Según la
tradición, una imagen vale más que mil palabras. Si eso es cierto, hoy vamos a
ofrecerles en exclusiva dos reproducciones de programas teatrales con un
equivalente de dos mil vocablos y si a ello adicionamos el valor agregado en
tiempo y distancia, la progresión deja de ser aritmética para convertirse en
geométrica.
Para no perder
tiempo en estas disquisiciones, que también tienen su valor, vayamos al grano:
Las presentaremos en orden de aparición, como corresponde a cualquier obra
llevada a escena: El primer aviso trata del estreno de “Quirino el barbero”, obra musical
llevada a la escena por la
Compañía Cubana de Zarzuelas dirigida por Regino López, el
viernes 4 de mayo de 1934 en el Teatro Alhambra, con la popular vedette Blanquita
Becerra encabezando el reparto.
Han pasado 80
años exactos de tal acontecimiento y nosotros lo dimos a conocer en el trabajo “Un
presente de Blanquito para Blanquita” publicado en este mismo blog, donde incluimos también una
foto de dicho regalo, consistente en una caricatura personal que le entregamos
en una de las veladas que la artista–ya nonagenaria-- nos regalaba en el patio
de su propia casa de Las Tunas, durante las Jornadas Cucalambeanas en los años
setenta del pasado siglo.
La segunda imagen—también
un programa teatral-- tiene otra procedencia, la recibí hace solo tres años
durante una visita que hice a los Estados Unidos con motivo del primer
cumpleaños de mi nieta Mirandita y estando en la ciudad de Miami tuve la grata
noticia de que Fresquito Fresquet, el conocido caricaturita cubano con quien
habíamos compartido las mesas de dibujo en el diario EL MUNDO y el semanario
PALANTE al triunfo de la
Revolución, no solo se mantenía vivo, sino que se brindó para
celebrar el Día de los Padres juntos en la víspera de mi regreso a Cuba, ese
tercer domingo de junio.
Si sorpresiva fue
esa despedida, más aún que llegara acompañado de su esposa—Matilde Roig de
Fresquet--hija del renombrado director de orquesta cubano Gonzalo Roig. Su actividad
profesional en esos momentos la compartía con su esposo, como diseñadora
gráfica e ilustradora de libros educacionales.
Todo esto viene
al caso de la segunda imagen que les prometimos al comienzo: En el intercambio
de regalos aquel día, ella me ofreció una copia del extenso artículo que
escribiera en dos partes para “El diario de las Américas” (18-7-1999).sobre la obra maestra de su padre
Gonzalo Roig, titulado “La
zarzuela Cecilia Valdés” el cual no ofrecemos por su extensión,
pero sí el facsímil que aparece en dicho recorte con el programa de aquel
histórico estreno en el Teatro Martí el 26 de marzo de 1932, precisamente en la
segunda tanda de un cartel precedido por otra obra titulada “La
mulata”.
La reducción para
la web que ahora ofrecemos no les permitirá leer el elenco actoral y otros
detalles de interés que les proporciono a continuación de aquel debut en el
Sábado de Gloria de 1932 con la aplaudida representación del tango-congo “…PO
PO PO…” por Consuelo Novoa, primera contralto en el papel de la Dolores Santa Cruz y
que a petición del público repitió varias veces.
También aparece la
actuación del tenor Miguel de Grandy en el rol de Leonardo Gamboa, sin embargo
la cubanísima Cecilia fue interpretada por la soprano Elisa Altamirano de
origen mexicano, mientras que Don Melitón y Tirso recayeron en los populares comediantes
Alberto Garrido y Federico Piñero. Como cosa curiosa podemos agregar que la
obra tuvo 119 representaciones sin variación alguna hasta que el 18 de marzo de
1935 cuando la Cecilia Valdés
recayó en la inolvidable Rita Montaner.
Con esta
divulgación y el compromiso de entregarle el documento en mi poder a la Oficina del Historiador de
La Habana,
deseo limpiarme de cierto incumplimiento con el Dr. Eusebio Leal y es que, por
razones ajenas a mi voluntad, no pude asistir como acordamos, a las primeras
funciones del Teatro Martí, durante su reinauguración el pasado 24 de febrero,
ni a las siguientes presentaciones.
Como han podido
apreciar mis queridos vecinos, con la
publicación de ambos documentos-–tanto el del Alhambra como el del Martí—y
sobre todo la importancia de ambos, hemos ratificado la frase que aparece
encabezando este trabajo. Si una imagen vale más que mil palabras: ¿No
resultan millonarias estas dos?
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