Una lamentable noticia me despertó esta
mañana, vísperas del monumental desfile por el Primero de Mayo efectuado ayer
en la Plaza de la Revolución y en otros
espacios abiertos del territorio nacional: Era el fallecimiento de Juan Formell,
quien ostentaba la Orden
Félix Varela y el Premio Nacional de Música, fundador y
director de la orquesta “Los Van Van”—el tren de la música cubana-- e ídolo
indiscutible de los bailadores cubanos por más de cuarenta años. Aunque la
orquesta surgió en 1969, desde los quince años ya el joven artista venía
actuando en agrupaciones musicales y superándose hasta convertirse en un
excelente bajista, arreglista, compositor, cantante, director y productor
discográfico hasta el día de hoy en que lo sorprendió la muerte para
consternación de todo el mundo.
Mucho se ha escrito en estas breves horas
de su deceso; mucho más habrá que decir en lo adelante, pero quizás haya un
capítulo en su apasionada vida que se mantenga olvidado o poco divulgado y es
el vínculo que desde siempre lo mantuvo unido a los caricaturistas de PALANTE,
como buen humorista que también era.
Fui testigo presencial de esos lazos, por
eso aquí va la versión que publiqué en este mismo blog hace seis años con
motivo del concierto “Paz sin fronteras” organizado por
Juanes el 20 de septiembre de 2009 en la Plaza de la Revolución, es decir el mismo sitio en que se
levanta el Teatro Nacional y donde hoy desfilarán familiares y todo un pueblo
para rendirle su último adiós.
A continuación el trabajo que titulamos
entonces…..
PALANTE
MELÓMANO
A mediados de la década del 60 del pasado
siglo, mientras Rita Pavone nos golpeaba continuamente con su “martello”, y el
furor por Pello el Afrokán y su ritmo Mozambique, acaparaban la mayoría de los espacios
en la programación radial y televisiva de nuestro país, otras orquestas y
ritmos tradicionales no recibían la misma atención de los medios.
Quiso el destino que en agosto de 1967, el
caricaturista Humberto Valdés Díaz y yo, premiados en el Salón Internacional Humorístico
de Montreal, Canadá, fuéramos invitados a participar en la Expo-67, donde Cuba tenía
una amplia representación. Ñico y el entonces director de la publicación
también nos acompañaron.
Aparte de las actividades oficiales a que
fuimos invitados, sucedieron cosas memorables en esos días: El compositor Giraldo
Piloto, había cargado sus pilas durante meses oyendo y viendo lo que se tocaba
en Montreal. La víspera de su partida no
cabía de júbilo pues iba a despedirse con una entrada para el concierto de Sara
Vauhgam y Duke Ellington en el anfiteatro de la Feria. Notamos
entonces que llevaba dos baúles con música grabada pues finalizada la velada
tomaría el avión de regreso a Cuba,
Lamentablemente al día siguiente nos
enteramos de un accidente en el propio aeropuerto de Montreal: Al despegar, el
aparato de Cubana de Aviación colapsó segando la vida de casi todos los
pasajeros, incluyéndolo a él. ¿Qué sorpresa nos había tenido guardada el
querido músico cubano? Eso jamás lo sabremos.
Todo esto viene a colación porque ya en
nuestro país, casi un año después, oímos en la radio cierta composición interpretada
por la orquesta Revé, que se nos parecía bastante a los acordes y timbres
modernos con que las agrupaciones musicales foráneas se fusionaban a nuestros ritmos,
allá en Canadá. Así se lo hicimos saber al nuevo director del semanario, el
compañero René de la Nuez,
no sin el rechazo de alguien en el colectivo que--sin oír la composición--la
tildó de “machadato”, por tratarse de la Orquesta Revé--según
él--una agrupación charanguera.
El caricaturista Guerrero, quien presenció
la conversación, con más oído musical que yo y con muchos más arrestos periodísticos,
se las ingenió para hacerle la primera entrevista al “novato” Juan Formell, que
se publicó con fecha 21 de noviembre de 1968 en PALANTE.
A ese primer número musical titulado “El
Martes”, le siguió otro en reciprocidad con el semanario, pues lo
tituló “El Jueves” (el día de la risa, según el estribillo). Pero, no
conforme con eso, Formell nos trasladó su opinión escrita que también se dio a
conocer en nuestras páginas el 2 de diciembre del mismo año.
Ahí comenzó, junto a su estelar ascenso, una
estrecha amistad entre el compositor y nosotros, que se mantuvo cuando formó su
propia orquesta, los “Van Van”. A menudo Juanito participaba con sus muchachos --recuerdo
entre ellos a Lele-padre-- en los partidos de pelota-parqueo, que como
ejercicio durante el horario de almuerzo, practicábamos a diario aquellos
jóvenes músicos y humoristas de entonces.
Al poco tiempo ése Formell “De
mis recuerdos”, empezó a saludar a todos con “¡Qué volá, qué volón!” y
le cantó “Lo material” a “Marilú”, la “Sandunguera”, que cumplía
años igual que él, así que no sólo dijo “¡Felicítameeee, felicítalaaaa!”,
sino que se lamentaba porque “La Habana
no aguanta más”, parece que por la proliferación de “Los
Pájaros
tirándole a la escopeta” o que “Pastorita tiene guararey”. Más tarde
se dan cuenta de lo contrario, o sea que“El negro no tiene ná”, y decide
probar “Azúcar” en Cancún. Para entonces yo era un “Buey
cansa´o” con la enfermedad de “La titimanía”, así que le dije “¡Chirrin
Chirrán!”. Dejé de verlo hasta junio del año 2009, cuando merecidamente
el Doctor Juan Formell fue reconocido con el título “Honoris causa” otorgado por la Universidad de La Habana.
Durante el apoteósico concierto organizado
por Juanes “Paz sin fronteras” el 20 de septiembre de
ese año, al verlo, tan entusiasta y juvenil como siempre cerrar con broche de oro
el espectáculo al estilo “Van Van” y su pegajoso potpurrí,
seguido por el “Chan Chan”, de Compay Segundo, su entusiasmo me impactó como a
todo el pueblo.
Por último, emocionado gritó para que lo
oyera el mundo entero:” ¡DUELA A QUIEN
LE DUELA, SE HIZO!”, “¡EL CONCIERTO POR LA PAZ SE HIZO!”
Con honestidad, no podría confirmar si en
ese momento fue una lágrima, o la incipiente conjuntivitis la que por un
momento me humedeció los ojos.
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