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8 jun 2015

WATERLOO Y LA TEORÍA DEL RUMOR



“Tinta fresca”, la leída sección del semanario ORBE editado por PRENSA LATINA, nos reporta el Bicentenario de una de las batallas más nombradas del mundo, que se celebra este 18 de junio en la ciudad belga de Waterloo. El acto central tendrá lugar en un curioso museo subterráneo con muestras audiovisuales del hecho histórico y otras actividades memorables, esperándose una numerosa concurrencia.
Sin ánimo de ensombrecer el acontecimiento—todo lo contrario--recuerdo haber leído en el libro “Geografía Sorprendente” de la Editorial Oriente, 2002, un trabajo del colega Alexis Schlachter titulado “La mentira geográfica de Waterloo”, donde presenta argumentos que me sorprendieron y que, de seguro, ustedes--mis fieles vecinos--también compartirán.
Waterloo es una de las batallas más famosas y divulgadas del mundo por haber marcado no sólo la derrota de Napoleón, sino el comienzo del fin de su Imperio, en la cual hasta el propio Emperador por poco pierde la vida, así que me limito solo a copiar los argumentos que esgrimió Schlachter en su recopilación. Y cito:
“…Waterloo fue el punto desde donde partió la colosal noticia y se trasmitió a Bruselas, primero, y al resto del mundo después. (…) Apliquemos la conocida teoría del rumor e imaginemos la realidad del momento aquel día de junio de 1815. (…) Mensajeros en caballos agotados por el esfuerzo traen la novedad: Napoleón fue derrotado en el Monte San Juan. (…) Luego, de casa en casa va corriendo la noticia, pero con pequeños cambios que comienzan a alterar el mensaje: ¡De Waterloo han llegado mensajeros con la derrota del emperador francés en el Monte San Juan! ¡De Waterloo llega la nueva de la derrota de Napoleón!… ¡Napoleón fue derrotado en Waterloo! Por supuesto que esto no explicaría por si solo lo ocurrido, porque el mismísimo Duque de Hierro—que así llamaban sus contemporáneos a Wellington—aceptó y reflejó en documento oficial dirigido al soberano británico dicha localidad, el pueblecito de Waterloo como eje de la derrota.(…) ¿Qué pudo haber sucedido aquí? Porque el general británico sí sabía lo ocurrido en el Monte San Juan y no en Waterloo. (…) Aquí entra a jugar una suposición que puede ser aceptada o no, pero que debe tenerse en cuenta. --En la geografía universal y particularmente en Europa—existen por lo menos más de 100 localidades llamadas San Juan. En cambio Waterloo hay muy pocos en el mapa terrestre.(…)Entonces, a la hora de fijar para la historia el punto donde Napoleón fue derrotado… ¿No desearía para su victoria un nombre poco usado y no el común, por demás, propio del santoral católico…?
Hasta aquí lo planteado por el colega Schlachter quien se caracterizó por interesantísimas investigaciones de carácter geográfico, las cuales divulgó no sólo en nuestra prensa escrita, sino además en amenas programaciones radiales y televisivas que aún añoramos, como “Geografía sorprendente” de Radio Rebelde y “La otra Geografía” de Cuba-Visión.
Este trabajo va apoyado por una caricatura mía sobre el famoso Emperador francés Napoleón Bonaparte, pero también con un mapa que proporcionó el propio autor del trabajo, donde se sitúan los lugares objeto del comentario.

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