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27 oct 2014

¿FORMÓ ESCUELAS LA LÍNEA? (7)


Algunos de mis amables vecinos se preguntarán a qué viene tanta insistencia en la línea que últimamente ocupa estos espacios del blog.
Esto se debe a cierta promesa que hiciéramos en vida al maestro José Antonio Portuondo quien me aclaró la importancia del tema y no fue el único: Posteriormente en el año 2002 familiares del gran maestro de la caricatura Juan David, pudieron dar a conocer a través del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, su obra póstuma titulada “La caricatura, tiempos y hombres”, donde aborda ampliamente lo planteado en 1916 por González Barros, y seis años más tarde sale a la luz pública otra obra referencial, el libro-ensayo titulado “Caricatura y crítica de arte” del historiador y profesor de arte y comunicación de la Universidad de La Habana y presidente de la cátedra de gráfica Conrado W. Massaguer en la Facultad de Periodismo, José R. Bermúdez.
En ambos volúmenes se insiste en la teoría de González Barros sobre la importancia de la línea para el humorismo gráfico y la necesidad de actualizar esos estudios para comprender el nacimiento y evolución de las escuelas de caricaturistas, con vista a su proyección futura.
Según él citado investigador… “Surgen a partir del desarrollo de las artes gráficas, y mucho más espontáneamente que  ciertos movimientos revolucionarios en la plástica.(…) Siguen el supremo ideal de la simplificación. Entre el dibujo humorístico y el que no lo es se levanta una muralla. Obligados ambos a mirar hacia la vida, tienen que separarse en cuanto comienza la experimentación del análisis.(…) El primero en su doble facultad de observador y sicólogo. El otro simplemente se vale de la deformación física.(…) Por lo tanto deben existir también  distintas técnicas donde prime la línea revolucionaria sobre el abuso del esfumino…”
Estos son sólo breves apuntes de lo que mas adelante  el autor abundará sobre la importancia del impresionismo en la línea, más aún tras la evolución de las artes aplicadas y el desarrollo de las revistas ilustradas en el siglo XIX, sobre todo en Francia y Alemania, pues según él, los ingleses viven con la mirada puesta en la Gran Bretaña de 1760, y por extensión ejercen su hegemonía sobre sus colonias americanas. Lo mismo podría decirse en Europa de España o Portugal.

Refiere González Barros que los caricaturistas de dichas revistas, tanto francesas como alemanas han bebido de la misma fuente, aunque en Alemania la orientación japonesa en la línea y el color se aprecia con mayor énfasis. Los ejemplos gráficos que brindamos en el trabajo anterior de la escuela francesa ratifica los criterios de dicho analista:
“…,Los caricaturistas alemanes son más expresivos en su técnica, incisivos en el grafismo, y mucho más cercanos a la comedia silente del cine en sus comienzos, mientras los franceses, por su gracejo, son verdaderos maestros en la utilización de la leyenda…”
El autor con ello se refiere a lo que se conoció como pie de la caricatura y hoy a menudo sustituído por el globo o “ballon” tomado de las tiras cómicas donde la saeta señala cual de los protagonistas es quien habla. Pero hay otra característica que los distingue según el análisis de dicho autor:
“…Si la escuela del humorismo francés es una sola, en Alemania se formaron dos, La Escuela Berlinesa y la de Munich, pues sus revistas humorísticas abordan temas diferenciados: En la de Berlín aflora “Kladderadatsch” con tendencia a la sátira política, donde destacan los caricaturistas Johnson, Ulk y Muhlen-Schulte entre otros tantos, mientras en la escuela muniquense, “Fliegende Bllátter”, más insistente en la forma, aborda otros temas de humorismo general donde abunda el costumbrismo, la fantasía o el absurdo, y tuvo entre sus pilares firmas de la talla de Heine, Oberlander, Hengeler seguidores ambos de Wilhelm Busch.… (…) Como consecuencia de este desarrollo, surgirá con posterioridad la más famosa de todas “Simplicissimus” de orientación socialista, y antimilitarista, obligada al exilio voluntario durante un tiempo en Suiza, hasta su regreso a Munich en tiempos más tranquilos…



En el próximo trabajo abordaremos precisamente la obra del maestro Wilhelm Busch, uno de los más destacados representantes de la Escuela de Munich, pero además, en su obra visualizó una nueva modalidad narrativa en viñetas secuenciales, creando un género de lectura icónica que—sin saberlo-- se convertiría en un fenómeno de masas para niños y jóvenes a partir del siglo XX, pues no sólo podía desenvolverse en el campo del humor, sino también en el de la aventura, y la ciencia-ficción. Me refiero a la Historieta, Comic-strip, Quadriños, Bande-desinée o Fumetti, según fuese bautizada en su lugar de origen.
El investigador y crítico de arte cubano, al analizar la obra de Wilhelm Busch, fue capaz de adelantarse a su época y prever lo que veremos en nuestro próximo capítulo.

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