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12 feb 2011

EL VELORIO DE PACHENCHO.

Recientemente publicamos en este blog algunas de las tradiciones del folclor mexicano a partir de la sardónica obra gráfica de José Guadalupe Posada y su calaveritas, presididas por la famosa Catrina cucarachera.

Cuba también tiene sus tradiciones en ese aspecto ya que en el centro de la Isla todavía se practican las fiestas de velorio en las locaciones espirituanas con fuerte influencia isleña.

Hace pocos años otro Posada,--el nuestro--, José Luis, caricaturista de origen asturiano y aplatanado ariguanabense, como última voluntad pidió ser velado en el Museo del Humor de San Antonio de los Baños.

Posíblemente sea el único ser humano cuyas honras fúnebres estuviesen rodeadas de caricaturas en vez de coronas y flores.

El título que da vida al obituario de Pachencho y que abordaremos a continuación, resulta un caso similar:

Muchos recordarán esta comedia de Gustavo Robreño que llevó a escena el Teatro Popular durante la década de los años 70. Pero apenas se conoce que se trataba de una versión inspirada en el imaginario popular.

Si nos remontamos al 5 de febrero de 1882, vemos que ese día en el poblado de Santiago de las Vegas, perteneciente al municipio Boyeros, donde actualmente está enclavado el Aeropuerto Internacional “José Martí”, veremos cómo ese día se crea allí el Círculo de Instrucción y Recreo, la institución cultural más importante de la localidad.

Según el foto reportaje que José G. Castañeda hace para la revista “Bohemia” en septiembre del 2009, se trata de una parranda suigéneris que pasaremos a describir a continuación:

“El cortejo fúnebre de Pachenco coloca el seudo-ataúd en su fosa del cementerio local. La despedida de duelo corre a cargo de un improvisado orador.

El supuesto occiso es Lázaro Ojeda Abreu, limpiabotas del pueblo, y a partir de ese momento se desencadena el hipotético velorio: Se descorchan botellas para el brindis final. Se vierten unas gotas de ron sobre los labios del “cadáver”. Su boca se abre lentamente. La lengua recorre la comisura mientras saborea el néctar mágico y ante la algarabía de los presentes… ¡El muerto se va de rumba!

A continuación, la conga callejera y la contagiosa alegría se desbordan calle abajo de regreso hasta el centro del pueblo…”

Esta liturgia circunscrita a los limites de Santiago de las Vegas-- viene repitiéndose desde 1983. Son 28 años continuos en que Pachencho resucita de entre los muertos para compartir con los vivos.

Les he ofrecido a mis vecinos a grandes rasgos lo que conozco del “Velorio de Pachncho”, que como toda manifestación humana tiene defensores y detractores.

Para algunos es una fiesta de borrachos, para otros, celebrar la fundación del CIR de Santiago de las Vegas con bebidas alcohólicas, y congas etílicas, resulta una blasfemia. Pero para la mayoría del pueblo se convierte en una bendición, celebrar el velorio más alegre del mundo.

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