Enero:
Comienza un nuevo año. Es temprano en la mañana. No hace frío, pero amanece con
el cielo encapotado. El PANORAMA no
pinta bien y PÁNFILO aún en PANTUFLAS pone el noticiero para enterarse
qué PANEDEMONIUM anuncia para hoy
Radio-Reloj: ¡Qué suerte… Ninguna PAMPRINGRADA!.
Duda
si ponerse el abrigo negro de PANA y
el viejo sombrero de pajilla tipo PANAMÁ
con los cuales asistió a los PANAMERICANOS
de Brasil en el 2007; pero vacila, porque le recordaba aquellos tiempos donde
eran mal vistas las jóvenes que cubrían su cabeza con PAMELAS de tejido mientras se destapaban las PANTORRILLAS y algo más al norte del Ecuador con minifaldas, cosa
que también él vacilaba.
Por
tanto se viste de PANTALÓN y saco,
coge la libreta de abastecimientos y sale rumbo a la PANADERÍA en busca del PAN
nuestro de cada día.
Por
el camino se tropieza con el PAMPLINERO
Chequera, detenido ante una PANCARTA
publicitaria. Seguidamente su yunta le comenta la reposición en PANTALLA del dibujo animado PETER-PAN en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. Pero al verlo con la
libreta en la mano el PANIAGUADO le
dice: --Si vas a la PANADERÍA de PANCHO. ¿Me podías comprar una de sus PANACEAS?
El
PANARRO de PÁNFILO como siempre—más bueno que el PAN—acepta la PAMPLINA del
encargo y al llegar, a la PANERA se
detiene de golpe pues un PANELITO, más
parecido a una PANOPLIA medieval que
a un carro de distribución del PAN y
sus derivados, sale del establecimiento y por huirle a un bache, se PANDEA a tal punto que por poco su
doble Luis Silva no hace el cuento.
Tras
el susto y de nuevo en su papel de octogenario, nuestro héroe--más pálido que
un PÁMPANO de nieve--entra a la
tienda. Al frente de la misma colgaba un cartel PANCROMÁTICO que más bien parecía un PANFLETO aumentado a golpe de PANTÓGRAFO;
mientras la vidriera mostraba las ofertas del día que disputaban su
protagonismo con una docena de moscas más golosas que indiscretas.
Aún
así se podían distinguir otros apetecibles manjares sonriendo sus bondades como:
PANES DE GLORIA, PANQUEQUES, PANECILLOS de variados tipos, PANETELAS
unas borrachas y otras abstemias endulzadas con rica miel. Y pensó: ¿De qué PANAL las habrán sacado? ¿Del PANTANO en que se convirtió la colmena
tras aquel PANDEMONIUM del mes
pasado? ¡PAMPLINAS! el PANORAMA que dejó el Frente Frío no era
ni siquiera parecido a las cumbres nevadas de la PAMPA argentina, pero sí el precio del MAZAPÁN, ahora también por las nubes…Perdón…por cuenta propia.
La
calderilla que tenía en el bolsillo no alcanzaba para los dos pedidos, así que
tarareó aquello que dice: “…Con dos que se quieran…dos…” y a continuación
recordó también aquel personaje del Zorro conocido por El sargento García y se
dijo: --¡Qué no cunda el PÁNICO!—
Pensaba:
El banquete que me voy a dar no es una PANTOMIMA,
pero tampoco tremenda PANZADA: ¡Eso
de seguro no me resultará un banquete PANTAGRUÉLICO!
Sin embargo, hoy mi salud no es la
misma ni las ofertas tampoco. ¿Quién se acuerda de aquellos tiempos de la famosa
“Esquina de Toyo”, La antigua chiquita” o el “Pan de París”: Existía
entonces tal variedad, que lo mismo te tropezabas con un pan de maní como otro de ajonjolí, de
mantequilla o de queso, y ajo; existían de flauta, redondos, de piquitos, retorcidos
de puro gusto, rellenos con los más exquisitos sabores y variadas formas: ¡Como
para desmayarte! Hoy el que se desmaya es un nuevo modelo de pan a tres pesos.
Lo
que no pensó PÁNFILO al regreso a su
casa, surgió en el camino con un inesperado terremoto estomacal y varias
réplicas en el PÁNCREAS. Tembló al
pensar en una ingesta a su edad, y las posibles consecuencias. Incluso imaginar
el PANEGÍRICO que le harían en el PANTEÓN camino al reparto Bocarriba
Le
vinieron a la mente la artritis, la artrosis, y otros achaques transitando por
el sendero de la tercera edad, camino a la cuarta pero pensó:… ¡Qué caray, si
yo tengo caja quinta…! Así que ¡PALANTE
Y PALANTE! y al compás de la PANDERETA comenzó a tararear aquello
de… PAN… para…PAN PAN PAN…
En
eso se tropieza con Ruperto, quien sorprendido por la alegría de su coetáneo,
piensa que se trata de un asunto de faldas y mentalmente regresa Marchatrás a
sus PAMPLINOSAS aventuras de hace treinta
años.
Pero
PÁNFILO le aclara que por aquella
época, más indigesto que el sexo era el CHORIPÁN
anunciado por Pumarejo en la TV y él se llenaba la PANZA con la mantecosa golosina sin mayores consecuencias. En tal
caso le recuerda que hoy en día debemos cuidarnos de otras PANDEMIAS más peligrosas como el VIH, el ébola y las indisciplinas
sociales de algunas PANDILLAS.
Pero
ahí no termina este episodio--por el contrario--nuestro héroe recordaba que
tiempos atrás también pululaba en La Habana un personaje conocido como el Cabo PANTERA—especie de felino uniformado—que
había ganado prestigio en la persecución de bandas formadas por vándalos y
gamberros marginales pero cuya fama le venía de más atrás, como atleta
profesional en la lucha PANCRACIO, aunque
más tarde se descubriera que ese deporte no era más que otra PANTOMIMA.
Despistado
como siempre, Ruperto se marchaba pensando que el yunta de Chequera también las
tenía pululas igual que él.
Mientras
que en realidad, a pesar del marcapasos, todavía a PÁNFILO le quedan buenas PANTORRILLAS
así que: ¡…Al PAN PAN y al vino
vino..! Que le quiten lo bailado; en fin, vamos a ver si Chequera, acostumbrado a vivir de PANZA, en esta ocasión no pueda VIVIR
DEL CUENTO.
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