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6 mar 2017
DEL ARTE RUPESTRE AL ARTE SECUENCIAL (2)
12 jul 2016
ANDRES: UN ARTISTA CENTENARIO
3 mar 2012
FLOROCARRERO CENTENARIO
Los tres, independientemente de su extensa y original producción artística, especialmente al dejarnos su impronta ceramística en los murales colosales del Hotel Habana Libre. Ella en el gigantesco muestrario de azules marinos que nos da la bienvenida a la entrada del edificio; Sosa Bravo con su combativa tanqueta situada en el Segundo Lobby; y esa explosión cromática de la “Historia de las Antillas” en el bar LAS CAÑITAS, donde Portocarrero nos identifica en el multiétnico crisol del Caribe, al cual está dedicado la Feria Internacional del Libro de este año.
Estas muestras de lo mejorcito de la plástica cubana, me rodeaban y alentaban noche tras noche, durante más de quince años en que ofrecí mis servicios haciendo caricaturas personales in situ a clientes y huéspedes del hotel, tras mi jubilación en 1991.
Algunas de aquellas “víctimas” se ofrecieron a testimoniar sus impresiones como las del caricaturista norteamericano Bill Griffith. Fue en uno de sus salones donde, celebré mis cincuenta años de vida artística en febrero de 1998 con una exposición retrospectiva que contó con la presencia de los participantes a la Bienal del Humor de San Antonio de los Baños de ese año y personalidades culturales de la talla de Abel Prieto y Enrique Núñez Rodríguez.
También en sus salones, pero en marzo del 2008, el hotel celebró su medio siglo, y rindió homenaje a tres figuras vinculadas al mismo, Ricardo Trelles, el único trabajador-fundador aún en funciones; la vedette de Cuba Rosita Fornés; y este humilde servidor con la muestra en su “Rinconcito del Humor” donde se contaba la historia del hotel en forma jocosa.
Pero volvamos a los inicios de Portocarrero: Habanero en toda la extensión de la palabra, dejó sus primeras huellas en aquellos inolvidables interiores de la Calzada del Cerro, --su casa natal y mi barrio adoptivo--. A partir de esa experiencia, su obra se inspiró en grandes ciclos temáticos. Cada nueva propuesta, era la misma y diferente a la vez, como ocurría en sus simbólicas ciudades, donde no se podía ocultar la influencia de la capital. Así como las no menos exquisitas floras.
En mi afinidad con el dibujo humorístico y la historieta, me imaginaba aquello como un gran fresco secuencial, donde el pintor narraba una historia oculta tras los velos de la capital, o los encantos de la mujer cubana.
Terminando la visita junto a mis hijos, cada cual tomó por su lado, y yo aproveché que ese día se inauguraba en la galería”Teodoro Ramos Blanco” del Cerro, una exposición fotográfica de cuyo catálogo tomo las palabras del maestro Manuel López Oliva que concluye con estas reflexiones:
“…Hoy, cuando parece que su casa natal y parte de los parajes del Cerro desaparecen por la erosión del tiempo y las crisis de la historia, un grupo de pupilas creadoras de gente joven han hecho un proyecto, desatado por Betty Quevedo León, que implica redescubrir ese hiato visual que conecta la memoria de Portocarrero con los símbolos ambientales del Cerro. Unos, a partir de generar metáforas con fragmentos de su casa hoy tristemente deteriorada, otros jugando con retratos actuales que rememoran sus emblemáticas Floras…”
A propósito de esa motivación actual, fue la misma que en 1980, me inspiró a presentar en el Salón Nacional de Humorismo de ese año, la caricatura personal que ahora reproducimos. Atrevimiento motivado a su vez por una mezcla del respeto que le profesé, y la misma jovialidad y familiaridad conque el siempre nos correspondía. Sin más les presento esta semblanza paródica suya que titulé FLOROCARRERO, y que dio pie para el encabezamiento de este trabajo a cien años de su feliz alumbramiento.
20 nov 2011
EN POCAS PALABRAS
Con la caricatura que preside este número de mi blog personal, dedicada al centenario de ese gran cubano que fue y es José Antonio Portuondo,

Mucho han publicado los medios en estos días sobre la vida y la obra del maestro Portuondo, nacido el 10 de noviembre de 1911, por tanto no repetiré los merecidos elogios, ni su inmensa trayectoria humanística, política, y cultural.
Lo consideré siempre alguien imprescindible desde los tiempos en que acudía con frecuencia al Instituto de Literatura y Lingüística en busca de algún dato, o de una orientación, lo que siguió siendo una costumbre para mí con la actual directora la Dra. Nuria Gregory.
Vayamos pues al incidente que motiva esta introspección:
No recuerdo la fecha exacta, …fecha…lo que sé es que fui invitado como director del semanario PALANTE al Primer Encuentro de la Crítica Literaria en Cuba, celebrado en una de las instalaciones …hotel…de la playa Santa María del Mar.
Las conclusiones del acto le estaban reservadas a él, y en su alocución Portuondo se refirió casi por completo a la primera crítica literaria publicada en Cuba, que resultó ser “La Caricatura Contemporánea” de Bernardo González Barros en 1916. El estudio en dos tomos abarca primero, la obra de los caricaturistas de Francia y Alemania, pasando en el segundo tomo a Italia, España, Portugal, Inglaterra, y otras naciones de América donde incluyó a Cuba.
Mientras la concurrencia ovacionaba aquellas palabras, algo inquietante dentro de mí quería salir a flote. En un aparte me dirigí respetuosamente a él y-- tras los saludos de rigor--, más o menos saque fuerzas para decirle algo que resumo en su esencia:
“…Maestro, ese ensayo del periodista González Barros, en su momento tuvo mucho impacto y se ha convertido en un libro de cabecera para mí desde que abracé la profesión. La obra ha trascendido por la profundidad de la investigación y como legado a nuestros tiempos y los que sigan. Pero… Pienso que le faltó un aspecto a analizar y es que el trabajo no cuenta con ilustraciones de esos artistas. Es decir: Una apoyatura gráfica para la comprensión del mensaje, y el análisis de nuevas generaciones, entre ellas, nosotros sus seguidores… Me envalentoné y seguí… Además en uno de sus capítulos se refiere críticamente a algunos de los historietistas norteamericanos de principios del siglo XX, cuando el género estaba aún en pañales; esa manifestación de la gráfica se ha convertido en algo reconocido ya como el Noveno Arte…”
Cuando terminé mi improvisado discurso, temblaba de miedo previendo la reacción del maestro. Su respuesta fue aun más sorprendente:
--Claro, joven: ¿Cuenta usted con esos ejemplos?
--Doctor, a recopilarlos he dedicado gran parte de mi tiempo libre.
Fue entonces cuando Portuondo me noqueó hasta el día de hoy:
__¿Y qué espera para publicarlo en una nueva edición corregida y ampliada?
Mi respuesta fue un pretexto como puede ser aquello que Agramonte definiera como: “La justificación es la prostitución del espíritu”, por tanto pasaré por alto toda la mea culpa que como lastre ha pesado hasta hoy en mi espíritu, siempre escudándome en el denominador común del tiempo.
No me arrepiento de ocupar el mío siguiendo mi vocación por interpretar humorísticamente la actualidad sociopolítica de mi país y del mundo, de escribir lo que estimo legítimo y necesario dentro de mis posibilidades, de ayudar al proceso de construir un mundo mejor en una sociedad cada día más insegura y violenta. En fin, podríamos estar excusándonos hasta el año próximo, pero no dejaría de ser un excusado más. Son tiempos de baños intercalados y wátercloth, o como dirían en España, simplemente Váter.
Lo cierto es que, el tiempo le ha dado la razón a él y si de algo me lamento es de no obedecer sus sabios consejos. Creo que es el mejor homenaje que comparto en su centenario y al arribar a mis 81 abriles este mes.
Aprovecho para anunciarles que en este mismo número abordo tal vez la génesis de lo que me sucedió en aquella oportunidad bajo el título de “El eterno esclavo”
La salud es belleza, amor, disfrute. Donde hay salud surge la alegría e irrumpe la risa. La educación física y el deporte tienden a lograr una mente sana en un cuerpo sano.
El estado de la salubridad pública en Cuba resultaba crítica y asimétrica, sobre todo en lo referido a la medicina rural, de ahí que uno de los programas del Moncada fuera revertir esa postura, lo que se logró a partir del Primero de enero de 1959, con la aplicación de la Medicina Socializada.
Cincuenta años más tarde, el 15 de noviembre de 1999, los sufridos pueblos de Nuestra América –como la llamó Martí—seguían padeciendo situación similar a la nuestra antes del alba de la Revolución. Ése día Fidel inaugura la Escuela Latinoamericana de Medicina, donde se formarían cientos, miles de profesionales enrolados en ese enorme ejército de batas blancas que regresaron y aún regresan a los lugares más necesitados e intrincados de sus países respectivos con las armas de la sanidad en la mochila y la felicidad en la mirilla.
Mientras las botas mercenarias de otros ejércitos invaden y matan alrededor del mundo, los voluntarios creados en la ELAM son portadores de vida.
Por esa razón en el 2008 quise homenajear el arribo a los diez años de la ELAM, y me di a la tarea de realizar una historieta titulada “Un ejército diferente”, donde el color fuera uno de sus protagonistas principales, pues al referirse a la tropa de batas blancas cada viñeta debía ser completamente coloreada, incluyendo los globos del texto; y lo único que quedarían blancos fueran los uniformes de esos combatientes que se enfrentaban a las enfermedades.
La demanda editorlal en aquel momento, y las condiciones poligráficas tampoco permitían la realización del proyecto; por esa razón, el trabajo quedó inédito. Ahora nos arriesgamos a ponerlo a vuestra consideración en calidad de estreno, también a riesgo de que los vecinos cubanos no puedan disfrutarlo dado el peso en kilobytes que cada imagen ocupe para bajarlas en internet. De toda forma, quien no se arriesga no triunfa.
Espero que el diagnóstico de este improvisado médico sea el idóneo, y el tratamiento dado en las tiras cómicas a mis pacientes vecinos resulte efectivo para poder darles el acta ambulatoria en perfecto estado de salud. Paso pues al salón de operaciones y cruzo los dedos al aplicarles la anestesia de mis dibujos.




Parecería el título de una telenovela. ¿Verdad?
Pues no señor; el hecho fue real, y de él da cuenta Álvaro de la Iglesia en sus “Tradiciones Completas” cuya primera edición vio la luz en medio de una intensa polémica entre los defensores de la historia pura y los de la novela histórica; hecho acaecido exactamente hace cien años.
Yo me inclino por esta última variante, tal vez menos exacta y nutritiva pero agradablemente sazonada. Más recientemente escribió sobre el mismo tema el colega Ciro Bianchi, quien le pone colores a la historia en su habitual programa televisivo, pero también lo hace dominicalmente en blanco y negro para JUVENTUD REBELDE.
En honor a ambos, esta historia comenzará como siempre:
“Había una vez... Un régimen colonialista en Cuba que se abría paso al capitalismo bajo el látigo de la esclavitud y el saqueo de nuestras riquezas naturales. Mientras, de las propias entrañas de dicha colonia imperial crecía el sentido de identidad nacional entre criollos, cimarrones y pardos libres de ambos sexos, claro…”
Es en ese marco histórico que el 24 de noviembre de 1859 arriba al puerto de San Cristóbal de La Habana don Francisco Serrano Cuenca, Guevara y Domínguez, Conde de San Antonio, como se ve, noble de larga prosapia enviado a la “Fiel Isa de Cuba” como Capitan General por el sanguinario Leopoldo O´Donell, precisamente para alejar del Parlamento a un adversario conflictivo. El aludido recibió de su antecesor gobernador Don José de la Concha el tesoro de la colonia en bancarrota. O sea que en la práctica no había bancos donde sentarse, ni clavos con qué repararlos.
El nuevo gobernante, nada parecido a sus antecesores, se convirtió en el más benigno, tolerante, celoso, y honrado de todos los que habían pasado sin penas ni glorias por el Palacio de los Capitanes Generales, pero a su vez, aborrecido por una minoría parasitaria con ínfulas aristocráticas. Se podrán imaginar cuantos enemigos se buscó entre la fauna de voluntarios, burócratas y corruptos que medraban amparados bajo el pendón español.
Según algunos historiadores, le puso la tapa al pomo al producirse la muerte de José de la Luz y Caballero, y oficialmente celebrarse el entierro más solemne de todos los ocurridos acá hasta la mitad del siglo XIX.

A un mes de su arribo a la capital, Don Francisco Serrano y su media naranja visitaron Trinidad, la tierra natal de Antoñica Domínguez Borrell, que así se llamaba la naranja del cuento.
Familias opulentas del fértil valle fueron anfitrionas de la pareja y su séquito, mientras la prensa capitalina permeada por el odio a todo lo que oliera a cubanía se dio gusto emborronando cuartillas para satanizar esas llamadas “fiestas criollas”.
Esto ocurría en la superficie del régimen, donde la flor y nata de una supuesta pero rancia aristocracia se retorcía de odio; mientras en el fondo de barracones y palenques, el azúcar amargo de la esclavitud también se sumaba a un país en ebullición.
De vuelta a La Habana, la condesa hizo todo el bien que pudo apoyada en su consorte, y durante su mandato el Palacio de Gobierno abrió sus puertas a los miserables que allí acudían con frecuencia en busca de auxilio, y si no hicieron más fue porque sus antecesores se llevaron hasta los clavos.

El mandato de Serrano se cumplió el 10 de diciembre de 1862, fecha en que regresó a España. Su postura durante la Revolución de Septiembre en la península lo llevó a ocupar el puesto más alto que tuvo un militar español en las Cortes: Regente del Reino con tratamiento de Alteza.
Aunque brevemente, la criollita Antoñica Domínguez Borrell ocupó el trono de Castilla y León. Muchos de aquellos nobles se postraron ante sus pies –tal vez algunos de los que después la difamaron--; pero de hipócritas y malagradecidos está lleno el mundo.
Para finalizar reproduzco una frase premonitoria del General Serrano que retumbó en el hemiciclo del Congreso español durante su breve monarquía: “…Si la suerte de los cubanos no se mejora, tendrán la razón para sublevarse…” Seis años después, el 10 de octubre de 1868, la campana de La Demajagua le dio la razón al grito de “!VIVA CUBA LIBRE!”
5 nov 2011
SALGARI, EL TIGRE DE LA AUDACIA

A la muestra asistió el Embajador de Italia, Sr. Marco Baccin y las palabras de presentación estuvieron a cargo del Dr. Eusebio Leal, Historiador de La Habana.
El personaje más famoso de Salgari desde sus comienzos como novelista por entregas en 1883, fue Sandokán,”El Tigre de la Malasia”, que en mi modesta opinión, es un niño de teta comparado con sus propias aventuras. Veamos por qué lo digo:
En ése, su primer ciclo que duró una década, escribió once novelas del héroe, también conocido como el Tigre de Mamponsán, con inmenso éxito no sólo en su momento, sino que ha trascendido a la fanaticada infantil y juvenil por más de un siglo; debo aclarar que en este caso, el héroe es un nativo que se revela contra el perverso Gobernador británico Lord James Brooke, quien eliminó toda la familia del joven príncipe malayo, por lo que puede considerarse una obra literaria anticolonialista del siglo XIX.
Yo que fui fiel seguidor lampiño de sus fantasías, y aún miembro de la Triple A (Adulto y Adicto a las Aventuras) me sentí obligado a participar con la obra que muestro a continuación:
Pero ahí no se detuvo Salgari: Ubicó al Capitán Tormenta en Damasco; La Flor de las Perlas en Filipinas; El tesoro del Presidente de Paraguay --ya saben dónde--, La rosa de Dong-Gianc; el Rey de la Montaña; y El hombre de fuego; por último nos llevó Dos mil leguas por debajo de América, en competencia con el submarino de Julio Verne.
Nos regaló muchos cuentos de marineros, de pescadores de ballenas, otros a través del Atántico en globo; al Polo Sur en bicicleta; al Polo Norte en un crudo invierno; y al Sur hacia Costa de Marfil; describió la ciudad de oro; los horrores de Siberia; narró aventuras en Alaska y entre pieles rojas; un drama en el Pacífico; el tren volador; la montaña de luz; la jirafa blanca; los bandidos del Sahara; las hijas de los faraones; las águilas de la estepa; las panteras de Argel; la heroína de Puerto Arturo; Cartago en llamas; la bohemia italiana; los bandidos de Rif, entre otras muchas hazañas. En fin, a Salgari no le quedó un solo rincón del mundo virgen, los violó todos sin contacto personal alguno.
Sabemos que de joven matriculó la especialidad de capitán de cabotaje en el Real Instituto Técnico Naval “Paolo Sarpi”. Pero no se graduó. Se sabe que solo recibió entrenamiento en un buque escuela y que viajó como pasajero en el mercante “Italia Una” a través del Adriático.
Y ustedes se preguntarán igual que yo: ¿Cómo este hombre a fines del siglo XIX con muchísima menos información que en la actualidad, sin viajar apenas, pudo escribir tanto y de tanta gente, en tan lejanos parajes?
Sencillamente sustituyó la experiencia personal, con su segunda afición: La lectura. Y como dijera el Dr. Eusebio Leal, Historiador de la ciudad en la apertura: Recurrió a “…La loca de la casa… La imaginación…”
Navegó incansablemente de día y de noche a través de los libros científicos y las publicaciones especializadas, --pero sobre todo— estaba dotado de una portentosa creatividad, capaz de hacernos palpitar de emoción a través de sus populares héroes y heroínas. A tal punto llegó el hechizo que llegó a auto titularse capitán y firmar algunas de sus obras con ese grado. Además, declaró solemnemente que sus personajes eran reales. Él mismo fue un personaje fabuloso. Veamos:
En total escribió 84 novelas de aventuras juveniles, todas por capítulos y algunas con tiradas de hasta cien mil ejemplares. Hasta una de ciencia-ficción la cual fue conocida por entonces como novela de anticipación cuyo título es más que elocuente: “Las maravillas del 2000”. A su muerte surgieron imitadores como sus propios hijos Romero y Omar. No hay que descartar tampoco sus innumerables plagiarios.
Fue inspirador y pionero del llamado Noveno Arte, --los comics de aventuras popularizados en grandes tiradas por la prensa norteamericana desde fines del siglo XIX—, y siguiendo la misma fórmula de capítulos en serie, con el gancho del continuará al final de cada uno. Experiencia también explotada después por las kilométricas radionovelas y telenovelas conocidas por “culebrones”.
Su vida terminó tan dramáticamente como sus propias obras de ficción: Admirador de la actriz Ida Peluzzi, “a la que apasionadamente llamó su Aida”, se casa con ella, quien le da tres hijos, una hembra y dos varones. Años después, su esposa cae en un estado maniaco depresivo y debe internarla en el sanatorio Collegno de Turín. La situación económica y la locura de su amada lo llevan en 1909 a intentar suicidarse sin lograrlo y al empeorarse la situación, repite el intento dos años después, al estilo japonés conocido como Hara-kiri.
Tal vez esta acción autodestructiva fuera hereditaria porque treinta años antes su padre se había suicidado, y sus hijos Romero en 1931, y Omar en 1963, también lo hicieron.
Como la mayoría de los suicidios, hace cien años Salgari dejo escritas éstas, sus últimas palabras, dedicada a sus editores:
“…A vosotros, que os habéis enriquecido con mi piel, manteniéndome a mí y a mi familia en una continua semi miseria o aún peor, sólo os pido que en compensación por las ganancias que os he proporcionado, os ocupéis de los gastos de mis funerales. Os saludo rompiendo la pluma…” Emilio Salgari.