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21 nov 2013

TULIO:ENTRE LA ARQUITECTURA Y EL DERECHO

El caso de Tulio Raggi no es el único en Cuba, pero sí uno de los más  originales. Nacido el 5 de mayo de 1938, tuvo que esperar setenta años para que en ese mismo mes del 2008 el  Tercer CUBANIMA le rindiera homenaje a este maestro de la caricatura, el diseño, y el dibujo animado.  Debo aclarar que en esta oportunidad se trata del Festival Internacional del Audiovisual para Niños y Adolescentes Cubanos: Un evento con nombre muy largo para niños tan pequeños.
Lo que muchos no saben es que en su adolescencia pudo matricular, arquitectura como quería su madre, pero terminó estudiando derecho, inclinándose por los deseos paternos.  Proyecto también interrumpido al ser cerrada la Universidad de La Habana en tiempos de la dictadura batistiana.
 --Bendita interrupción --diría yo, al perdernos quizá un buen picapleitos, pero a la vez ganar un artista de talla excepcional, pues Tulio descubrió más tarde su verdadera vocación al vencer los estudios y egresar como Licenciado en Historia del Arte.
Se zambulló en el mar profundo de la pintura, la escultura, el dibujo y la caricatura, logrando arribar a la orilla junto  con los fundadores del ICAIC como ilustrador  e historietista. Este joven D´Artagnan cubano cruzó armas allí con un trío de Mosqueteros que dirigían el Departamento de Dibujos Animados: Orbeín Sánchez, Muñoz Bachs y Modesto García—el padre de Virulo--. Paradójicamente Tulio fue el único esgrimista que continuó en la institución cruzando armas en dicha especialidad.
Gracias a ello pudimos contemplar obras preliminares como  El Gusano, El Cowboy, El Poeta y la Muñeca, o el Profesor Bluff. A las que siguieron el proyecto de una trilogía titulada Ossaín—deidad africana de un solo pie—y quizá por esa misma cojera del personaje, él jamás pudo concluir el sueño, a pesar de sus esfuerzos junto a Jesús de Armas, otro que bien bailaba, pero con los dos pies.
De su cacumen surgieron en esa época otras delicadezas del animado: Ciclano y Fulano, Niños; la saga de los Pepe: (Pepe Trinchera, Pepe Cafetómano, Pepe Trabajo Voluntario), y otros más musicales como Stradivarius Pérez o El Sinsonte, este último seleccionado el mejor estreno de 1969 en la especialidad.
Debo aclarar a mis atentos vecinos, que todos  estos logros personales  no demeritan  sus aportes al trabajo colectivo en seriales antológicos como Elpidio Valdés, o Filminutos, dirigidos y creados por Juan Padrón, pero en los cuales siempre trabajó un equipo interdisciplinario.
Posteriormente Tulio Raggi aportó lo suyo al tema de la ciencia-ficción con el aplatanado Capitán Tareco, serial como para chuparse los chips. En 1975 volvió a poner los pies en la tierra  con Piripipa, un negrito cimarrón apalancado en lo más autóctono de nuestra resistencia.
Pasó el tiempo y su personaje adquirió tal popularidad que reverdeció la ya permanente inspiración de Tulio. Del estudio del maestro en el iCAIC han surgido en los últimos años más de media docena de capítulos, cada uno más simpático que el anterior.
Como si todo esto fuera poco el maestro Raggi dejó para la posteridad  la que quizás sea su obra más lograda El paso del yavevirí, sobre un cuento de Horacio Quiroga, la cual podría haber sido, en mi modesta opinión, el primer paso hacia una epopeya del subcontinente en el campo del dibujo animado, aunque sólo pudo completar dos de ellos.  Recuerdo un antecedente parecido y fue la obra argentina del Negro Fontanarrosa Marín Fierro, dibujo animado también inspirado en el folclor suramericano.
He dejado para el final una faceta casi desconocida de este inmenso creador y son los fantásticos proyectos escenográficos para caracterizar clubes nocturnos. Como Las Catacumbas de La Virgen del Camino, El Escondite de Hernandos, cerca de la Rampa, o el Cocodrilo del Humor este último más recientemente en el local que ocupaba con anterioridad el Cine Maxim.
En fin, han pasado cinco años de aquel festival infantil y estos disparos se me quedaron encasquilados desde entonces. Sin embargo, como buen somelier puedo afirmar que el Moscatel  Tulio (cosecha 1938) sigue  siendo en la cava del arte como la buena cepa:  “Mientras más Raggi más vino”. Hay que ver lo que hizo desde entonces a la fecha y sin descanso…
La mejor prueba de ello acaban de darla los más bisoños representantes de nuestra intelectualidad, los delegados al Congreso de la  Asociación Hermanos Saiz, quienes en su clausura reconocieron a este artista de negra boina, barba nívea y talento renovado como Maestro de Juventudes, junto con otros valiosos representantes de nuestra cultura en sus respectivas cátedras.
Un abrazo fraternal  a todos los que de una u otra forma han bebido de su magisterio inagotable y en particular a este picapleitos frustrado que—para dicha nuestra--sentó cátedra en el dibujo animado cubano, latinoamericano y mundial.

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