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22 jul 2015

EN POCAS PALABRAS



  A)  AFORISMOS DE DON PEPE.
La educación era así en mi niñez, cuando la enseñanza se regía por el método memorístico y peor aun, por aquello de que…”La letra con sangre entra…” donde el castigo corporal, la penitencia y las orejas de burro se imponían. A este método se impuso el ejemplo de verdaderos maestros como Martí, Varela y Don Pepe.
Precisamente, a este último quisiéramos referirnos en su 215º. Aniversario este 11 de julio del 2015. Fue bautizado como José Cipriano Pío Joaquín de la Luz y Caballero en La Habana; cariñosamente recibió el apodo de Don Pepe y se destacó como pedagogo y filósofo en tiempos de la colonia.
En sus primeros años recibió una gran ayuda de su tío, el presbítero José Agustín Caballero. A los doce estudia latín y filosofía en el Convento de San Francisco, y después bachillerato en la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de la Habana, hasta que inicia la carrera del sacerdocio en el Colegio San Carlos y San Ambrosio, donde se gradúa de Leyes, pero sobre todo porque allí conoce al Padre Félix Varela, adentrándose en el espíritu científico renovador del siglo XVIII europeo encabezado por hombres ilustres como Newton, Rousseau, Descartes, Bacon o Locke, y a favor de las doctrinas del Obispo Espada contra el escolasticismo del seminario aplicado en Cuba por el clero español radicado en nuestro país.
Pero Don Pepe no fue un ente pasivo; por razones ajenas a su voluntad el proyecto de establecer la Academia Cubana de la Literatura no pudo materializarse, y en 1844 al regresar de New York y París, es acusado de pertenecer a la Conspiración de la Escalera, siendo sobreseída la causa. Destaca su protesta al gobierno de Tacón, por el destierro de José Antonio Saco, pero también logró evitar la expulsión del cónsul ingles David Turnbull de la Sociedad Patriótica de La Habana por apoyar las ideas abolicionistas.
Además de fundar el colegio El Salvador en 1848, dio clases de alemán,  filosofía y latín en su propia biblioteca particular. Su pedagogía era dinámica pues se basaba en el método experimental: Único analítico, científico y contrapuesto a la repetición memorística al uso.
Cuando viaja a Egipto y Siria ya domina los idiomas francés, inglés, italiano y alemán y como director de la Cátedra de Filosofía se suma a las prédicas del Padre Varela y colabora con la REVISTA BIMESTRE CUBANA, MEMORIAS DE LA SOCIEDAD PATRIÓTICA, o EL MENSAJERO SEMANAL DE NEW YORK, utilizando a veces seudónimos como ”Un habanero”, “El justiciero”, “Un amante de la verdad”, y “El amigo de la juventud”. Además de su extensa obra literaria en el FARO INDUSTRIAL DE LA HABANA (1844) y REVISTA DE LA HABANA (1853-1854) pero sobre todo, lo que más se destacan son sus populares (aforismos) los cuales fue escribiendo a lo largo de toda su vida.
Precisamente terminamos con un breve recuento de algunos de ellos tomados de la obra: “Los Aforismos” (Aforismos y apuntaciones). Ordenados por Roberto Agramonte. Retrato de José de la Luz y José Martí con prólogo de José García Bárcenas en la Universidad de La Habana (1945).
He aquí solo una veintena de ellos:
Escribir es escoger y hablar es dejar correr.
¡Qué repugnante es copiar! ¡Cuando ni mis aforismos copio!
La filosofía más en el corazón que en los labios.
Más debe la filosofía a los intolerantes que a los conciliadores.
Terrible sería el yo sin el no yo.
Lo absoluto es el colmo de lo relativo.
El placer cansa, el trabajo contenta.
La vida: Bogar, bogar, bogar, y en la orilla ahogar.
Donde está tu tesoro, ahí estará tu corazón.
Piensa para obrar, y para no obrar, piensa.
Quien no aspira, no respira.
Nadadores fuera del agua, que siempre resultan flotantes.
Confesar la propia falta, la mayor de las grandezas.
La conciliación, medio entre trapiches.
No hay peor cuña que la de otro palo.
La frialdad, materia prima de la maldad.
Nunca dijo el orgullo: ¡Yo erré!
Donde no hay amor, todo dolor.
Quien no teme. No ama.
El hombre no muere cuando deja de existir, solo cuando deja de amar.

B)   NERUDA. UN CASO DE DOBLE PERSONALIDAD
Pablo Neruda, el poeta se da a conocer a partir de 1920, ya graduado de bachiller y firma un año más tarde su primera composición lírica que resultó premiada en un concurso estudiantil “La canción de la fiesta” a la que siguió ”Crepusculario” de 1923, pero sobre todo con su tercer libro “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” de 1924. Es a partir de ahí que comienza su popularidad con poemas románicos y de vanguardia, pero también se destaca en otras actividades: Como cónsul honorario de Chile en Rangún, Birmania, recorre buena parte del Lejano Oriente; esta experiencia internacionalista lo lleva a declararse ciudadano del mundo.
En 1935 llega a Madrid como sustituto de Gabriela Mistral en el consulado chileno; España será fundamental para su formación. Su obra lírica fue acogida unánimemente por jóvenes de la estirpe de Alberti, Lorca, Guillén, Miguel Hernández y otros tantos.
El asalto fascista a la República que dio origen a la Guerra Civil lo halló en su carácter diplomático salvando valiosas vidas de víctimas inocentes o combatientes, dejando su huella solidaria en el poema “España en el corazón” de 1937.

Años más tarde se incorpora como militante a la lucha del pueblo chileno por un mundo mejor, compartiendo la experiencia de la Unidad Popular y su presidente Salvador Allende. El artero golpe militar de corte fascista impulsado por Pinochet y la situación creada con el Plan Cóndor en gran parte de Suramérica lo obliga al exilio que ya vimos reflejado primero en la película italiana “El cartero” y ahora surge con un nuevo proyecto cinematográfico de su país aún sin título.
Pero lo curioso del caso es que esto nos lleva de nuevo al tema original del trabajo: Lo que llamáramos al comienzo: las enfermérides. O adicción a recordar fechas importantes.
En el caso de Neruda, cobra una característica especial: Nacido dieciséis años antes, el 12 de septiembre de 1904 en Parral, Chile. Era hijo de un rústico obrero ferroviario bastante terco, que no permitía ni por asomo un poeta en la familia y por tanto el vejigo tuvo que esperar a la mayoría de edad para adoptar esa doble personalidad y darse a conocer artísticamente como Pablo Neruda.
Agárrense de nuevo: ¡Su verdadero nombre, según la fe de bautismo, era nada menos que: ¡Ricardo Eliécer Neftalí Reyes y Basoalto!

C)   LA HERENCIA DEL PROFESOR TALLARINI
Dos años más joven que yo, el pasado 4 de julio falleció en La Habana, Carlos Ruiz de la Tejera, “artistazo” que entre otras virtudes, sentó cátedra en el monólogo humorístico cubano bajo la respetable toga del Profesor Tallarini o la simpatiquísima de Tarado Tallarini.
Mucho se ha publicado en estos días por la prensa radial, escrita y televisiva de este maestro del espectáculo unipersonal, incluso el programa televisivo “Con dos que se quieran…” que conduce Amaury Pérez Vidal recientemente le dedicó una íntima y abarcadora entrevista.
En ella salió a colación de nuevo una auto-crítica frente al espejo por el desproporcionado tamaño de su órgano bucal desde el mismo momento del alumbramiento. Así como su vocación por el canto y la declamación desde el aula de primaria. Pero eran tiempos de Generales y Doctores en que un título universitario imponía más respeto que un simple comediante y la opinión de los padres también influía en nuestros respectivos futuros.
A la larga, con el diplomado de ingeniería en mano, pudo más la aptitud histriónica que los cantos de sirena y una vez más en su caso se cumple el adagio de que vale más en la vida trabajar a gusto que enriquecerse a empujones.
Así lo vemos luchar e imponer su criollísimo estilo frente a la popularidad de cierto comediante yanqui—Joe E. Brown--conocido por (Bocaza) que había sentado cátedra en Hollywood y el mundo con películas tan taquilleras como “El sueño de una noche de verano” (1935), “Nacido para Rey” (1938) y la famosa comedia de Billy Wilder “Algunos prefieren quemarse” (1938).
Competir con aquella cloaca viviente Made in USA no era fácil, pero el joven cubano no se dejo caer: Aceptó la desventaja y se impuso vencer complejos como el no hablar por boca de ganzo, ni a boca de jarro, pero aún menos quedarse con la boca abierta con tantas cosas que decir, porque tampoco era blando de boca, aunque muchos pensaran que por la boca muere el pez.
De ahí que en el teatro, la radio, la televisión, el cine y aquellos fabulosos Festivales del Humor de los años 70 y 80 del pasado siglo, celebrados en Varadero y algunas provincias con motivo de las festividades por 26 de Julio, su presencia se hacía imprescindible y en una de ellas pude improvisarle una caricatura sin que apenas se diera cuenta.
Que yo sepa, resultó para él una verdadera sorpresa y por algún tiempo dicho retrato cómico adornó las paredes de la sala en su casa del Vedado. Parece que le resultó original haber sido captado de una forma poco convencional por aquello de que…”En boca cerrada no entran moscas…”
He aquí una copia de aquel boceto:
Pero dejemos de un lado estas “bocanadas de humor” y vayamos a la esencia de su legado artístico porque, si importante fue su espíritu de superación, su enciclopédica memoria, sus virtudes personales y su ética profesional, puede decirse que Carlitos, ni en sus actuaciones teatrales, sus declamaciones, sus monólogos, o sus películas, ni siquiera parodiando a Gardel en los 20 años de sus presentaciones en la Peña del Museo Napoleónico, o las posteriores de la Habana Vieja faltó a los principios.
Tal vez esa sea la mejor actuación que nos haya legado el Profesor Tallarini, al sentarse cómodamente en “Las Doce Sillas” junto a Gutiérrez Alea;
Hacerse sentir en la sala oscura para acompañar a dolientes del ICAIC en “La Muerte de un burócrata” o como en aquella resurrección de “Los Supervivientes” que el inolvidable Titón nos legara.
Como ven, en ninguno de los medios en que desenvolvió su cátedra, el Profe Tallarini, de su enorme cavidad bucal jamás salió una diatriba, o mucho peor, el vulgar choteo criollo habitual en algunos comediantes actuales con tendencia a esgrimir ese “chucho” indiscriminado y ofensivo contra quien se llamara en el pasado EL RESPETABLE y hoy haya pasado a ser solo UN MATERIAL DE ESTUDIO.
En honor al maestro, al hermano, al genial Carlos Ruiz de la Tejera, prometo próximamente mi “descarguita” inédita, realizada a comienzos de este Siglo XXI sobre el tema, pensando que aquellos monólogos del trajín tuviesen vida limitada—como llamábamos antes a dichos anacronismos—pero, en lugar de pasar de moda la dura realidad del chuchazo hoy nos golpee con más fuerza que nunca.
Sea este nuestro postrer homenaje a quien bien se ganó el Premio Nacional del Humor en el 2006, o como diría Michel Hernández en GRANMA: “…Quien hizo del humor una ciencia…”

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