Dos
fechas históricas se unen este 14 de junio: El 170º. Aniversario del nacimiento
en Santiago de Cuba de Antonio Maceo y Grajales “El Titán de Bronce” y 88
años más tarde nace en Rosario Argentina, Ernesto Guevara de la Serna “EL
Guerrillero Heroico”. Dos figuras emblemáticas de la Liberación de los
Pueblos de Nuestra América, como la llamó nuestro Martí.
Por
ello quisiera detenerme en un tema que tal vez no tenga mucha relevancia, pero
que me gustaría abordar en este espacio y es lo relacionado con el abordaje de
la historia y sus personajes, despojados de toda rigidez academicista a partir
de narraciones amenas y sobre todo de gran convocatoria para niños y jóvenes.
Me
refiero al tratamiento de héroes verdaderos--esos de carne y hueso como Maceo y
el Ché--no los de mentiritas que tanto en el papel como en el celuloide y ahora
en video-juegos, inundan todos los medios masivos con fórmulas escapistas y
adormecedoras. Numerosos son los personajes de ficción creados por la industria
del entretenimiento global sobre todo yanquis, como una manera de penetrar en
la mentalidad de niños y jóvenes con super-héroes y otras super-armas
ideológicas.
No
pocos esfuerzos en todo el mundo se vieron frustrados durante todo el siglo XX,
al no poder competir en ese plano con historias más creíbles y humanas debido a
la competencia desleal que en el plano económico representaban sus cadenas de
distribución globalizadas con “royalties” producto de reimpresiones en otros
idiomas, y rentadas a precios irrisorios por los empresarios de los medios informativos
en nuestros países generalmente consumistas.
Aunque
siempre hubo en nuestra prensa románticos que quisieron romper tamaño
monopolio, no fue hasta el triunfo de la Revolución que surgieran otras propuestas
alternativas a tal desideologización; pero no solo habíamos heredado la
incapacidad de responder con la infraestructura necesaria un producto autóctono
y competitivo, aunque fuese a escala local; sino a cierta voluntad política pues
una parte de la intelectualidad—tal vez influenciada por cierto mimetismo de la
cultura europea--se manifestaba en contra de los comics.
Sólo
entonces y mediante cambios radicales se podían presentar proyectos
alternativos a tan singular monopolio, de ahí que a partir de 1959, tentativa y
masivamente surgieran en Cuba tiras cómicas como aquella parodia del “Superman”
yanqui—el inolvidable “Supertiñosa”--producto del dúo
Marcos Behmaras y Virgilio Mártínez, quienes ya habían mostrado sus dientes clandestinos
en medio de la férrea tiranía batistiana con las aventuras del el perrito “Pucho”.
Más
tarde se desarrollaron en la esfera editorial algunos intentos pero a saltos,
como las producciones apadrinadas por PALANTE de Ediciones en Colores: MUÑEQUITOS,
DIN-DON, AVENTURAS y FANTASTICOS, o publicaciones especializadas para niños
como PIONERO y ZUN-ZUN, o MAR Y PESCA, ésta última dirigida a los hombres del
mar.
La
Agencia Prensa Latina, intentó también desenmascarar internacionalmente los
“comics” norteamericanos a través de publicaciones como C-LÍNEA y ANTI-COMICS,
Mientras localmente, con la creación de la Editora PABLO DE LA TORRIENTE en
1985 es que surge el movimiento más estable para la consecución de estos
propósitos con las revistas COMICOS, PABLO y EL MUÑE; a tal punto que para
cubrir la demanda de personal idóneo tuvimos que formar nuevos cuadros en el
Taller de Aficionados que se creó en la propia Casa de la Prensa.
Aquello
abriría las puertas a creadores de varios países quienes colaboraron con
nosotros y hasta se creó el Premio “La Palma de Oro” suscitando la
visita a Cuba de importantes firmas internacionales como los argentinos Quino y
Fontanarrosa, los españoles Carlos Giménez y Florence Clavé, Ricardo Peláez de
México, o los brasileños Ziraldo Alves Pinto y Waldomiro Santos Vergueiro entre
otros. El evento competitivo convocado por la Editorial en 1989 tuvo un
inusitado resultado: La creación de la Asociación Latinoamericana de Historietistas
con la presencia sobre todo de dos personajes inolvidables: El maestro Alberto
Breccia, uruguayo-argentino, electo Presidente de Honor de la nueva agrupación
y su acompañante, el editor vasco Ernesto Santolaya. Todos ellos invitados al Primer
Encuentro Iberoamericano de Historietistas de La Habana que sesionó entre el 20
y el 22 de febrero de 1990.
Lo
que no sabíamos entonces eran las verdaderas intenciones de ambos: Reeditar aquí
la segunda muestra del álbum de historietas CHE que la editorial vasca Ikusager
había publicado a todo lujo, pero con tirada limitada tres años antes en Bilbao.
Esta
bellísima obra venía rodeada de cierta aureola pues la primera edición de 1968
fue concebida clandestinamente como un modesto folleto en medio de la represiva
Junta Militar Argentina a raíz de la muerte del Che en Bolivia. El proyecto
surgió por iniciativa del guionista Héctor German Oesterheld y los dibujantes
Alberto Breccia y su hijo Enrique a cargo de las ilustraciones.
Dicha
edición fue secuestrada y destruida por la soldadesca de dictador Videla, A la
postre esta actitud le costó la vida al buscado activista montonero H.G. Oesterheld
y sus cuatro hijas cuyos cadáveres nunca aparecieron. Por su parte Alberto Breccia
logró enterrar en su patio una de las copias de la obra hasta que veinte años
más tarde la Editorial Ikusager del país vasco, se comprometió a reproducirla.
Esta puesta en papel de la cual copiaremos tres páginas consta de siete
capítulos: Bolivia, Ernestito, El chancho, El Che, Sierra Maestra, El Yuro e
Higueras.
Lógicamente
esta narración-gráfica, improvisada en medio de la desinformación reinante
durante los sucesos de la Higuera, presentaba ciertas inexactitudes y el
propósito de la pareja de visitantes era que se reeditara en Cuba, donde
existían las condiciones idóneas para hacerlo con veracidad, por lo cual no
sólo propusieron dicho proyecto con una tirada masiva, sino que renunciaban al
derecho de autor con tal de que la obra se divulgara masivamente en nuestro
país.
Como
parte del equipo de la editora Pablo de la Torriente de la UPEC, fui escogido
por su directora Irma Armas Fonseca, para que acompañara a Breccia y Santolaya
a las oficinas de la compañera Aleida March en la Casa-Museo del Che, donde se
presentaría el proyecto. Fui por tanto, testigo presencial de esas conversaciones,
donde por parte de los interesados entre otras propuestas se le planteó a la
esposa del Guerrillero Heroico, escribir un prólogo con dichas enmiendas. La
doctora Aleida March estuvo de acuerdo con todas las proposiciones, excepto la
de escribir personalmente dicha introducción, recomendando que se le encargara
la misma al compañero Roberto Fernández Retamar y así concluyó el encuentro.
Aún
recuerdo algunas de aquellas fallas y omisiones que habían surgido del
minucioso estudio a dicha obra realizada unos veinte años antes en medio de la
más cruda desinformación existente por entonces en Argentina:
Entre
ellas el primer recuadro en blanco del capítulo titulado “Ernestito”-- página 19--el cual debía
reproducir la copia de la partida de nacimiento del Che en Rosario, Argentina,
el 14 de junio de 1928.
Otro
error está en la frase atribuida por equivocación a Camilo: “¡Aquí
no se rinde nadie!”, que aparece
en una viñeta--página 49--del episodio titulado “Sierra Maestra”.
Por
último—que yo recuerde--se detectó otra incorrección en el capítulo “El
Ché”, durante su periplo como un joven médico en tierras de Nuestra
América, y es la reproducción del momento en que se reúne en La Paz con el
exiliado argentino Ricardo Rojo—página 35--que resultó cuestionable por
los autores del libro años más tarde.
Lo
que ocurrió al poco tiempo de aquel encuentro lo sabemos y sufrimos todos: La
caída de la URSS y el Campo Socialista, que Fidel calificara como desmerangamiento
lo cual provocó aquel funesto Periodo Especial de doble boqueo, echando por
tierra todos los proyectos e ilusiones editoriales entre otras muchas
desgracias. Una de ellas, la decepción-decisión personal de acogerme por
derecho--pero no por actitud y entrega--a la jubilación tras sesenta años de
trabajo en el sector y cuarenta de edad.
Tal
vez para Gardel veinte años—no fueran nada—pero lo mío no es un tango y resulta
lógico que en la actualidad mi memoria falle. Dejo pues a cerebros más frescos
y mejor informados, que se preocupen y si es posible, se ocupen de reimprimir
esta joyita debidamente revisada, sobre todo por tratarse de un género que
gusta a todos, más necesario que nunca en estos momentos para refrescarles la
memoria a no pocos adultos, y muy especialmente para el disfrute de los más
necesitados: los niños y jóvenes de hoy.
En
cuanto a mi, aquí me ven todavía con los 84 años a cuestas, colaborando en la medida
de mis posibilidades y con este blog personal que me ha permitido volver a
vivir, es decir: Volcar a mis vecinos lo más amenamente posible, anécdotas o
vivencias como esta que acabo de contarles sobre el Che, a 87 años de su
nacimiento. Chao.
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