Corrían
los años de Ñañá Seré y las notas del Marañón que aprietan
la boca estaban de moda, cuando la pequeña Dora--hija de Noroña el
diseñador--de seis años y aún noña, pero fiel seguidora de
nuestro “Meñique”, asiste al aula de Doña Felicia, que impartía
la enseñanza primaria a los niños del barrio Ñacaguazú.
La seño recién llegada de España, para combatir la morriña decide crear para niños y niñas la peña de “Los Muñe” como un guiño al tedio y al sueño generalizado que empañaba su pedagógico empeño.
Pronto retoñará el bisoño esfuerzo y los fiñes se apañan para desentrañar la extraña moña y con ello evitar el regaño que los desdeñe.
Es así que con maña y empeño logran rescatar el sueño de todo alumno: Ceñirse a fin de año la nota sobresaliente de puño y letra de quien tanto se apañó para enseñarles el camino del bien y evitar con ello que se dirijan por la senda de la cizaña y la ponzoña, hacia el abismo que restriñe todo sueño de futuro.
La seño recién llegada de España, para combatir la morriña decide crear para niños y niñas la peña de “Los Muñe” como un guiño al tedio y al sueño generalizado que empañaba su pedagógico empeño.
Pronto retoñará el bisoño esfuerzo y los fiñes se apañan para desentrañar la extraña moña y con ello evitar el regaño que los desdeñe.
Es así que con maña y empeño logran rescatar el sueño de todo alumno: Ceñirse a fin de año la nota sobresaliente de puño y letra de quien tanto se apañó para enseñarles el camino del bien y evitar con ello que se dirijan por la senda de la cizaña y la ponzoña, hacia el abismo que restriñe todo sueño de futuro.
Son
55 notas musicales en esta añorada oda con eñe, que espero no
hayan desentonado con vuestro gusto, aunque tampoco reciban aplausos y me pidan
que no ODAS más.
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