Algunos
de mis amables vecinos se preguntarán a qué viene tanta insistencia en la línea
que últimamente ocupa estos espacios del blog.
Esto
se debe a cierta promesa que hiciéramos en vida al maestro José Antonio
Portuondo quien me aclaró la importancia del tema y no fue el único:
Posteriormente en el año 2002 familiares del gran maestro de la caricatura Juan
David, pudieron dar a conocer a través del Centro Cultural Pablo de la
Torriente Brau, su obra póstuma titulada “La caricatura, tiempos y hombres”, donde
aborda ampliamente lo planteado en 1916 por González Barros, y seis años más
tarde sale a la luz pública otra obra referencial, el libro-ensayo titulado “Caricatura
y crítica de arte” del historiador y profesor de arte y comunicación de
la Universidad de La Habana y presidente de la cátedra de gráfica Conrado W.
Massaguer en la Facultad de Periodismo, José R. Bermúdez.
En
ambos volúmenes se insiste en la teoría de González Barros sobre la importancia
de la línea para el humorismo gráfico y la necesidad de actualizar esos
estudios para comprender el nacimiento y evolución de las escuelas de
caricaturistas, con vista a su proyección futura.
Según
él citado investigador… “Surgen a partir del desarrollo de las artes
gráficas, y mucho más espontáneamente que
ciertos movimientos revolucionarios en la plástica.(…) Siguen el supremo
ideal de la simplificación. Entre el dibujo humorístico y el que no lo es se
levanta una muralla. Obligados ambos a mirar hacia la vida, tienen que separarse
en cuanto comienza la experimentación del análisis.(…) El primero en su doble
facultad de observador y sicólogo. El otro simplemente se vale de la
deformación física.(…) Por lo tanto deben existir también distintas técnicas donde prime la línea revolucionaria
sobre el abuso del esfumino…”
Estos
son sólo breves apuntes de lo que mas adelante
el autor abundará sobre la importancia del impresionismo en la línea, más
aún tras la evolución de las artes aplicadas y el desarrollo de las revistas ilustradas
en el siglo XIX, sobre todo en Francia y Alemania, pues según él, los ingleses
viven con la mirada puesta en la Gran Bretaña de 1760, y por extensión ejercen
su hegemonía sobre sus colonias americanas. Lo mismo podría decirse en Europa de
España o Portugal.
Refiere
González Barros que los caricaturistas de dichas revistas, tanto francesas como
alemanas han bebido de la misma fuente, aunque en Alemania la orientación japonesa
en la línea y el color se aprecia con mayor énfasis. Los ejemplos gráficos que brindamos
en el trabajo anterior de la escuela francesa ratifica los criterios de dicho
analista:
“…,Los caricaturistas alemanes son más expresivos en su
técnica, incisivos en el grafismo, y mucho más cercanos a la comedia silente
del cine en sus comienzos, mientras los franceses, por su gracejo, son
verdaderos maestros en la utilización de la leyenda…”
El
autor con ello se refiere a lo que se conoció como pie de la caricatura y hoy a
menudo sustituído por el globo o “ballon” tomado de las tiras cómicas donde la
saeta señala cual de los protagonistas es quien habla. Pero hay otra
característica que los distingue según el análisis de dicho autor:
“…Si la escuela del humorismo francés es una sola, en
Alemania se formaron dos, La Escuela Berlinesa y la de Munich, pues sus
revistas humorísticas abordan temas diferenciados: En la de Berlín aflora
“Kladderadatsch” con tendencia a la sátira política, donde destacan los
caricaturistas Johnson, Ulk y Muhlen-Schulte entre otros tantos, mientras en la
escuela muniquense, “Fliegende Bllátter”, más insistente en la forma, aborda
otros temas de humorismo general donde abunda el costumbrismo, la fantasía o el
absurdo, y tuvo entre sus pilares firmas de la talla de Heine, Oberlander,
Hengeler seguidores ambos de Wilhelm Busch.… (…) Como consecuencia de este
desarrollo, surgirá con posterioridad la más famosa de todas “Simplicissimus”
de orientación socialista, y antimilitarista, obligada al exilio voluntario durante
un tiempo en Suiza, hasta su regreso a Munich en tiempos más tranquilos…
En
el próximo trabajo abordaremos precisamente la obra del maestro Wilhelm Busch, uno
de los más destacados representantes de la Escuela de Munich, pero además, en
su obra visualizó una nueva modalidad narrativa en viñetas secuenciales, creando
un género de lectura icónica que—sin saberlo-- se convertiría en un fenómeno de
masas para niños y jóvenes a partir del siglo XX, pues no sólo podía
desenvolverse en el campo del humor, sino también en el de la aventura, y la
ciencia-ficción. Me refiero a la Historieta, Comic-strip, Quadriños,
Bande-desinée o Fumetti, según fuese bautizada en su lugar de origen.
El
investigador y crítico de arte cubano, al analizar la obra de Wilhelm Busch,
fue capaz de adelantarse a su época y prever lo que veremos en nuestro próximo
capítulo.
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