Con esta frase
martiana quisiera recordar a alguien que en nuestro periodismo sentó cátedra,
pero también en lo diplomático, como nuestro Apóstol. El pasado 28 de febrero
de 2018, convocados por la Asociación Cubana de las Naciones Unidas ACNU,
asistí junto con mis hijos a la conmemoración por el centenario del inolvidable
compañero Carlos Lechuga Hevia.
Allí nos reunimos un
grupo de sus colegas, diplomáticos, familiares y amigos más cercanos al
coloquio presidido por los compañeros Raúl Roa Kourí, Fabián Escalante y
Martínez Pírez. Nadie tan autorizado como el hijo del Canciller de la Dignidad
Raúl Roa—también hombre de letras y plenipotenciario--para iniciar el coloquio,
no solo por compartir misiones diplomáticas con y bajo el influjo de Lechuga en
la UNESCO, Francia y la Santa Sede, sino
como parte de su propia familia al casarse con su nieta Lili.
Se recordaron hechos trascendentales de su vida, que según sus
propias palabras están reflejadas en los libros-testimoniales: “En
el ojo de la tormenta” sobre la Crisis del Caribe en 1962 y el Premio
de la Crítica de 1992 titulado “Itinerario de una farsa” donde el
periodista y diplomático cubano desnuda por completo a la OEA hasta que las
maniobras de dicho organismo regional lograran la total exclusión de Cuba en la
ya desprestigiada organización.
En esta ocasión
tuvimos el privilegio de adquirir un nuevo título de Ediciones La Memoria
del Centro Pablo de la Torriente Brau, 2017, dedicado al inolvidable compañero
titulado “Barcos de papel” sentida recopilación de su hija Lilian, quien
heredó las virtudes periodísticas de su padre tanto en JUVENTUD REBELDE como en
BOHEMIA y ahora en CUBADEBATE digital.
Recuerdo que a
comienzo de mi vida laboral como linotipista del periódico EL MUNDO, allá por
los años 50 del pasado siglo, ya Carlos Lechuga era una inspiración para muchos
de los que soñábamos algún día con ser periodistas.
Sus atinadas
críticas que titulaba “Claridades”
en dicho diario y en la sección ”En
Cuba” de la revista BOHEMIA, se complementaba con otras actividades de
carácter político, incluso antes del Golpe de Estado, del 10 de marzo de 1952,
hecho que provocó de inmediato su participación en la naciente organización
revolucionaria conocida como la Triple
A. Así como su efectiva participación en el propio diario EL MUNDO-- en la
huelga de abril de 1958. Para mayor información les invito a leer el trabajo
relacionado con el colega Lechuga publicado en este mismo blog bajo “el título
de…“LOS DIEZ DIAS QUE CONMOVIERON A EL MUNDO”
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