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7 oct 2016

PALANTE Y PALANTE: 1


Apenas una semana nos separa del 55º. Aniversario de nuestro querido PALANTE: Surgió junto a otras publicaciones, --¿Pionero, Mujeres, Muchachas, y LPV?---pocos meses después de aquellas decisivas palabras de Fidel a los intelectuales en la Biblioteca Nacional y de la fundación de la UNEAC.
Nuestra publicación se hizo eco de aquel combativo y pegajoso estribillo “…Somos socialistas Palante y Palante…” con una original propuesta de dos revistas en una, y por tanto se leía hasta la mitad. Al llegar ahí, se volteaba para comenzar la lectura de las 8 páginas siguientes a partir de la otra portada. 
Sin dejar de ser original, el proyecto resultó incómodo para la artrosis cervical de muchos lectores y duró menos que un catarro, hasta que se retornó al método de lectura acostumbrada.
Recuerdo que las dos portadas de la primera edición bajo la batuta del humorista venezolano Gabriel Bracho Montiel, correspondieron a Adigio Benítez y Luís Wilson, sobre todo la de este último, dando a conocer aquella joven mulata--bancaria y revolucionaria--frente a la encopetada vieja burguesa que acudía a retirar gruñonamente su cuenta de la institución que por lo general no permitía ese tipo de empleados en su excluyente plantilla. Escena comentada por el propio Comandante en Jefe, en una intervención a propósito de la nueva revista de humor.

Dicho personaje femenino creado por Wilson, en sus primeras ediciones fue presentado indistintamente, a veces con el título de “Felinas” y otras como “Criollitas” con diversa intención humorística, hasta que encuestado el propio pueblo hizo que triunfaran las últimas como representación de la mujer cubana, joven, bella y rebelde.
Algo parecido ocurrió conmigo: Mis primeros personajes en el semanario no fueron dibujos sino textos. Surgieron con el enfrentamiento verbal entre dos féminas: “Clarita y Confusia”, que incluso fueron llevadas más tarde a un breve espacio televisivo que formó parte del programa PALANTE EN TELEVISIÓN.
Aquel primer equipo formado por el DOR se propuso aunar a todos los humoristas revolucionarios, tras el éxodo de escritores y artistas comprometidos con el pasado burgués de prebendas y sinecuras; dando por resultado que muchos dibujantes proveníamos de la publicidad, el clandestinaje o actividades no comprometidas con la dictadura: con una plantilla mínima de seis humoristas y el resto bajo el conocido estatus de colaboradores por cuenta propia, emplantillados en otros medios, pero todos palanteros de corazón.
Por tanto, la publicación acogió con los brazos abiertos a quienes mantuvieran la unidad como principio revolucionario empezando por algunos ya conocidos como el propio Wilson, Adigio, Pitín, Felo, Valdés Díaz, Arístide, Ñico, Alben, Pecruz, Blanco—es decir, menda--y del grupo proveniente del PITIRRE (Fresquito Fresquet, Nuez, Chago, Posada, Val y Fornés); pero nuevos caricaturistas se dieron a conocer entonces como Tejedor, Ardión, Miguel y Rosita, Dagoberto y J. Delgado, Harry Reade, Tulio Raggi y Carruana entre otros que se nos escurren entre las circunvalaciones del cerebro.
Sin embargo no ocurrió lo mismo con los escritores-humoristas, pues hasta el propio Bracho Montiel a veces utilizaba seudónimos como (Gabito Chotiel), Jesús Orta Ruiz que atendía el “Dimelo Cantando” rubricando la firma del Vate indiano (Indio Naborí), o Carballido Rey en su “Sainete Semanal” bajo la túnica griega de (Esquilo Pérez) y de forma excepcional “La Paginita Antigua” de Cardi utilizando el apodo de (El viejo Aristóteles).
Otros escritores que también se valieron de sobrenombres fueron Víctor Casaus (Catón), María Elena Llana (Mariel), Héctor Núñez Rodríguez (Hacheene), Juan Manuel Betancourt (Betán), y Leopoldo Rivero (Martín Proletario), entre otros muchos que se nos escapan de la memoria como (Mongo Pe), (Casimiro Pestaña), (Ají Picante), (Urbano Cuchufleta), y (Membrillo).
Una excepción resultaron los casos de Juan Ángel Cardi, Évora Tamayo, Luis Mitjans, o Alberto Yáñez, entre otros narradores que no necesitaron máscara alguna para hacernos reír.
Tal vez estos ejemplos den una idea del momento histórico en que surgió la publicación dentro de la lucha ideológica de una revolución verdadera.
Como hemos visto nuestra primera etapa de PALANTE Y PALANTE correspondió a una era zoológica tipo camaleón, pues en el camino perdimos la cola quedándonos en PALANTE a secas, con lo que aligeramos el paso y avanzamos más.
Aquella emigración del PALANTE semanal tuvo varios asentamientos humanos: Comenzamos utilizando el local de la redacción durante un par de semanas en un garajito frente la imprenta OMEGA del parque Tulipán, y de ahí tomamos un curso nómada desde el Cerro hasta el Edificio Bacardí de la calle Monserrate; a continuación seguimos a pie hacia la Catedral por Empedrado para ubicarnos en la antigua sede del semanario humorístico ZIG-ZAG en Teniente Rey.
Poco después pudimos disfrutar de una gloriosa dinastía asiática al crease la empresa de EDICIONES EN COLORES-PALANTE- en la calle Salud del Barrio Chino, al frente de la cual el poeta Joaquín G. Santana se lució llenando de colorido y alboroto infantil los estanquillos de prensa con ofertas de revistas de historietas verdaderamente autóctonas como AVENTURAS, DIN DON, MUÑEQUITOS, y FANTÁSTICOS para los más pequeños, y bolsilibros para los adultos.
Dicen que la alegría dura poco en casa del pobre: Un incendio acabó con estas ilusiones y comienza un nuevo peregrinar esta vez hacia el Vedado. Por suerte nos tocó en 23 y J, al lado de Coppellia, asumiendo la dirección de PALANTE el políglota Guillermo Santiesteban, y en esa etapa nacen mis dos hijos putativos—el gordo y el flaco de “¡Ay,Vecino!” el 27 de junio de 1967.
Seguidamente asentamos en el libro de bitácora el fugaz paso de Ricardo González, al frente de la publicación que terminó tras su regreso de la Feria Exposición de Montreal, cuando ocupó la dirección de PALANTE, el inquieto René de la Nuez, quien no solo declaró la guerra a su rival humorístico “El Sable”--el cual quiso infructuosamente tomar por la fuerza los 54 sabores de la heladería--por el contrario, como botín de guerra inauguramos la galería de humorismo gráfico PALANTE a la entrada misma de nuestro edificio.
Otra hazaña que recuerdo del “Loquito” fue responsabilizarme con la publicación de las cuatro historietas didácticas orientadas por el propio Fidel: “Matilda y sus amigos”, “Trucutuerca y tres cabitos”, “Los siete samurais del 70”  y “Pol Brix contra el Ladrón Invisible”. El éxito editorial fue apoteósico, pero el resultado de la Zafra de los Diez Millones, resultó catastrófico. Tal vez esa haya sido la única razón por la cual fuera nombrado para sustituirlo en 1970.
Pocos años después, al crearse la AIN, tuvimos que cederle el espacio a tan necesaria institución y de nuevo a cargar con los matules para una nueva morada. Esta vez nos tocó dirigirnos a pie hasta la calle 21 frente al callejón de Crechería, pero aún así PALANTE ha seguido al ritmo bullanguero de sus orígenes, y para comprobarlo el viajero solo tiene que entrar a su vestíbulo para tropezarse con el colorido de un histórico mural que lleva la firma y la gracia de sus artistas fundadores.
Pero ahí no termina este cuento de camino; por lo pronto a lo que a mí respecta:
Desconozco la razón por la cual me mantuvieron-- con éxitos y desaciertos--al frente de PALANTE durante quince años, pero lo que no pude resistir fue subordinarnos administrativamente a una publicación como BOHEMIA, que por entonces derrochaba los ahorros de su contraparte, incluyendo insumos y reducción de plantilla.
Es por ello que, me despedí no con poca amargura de ese “matrimonio gris” con la revista más longeva de Cuba, cuando la UPEC creó la Editorial Pablo de la Torriente, y acepté a participar en dicho proyecto, donde pasé el quinquenio más colorido y feliz de mi vida, no solo como editor y promotor del género de la historieta en nuestro país, sino como rejuvenecido facilitador en aquel taller de aficionados al género, que con posterioridad formó el núcleo juvenil en la reanimación de los Estudios de Animación del ICAIC, bajo la batuta de maestros de la talla de Jorge Oliver, Ernesto y Juan Padrón.
En medio de aquella euforia creadora y los ambiciosos planes de la Editora Pablo de la Torriente, que incluían ya álbumes de postalitas en colores y Brigadas de Recuperadores del Futuro entre los niños y jóvenes, vino el cataclismo del mentado Periodo Especial con su Doble Bloqueo incluido, que motivó mi definitivo retiro laboral con sesenta años de edad y cuarenta de ejercicio en el sector.
El hecho de crear entonces el proyecto CARITUR entre varios artistas gráficos para realizar caricaturas in situ en diversos hoteles de la capital, fue un paliativo a mi decepción, además de un rotundo éxito y un adelanto al trabajo por cuenta propia surgido mucho después. A tal punto que por motivos de la edad, en el 2008 durante la celebración del 50º. Aniversario del Hotel Habana Libre y con la presencia del Ministro de Turismo, Cro. Francisco Marrero, recibí un diploma como Huésped Distinguido del mismo. Fue en ese momento que hice dejación de seguir brindándoles dicho servicio, más por los riesgosos horarios nocturnos, que por los 78 años de edad recién cumplidos.
Desde entonces me ligué a este blog personal, bajo el balcón protector de mis hijos putativos: El gordo y el flaco, donde pienso dejar mis huellas imperecederas como peregrino de a pie, en vez de chocar con una auto-biografía rápida y furiosa.

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