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6 mar 2017

DEL ARTE RUPESTRE AL ARTE SECUENCIAL (2)

Esta segunda parte sobre el desarrollo del comic, estará dedicada casi por completo al famoso historietista Will Eisner y es que precisamente hoy (6 de marzo de 2017) cumpliría sus 100 años de edad este descendiente de una familia radicada en el ghetto judío de Brooklyn, N.Y. quien desde pequeño, influenciado por esa nueva manifestación artística, dibujaba en cuanto papel caía en sus manos historias fantásticas al estilo de los maestros fundadores como Windsor Mac Kay, creador desde 1905 en el más puro estilo (Art-noveau) del fabuloso ”Little Nemo in Slumberland”. 
Las primeras tiras cómicas  del adolescente Willy como simple aficionado surgieron en publicaciones del instituto al que regularmente acudía, actividad que complementaba vendiendo periódicos por las calles de la Gran Manzana.
Sin embargo, profesionalmente debuta en la revista ¡WOW, WHAT E MAGAZINE! en 1935 con el personaje Harry Kane, más tarde sustituido por “The Flame”. 
Según su opinión: “…Hasta 1934 aquellas primeras publicaciones solían contener una colección fortuita de historias cortas en tiras. La aparición de Novelas gráficas completas ha sacado a relucir, más que ninguna otra cosa los parámetros de su estructura… En su conjunto  el despliegue de esos originales elementos adquiere la característica de un nuevo lenguaje…” Estos criterios son el basamento de una original definición del género, lo cual veremos más tarde. De ahí que no sea fortuito que tras la asociación con Jerry Iger durante un quinquenio, se incorporara después a QUALITY-COMICS, asociación que sorprende al mundo con personajes de la talla de Uncle Sam, Back Hawk, Sheena, Lady Luck, Mr. Mystic, pero sobre todo The Spirit.
Es entonces que por primera vez--con apenas diez años de edad—yo me tropiezo en Cuba con la obra de Will Eisner, al recibir cada lunes con la entrega semanal del diario ALERTA, en lugar de los habituales suplementos dominicales del resto de la prensa, una oferta también desacostumbrada: Tres historietas auto-conclusivas de seis páginas cada una en formato bolsilibro Lady Luck, Mr. Mystic y The Spirit, presididas por este último, que siempre aparecía en la portada. 
Esta modalidad cambió por completo la concepción del género, imponiendo el hábito por los “comic-books” precisamente poco antes de  la Segunda Guerra Mundial y por tanto los nuevos héroes surgidos trataban de desvirtuar un producto típicamente artístico por el abuso de la propaganda belicista  con nuevos super-héroes yanquis al estilo de Super-man, Super-woman, Super-ratón o Los Halcones Negros.
Pero Eisner no cayó en la trampa: En lo personal durante la contienda bélica entre 1942 y 1945 abandonó su personaje de ficción dejándolo en mano de sus ayudantes y se alistó para cooperar con el ejército estadunidense, al crear nuevas propuestas conocidas por historietas didácticas para adultos, especialmente dirigidas a las tropas, con el fin de señalar virtudes y rectificar errores durante los entrenamientos militares.
Una vez finalizado el conflicto bélico, Eisner regresó a su querido “Spirit” semanal, devolviéndole la frescura de antaño, tanto en la forma como en sus contenidos pues no mordió el anzuelo de la Guerra Fría, y otros códigos similares aplicados a la sociedad estadounidense de entonces como la cacería de brujas que entre otras cosas estigmatizó a los 10 de Hollywood.
Películas contestatarias como “Los mejores años de nuestras vidas” de William Wiler en 1946, o “Un tranvía llamado deseo” de Tenesee Williams un año después, así como su contrapartida, la creación del Comité de Actividades Anti norteamericanas de 1947, o el nacimiento de la CIA en ese mismo año caracterizan esa época. Con solo estos cuatro ejemplos basta.
En la historieta post-bélica del “The Spirit” ocurrió otra cosa: Eisner se apoyó en la sátira y el humor para señalar la realidad de su país y su tiempo: Basándose en la herencia de la Novela Negra y autores como Chandler, Hammet, o James Cain, tejió historietas donde ponía en solfa las amañadas campañas políticas en varias entregas como  “La elección del Presidente Junior”; o la propia cacería de bujas bajo el título de “El cómic mortal”.
Además durante años y para no aburrirse, Eisner viaja una vez por semana desde su estudio en La Florida (cuatro horas de vuelo) hasta New York, para dar clases de este arte secuencial suyo en una academia de Manhattan.
Cincuenta años después: En el verano de 1995, el destino me deparó tremenda sorpresa:
Invitado a visitar el terruño de mi padre con la “Operación Añoranza” organizada por el Principado de Asturias. Durante mi estancia allí, el colega Faustino Rodríguez Arbezú, activista, e historiador del género y Presidente del Salón del Cómic de Girón, me invita a participar en su XIX edición que se desarrollaría en el mes de julio en el remozado Teatro Jovellanos de dicha ciudad.
La sorpresa de que inaugurara el evento el alcalde de la ciudad, Vicente Álvarez Areces, recién entrevistado por mí en un hermanamiento entre ambas ciudades celebrado en La Habana, así como rendirle honores por la obra de toda la vida al mítico Will Eisner, constituía una doble sorpresa.
Pero todo esto resultó pálido cuando el ya casi octogenario artista, se me acerca para saludarme efusivamente porque invitados ambos en 1991 al Primer Salón de Cuadriños en Río de Janeiro; él apremiado por sus contratos solo participó en la inauguración, mientras la delegación cubana--formada por Orestes Suárez y yo--llegamos a Brasil dos días después de su partida impidiéndonos coincidir en el evento.
Esa situación para Eisner tenía gran importancia pues—según me contara—estaba en deuda con nuestro país, desde aquellos tiempos de 1940 y su primitivo sueño de competir con empresas monopolistas del comic yanqui, al estilo del “King Features Syndicate” y sus nefastas consecuencias; así como que en Cuba--por esa misma razón--se convirtiera  en el primer país donde circulara bajo contrato su querido Spirit, fuera del territorio  estadounidense.
Ese primer encuentro nuestro de 1995 marcó una profunda empatía, que se incrementó al servirle de traductor a su querida esposa Ann Louise, mientras él era entrevistado o en conversaciones informales durante el evento.
Otras muchas emocionantes vivencias nos deparó el encuentro, como la de intercambiar caricaturas personales realizadas in situ, o en el momento de aportar datos y direcciones para futuros encuentros, así como asistir al lanzamiento y presentación de su quinta y última (grafic novel) de 1995 titulada “La avenida Dropsie”.
A mi regreso desde Cuba,  mantuve  una activa correspondencia con él, recibiendo de inmediato algunas de sus obras como aquel famoso libro-ensayo editado en 1994 “El comic y el arte secuencial” donde deja plasmadas sus experiencias teórico-prácticas sobre el cómic, y por tanto, basamento de otras manifestaciones tan complejas como el story-board, el dibujo animado, el stop-motion o las actuales propuestas audiovisuales.
Al año siguiente comienza publicarse en Cuba bajo mi responsabilidad la revista MI BARRIO--co-auspiciada por los CDR y la UNEAC—donde publicamos algunas colaboraciones enviadas por este ícono mundial de la historieta moderna, incluyendo la caricatura que le realizáramos in situ durante uno de los encuentros festivos de aquel Salón del Comic asturiano.
Para finalizar, no encuentro una mejor demostración de respeto y tributo en este centenario de Will Eisner, que poner a disposición de mi hijo, Francisco P. Blanco Hernández--profesor de artes plásticas e historietista--las obras en mi poder de Will Eisner, en la seguridad de que no serán utilizadas en Cuba para fines comerciales, ni enriquecimiento ilícito, sino como legado al desarrollo de las nuevas generaciones de artistas y comunicadores sociales amantes de esta maravillosa manifestación gráfica, conocida hoy como arte secuencial gracias al inolvidable Will Eisner.

12 jul 2016

ANDRES: UN ARTISTA CENTENARIO



Los que siguen las huellas de este blog habrán notado que frecuentemente he abordado aspectos referidos al periodismo o al humor gráfico en particular. Pues bien, a través del semanario OPUS-HABANA de la Oficina del Historiador de la Habana correspondiente al actual Núm 27 de 2016, aparece bajo el título: “Andrés, el de CARTELES, cumple 100 años” la siguiente nota: 
“…Las portadas que realizó Andrés García Benítez, durante decenas de años, resultan un documento de inestimable valor histórico: El testimonio de un hombre enamorado de su país, de la sensualidad y belleza de sus mujeres, en fin de su capital: La Habana, donde se dieron cita todos los matices de la realidad social cubana entre 1936 y 1961.
Por ello, para conmemorar el primer centenario de su natalicio el Centro de Arte de Holguín—su ciudad natal—ha organizado una muestra de su producción artística y su historia personal que será inaugurada a partir de este 13 de julio..” 
El joven Andrés como aficionado con solo 16 años de edad tuvo su primer contacto con la revista CARTELES, hasta que en 1936 se convierte en su diseñador oficial. La destacada labor le reconoció por la crítica de arte a su obra, el segundo momento histórico de la gráfica costumbrista cubana, solo precedido de Víctor P. Landaluce en el siglo XIX.
Fue tal su popularidad que la crítica y el público en general lo reconociera como--Andrés, el de CARTELES--entre 1936 y 1961. 

Pero no debe reducirse así su obra: En 1942 la escenografía de la puesta en escena “La comedia para la felicidad” lo convierte en un hombre de teatro dejando su huella también en “Doña Rosita la soltera” y “La zapatera prodigiosa” ambas de Lorca, así como “Electra Garrigó” de Virgilio Piñera, o para el ballet de Alicia Alonso en 1948.
Sin embargo la mayor popularidad adquirida por él fue con las escenografías y vestuarios en los cabarets “Parisien”, “Capri”, y sobretodo en “Tropicana” donde, conformó un dúo casi perfecto con el legendario Rodney, incluso influyó particularmente en la caracterización de Luís Carbonell como el acuarelista de la poesía antillana, sin dejar de mencionar su incursión en la caricatura, el diseño de carrozas, y los disfraces del carnaval.
Al desparecer la revista CARTELES en 1961 le perdimos la pista al talentoso costumbrista, quien mantuvo a partir de 1967 su residencia en Puerto Rico.
En la pequeña muestra del Centro de Arte de Holguín aparecen hoy obras y documentos procedentes del entorno familiar y del crítico de arte cubano-portorriqueño Antonio J. Molina, amigo e investigador del artista. 
(Estos han sido datos tomados del también historiador y crítico de arte holguinero Martín Garrido López.) 
Ahora bien, he aquí algunos datos curiosos sobre la publicación de marras: En realidad la primera CARTELES de la Habana data de 1919 y aparece como revista gráfica mensual de teatros, variedades, y deportes. Fundada por Oscar H. Masaguer (7 volumenes).
La segunda CARTELES que aparecía en 1929 fue el primer semanario impreso en fotolito sistema offset en los talleres de Artes Gráficas S.A. donde figuraba como director y presidente Alfredo T. Quilez, adelantándose en esta tecnología a países desarrollados como Estados Unidos y el Reino Unidos.
Estos últimos apuntes los hemos tomado del libro “Cuba en la mano” y sin embargo de aquella primera revista BOHEMIA que debutó el 10 de mayo de 1908, con portada de A. Rodríguez Morei, no aparece ni una sola línea en esa recopilación que consta de dos voluminosos tomos. Hemos subrayado la omisión porque resulta preocupante a un curioso octogenario como yo, quien durante su niñez y su adolescencia vivió la popularísima competencia que semanalmente existía entre ambas publicaciones ilustradas, que una de ellas se nos haya “ido” de las manos en la lectura del “cubanísimo” libro.

3 mar 2012

FLOROCARRERO CENTENARIO

No sé si por mi inclinación desde siempre al dibujo, por la fuerza de la atmósfera tropical cubana que nos envuelve, o los vivos colores combinados con esa línea fuerte y espontánea del contraste presentes en la pintura de tres grandes de la plástica cubana, haya preferido entre otros pintores, la contemplación de obras plásticas que calzaran la firma de maestros como René Portocarrero, Amelia Peláez, o Alfredo Sosabravo.

Los tres, independientemente de su extensa y original producción artística, especialmente al dejarnos su impronta ceramística en los murales colosales del Hotel Habana Libre. Ella en el gigantesco muestrario de azules marinos que nos da la bienvenida a la entrada del edificio; Sosa Bravo con su combativa tanqueta situada en el Segundo Lobby; y esa explosión cromática de la “Historia de las Antillas” en el bar LAS CAÑITAS, donde Portocarrero nos identifica en el multiétnico crisol del Caribe, al cual está dedicado la Feria Internacional del Libro de este año.

Precisamente en el marco de esta última aprovechamos nuestra presencia en el Pabellón Cuba para, darnos un saltito mis hijos y yo, al céntrico hotel de 23 y L, una semana antes del 24 de febrero; recordar ese día glorioso, y también el centenario del autor de dicha obra, el gran maestro René Portocarrero.

Estas muestras de lo mejorcito de la plástica cubana, me rodeaban y alentaban noche tras noche, durante más de quince años en que ofrecí mis servicios haciendo caricaturas personales in situ a clientes y huéspedes del hotel, tras mi jubilación en 1991.

Algunas de aquellas “víctimas” se ofrecieron a testimoniar sus impresiones como las del caricaturista norteamericano Bill Griffith. Fue en uno de sus salones donde, celebré mis cincuenta años de vida artística en febrero de 1998 con una exposición retrospectiva que contó con la presencia de los participantes a la Bienal del Humor de San Antonio de los Baños de ese año y personalidades culturales de la talla de Abel Prieto y Enrique Núñez Rodríguez.

También en sus salones, pero en marzo del 2008, el hotel celebró su medio siglo, y rindió homenaje a tres figuras vinculadas al mismo, Ricardo Trelles, el único trabajador-fundador aún en funciones; la vedette de Cuba Rosita Fornés; y este humilde servidor con la muestra en su “Rinconcito del Humor” donde se contaba la historia del hotel en forma jocosa.

Pero volvamos a los inicios de Portocarrero: Habanero en toda la extensión de la palabra, dejó sus primeras huellas en aquellos inolvidables interiores de la Calzada del Cerro, --su casa natal y mi barrio adoptivo--. A partir de esa experiencia, su obra se inspiró en grandes ciclos temáticos. Cada nueva propuesta, era la misma y diferente a la vez, como ocurría en sus simbólicas ciudades, donde no se podía ocultar la influencia de la capital. Así como las no menos exquisitas floras.

En mi afinidad con el dibujo humorístico y la historieta, me imaginaba aquello como un gran fresco secuencial, donde el pintor narraba una historia oculta tras los velos de la capital, o los encantos de la mujer cubana.

Terminando la visita junto a mis hijos, cada cual tomó por su lado, y yo aproveché que ese día se inauguraba en la galería”Teodoro Ramos Blanco” del Cerro, una exposición fotográfica de cuyo catálogo tomo las palabras del maestro Manuel López Oliva que concluye con estas reflexiones:

“…Hoy, cuando parece que su casa natal y parte de los parajes del Cerro desaparecen por la erosión del tiempo y las crisis de la historia, un grupo de pupilas creadoras de gente joven han hecho un proyecto, desatado por Betty Quevedo León, que implica redescubrir ese hiato visual que conecta la memoria de Portocarrero con los símbolos ambientales del Cerro. Unos, a partir de generar metáforas con fragmentos de su casa hoy tristemente deteriorada, otros jugando con retratos actuales que rememoran sus emblemáticas Floras…”

A propósito de esa motivación actual, fue la misma que en 1980, me inspiró a presentar en el Salón Nacional de Humorismo de ese año, la caricatura personal que ahora reproducimos. Atrevimiento motivado a su vez por una mezcla del respeto que le profesé, y la misma jovialidad y familiaridad conque el siempre nos correspondía. Sin más les presento esta semblanza paródica suya que titulé FLOROCARRERO, y que dio pie para el encabezamiento de este trabajo a cien años de su feliz alumbramiento.

20 nov 2011

EN POCAS PALABRAS

AUTOCRÍTICA PÓSTUMA
Con la caricatura que preside este número de mi blog personal, dedicada al centenario de ese gran cubano que fue y es José Antonio Portuondo, --que en Gloria esté--, deseo agregar una anécdota de mi vida vinculada a ese gran santiaguero, cubano y universal a la vez.
Mucho han publicado los medios en estos días sobre la vida y la obra del maestro Portuondo, nacido el 10 de noviembre de 1911, por tanto no repetiré los merecidos elogios, ni su inmensa trayectoria humanística, política, y cultural.
Lo consideré siempre alguien imprescindible desde los tiempos en que acudía con frecuencia al Instituto de Literatura y Lingüística en busca de algún dato, o de una orientación, lo que siguió siendo una costumbre para mí con la actual directora la Dra. Nuria Gregory.
Vayamos pues al incidente que motiva esta introspección:
No recuerdo la fecha exacta, …fecha…lo que sé es que fui invitado como director del semanario PALANTE al Primer Encuentro de la Crítica Literaria en Cuba, celebrado en una de las instalaciones …hotel…de la playa Santa María del Mar.
Las conclusiones del acto le estaban reservadas a él, y en su alocución Portuondo se refirió casi por completo a la primera crítica literaria publicada en Cuba, que resultó ser “La Caricatura Contemporánea” de Bernardo González Barros en 1916. El estudio en dos tomos abarca primero, la obra de los caricaturistas de Francia y Alemania, pasando en el segundo tomo a Italia, España, Portugal, Inglaterra, y otras naciones de América donde incluyó a Cuba.
Mientras la concurrencia ovacionaba aquellas palabras, algo inquietante dentro de mí quería salir a flote. En un aparte me dirigí respetuosamente a él y-- tras los saludos de rigor--, más o menos saque fuerzas para decirle algo que resumo en su esencia:
“…Maestro, ese ensayo del periodista González Barros, en su momento tuvo mucho impacto y se ha convertido en un libro de cabecera para mí desde que abracé la profesión. La obra ha trascendido por la profundidad de la investigación y como legado a nuestros tiempos y los que sigan. Pero… Pienso que le faltó un aspecto a analizar y es que el trabajo no cuenta con ilustraciones de esos artistas. Es decir: Una apoyatura gráfica para la comprensión del mensaje, y el análisis de nuevas generaciones, entre ellas, nosotros sus seguidores… Me envalentoné y seguí… Además en uno de sus capítulos se refiere críticamente a algunos de los historietistas norteamericanos de principios del siglo XX, cuando el género estaba aún en pañales; esa manifestación de la gráfica se ha convertido en algo reconocido ya como el Noveno Arte…”
Cuando terminé mi improvisado discurso, temblaba de miedo previendo la reacción del maestro. Su respuesta fue aun más sorprendente:
--Claro, joven: ¿Cuenta usted con esos ejemplos?
--Doctor, a recopilarlos he dedicado gran parte de mi tiempo libre.
Fue entonces cuando Portuondo me noqueó hasta el día de hoy:
__¿Y qué espera para publicarlo en una nueva edición corregida y ampliada?
Mi respuesta fue un pretexto como puede ser aquello que Agramonte definiera como: “La justificación es la prostitución del espíritu”, por tanto pasaré por alto toda la mea culpa que como lastre ha pesado hasta hoy en mi espíritu, siempre escudándome en el denominador común del tiempo.
No me arrepiento de ocupar el mío siguiendo mi vocación por interpretar humorísticamente la actualidad sociopolítica de mi país y del mundo, de escribir lo que estimo legítimo y necesario dentro de mis posibilidades, de ayudar al proceso de construir un mundo mejor en una sociedad cada día más insegura y violenta. En fin, podríamos estar excusándonos hasta el año próximo, pero no dejaría de ser un excusado más. Son tiempos de baños intercalados y wátercloth, o como dirían en España, simplemente Váter.
Lo cierto es que, el tiempo le ha dado la razón a él y si de algo me lamento es de no obedecer sus sabios consejos. Creo que es el mejor homenaje que comparto en su centenario y al arribar a mis 81 abriles este mes.
Aprovecho para anunciarles que en este mismo número abordo tal vez la génesis de lo que me sucedió en aquella oportunidad bajo el título de “El eterno esclavo”

UNA HISTORIETA SALUDABLE
La salud es belleza, amor, disfrute. Donde hay salud surge la alegría e irrumpe la risa. La educación física y el deporte tienden a lograr una mente sana en un cuerpo sano.
El estado de la salubridad pública en Cuba resultaba crítica y asimétrica, sobre todo en lo referido a la medicina rural, de ahí que uno de los programas del Moncada fuera revertir esa postura, lo que se logró a partir del Primero de enero de 1959, con la aplicación de la Medicina Socializada.
Cincuenta años más tarde, el 15 de noviembre de 1999, los sufridos pueblos de Nuestra América –como la llamó Martí—seguían padeciendo situación similar a la nuestra antes del alba de la Revolución. Ése día Fidel inaugura la Escuela Latinoamericana de Medicina, donde se formarían cientos, miles de profesionales enrolados en ese enorme ejército de batas blancas que regresaron y aún regresan a los lugares más necesitados e intrincados de sus países respectivos con las armas de la sanidad en la mochila y la felicidad en la mirilla.
Mientras las botas mercenarias de otros ejércitos invaden y matan alrededor del mundo, los voluntarios creados en la ELAM son portadores de vida.
Por esa razón en el 2008 quise homenajear el arribo a los diez años de la ELAM, y me di a la tarea de realizar una historieta titulada “Un ejército diferente”, donde el color fuera uno de sus protagonistas principales, pues al referirse a la tropa de batas blancas cada viñeta debía ser completamente coloreada, incluyendo los globos del texto; y lo único que quedarían blancos fueran los uniformes de esos combatientes que se enfrentaban a las enfermedades.
La demanda editorlal en aquel momento, y las condiciones poligráficas tampoco permitían la realización del proyecto; por esa razón, el trabajo quedó inédito. Ahora nos arriesgamos a ponerlo a vuestra consideración en calidad de estreno, también a riesgo de que los vecinos cubanos no puedan disfrutarlo dado el peso en kilobytes que cada imagen ocupe para bajarlas en internet. De toda forma, quien no se arriesga no triunfa.
Espero que el diagnóstico de este improvisado médico sea el idóneo, y el tratamiento dado en las tiras cómicas a mis pacientes vecinos resulte efectivo para poder darles el acta ambulatoria en perfecto estado de salud. Paso pues al salón de operaciones y cruzo los dedos al aplicarles la anestesia de mis dibujos.
UNA CRIOLLA REINA DE ESPAÑA
Parecería el título de una telenovela. ¿Verdad?
Pues no señor; el hecho fue real, y de él da cuenta Álvaro de la Iglesia en sus “Tradiciones Completas” cuya primera edición vio la luz en medio de una intensa polémica entre los defensores de la historia pura y los de la novela histórica; hecho acaecido exactamente hace cien años.
Yo me inclino por esta última variante, tal vez menos exacta y nutritiva pero agradablemente sazonada. Más recientemente escribió sobre el mismo tema el colega Ciro Bianchi, quien le pone colores a la historia en su habitual programa televisivo, pero también lo hace dominicalmente en blanco y negro para JUVENTUD REBELDE.
En honor a ambos, esta historia comenzará como siempre:
“Había una vez... Un régimen colonialista en Cuba que se abría paso al capitalismo bajo el látigo de la esclavitud y el saqueo de nuestras riquezas naturales. Mientras, de las propias entrañas de dicha colonia imperial crecía el sentido de identidad nacional entre criollos, cimarrones y pardos libres de ambos sexos, claro…”
Es en ese marco histórico que el 24 de noviembre de 1859 arriba al puerto de San Cristóbal de La Habana don Francisco Serrano Cuenca, Guevara y Domínguez, Conde de San Antonio, como se ve, noble de larga prosapia enviado a la “Fiel Isa de Cuba” como Capitan General por el sanguinario Leopoldo O´Donell, precisamente para alejar del Parlamento a un adversario conflictivo. El aludido recibió de su antecesor gobernador Don José de la Concha el tesoro de la colonia en bancarrota. O sea que en la práctica no había bancos donde sentarse, ni clavos con qué repararlos.
El nuevo gobernante, nada parecido a sus antecesores, se convirtió en el más benigno, tolerante, celoso, y honrado de todos los que habían pasado sin penas ni glorias por el Palacio de los Capitanes Generales, pero a su vez, aborrecido por una minoría parasitaria con ínfulas aristocráticas. Se podrán imaginar cuantos enemigos se buscó entre la fauna de voluntarios, burócratas y corruptos que medraban amparados bajo el pendón español.
Según algunos historiadores, le puso la tapa al pomo al producirse la muerte de José de la Luz y Caballero, y oficialmente celebrarse el entierro más solemne de todos los ocurridos acá hasta la mitad del siglo XIX.
Además, el General Serrano sumaba en su haber el matrimonio con una trinitaria de abolengo, la condesa de San Antonio, pero --criolla al fin--, sumaba a sus virtudes, la amistad con Gertrudis Gómez de Avellaneda, respetable dama quien había paseado las letras autóctonas por las mejores tertulias literarias hispánicas, y también casada con un militar español: El coronel Verdugo.
A un mes de su arribo a la capital, Don Francisco Serrano y su media naranja visitaron Trinidad, la tierra natal de Antoñica Domínguez Borrell, que así se llamaba la naranja del cuento.
Familias opulentas del fértil valle fueron anfitrionas de la pareja y su séquito, mientras la prensa capitalina permeada por el odio a todo lo que oliera a cubanía se dio gusto emborronando cuartillas para satanizar esas llamadas “fiestas criollas”.
Esto ocurría en la superficie del régimen, donde la flor y nata de una supuesta pero rancia aristocracia se retorcía de odio; mientras en el fondo de barracones y palenques, el azúcar amargo de la esclavitud también se sumaba a un país en ebullición.
De vuelta a La Habana, la condesa hizo todo el bien que pudo apoyada en su consorte, y durante su mandato el Palacio de Gobierno abrió sus puertas a los miserables que allí acudían con frecuencia en busca de auxilio, y si no hicieron más fue porque sus antecesores se llevaron hasta los clavos.
El mandato de Serrano se cumplió el 10 de diciembre de 1862, fecha en que regresó a España. Su postura durante la Revolución de Septiembre en la península lo llevó a ocupar el puesto más alto que tuvo un militar español en las Cortes: Regente del Reino con tratamiento de Alteza.
Aunque brevemente, la criollita Antoñica Domínguez Borrell ocupó el trono de Castilla y León. Muchos de aquellos nobles se postraron ante sus pies –tal vez algunos de los que después la difamaron--; pero de hipócritas y malagradecidos está lleno el mundo.
Para finalizar reproduzco una frase premonitoria del General Serrano que retumbó en el hemiciclo del Congreso español durante su breve monarquía: “…Si la suerte de los cubanos no se mejora, tendrán la razón para sublevarse…” Seis años después, el 10 de octubre de 1868, la campana de La Demajagua le dio la razón al grito de “!VIVA CUBA LIBRE!”

5 nov 2011

SALGARI, EL TIGRE DE LA AUDACIA

El pasado lunes 17 de octubre comenzó la Semana de la Lengua Italiana en el Mundo, con la inauguración de la exposición de historietas e ilustraciones de autores cubanos en el local Vitrina de Valonia, de la Habana Vieja. La muestra se organizó con el tema de Sandokán, El Tigre de la Malasia, como homenaje al escritor italiano Emilio Salgari, autor de innumerables novelas de aventuras, quien falleció hace exactamente cien años en Turín.

A la muestra asistió el Embajador de Italia, Sr. Marco Baccin y las palabras de presentación estuvieron a cargo del Dr. Eusebio Leal, Historiador de La Habana.

El personaje más famoso de Salgari desde sus comienzos como novelista por entregas en 1883, fue Sandokán,”El Tigre de la Malasia”, que en mi modesta opinión, es un niño de teta comparado con sus propias aventuras. Veamos por qué lo digo:

En ése, su primer ciclo que duró una década, escribió once novelas del héroe, también conocido como el Tigre de Mamponsán, con inmenso éxito no sólo en su momento, sino que ha trascendido a la fanaticada infantil y juvenil por más de un siglo; debo aclarar que en este caso, el héroe es un nativo que se revela contra el perverso Gobernador británico Lord James Brooke, quien eliminó toda la familia del joven príncipe malayo, por lo que puede considerarse una obra literaria anticolonialista del siglo XIX.

Yo que fui fiel seguidor lampiño de sus fantasías, y aún miembro de la Triple A (Adulto y Adicto a las Aventuras) me sentí obligado a participar con la obra que muestro a continuación:

Inmediatamente Salgari comenzó otra saga de cinco novelas relacionadas con piratas de las Antillas; aquí me detengo porque inventó una nueva figura de gran impacto –El Corsario Negro— al que coloreó de lo lindo con sus dos hermanos El Corsario Rojo y El Corsario Verde, ambos finalmente ahorcados por sus adversarios. Después trasladó sus filibusteros hacia las Bermudas, con tres novelas en la que destaca “Las extraordinarias aventuras de Cabeza de Piedra” un pirata bastante cabeciduro. Aprovechó entonces su cercanía y disparó tres novelas seguidas del oeste americano, (Far West), referente obligado de los “western spaguetthi”, popularizados por el cine italiano muchos años después.

Pero ahí no se detuvo Salgari: Ubicó al Capitán Tormenta en Damasco; La Flor de las Perlas en Filipinas; El tesoro del Presidente de Paraguay --ya saben dónde--, La rosa de Dong-Gianc; el Rey de la Montaña; y El hombre de fuego; por último nos llevó Dos mil leguas por debajo de América, en competencia con el submarino de Julio Verne.

Nos regaló muchos cuentos de marineros, de pescadores de ballenas, otros a través del Atántico en globo; al Polo Sur en bicicleta; al Polo Norte en un crudo invierno; y al Sur hacia Costa de Marfil; describió la ciudad de oro; los horrores de Siberia; narró aventuras en Alaska y entre pieles rojas; un drama en el Pacífico; el tren volador; la montaña de luz; la jirafa blanca; los bandidos del Sahara; las hijas de los faraones; las águilas de la estepa; las panteras de Argel; la heroína de Puerto Arturo; Cartago en llamas; la bohemia italiana; los bandidos de Rif, entre otras muchas hazañas. En fin, a Salgari no le quedó un solo rincón del mundo virgen, los violó todos sin contacto personal alguno.

Sabemos que de joven matriculó la especialidad de capitán de cabotaje en el Real Instituto Técnico Naval “Paolo Sarpi”. Pero no se graduó. Se sabe que solo recibió entrenamiento en un buque escuela y que viajó como pasajero en el mercante “Italia Una” a través del Adriático.

Y ustedes se preguntarán igual que yo: ¿Cómo este hombre a fines del siglo XIX con muchísima menos información que en la actualidad, sin viajar apenas, pudo escribir tanto y de tanta gente, en tan lejanos parajes?

Sencillamente sustituyó la experiencia personal, con su segunda afición: La lectura. Y como dijera el Dr. Eusebio Leal, Historiador de la ciudad en la apertura: Recurrió a “…La loca de la casa… La imaginación…”

Navegó incansablemente de día y de noche a través de los libros científicos y las publicaciones especializadas, --pero sobre todo— estaba dotado de una portentosa creatividad, capaz de hacernos palpitar de emoción a través de sus populares héroes y heroínas. A tal punto llegó el hechizo que llegó a auto titularse capitán y firmar algunas de sus obras con ese grado. Además, declaró solemnemente que sus personajes eran reales. Él mismo fue un personaje fabuloso. Veamos:

Comenzó como escritor “free lancer” en el periódico milanés LA VALIGIA en junio de 1883, con novelas por entrega; ya en octubre de ese año aparecía su primer y gran personaje: Sandokán, el tigre de la Malasia. Pasó como redactor fijo a LA NUOVA ARENA durante una década. En 1893 el crítico Giuseppe Biasoli lo llamó “mozo” en un artículo y él ofendido, lo retó a duelo. Del percance Biasoli salió hospitalizado y Salgari preso por seis meses.

En total escribió 84 novelas de aventuras juveniles, todas por capítulos y algunas con tiradas de hasta cien mil ejemplares. Hasta una de ciencia-ficción la cual fue conocida por entonces como novela de anticipación cuyo título es más que elocuente: “Las maravillas del 2000”. A su muerte surgieron imitadores como sus propios hijos Romero y Omar. No hay que descartar tampoco sus innumerables plagiarios.

Fue inspirador y pionero del llamado Noveno Arte, --los comics de aventuras popularizados en grandes tiradas por la prensa norteamericana desde fines del siglo XIX—, y siguiendo la misma fórmula de capítulos en serie, con el gancho del continuará al final de cada uno. Experiencia también explotada después por las kilométricas radionovelas y telenovelas conocidas por “culebrones”.

Su vida terminó tan dramáticamente como sus propias obras de ficción: Admirador de la actriz Ida Peluzzi, “a la que apasionadamente llamó su Aida”, se casa con ella, quien le da tres hijos, una hembra y dos varones. Años después, su esposa cae en un estado maniaco depresivo y debe internarla en el sanatorio Collegno de Turín. La situación económica y la locura de su amada lo llevan en 1909 a intentar suicidarse sin lograrlo y al empeorarse la situación, repite el intento dos años después, al estilo japonés conocido como Hara-kiri.

Tal vez esta acción autodestructiva fuera hereditaria porque treinta años antes su padre se había suicidado, y sus hijos Romero en 1931, y Omar en 1963, también lo hicieron.

Como la mayoría de los suicidios, hace cien años Salgari dejo escritas éstas, sus últimas palabras, dedicada a sus editores:

“…A vosotros, que os habéis enriquecido con mi piel, manteniéndome a mí y a mi familia en una continua semi miseria o aún peor, sólo os pido que en compensación por las ganancias que os he proporcionado, os ocupéis de los gastos de mis funerales. Os saludo rompiendo la pluma…” Emilio Salgari.