A propósito del
revuelo que se formó a raíz del otorgamiento anticipado del Premio Nobel de la
Paz a BARACK OBAMA en el 2009, la decisión se quedó pálida ante la decisión del
2012, que no recayó en una sola persona sino en una colectividad de millones: Es
decir en la UNIÓN EUROPEA que se marea, tambalea y estropea; por lo que a veces
denota bancarrota y pudiera ser incluida entre los llamados Premios Ignobel,
que según la revista de crítica científica Annals
of Improbable Research se otorgan a las más descabellados propuestas
que se presentan ante la institución para aspirar al Premio.
Tal vez en otro
trabajo pondremos algunos ejemplos de esta absurda modalidad. Ahora me inclino
a escarbar en la biografía del gran inventor sueco. He aquí un acercamiento endoscópico
a tan profunda experiencia.
1.)
DE TAL
PALO…
Alfredo Bernardo
Nobel, nacido el 21 de octubre de 1833, muere a los 63 años de edad el 10 de
diciembre del 1896, por lo que en el pasado mes se cumplieron 120 años exactos
de su fallecimiento. Nativo de un barrio pobre en Estocolmo. Era el tercero de
los cuatro hijos de Manuel y Andrietta. El cabeza de familia resultaba un
cabeza-dura, obsesionado por sus experimentos nada pacifistas que incluían
hasta la fabricación de minas submarinas.
De casta le viene
al galgo: Mientras otros niños construían muñecos de nieve en el invierno o de
plastilina el resto del año, los hermanos Nobel, como cuatro jinetes el
Apocalipsis, jugaban peligrosamente con probetas y otros productos químicos en
el laboratorio de su progenitor.
2.)
EL FIN
JUSTIFICA LOS MEDIOS
De ahí que el
empecinado Manuel propusiera sus servicios a tirios y troyanos con tal de levantar
su fábrica de explosivos. Al fin logró tumbarle la plata al Zar de todas las
Rusias Nicolás I, no así a su heredero al trono Alejandro II. Si a la tercera va
la vencida--en este caso la ruleta no era rusa sino francesa—lo logró gracias a
otro gran “pacifista” de la época imperial, Napoleón III: Internacionalista
que era el viejo Manuel.
A la misma edad de
Cristo--33 años--su hijo Alfredo ya competía con él en los proyectos investigativos
superándolo con creces, a tal punto que logró instalar un laboratorio en
Heleneborg, villa cerca de Estocolmo, por lo que el bichito de la envidia se
apoderó de viejo, acusando al vejigo de robarle sus secretos.
3.)
TANTO VA
EL CANTARO A LA FUENTE…
La manipulación de dichas
sustancias químicas es riesgosa y la desgracia tocó tan fuerte a su puerta que
la tumbó junto con el resto de la instalación. Una violenta explosión había destruido
el laboratorio y junto con el local volaron su hermano menor Emilio con otros
tres ayudantes. El suceso provocó una campaña de protestas, no sólo en la
capital sino en todas las provincias al grito sueco de: “¡Abajo los Nobel!”.
Alfredo tuvo que levantar
un nuevo taller flotante en el lago Melar, fuera de la vista de los pobladores,
y hasta los pescadores huían del peligroso lanchón hacia aguas más profundas y tranquilas.
Sin embargo mientras más éste se alejaba de la orilla, más se acercaba el éxito
de la empresa:
Un nuevo material
detonante vulgarmente conocido como Aceite de Nobel dio lugar a la “Nitroglycerine
Company”, pero las protestas continuaban y tuvieron que someterse a una
prueba decisiva: Perforar una montaña en la región dando paso así al ferrocarril
sueco. Sólo una hazaña como ésta lograba encarrilar por el momento el grito de indignación
mientras él se hacía el sueco.
4.)
DEBUTA
EN CASA
En 1864 se inauguró
la primera fábrica en su país natal, la “Alfred Nobel & Co.”,
seguidamente se levantaron otras tantas, con la desgracia de sufrir fatales
accidentes en las de Noruega, y Nueva York… (Estalla otra barraca con
explosivos en San Francisco, donde perecen 18 personas…Vuela una carga en el
vapor “European” frente a las costas de Panamá… Y le siguen otras
desgracias similares en Australia y Alemania). El eco de los estruendos rebotan
de nuevo, pero ahora internacionalmente al reclamo de: ¡Basta ya de locuras explosivas!
5.) Entre alfredos
anda la cosa
Por entonces
residía en Francia y aunque algunos gobiernos continuaron apoyándolo, otros no
quisieron correr riesgos. La perseverancia y la suerte vino de nuevo en su
auxilio: Otro accidente –éste milagroso—dio lugar a una mezcla que era pura
dinamita y de ésta a la balística o pólvora sin humo, sólo medió un
paso.
En 1879 otro
Alfredo--éste alemán de apellido Krupp--patentizó dicho invento haciendo más
mortíferos sus ya temibles cañones. Llovieron contratos y bombas en casi toda
Europa excepto Francia, que pagó cara su reticencia en la guerra
franco-prusiana.
El año 1888 fue
terrible para él: Al poner en manos de su archi-enemiga Alemania tamaño
poderío, se escucharon nuevos reclamos pidiendo su cabeza, ahora en francés
como antes lo fueran en su propio idioma: --¡Hay que echar al sueco! ¡Regresa
a tu país!-- Fue entonces que se declaró “ciudadano del mundo”.
6.)
AMOR CON
AMOR SE PAGA
Un desengaño
amoroso casi adolescente selló su carácter. Teresa, la francesita de sus sueños,
había muerto prematuramente de tuberculosis. La melancolía lo envuelve y él se
refugia en los dos amores de toda la vida: Su madre y el laboratorio.
Sin embargo, la
fortuna le sonríe y decide comprar una finca solariega en la lujosa Avenida
Malakoff de París aislándose del mundanal ruido.
Es entonces que al
solicitar una persona de confianza para delegar otras tareas redacta un anuncio
en la prensa con términos un tanto ambiguos y con sorpresa recibe una certera
respuesta, donde se le plantea que aclare la solicitud: -¿Desea usted una
secretaria o una “acompañante?”.
El desliz había
sido puesto en evidencia por una inteligente dama que reunía los requisitos
para la plaza: Berta Kinsky: Austríaca de abolengo, y arruinada debido a los
excesos paternos, acumulaba suficientes horas de vuelo en la vida y en amores,
como para mantenerse digna y respetable.
Era pues la persona
indicada para el cargo. Desde que llegó como secretaria del Sr. Nobel se
convirtió también en el hada madrina que llenó de luz y alegría aquella fría
mansión parisina.
7.)
EL VUELO
DE LA PALOMA
En los tres años
que estuvo a su servicio—los más venturosos para él—se le hizo imprescindible. No
sólo lo aconsejaba, sino que lo sacó al fresco, frecuentando juntos los parques
de diversiones, y merendaban en los famosos cafés al aire libre de la Ciudad
Luz. Pero también mantenían extensas discusiones sobre asuntos de carácter
ético-social. Ella, una pacifista consecuente le argumentaba que “las
guerras eran la antítesis del amor”, y por tanto “solo el amor
unía”. Él jamás pudo comprenderla, pues estaba aferrado al criterio utilitario
y estrecho de que sólo creaba riquezas y las vendía para el desarrollo de la
sociedad, desentendiéndose del uso que se les daba.
Es probable que
Alfredo Nobel se enamorase de nuevo; lo cierto es que si su antiguo amor quedó
en el olvido—Berta--esta última paloma--también voló del nido, dejando la noble
casona y su no menos Nobel dueño tan triste como antes, precisamente cuando él
cumplía un compromiso financiero en Estocolmo con el rey de Suecia Oscar II.
8.)
GENIO Y
FIGURA HASTA LA SEPULTURA
Alfredo no le
guardó rencor, por el contrario gracias a su ayuda financiera es que pudo salir
a la luz en 1890, el libro “Abajo las
Armas” escrito por Berta Kinsky, quien ahora firmaría Berta Suttner tras un
nuevo matrimonio con quien la flechó para siempre.
Veinticuatro años
más tarde, la dura realidad de la Primera Guerra Mundial, echó por tierra todos
aquellos esfuerzos pacifistas y Alfredo Nobel en tanto que apoyaba la “noble
causa” de Berta, engrosaba cada vez más sus abultados bolsillos gracias al
conflicto.
Era tal su
ingenuidad que declaraba “Crearé un explosivo de tanta eficacia que
las guerras ya no serán posibles”. Si resucitara ahora tras el
cataclismo atómico, se vuelve a meter de cabeza en la tumba.
9.)
LA
AVARICIA ROMPE EL SACO
Volviendo a los
inicios de la historia: A partir de la separación familiar, los hermanos de
Alfredo--Luis y Roberto--habían consolidado su situación en Rusia con los ricos
yacimientos petrolíferos de Bakú, y llegaron a convertirse en los segundos
proveedores del mundo, sólo superados multimillonariamente (Octosílaba palabrita
tan extensa como los propios ingresos del yanqui Rockefeller.).
120 años más
tarde--al testar el 27 de noviembre de 1896--Alfredo Nobel consideró que la
riqueza acumulada por sus sobrinos era tal que, en su decisión primaron los consejos
de Berta y otros amigos: Otorgar el premio a la persona que hubiera trabajado más
y con mayor provecho por la paz.
Empezó la puja en
los tribunales. Los hijos de sus hermanos llegaron a acusarlo de no estar
mentalmente facultado para ejercer su voluntad. Los alegatos amenazaban con
extenderse cuando un hecho inesperado inclinó la balanza: La opinión pública
que tantas veces lo había condenado, ahora se volcaba a su favor ante gente tan
mezquinamente adinerada. Las autoridades de Estocolmo rechazaron la impugnación
y declararon válido el documento que creó el Premio Nobel de la Paz.
10.) La bola pica y se
extiende
Pero aquí no
termina esta historia: Como resultado de la Primera Guerra Mundial cayó el
Imperio Zarista ante los embates de la Revolución Bolchevique, y junto con él,
los intereses de la familia Nobel en Bakú. La bancarrota les hizo volver los
ojos de nuevo hacia Estocolmo y la posibilidad de reabrir el caso 30 años
después.
Los sobrinos del
Rico MacPato sueco planteaban estar en la ruina y que no reclamaban toda la
herencia, sólo parte de los réditos. El reglamento de la Fundación era
explícito y el Parlamento sueco dictaminó sin lugar la nueva reclamación. Como
ven, el origen del Premio Nobel de la Paz que se le otorgó prematuramente a Obama
y después a la UE no es digno de estos personajes.
Aunque en mi
modesta opinión, partiendo de sus verdaderas intenciones, el tan publicitado PREMIO
NOBEL DE LA PAZ, debía ser un tributo a quien más se lo merecía y por
tanto debía llamarse mejor PREMIO BERTA DE LA PAZ.
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