Tal vez este título tenga poca pegada para
mis curiosos vecinos de siempre. En primer lugar, es un intento por quedar bien
con ese criollísimo genio imposible
de encasillar por todo tipo de estudiosos e investigadores, tras cien años de su
monumental obra radical y autóctona. En este caso, yo también me quedaré corto,
pues estaremos eternamente en deuda con nuestro insustituible Samuel Feijoó.
Resulta necesario hacerlo porque hemos de
referirnos a las dificultades de
continuar la serie de trabajos sobre caricaturistas ocasionales que comenzamos
a partir del año 2009, bajo el título de “No están todos los que son, ni son todos los que están”. Dicha saga repartida en cinco capítulos,
estaba inspirada en iniciativas que el genial folclorista había incorporado en
entrevistas a personalidades de la cultura cubana, hechas en la revista SIGNOS incluyendo
“dibujitos” solicitados expresamente para ilustrar dichas interviús.
Siguiéndole los
pasos al “Sensible Zarapico”, pudimos llevar a efecto en este blog la presentación
de algunas personalidades que de forma esporádica incursionaron en la
caricatura por mero placer. Como en los casos del famoso
tenor italiano Enrico Caruso, al que siguieron por su orden: Ho
Chi Minh--el inolvidable Tío Ho--Sigmund Freud, Mayakovsky, Serguei
Eisenstein, Jean Cocteau, Fellini, y Xavier Cugat. En la segunda propuesta
logramos publicar bocetos de los cubanos: José Martí, Silvio Rodríguez, Nicolás
Guillén, Abel Prieto, Tubal Páez, Víctor Manuel González, Lezama, Portocarrero,
Carpentier, Pablo de la
Torriente, Raúl Roa, Titón, el propio
Samuel
Feijoó,
así como el uruguayo-cubano Jorge Ibarra, y el venezolano Premio Casa de las Américas Luis
Britto García.
Para concluir, un año más tarde agregamos nada menos que al genio musical
de Liverpool John Lennon. Es decir que en cinco ediciones entre el 2010 y el
2011 pudimos reflejar unas 25 personalidades con sus respectivos bocetos
humorísticos.
Por lo general esta evidencia quedaría
coja al no poder presentar pruebas del delito, o sea la apoyatura de la imagen,
aunque mis informantes juren y perjuren que conocen al autor de los dibujos, y
en el caso de las caricaturas personales, quienes fueron sus víctimas y cómplices
a la vez. De nuevo se comprobaba en estos casos que…”Una imagen vale más que mil
palabras…”
En cuanto a la promesa hecha en el
título. Quedaron pendientes algunos adeudos, precisamente por falta de dichas
pruebas documentales. Son los casos de Bobby Carcacés, Idalberto Delgado, o Luis
Felipe Carneado en nuestro país; y del ex presidente portugués Álvaro
Puñal, así como el connotado escritor y periodista uruguayo Eduardo
Galeano, quien no solo nos abrió los ojos con esas radicales autopsias
de la Patria Grande
tituladas “Las venas abiertas de América
Latina” y “Patas Arriba” sino
que en sus comienzos, apenas con catorce años de edad, hizo dibujos y
caricaturas para el semanario socialista EL SOL, bajo la firma de GIUS. Más
tarde ejerció el periodismo y llegó a ser jefe de redacción del semanario
MARCHA y director del diario ÉPOCA en Uruguay. Durante la dictadura argentina
en 1976 tuvo que marchar al exilio. De ser posible ruego a mis fieles vecinos,
que me envíen copias de aquellas primeras caricaturas de Gius para darlas a
conocer en este blog.
-Mientras, abordemos otro de los
imprescindibles: En este caso el famoso Antoine de Saint Exupery, autor de esa
joyita conocida por “El principito” en cuyos primeros párrafos ya nos agarra por el
cuello para no soltarnos hasta el punto final, y copio:
“…Una vez, cuando tenía seis años, vi un
magnífico dibujo en un libro sobre la selva virgen que se llamaba “Historias
vividas”. Representaba a una serpiente boa que se tragaba una fiera. He aquí la copia del dibujo:…”
“…En el libro decía: “Las serpientes boas
se tragan sus presas enteras, sin masticarlas. Después no pueden moverse y
duermen los seis meses de la digestión.(…) Reflexioné mucho entonces sobre las
aventuras de la selva y a mi vez, logré trazar con un lápiz de color mi primer
dibujo. Mi dibujo número uno era así…"
“…Mostré mi obra maestra a las personas
mayores y les pregunté si mi dibujo les daba miedo.(…) Me respondieron: ¿Por
qué un sombrero va a dar miedo? (…) Mi dibujo no representaba un sombrero.
Representaba una serpiente boa que digería un elefante. Dibujé entonces el
interior de la serpiente boa para que las personas mayores pudieran comprender.
Ellas siempre necesitan explicaciones. Mi dibujo número dos era así…”
Nacido en Lyons, Francia, el 29 de junio
de 1900 el niño Antoine de Saint Exupery, huérfano de padre, pasó a vivir junto
a una tía en Saint Maurice y según los familiares más cercanos fue – a pesar de
su orfandad--un niño feliz. Adolescente aún, su espíritu aventurero lo llevó a
solicitar su incorporación a la Escuela Naval de París, siendo rechazado en las
pruebas de ingreso.
Lo que Antoine no pudo hacer por mar, lo
realizó más tarde por aire, pero antes pasó por la Escuela de Bellas Artes.
Tras varios oficios logró en 1926 ingresar en una pequeña compañía de aviación
y al año siguiente junto a un grupo de hombres audaces se incorporó a los
servicios postales Toulouse-Casablanca y Dakar-Casablanca.
Tal vez hoy las nuevas generaciones, acostumbradas
a escribir e-mails de y hacia Europa que llegan en tiempo real con seis o siete horas de diferencia, no comprendan la
importancia de aquellos balbuceos en el servicio aero-postal, cuando los helicópteros
eran rústicos autogiros y los actuales aviones solo aeroplanos fabricados por
una industria manufacturera-artesanal. Por tanto pilotearlos se convertía en un
permanente juego con la muerte.
El joven piloto francés participó durante
la primera mitad del siglo XX en riesgosas misiones en África, cuya experiencia
sirvió de argumento para varias de sus novelas. La primera de ellas “Correo
del Sur”, en 1929. Al año siguiente participó en el
salvamento de un compañero durante la travesía de los Andes, dando lugar a su
segundo libro titulado “Vuelo Nocturno”.
En 1934 con la compañía Air France, realizó
vuelos a Vietnam, Moscú y España. Al intentar una travesía París-Saigón en 1935
tuvo que realizar un aterrizaje forzoso en el medio del Sahara a unos 200 kilómetros de El
Cairo, y tras cinco días vagando entre las dunas fue salvado junto a un colega
suyo por caravanitas del desierto.
Pero el más serio de sus accidentes
ocurrió durante el trayecto que en 1937 realizó desde Nueva York a la Patagonia. Al volar
sobre Guatemala, su aparato cayó a tierra ocasionándole diversas fracturas y
conmoción cerebral. En el curso de la convalecencia, Saint Exupery escribió otro
libro “Tierra de Hombres” una recopilación de crónicas que le
valieron el Gran Premio de de la Academia Francesa.
Durante la Segunda Guerra
Mundial se incorporó al grupo de reconocimiento 2/33, con base gala en Saint
Dizier, experiencia que también dejó plasmada en la obra “Piloto de Guerra” traducida
al inglés y prohibida en Francia por la censura de los invasores, ya que el
hecho coincidió con la derrota de Francia en África del Norte y al ser
desmovilizado Saint Exupery marchó a Estados Unidos en 1943, donde vio la luz
su mejor obra “El principito”.
Un año más tarde se reincorporó a su antigua unidad pero ahora bajo el mando
norteamericano tras el desembarco de Normandía.
El 31 de julio de 1944 el veterano
aviador solicitó de favor salir en misión contra los alemanes, ya que por su
edad no tenía derecho a pilotear una nave aérea, pero nunca regresó, temiéndose
que hubiera contactado con una patrulla
enemiga. Así pasó a la inmortalidad el famoso piloto-escritor.
Pero aun nos quedaba un misterio por
descifrar: Sabíamos que en sus obras literarias se testimoniaban algunos
accidentes aéreos. Sin embargo su último y más famoso libro “El
principito” es por el contrario una obra de ficción dirigida a los
niños.
Existen versiones que sitúan el argumento
en diversos escenarios como el desierto de Sahara, pero la compañera Yayi documentalista
de Prensa Latina, me asegura que el famoso aterrizaje forzoso descrito en el
libro (el asteroide B 612) se caracteriza por (dos volcanes en actividad y uno
extinto) paisaje que coincide con cierta zona de El Salvador, anímicamente
ligada al piloto-escritor Antoine de
Saint Exupery.
Pero, como diría el fraterno Pánfilo en su espacio “Vivir
del --Cuento”…--¡ESO SERÍA OTRA HISTORIA…OTRA HISTORIA…!
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