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6 mar 2017

DEL ARTE RUPESTRE AL ARTE SECUENCIAL (2)

Esta segunda parte sobre el desarrollo del comic, estará dedicada casi por completo al famoso historietista Will Eisner y es que precisamente hoy (6 de marzo de 2017) cumpliría sus 100 años de edad este descendiente de una familia radicada en el ghetto judío de Brooklyn, N.Y. quien desde pequeño, influenciado por esa nueva manifestación artística, dibujaba en cuanto papel caía en sus manos historias fantásticas al estilo de los maestros fundadores como Windsor Mac Kay, creador desde 1905 en el más puro estilo (Art-noveau) del fabuloso ”Little Nemo in Slumberland”. 
Las primeras tiras cómicas  del adolescente Willy como simple aficionado surgieron en publicaciones del instituto al que regularmente acudía, actividad que complementaba vendiendo periódicos por las calles de la Gran Manzana.
Sin embargo, profesionalmente debuta en la revista ¡WOW, WHAT E MAGAZINE! en 1935 con el personaje Harry Kane, más tarde sustituido por “The Flame”. 
Según su opinión: “…Hasta 1934 aquellas primeras publicaciones solían contener una colección fortuita de historias cortas en tiras. La aparición de Novelas gráficas completas ha sacado a relucir, más que ninguna otra cosa los parámetros de su estructura… En su conjunto  el despliegue de esos originales elementos adquiere la característica de un nuevo lenguaje…” Estos criterios son el basamento de una original definición del género, lo cual veremos más tarde. De ahí que no sea fortuito que tras la asociación con Jerry Iger durante un quinquenio, se incorporara después a QUALITY-COMICS, asociación que sorprende al mundo con personajes de la talla de Uncle Sam, Back Hawk, Sheena, Lady Luck, Mr. Mystic, pero sobre todo The Spirit.
Es entonces que por primera vez--con apenas diez años de edad—yo me tropiezo en Cuba con la obra de Will Eisner, al recibir cada lunes con la entrega semanal del diario ALERTA, en lugar de los habituales suplementos dominicales del resto de la prensa, una oferta también desacostumbrada: Tres historietas auto-conclusivas de seis páginas cada una en formato bolsilibro Lady Luck, Mr. Mystic y The Spirit, presididas por este último, que siempre aparecía en la portada. 
Esta modalidad cambió por completo la concepción del género, imponiendo el hábito por los “comic-books” precisamente poco antes de  la Segunda Guerra Mundial y por tanto los nuevos héroes surgidos trataban de desvirtuar un producto típicamente artístico por el abuso de la propaganda belicista  con nuevos super-héroes yanquis al estilo de Super-man, Super-woman, Super-ratón o Los Halcones Negros.
Pero Eisner no cayó en la trampa: En lo personal durante la contienda bélica entre 1942 y 1945 abandonó su personaje de ficción dejándolo en mano de sus ayudantes y se alistó para cooperar con el ejército estadunidense, al crear nuevas propuestas conocidas por historietas didácticas para adultos, especialmente dirigidas a las tropas, con el fin de señalar virtudes y rectificar errores durante los entrenamientos militares.
Una vez finalizado el conflicto bélico, Eisner regresó a su querido “Spirit” semanal, devolviéndole la frescura de antaño, tanto en la forma como en sus contenidos pues no mordió el anzuelo de la Guerra Fría, y otros códigos similares aplicados a la sociedad estadounidense de entonces como la cacería de brujas que entre otras cosas estigmatizó a los 10 de Hollywood.
Películas contestatarias como “Los mejores años de nuestras vidas” de William Wiler en 1946, o “Un tranvía llamado deseo” de Tenesee Williams un año después, así como su contrapartida, la creación del Comité de Actividades Anti norteamericanas de 1947, o el nacimiento de la CIA en ese mismo año caracterizan esa época. Con solo estos cuatro ejemplos basta.
En la historieta post-bélica del “The Spirit” ocurrió otra cosa: Eisner se apoyó en la sátira y el humor para señalar la realidad de su país y su tiempo: Basándose en la herencia de la Novela Negra y autores como Chandler, Hammet, o James Cain, tejió historietas donde ponía en solfa las amañadas campañas políticas en varias entregas como  “La elección del Presidente Junior”; o la propia cacería de bujas bajo el título de “El cómic mortal”.
Además durante años y para no aburrirse, Eisner viaja una vez por semana desde su estudio en La Florida (cuatro horas de vuelo) hasta New York, para dar clases de este arte secuencial suyo en una academia de Manhattan.
Cincuenta años después: En el verano de 1995, el destino me deparó tremenda sorpresa:
Invitado a visitar el terruño de mi padre con la “Operación Añoranza” organizada por el Principado de Asturias. Durante mi estancia allí, el colega Faustino Rodríguez Arbezú, activista, e historiador del género y Presidente del Salón del Cómic de Girón, me invita a participar en su XIX edición que se desarrollaría en el mes de julio en el remozado Teatro Jovellanos de dicha ciudad.
La sorpresa de que inaugurara el evento el alcalde de la ciudad, Vicente Álvarez Areces, recién entrevistado por mí en un hermanamiento entre ambas ciudades celebrado en La Habana, así como rendirle honores por la obra de toda la vida al mítico Will Eisner, constituía una doble sorpresa.
Pero todo esto resultó pálido cuando el ya casi octogenario artista, se me acerca para saludarme efusivamente porque invitados ambos en 1991 al Primer Salón de Cuadriños en Río de Janeiro; él apremiado por sus contratos solo participó en la inauguración, mientras la delegación cubana--formada por Orestes Suárez y yo--llegamos a Brasil dos días después de su partida impidiéndonos coincidir en el evento.
Esa situación para Eisner tenía gran importancia pues—según me contara—estaba en deuda con nuestro país, desde aquellos tiempos de 1940 y su primitivo sueño de competir con empresas monopolistas del comic yanqui, al estilo del “King Features Syndicate” y sus nefastas consecuencias; así como que en Cuba--por esa misma razón--se convirtiera  en el primer país donde circulara bajo contrato su querido Spirit, fuera del territorio  estadounidense.
Ese primer encuentro nuestro de 1995 marcó una profunda empatía, que se incrementó al servirle de traductor a su querida esposa Ann Louise, mientras él era entrevistado o en conversaciones informales durante el evento.
Otras muchas emocionantes vivencias nos deparó el encuentro, como la de intercambiar caricaturas personales realizadas in situ, o en el momento de aportar datos y direcciones para futuros encuentros, así como asistir al lanzamiento y presentación de su quinta y última (grafic novel) de 1995 titulada “La avenida Dropsie”.
A mi regreso desde Cuba,  mantuve  una activa correspondencia con él, recibiendo de inmediato algunas de sus obras como aquel famoso libro-ensayo editado en 1994 “El comic y el arte secuencial” donde deja plasmadas sus experiencias teórico-prácticas sobre el cómic, y por tanto, basamento de otras manifestaciones tan complejas como el story-board, el dibujo animado, el stop-motion o las actuales propuestas audiovisuales.
Al año siguiente comienza publicarse en Cuba bajo mi responsabilidad la revista MI BARRIO--co-auspiciada por los CDR y la UNEAC—donde publicamos algunas colaboraciones enviadas por este ícono mundial de la historieta moderna, incluyendo la caricatura que le realizáramos in situ durante uno de los encuentros festivos de aquel Salón del Comic asturiano.
Para finalizar, no encuentro una mejor demostración de respeto y tributo en este centenario de Will Eisner, que poner a disposición de mi hijo, Francisco P. Blanco Hernández--profesor de artes plásticas e historietista--las obras en mi poder de Will Eisner, en la seguridad de que no serán utilizadas en Cuba para fines comerciales, ni enriquecimiento ilícito, sino como legado al desarrollo de las nuevas generaciones de artistas y comunicadores sociales amantes de esta maravillosa manifestación gráfica, conocida hoy como arte secuencial gracias al inolvidable Will Eisner.

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