Próximos
a un nuevo año y por tanto, a punto de otorgarse los premios Nobel de la Paz
del 2016, me detengo en un trabajo que publicamos en marzo del 2010 en este mismo
espacio, bajo el título de “Premios distintos y diferentes”
sobre la entrega de dicho galardón al presidente de los Estados Unidos, Barack
Obama en el 2009 sin habérselo ganado previamente, de ahí el comentario del
presidente de Bolivia Evo Morales que a raíz de la fecha y en su estilo
plurinacional dijo:--“¡Se lo dieron… Ahora, gáneselo!”
Han
pasado casi siete años de aquello y en mi humilde criterio, a Obama la
distinción le quedó grande, pero la comparación del encabezamiento nuestro se
refería a que el Premio Nobel de la Paz, no tenía nada que ver con el Premio
Lenin de la Paz, éste último ampliamente ganado por nuestro Comandante
en Jefe, Fidel Castro Ruz el 21 de marzo de 1962 y ratificado cuando en estos
días de noviembre-diciembre--todavía invicto, los cubanos todos y el mundo
entero lo inmortalizara en unas exequias memorables, mientras al dignatario
yanqui pronto lo substituirá alguien de dudoso comportamiento nada pacifista,
al calor de sus desplantes, amenazas y otras “virtudes” imperiales. ¡Tremenda
herencia que nos dejarán los yanquis con Mr. Donald Trump en la Presidencia el
próximo 20 de enero!
Tal
vez esta decisión se deba a fallas de origen. No es lo mismo Vladimir I.
Lenin que Alfredo B. Nobel. Por tanto invito a mis fieles vecinos
del blog a comprobarlo el próximo mes con otro comentario biográfico que titulé “El más noble de los Nobel”
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