Aún así, en el amanecer del primero de enero de 1959, el grito anónimo de miles de gargantas -¡SE FUE BATISTA! ¡SE FUE EL TIRANO! despertó la más extraordinaria euforia jamás vista en mis 29 años de edad.
Tras la urgente llamada telefónica de un colega, salí a la calle a medio vestir, pues debía incorporarme urgentemente al periódico “El Mundo” para una edición especial.
Abrazos y felicitaciones de amigos y desconocidos retardaron mi incorporación al taller donde trabajaba. En la redacción situada en el mismo segundo piso, funcionaba el Noticiario “Tele-Mundo” dirigido por el maestro Carlos Lechuga, quien al verme llegar me ataja: --¡Te necesito aquí, Blanco!
A partir de ese momento, tuve que compartir el taburete del linotipo con la mesa de dibujo, durante un maratón informativo casi 24 horas al día durante aquella semana interminable e inolvidable.
Cuento esta historia—tal vez magnificada por el paso de los años—para dar a conocer otra que se desarrollaba paralelamente.
Una llamada telefónica a la misma hora del mismo día despertó al colega Eladio Rivadulla, quien ya acumulaba numerosas horas de vuelo en las artes plásticas desde la década del cuarenta, sobre todo en el cartel cinematográfico.
Al asomarse a la calle, la misma imagen de un pueblo desbordado de alegría inspiró el cartel, cuya copia ahora les mostramos.

Realizado artesanalmente a dos tintas en la técnica serigráfica; de sus manos salieron los 100 primeros ejemplares que repartidos en el barrio, junto a otro que decía: ¡ESTA ES TU CASA, FIDEL! engalanaron los portales de muchas casas del Vedado, incluyendo la calle 23 por donde entraría en La Habana ocho días después, la Caravana de la Victoria presidida por el propio Comandante en Jefe.
De más está decir que en la medida en que se iban aplicando las nuevas leyes revolucionarias, así mismo los cartelitos iban desapareciendo de los portales de aquellas lujosas residencias. Fue el primer paso de un éxodo hacia el Norte de quienes al perder sus privilegios, optaron también por ceder sus casas.
Pero, volvamos a Rivadulla: Iniciador y maestro del cartel de cine en Cuba, especialista en la ilustración de libros, asesor de talleres gráficos, con múltiples exposiciones de dibujo y pintura, y me consta que hasta historietas realizó en su multifacética producción artística. Por todo ello Eladio Rivadulla recibió en este 2009, el Premio Nacional de Diseño por la obra de toda la vida.
Independientemente de este bien ganado reconocimiento. Por el solo hecho de habernos dado ese alegrón del Primero de Enero de 1959, este joven de 86 años se merece eso y mucho más.

Aquella nevada que nos sorprendió prematuramente en el pueblo de Ustin nad Laben, (norte checoslovaco), también fue record para noviembre en ese país.


Otra gran ayuda fue la colaboración de su amigo, el caricaturista, Josef Lada, --invidente de un ojo igual que yo--quien ilustró las más de 500 viñetas con que cuenta el libro, algunas de las cuales acompañan este trabajo.
Precisamente la originalidad de la cervecería “U´Kalikja” radicaba en que sus paredes estaban adornadas con murales de ese gracioso y pícaro soldado inventado por la yunta Hasek-Lada.
Vista general de la manifestación con la presencia de los pacientes-actores o viceversa, en “adolorido” acompañamiento al carruaje mortuorio, con el pésame de los incrédulos espectadores.
Blanco en improvisada entrevista con el dramaturgo francés Sándor al comienzo del desfile calificándolo como una verdadera “locura”
El entierro se comportó como era debido hasta que se presentó el cruce del paseo a la sede del teatro. Ahí el burro se bestializó y dijo: “Yo no camino más”…Paralizando por breves minutos el intenso tránsito de la avenida.Lo que pasó después me lo reservo porque a mi tampoco me gusta que me cuenten el final.
cuadernillo de los caricaturistas Pitín y Blanco, el cual se presentó en el Habana Libre y el público arrebató de las librerías durante todo el mes de diciembre. Sin dejar ni un ejemplar para el archivo. He aquí la portada del libro.