenir en pueblos fronterizos, como la
del general Sedwick, quien al frente de
cien uniformados trata de rendir a Matamoros y tres días después se retiran con
el repudio del propio presidente.
AL
tratarse de un vecino tan poderoso--es natural que dicha rivalidad se
mantenga—aunque la sangre no llegue al río por muy Bravo que sea. El mejor
ejemplo es precisamente el actual paisaje que se observa desde sus márgenes,
con miles de emigrantes centroamericanos varados en su orilla por un muro
ideológico, pero concretado en la mente calenturienta de Mr. Trump, no sin
reservas del propio pueblo norteamericano e instituciones como la UNESCO, pero
que ya ha cobrado víctimas inocentes y colaterales.
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