El mejor ejemplo de que el mundo está patas arriba es el del cerro Potosí en Bolivia. Esto ocurrió a partir de su descubrimiento en 1545 por un pastor quechua, hasta que debido a su explotación despiadada primero del coloniaje español y después por el capitalismo salvaje, ocho millones de indígenas, han dejado el esqueleto en sus minas, y el Cerro Rico corre la misma suerte al anunciarse el próximo colapso de sus paredes debido a la sobreexplotación durante más de cinco siglos. La frase…”Vale un Potosí” que nos llega desde la época del Quijote, o la imagen que nos pintó Eduardo Galeano en su obra “Las Venas abiertas de América Latina” donde nos recuerda que Potosí tomó el nombre de Villa Imperial en tiempos del virreinato, pues llegó a estar entre las más ricas del mundo y con mayor número de habitantes que ciudades europeas de entonces como Roma, París, o Madrid, cuando ni siquiera New York existiera.
En aquellos tiempos del Imperio español, hasta las herraduras de sus caballos eran de plata. Hoy es una de las regiones más pobres de América y el Cerro de Potosí ha sido declarado zona de desastre.
¿No es este un mundo patas arriba?Han pasado 40 años de aquel debut de Eduardo Galeano cuando obtuvo la Mención Ensayo del Premio Casa de las Américas 1971 con “Las Venas Abiertas de América Latina”.
Veamos estas reflexiones: “…Los despojados, los humillados, los malditos, tienen ellos sí, en sus manos la tarea. La causa nacional latinoamericana es, ante todo, una causa social; para que América Latina pueda nacer de nuevo, habrá que empezar por derribar a sus dueños, país por país. Se abren tiempos de rebelión y de cambio. Hay quienes creen que el destino descansa en las rodillas de los dioses, pero la verdad es que trabaja, como un desafío candente, sobre la conciencia de los hombres…”
Así concluye el último párrafo de dicha obra. Su autor, regresó a Cuba recientemente como jurado del mismo certamen. A lo largo de todo ese tiempo el escritor uruguayo nos ha regalado obras tan profundas como aquella primitiva intervención quirúrgica en el cuerpo enfermo de nuestras tierras latinoamericanas. Galeano continuó trabajando sin desmayo en sus crónicas, ensayos político-sociales, poemas, y otros géneros literarios con su compromiso político y su personal maestría. Treinta y cuatro años más tarde de aquel Premio Casa, apareció una nueva sorpresa suya que tituló “Patas Arriba. La escuela del mundo al revés”. Su delicadeza nos permitió degustar una entrevista que el colega Pedro de la Hoz le hiciera para el diario GRANMA el pasado lunes 16 de enero en medio de la abrumadora lectura de tantos textos concursantes en el evento. Hemos seleccionado algunos fragmentos de sus respuestas al interrogatorio, que esperamos sean del agrado de nuestros vecinos lectores, precisamente como un ejemplo de este mundo patas arriba que nos ha tocado vivir. Él mismo se describe como recuperador de palabras o juntador de historias. “…Yo escucho las memorias de otros y las devuelvo en la escritura (…) No me considero un escritor objetivo. Eso proviene de un mundo en que todo está parcelado, la emoción y la intelección, el alma y el cuerpo, la razón y la imaginación. (…) parece que será muy difícil armar pedazos y comprender de una vez por todas que en un mundo caben otros muchos mundos…”
Y yo me pregunto: ¿No es el actual un mundo patas arriba?
Más adelante expresa: “…Al repasar el episodio de Chávez con Obama y “Las venas abiertas…” recuerdo que muchos vieron en la ascensión de éste a la Casa Blanca como un hecho positivo en uno de los países donde con más saña se ha ejercido el racismo y la discriminación, un negro en la silla presidencial. Sin embargo, ya desde la campaña electoral se apreciaba que su discurso era al fin y al cabo, la continuación del discurso de los presidentes imperiales. Y luego, mire usted, le dan el Nobel de la Paz, y lo agradece con un discurso sobre la guerra…” Y yo me pregunto de nuevo: ¿No es este premio el resultado de un mundo patas arriba?
A continuación el entrevistado anuncia un nuevo libro en preparación “Los hijos de los días” donde resume lo siguiente: “…Es un calendario. A cada día le corresponde una historia. Cada una de ellas la escribí no menos de 30 veces (…) La idea nació de mi encuentro con la cultura maya en Guatemala (…) No sé cómo sobreviví a la Guatemala de la época, donde campeaban los escuadrones de la muerte con tal impunidad que marcaban cruces en las puertas de los que iban a matar al día siguiente. Para los mayas el tiempo funda el espacio. Se adelantaron a Einstein…”
Como vemos, la forma despiadada conque el neoliberalismo engendró gorilas en nuestro continente chocó con la ancestral cultura precolombina, y eso da pie para repetirnos la pregunta: ¿No es esto un mundo patas arriba? Inspirado en tan original premisa, realicé una historieta homónima en forma paródica para la revista LA CALLE de los CDR cubanos, la cual se publicó en el Núm. 46 de ese propio año 2005. Se trata de una pincelada costumbrista en versión libre con la que pretendía reflejar la inhumana conducta de algunos cubanos que se dedicaban --¿aún lo hacen?--al entrenamiento lucrativo de perros para enfrentarlos en peleas de vida o muerte. Si logré o no mis propósitos satíricos, con la explotación del animal por el hombre y su pesadilla final, solo ustedes mis destinatarios pueden confirmarlo. A continuación, rogando porque la reducción les permita visualizar debidamente el mensaje, les ofrezco una copia de dichas tiras cómicas cubanas, que sirvan de ilustración a varias opiniones del propio Galeano sobre su obra ”Patas Arriba”. Las actuales películas y videos de violencia, crimen y terror nos llevan a pensar que por el contrario, la industria del entretenimiento --Made in USA a la cabeza--, nos invita y convierte cada día más en bestias, mientras acariciamos a nuestras mascotas. “…El mundo al revés es muy injusto, premia la falta de escrúpulos, castiga la honestidad, desalienta la creación, y estimula el consumo. Otra clave del mundo del revés en la sociedad de consumo, con toda su mitología (…) Si se les repite a los muchachos que no son nadie, que sin coche propio y zapatos de marca no merecen existir; bueno, esa orden de consumo se traduce en una invitación al delito. La dictadura del consumo es un tipo de injusticia que se suma a la injusticia más obvia, la que determina que los pobres se multipliquen al mismo tiempo que la riqueza se concentra en pocas manos…”
Estos criterios tienen algo en común con los actuales movimientos sociales que vienen manifestándose en los países más desarrollados del mundo ahora en crisis; mientras nuestra sufrida América Latina apuesta por la inclusión social, el desarrollo sostenible, y la paz. Reitero la pregunta: ¿No es este un mundo patas arriba?
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