ADVERTENCIA
En los seis segundos que usted tarda en leer este párrafo, muere un niño de hambre en el mundo.
Esta opinión no es mía sino del senegalés Jacques Diouf Director de la FAO en la reciente Cumbre sobre seguridad alimentaria celebrada en Roma. Dijo más, aseguró que sobran los recursos en los países ricos, lo que falta son prioridades: Es decir voluntad política, vergüenza o sonrojo.
Nos anuncian una nueva Cumbre de jefes de estado entre el 7 y el 18 de diciembre, ésta sobre Cambio Climático. Si en la de Italia, sólo asistió Berlusconi, por ser sede: ¿Qué se puede esperar en la de Copenhague?
Para muchos como yo, es más de lo mismo, y apoyándome en la moraleja del refrán diría: Los polvos que se levantaron en Roma, traerán más lodo al calentamiento global.
Alguien nos definió genéricamente como el hombre y su circunstancia. Y nada más cierto que eso.
Por ejemplo, ahora que se anuncian cataclismos naturales, armagedones étnicos, holocaustos preventivos, o el regreso al gorilato del Tercer Milenio latinoamericano; un esquimal, ajeno a todo terrorismo mediático, siente como se le va derritiendo bajo sus pies la capa gélida de sustentación y el fricasé de pingüino se le escapa a nado del diluvio, perdón, del Naufragio Universal.
Este individuo no puede pensar igual que un magnate con un confortable inmueble en Coral Gables, aunque el observatorio de Miami pronostique un tsunami arrollador.En los seis segundos que usted tarda en leer este párrafo, muere un niño de hambre en el mundo.
Esta opinión no es mía sino del senegalés Jacques Diouf Director de la FAO en la reciente Cumbre sobre seguridad alimentaria celebrada en Roma. Dijo más, aseguró que sobran los recursos en los países ricos, lo que falta son prioridades: Es decir voluntad política, vergüenza o sonrojo.
Nos anuncian una nueva Cumbre de jefes de estado entre el 7 y el 18 de diciembre, ésta sobre Cambio Climático. Si en la de Italia, sólo asistió Berlusconi, por ser sede: ¿Qué se puede esperar en la de Copenhague?
Para muchos como yo, es más de lo mismo, y apoyándome en la moraleja del refrán diría: Los polvos que se levantaron en Roma, traerán más lodo al calentamiento global.
Alguien nos definió genéricamente como el hombre y su circunstancia. Y nada más cierto que eso.
Por ejemplo, ahora que se anuncian cataclismos naturales, armagedones étnicos, holocaustos preventivos, o el regreso al gorilato del Tercer Milenio latinoamericano; un esquimal, ajeno a todo terrorismo mediático, siente como se le va derritiendo bajo sus pies la capa gélida de sustentación y el fricasé de pingüino se le escapa a nado del diluvio, perdón, del Naufragio Universal.
Para eso él tiene un jet ejecutivo con los motores encendidos, y otro chalet igualmente cómodo en los Alpes Suizos, desde donde puede presenciar la cagástrofe vigueta. Como buen negociante, lo primero que hace es vender su pasamontañas y sus 17 pares de esquíes, pues hasta las cumbres alpinas deberán sudar el calentamiento global.
Y ya que hablamos de paraísos naturales o fiscales en extinción: ¿Dónde se meterán esos que le siguieron los pasos al Imperio absteniéndose o votando a favor del bloqueo a Cuba en la reciente Comisión de Derechos Humanos de la ONU?
¿No están situados Palau o las Islas Marshall más cerca de sufrir lo anunciado en el Protocolo de Kyoto que nosotros? ¿No son parte de una Micronesia que puede ser la primera en micro-desaparecer del Pacífico en la primera oleada migratoria de los polos?
Es que de todo hay en la viña del Señor, como esos privilegiados que ya adquirieron bienes raíces en la parcelación residencial de la Luna. A otros menos afortunados, el perro de la crisis hipotecaria los morderá de nuevo en lo más íntimo de sus bienes inmuebles, tanto en La Tierra como en el Cielo. Amén.
Ya hubo reuniones previas sobre los peligros del cambio climático. Las naciones más desarrolladas y sobre todo el Tío Sam no se pusieron de acuerdo en abordar con seriedad el problema, que es lo mismo de tirarlo todo a relajo.
Algunos puristas del lenguaje han llegado a la conclusión de que esto se debe a que el causante principal del efecto invernadero es de difícil traducción, pues se nombra nada menos que: ¡CLOROFLUOROCARBONATO! Otros, entre los que me incluyo, pensamos que mientras los privilegiados sigan el dogma de… “ande yo caliente y ríase la gente”, creyéndose el centro del mundo; jamás reconocerán que todos los ombligos son redondos y que el achicharramiento global les puede quitar la risa también a ellos.
Y yo me pregunto:
¿Por qué los países altamente desarrollados escogieron esa sede?
¿Será por su proximidad a otras florecientes urbes vecinas de los Países Bajos, como Ámsterdam, Harleem, La Haya, o Rotterdam, también en peligro de extinción?
¿A quién le tocará mojarse primero las pantorrillas?
Como diría el Gabo: --Nada bueno se puede esperar de esta “Crónica para una muerte anunciada” en la capital danesa.
Todo esto me recuerda el cuento de ¿quién fue primero el huevo o la gallina? O mejor, el de la cotorra en medio de un naufragio, donde ésta se burla de todos los tripulantes que aterrorizados por el hundimiento del buque se lanzan a los botes salvavidas o al mar, mientras ella cachonda grita:
-¡Se jodieron! ¡Se jodieron!
Pero cuando el agua llega hasta el palo mayor, al que ella se aferra como tabla de salvación, no le queda más remedio que cambiar del pronombre personal en tercera persona del plural, al resignado:
-¡Nos jodimos! ¡Nos jodimos!
Pero… para entonces ya será demasiado tarde.
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