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14 sept 2012

EL SUPERHÉROE YANQUI DE DE ESTE AÑO



Este blog que nació para mis vecinos de la calle Flores en el Cerro, para mis conciudadanos en Cuba y para todos los vecinos del mundo que me abran sus puertas, acaba de cumplir cuatro años, los mismos que yo tenía cuando los llamados “muñequitos dominicales en colores” comenzaron a inocularme el virus de la historieta inspiradas en aquellos héroes de papel, generalmente movidos por el mismo romanticismo de un Robin Hood europeo, o un Sandokán asiático.
En un ambiente hostil, o en una sociedad corrupta y poderosa disfrazada de democracia, hacer justicia por su mano estaba más que  justificado; de ahí los vengadores, muchos de ellos bajo el ropaje de Superhéroes, dotados de superpoderes, provistos de supervisión, salidos de no sé cual lejana supergalaxia, o de qué macabro laboratorio de superfrickies.
Mas, la palabra vengador nunca fue de mi agrado, y mucho menos esos supermachos salidos de la mesa de dibujo como maniquíes del músculo para desfilar en la pasarela de una sociedad de consumo. Mucho más cuando yo, por mucho que me esforzara, siempre sería un alfeñique, según los patrones publicitarios del fisioculturista Charles Atlas.
Aficionado al dibujo, me inclinaba más bien por el estilo de otro artista--también norteamericano--que manejaba la anatomía con cierta gracia y flexibilidad en función del movimiento y el deporte, Willard Mullin por más señas. Pero eso eran sólo aspectos formales.
Lo importante es que en esos mismos años surgieron otros héroes de aventuras más humanos y creíbles, quienes escondían su personalidad frente al crimen–organizado o no--tras antifaces y guaridas subterráneas. Me refiero al Spirit de Will Eisner y al Batman de Bob Kane, ambos popularísimos a partir de la década de los años cuarenta del pasado siglo, precisamente en medio de mi adolescente infancia. Hoy los que se escudan y se enmascaran frente a los indignados a cara descubierta, no son héroes de ficción, sino los agentes de la autoridad, del FBI, de la SWAP y otros órganos de represión Made in USA
Tuve el privilegio de compartir personalmente con el primero de aquellos creadores del comic Will Eisner –ya jubilado--en el Salón del Cómic de Gijón 1995, y a partir de ahí mantuvimos una fraternal correspondencia, hasta su fallecimiento a la edad de 83 años. De esta amistad di constancia en las páginas de la revista MI BARRIO, y en este mismo espacio de la web.
Del enmascarado Batman, --más o menos con las mismas características--admiraba el prototipo creado por Bob Kane que volaba no por superpoderes sino gracias a ingeniosos artefactos, en el ambiente medieval de esas grandes urbes semi-góticas y el oscurantismo de no pocos villanos igualmente retorcidos a quienes debía combatir el Hombre Murciélago.
Tuve igualmente el privilegio de conocer a uno de los primeros colaboradores de Kane, quien nos visitó a fines de la década de los noventa, junto con una delegación de historietistas y caricaturistas norteamericanos, en un fracasado intento de romper el bloqueo cultural con nuestro país.
Se trata de Jeff Robinson con gafas —en la foto de Perfecto Romero conversando conmigo--, quien fuera uno de los primeros dibujantes de la saga. Nos contó entonces algunas anécdotas de aquellos tiempos como su personal orgullo de crear al personaje Robin, --el eterno compañero de Batman—nombre derivado de su propio apellido Robinson. Y más curioso aún: Que visitó a nuestro país mucho antes en un viaje de placer a principio de los años 40, plasmando la imagen de ambos personajes en las paredes de una taberna sita en los alrededores de La Habana. Había pasado 60 años y no recordaba el nombre del establecimiento ni del lugar exacto. A mi me daba pena insistir, pues tenía dudas de si su amnesia era consecuencia del tiempo transcurrido o de los tragos ingeridos.
Robinson coincidió conmigo en que el comic y el humorismo fue utilizado como propaganda bélica, enfrentando a Superhéroes contra Supervillanos durante la Segunda Guerra Mundial.
Todos estos recuerdos de mis personajes de historietas y de sus autores, me vinieron a la mente el pasado 20 de julio, cuando un enajenado antihéroe de 24 años—yanqui por más señas—irrumpió fuertemente armado en el estreno de la última película de Batman,. segando la vida de doce espectadores—desconocemos cuantos niños inocentes fueron también sus víctimas.
Lo cierto es la filosofía de la violencia que lo movió a tal hazaña: Y termino con las palabras puestas en boca del asesino en el amplio relato de los hechos publicado por Frei Betto bajo el título de “!Yo, el comodín, vencí a Batman! en la edición del viernes 3 de agosto en el diario granma, y cito:
“…Vivo en un país libre en el que se pueden adquirir armas como quien compra pan en la esquina. No tuve la menor dificultad para obtener dos revólveres Glock, calibre 40, una carabina Remington 870, un fusil Smith and Wesson AR-15; y además, 16 mil balas compradas por Internet. (…) Las doce personas  que exterminé en el cine Aurora no fueron suficientes para saciar mi hambre de placer. Pero estoy seguro de una cosa: Aquella noche desafié y vencí a Batman…”
Con esta muestra creo que basta. La extensión del trabajo me impide publicarlo íntegramente, y el nombre de ese monstruo típico de nuestros tiempos, me lo reservo por respeto a las víctimas y sobre todo porque esos engendros de las catacumbas parecen estar movidos sólo por la publicidad y el protagonismo sensacionalista de salir en primera plana… ¡Conmigo se jodió!

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