Apenas
una semana nos separa del 55º. Aniversario
de nuestro querido PALANTE: Surgió junto a otras publicaciones, --¿Pionero,
Mujeres, Muchachas, y LPV?---pocos meses después de aquellas decisivas palabras
de Fidel a los intelectuales en la Biblioteca Nacional y de la fundación de la UNEAC.
Nuestra
publicación se hizo eco de aquel combativo y pegajoso estribillo “…Somos
socialistas Palante y Palante…” con una original propuesta de dos
revistas en una, y por tanto se leía hasta la mitad. Al llegar ahí, se volteaba
para comenzar la lectura de las 8 páginas siguientes a partir de la otra
portada.
Sin dejar de ser original, el proyecto resultó incómodo para la artrosis
cervical de muchos lectores y duró menos que un catarro, hasta que se retornó
al método de lectura acostumbrada.
Recuerdo
que las dos portadas de la primera edición bajo la batuta del humorista
venezolano Gabriel Bracho Montiel, correspondieron a Adigio Benítez y Luís
Wilson, sobre todo la de este último, dando a conocer aquella joven mulata--bancaria
y revolucionaria--frente a la encopetada vieja burguesa que acudía a retirar gruñonamente
su cuenta de la institución que por lo general no permitía ese tipo de
empleados en su excluyente plantilla. Escena comentada por el propio Comandante
en Jefe, en una intervención a propósito de la nueva revista de humor.
Dicho
personaje femenino creado por Wilson, en sus primeras ediciones fue presentado indistintamente,
a veces con el título de “Felinas” y otras como “Criollitas”
con diversa intención humorística, hasta que encuestado el propio pueblo hizo
que triunfaran las últimas como representación de la mujer cubana, joven, bella
y rebelde.
Algo
parecido ocurrió conmigo: Mis primeros personajes en el semanario no fueron
dibujos sino textos. Surgieron con el enfrentamiento verbal entre dos féminas: “Clarita
y Confusia”, que incluso fueron llevadas más tarde a un breve espacio
televisivo que formó parte del programa PALANTE EN TELEVISIÓN.
Aquel
primer equipo formado por el DOR se propuso aunar a todos los humoristas
revolucionarios, tras el éxodo de escritores y artistas comprometidos con el
pasado burgués de prebendas y sinecuras; dando por resultado que muchos
dibujantes proveníamos de la publicidad, el clandestinaje o actividades no
comprometidas con la dictadura: con una plantilla mínima de seis humoristas y el
resto bajo el conocido estatus de colaboradores por cuenta propia, emplantillados en otros medios, pero
todos palanteros de corazón.
Por
tanto, la publicación acogió con los brazos abiertos a quienes mantuvieran la
unidad como principio revolucionario empezando por algunos ya conocidos como el
propio Wilson, Adigio, Pitín, Felo, Valdés Díaz, Arístide, Ñico, Alben, Pecruz,
Blanco—es decir, menda--y del grupo proveniente del PITIRRE (Fresquito
Fresquet, Nuez, Chago, Posada, Val y Fornés); pero nuevos caricaturistas se
dieron a conocer entonces como Tejedor, Ardión, Miguel y Rosita, Dagoberto y J.
Delgado, Harry Reade, Tulio Raggi y Carruana entre otros que se nos escurren
entre las circunvalaciones del cerebro.
Sin
embargo no ocurrió lo mismo con los escritores-humoristas, pues hasta el propio
Bracho Montiel a veces utilizaba seudónimos como (Gabito Chotiel), Jesús Orta
Ruiz que atendía el “Dimelo Cantando” rubricando la firma del Vate indiano (Indio
Naborí), o Carballido Rey en su “Sainete Semanal” bajo la túnica
griega de (Esquilo Pérez) y de forma excepcional “La Paginita Antigua” de Cardi
utilizando el apodo de (El viejo Aristóteles).
Otros
escritores que también se valieron de sobrenombres fueron Víctor Casaus
(Catón), María Elena Llana (Mariel), Héctor Núñez Rodríguez (Hacheene),
Juan Manuel Betancourt (Betán), y Leopoldo Rivero (Martín Proletario), entre otros
muchos que se nos escapan de la memoria como (Mongo Pe), (Casimiro Pestaña), (Ají
Picante), (Urbano Cuchufleta), y (Membrillo).
Una
excepción resultaron los casos de Juan Ángel Cardi, Évora Tamayo, Luis Mitjans,
o Alberto Yáñez, entre otros narradores que no necesitaron máscara alguna para
hacernos reír.
Tal
vez estos ejemplos den una idea del momento histórico en que surgió la
publicación dentro de la lucha ideológica de una revolución verdadera.
Como
hemos visto nuestra primera etapa de PALANTE Y PALANTE correspondió a una era
zoológica tipo camaleón, pues en el camino perdimos la cola quedándonos en
PALANTE a secas, con lo que aligeramos el paso y avanzamos más.
Aquella
emigración del PALANTE semanal tuvo varios asentamientos humanos: Comenzamos utilizando
el local de la redacción durante un par de semanas en un garajito frente la
imprenta OMEGA del parque Tulipán, y de ahí tomamos un curso nómada desde el
Cerro hasta el Edificio Bacardí de la calle Monserrate; a continuación seguimos
a pie hacia la Catedral por Empedrado para ubicarnos en la antigua sede del semanario
humorístico ZIG-ZAG en Teniente Rey.
Poco
después pudimos disfrutar de una gloriosa dinastía asiática al crease la
empresa de EDICIONES EN COLORES-PALANTE- en la calle Salud del Barrio Chino, al
frente de la cual el poeta Joaquín G. Santana se lució llenando de colorido y
alboroto infantil los estanquillos de prensa con ofertas de revistas de historietas
verdaderamente autóctonas como AVENTURAS, DIN DON, MUÑEQUITOS, y FANTÁSTICOS
para los más pequeños, y bolsilibros para los adultos.
Dicen
que la alegría dura poco en casa del pobre: Un incendio acabó con estas ilusiones
y comienza un nuevo peregrinar esta vez hacia el Vedado. Por suerte nos tocó en
23 y J, al lado de Coppellia, asumiendo la dirección de PALANTE el políglota
Guillermo Santiesteban, y en esa etapa nacen mis dos hijos putativos—el gordo y
el flaco de “¡Ay,Vecino!” el 27 de junio de 1967.
Seguidamente
asentamos en el libro de bitácora el fugaz paso de Ricardo González, al frente
de la publicación que terminó tras su regreso de la Feria Exposición de Montreal,
cuando ocupó la dirección de PALANTE, el inquieto René de la Nuez, quien no
solo declaró la guerra a su rival humorístico “El Sable”--el cual quiso
infructuosamente tomar por la fuerza los 54 sabores de la heladería--por el
contrario, como botín de guerra inauguramos la galería de humorismo gráfico
PALANTE a la entrada misma de nuestro edificio.
Otra
hazaña que recuerdo del “Loquito” fue responsabilizarme con la publicación de
las cuatro historietas didácticas orientadas por el propio Fidel: “Matilda
y sus amigos”, “Trucutuerca y tres cabitos”, “Los siete samurais del 70” y “Pol Brix contra el Ladrón Invisible”.
El éxito editorial fue apoteósico, pero el resultado de la Zafra de los Diez
Millones, resultó catastrófico. Tal vez esa haya sido la única razón por la
cual fuera nombrado para sustituirlo en 1970.
Pocos
años después, al crearse la AIN, tuvimos que cederle el espacio a tan necesaria
institución y de nuevo a cargar con los matules para una nueva morada. Esta vez
nos tocó dirigirnos a pie hasta la calle 21 frente al callejón de Crechería,
pero aún así PALANTE ha seguido al ritmo bullanguero de sus orígenes, y para
comprobarlo el viajero solo tiene que entrar a su vestíbulo para tropezarse con
el colorido de un histórico mural que lleva la firma y la gracia de sus
artistas fundadores.
Pero
ahí no termina este cuento de camino; por lo pronto a lo que a mí respecta:
Desconozco
la razón por la cual me mantuvieron-- con éxitos y desaciertos--al frente de
PALANTE durante quince años, pero lo que no pude resistir fue subordinarnos
administrativamente a una publicación como BOHEMIA, que por entonces derrochaba
los ahorros de su contraparte, incluyendo insumos y reducción de plantilla.
Es
por ello que, me despedí no con poca amargura de ese “matrimonio gris” con la
revista más longeva de Cuba, cuando la UPEC creó la Editorial Pablo de la
Torriente, y acepté a participar en dicho proyecto, donde pasé el quinquenio
más colorido y feliz de mi vida, no solo como editor y promotor del género de
la historieta en nuestro país, sino como rejuvenecido facilitador en aquel
taller de aficionados al género, que con posterioridad formó el núcleo juvenil en
la reanimación de los Estudios de Animación del ICAIC, bajo la
batuta de maestros de la talla de Jorge Oliver, Ernesto y Juan Padrón.
En
medio de aquella euforia creadora y los ambiciosos planes de la Editora Pablo
de la Torriente, que incluían ya álbumes de postalitas en colores y Brigadas de
Recuperadores del Futuro entre los niños y jóvenes, vino el cataclismo del
mentado Periodo Especial con su Doble Bloqueo incluido, que motivó mi
definitivo retiro laboral con sesenta años de edad y cuarenta de ejercicio en
el sector.
El
hecho de crear entonces el proyecto CARITUR entre varios artistas gráficos para
realizar caricaturas in situ en diversos hoteles de la capital, fue un paliativo
a mi decepción, además de un rotundo éxito y un adelanto al trabajo por cuenta
propia surgido mucho después. A tal punto que por motivos de la edad, en el
2008 durante la celebración del 50º. Aniversario del Hotel Habana Libre y con
la presencia del Ministro de Turismo, Cro. Francisco Marrero, recibí un diploma
como Huésped Distinguido del mismo. Fue en ese momento que hice dejación de
seguir brindándoles dicho servicio, más por los riesgosos horarios nocturnos,
que por los 78 años de edad recién cumplidos.
Desde
entonces me ligué a este blog personal, bajo el balcón protector de mis hijos
putativos: El gordo y el flaco, donde pienso dejar mis huellas imperecederas como
peregrino de a pie, en vez de chocar con una auto-biografía rápida y furiosa.
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