Esta semblanza va dedicada a un
nonagenario profesor de inglés—tan añejo como el ron cubano—quien nos enseñara
con su ejemplo aquello de: --Más importante que tener o no tener es ser o no
ser.
Los invito a viajar en el tiempo
y visitar el hogar de la familia Carbonell-Pullés, de fiesta aquel 26 de julio
de 1927, con el arribo al mundo del bebito Luis Mariano.
En aquellos tiempos la radio
estaba en pañales y los escasos radiorreceptores con los precios por las nubes. Las novelas de
amor y de aventuras sólo nos llegaban a través de folletines por entrega. De
ahí que cada hogar de medianos recursos y extensa prole sólo podían alegrar sus
noches con juegos de manos, recitales, o la melodía de algún instrumento
musical.
Sus padres querían que el
pequeño Luisito fuera concertista y le compraron un violín. A los trece años se
convenció que aquello era imposible:--Meñique que nace torcido jamás su dedo
endereza--se dijo él.
Bendito defecto diría yo, pues
su mirada se dirigió entonces al piano de la sala donde se ejercitaban sus
cinco hermanas. El instrumento con su carcajada de marfil, lo invitaba
permanentemente a un encuentro lúdico y se sabe que lo que se aprende jugando,
nunca se olvida.
En ese piano el adolescente
mulatico solfeando una y otra vez descubrió el misterio de la clave de fa. El
magisterio triunfaría sobre su vocación interpretativa.
La sociedad machista de entonces
no veía con buenos ojos a la mujer dedicada de lleno a las tablas. De ahí que
la pedagogía fuera la ocupación preferida por la familia para todos sus hijos, tanto
hembras como varones.
A los 22 años el joven Carbonell
ya ejercía oficialmente en el aula como profesor de inglés y pianista por la
libre en la CMKC
de la capital oriental, cuando las siglas eran solo radiales.
En dicha emisora actuó como acompañante
en el teclado, pero pronto se le ofreció otra tarea. Había demasiados cantantes
y se necesitaba la pausa que refresca entre canción y canción.
Aceptó el reto: Del piano saltó
a la declamación y de la poesía al éxito radial; aunque nunca abandonó aquel
magisterio que llevaba en la sangre y se transmitía al teclado; con él corregía
defectos y descubría diamantes en bruto al primer acorde de novato en la
emisora. Como aquel joven cantante fuera de serie llamado Pascasio—igual que
yo—pero que respondía al seudónimo de Pacho Alonso.
Carbonell fue el que descubrió
en Santiago de Cuba a Pacho y Esther Borja quien lo sacó a él del anonimato en
1964 presentándole a Ernesto Lecuona durante la exitosa gira del mulatico
sandunguero por los Estados Unidos.
A su regreso, un par de años
después, ya Pacho era un consagrado al frente de sus Bocucos, pero él, habiendo
triunfado en el exterior era prácticamente desconocido en Cuba. Como le pasó a
muchos, incluida aquella estrella fugaz--Polo Montañez--que brilló en el
firmamento.
Nuevamente Esther Borja se atravesó
en su destino al invitarlo a un homenaje que se le brindaba a René Cabel (El
tenor de las Antillas) en el Auditorium.
El “debutante” Luis Mariano
Carbonell saltaba a la fama el mismo día que nació “El Acuarelista de la Poesía Antillana”.
Pero dejemos que él mismo lo cuente en la entrevista que le hiciera la colega
Josefa Bracero para su libro “Rostros
que se escuchan” de la
Colección “Voces” en el 2002 para la Editorial Letras Cubanas.
La presencia física en dicha
actividad de la pareja formada por los cómicos argentinos Dick y Biondi. fue
decisiva. Tras su actuación, una animada charla surgió entre el humorista Pepe
Biondi y Luis Carbonell. He aquí la conversación tomada textualmente del libro:
“Usted no recita --Entonces, ¿Qué hago?’,
pensé-- Le voy a explicar, en primer lugar, usted mueve sus manos, como si
dibujara lo que está diciendo. Todo lo grafica, crea el ambiente. No diga nunca
que usted recita, porque es más que eso, usted es un actor. Usted actúa lo que
está diciendo, todo lo pinta, es como un pincel con su acuarela…”
A partir de aquella charla en el
actual Amadeo Roldán, y la atinada observación del comediante argentino, se le
abrieron las puertas de la fama en nuestro país a aquel pintor del verso mestizo
de Nuestra América.
Mucho se ha escrito y mucho más
falta por documentar sobre su vida; de su voluntad férrea ante las
adversidades, su amor por el prójimo, su infinita entrega al estudio y la
superación propia y ajena, su miedos, enseñanzas y también sus incontables éxitos.
Con motivo de su 90º.
Aniversario el periodista José Luis Estrada Betancourt le realizó una bien
documentada entrevista para JUVENTUD REBELDE el pasado 25 de agosto. Se la
recomiendo a mis asiduos vecinos del blog.
Me imagino que durante su
extensa y fructífera vida haya servido de ejemplo a decenas, tal vez cientos de
artistas cubanos y extranjeros. Por tanto solo quiero agregar que le estoy
infinitamente agradecido al maestro Carbonell por la deferencia de escoger la
caricatura personal que yo le hiciera en el año 1993 para ilustrar la portada
de la multimedia titulada ”La mulata, ñáñigo al cielo y otros poemas” cuya
copia acompaña este trabajo.
Como curiosidad agregamos que “Esa
negra Fuló”, una de sus más populares interpretaciones, incluida en
dicha selección, fue originalmente escrita en portugués: Su autor, Jorge de
Luis, legislador, médico, profesor de enseñanza superior, y poeta, fallecido un
15 de noviembre hace 60 años, Había nacido en Unión dos Palmares, Alegoas,
Brasil, y dicho poema fue traducido al español por el cubano Emilio Ballagas.
La grabación de sus
declamaciones con fondo musical, incluye 24 poemas, una síntesis biográfica del
artista, opiniones, fotos, e ilustraciones humorísticas de varios poemas, realizadas
por Wilson y el que esto les cuenta.
Lamentablemente el pasado 26 de
julio por razones ajenas a nuestra voluntad no pudimos hacerlo. Reciba ahora mi
fraternal abrazo en su 90 cumpleaños el irrepetible Acuarelista de la Poesía Antillana.
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