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7 dic 2013

MICKEY: EL RATÓN MÁS VIEJO DEL MUNDO


ACLARACIÓN: Todos sabemos que los grandes reptiles desaparecieron de la faz de la tierra en la Era Terciaria después de 300 millones de años de evolución, hasta que surgieran otras especies de animales incluyendo los primates. Parece que lo mismo ocurrió con las películas de animación, pues Winsor McCay—se animó a realizar dos filmes de dibujos animados con personajes prehistóricos, el primero titulado “¿Cómo opera un mosquito?” en 1912 y el segundo “Gertie el dinosaurio” en 1914. A estas dos breves cintas siguieron una docena de ellas, por tanto el ratón Mickey no es el bicho más arcaico de la historia, sino el roedor de ficción más longevo del mundo en la actualidad. – HASTA AQUÍ LA ACLARACIÓN.
El simpático ratón Miquito—como se conoció en Cuba, arribó parece que por mar, al Colony Theatre de Nueva York, el 18 de noviembre de 1928, pues iba al timón del “Steamboat Willie”, primer dibujo animado de Walt Disney. La imagen adjunta, bastante deteriorada por el tiempo, nos lo presenta tal como vino al mundo hace 85 años en blanco y negro.
Pero esto tampoco es exactamente correcto: Desde sus comienzos en 1920 Disney hizo yunta con un dibujante de similares sueños—Ubbe Iwerks—creando la Iwerks-Disney Commercial Artists que fracasó igual que otros proyectos como la Disney Brothers  donde incluyó a su hermano Roy.
Se trasladaron entonces a  Hollywood y presentaron a la Universal Pictures una película titulada “Oswald el conejo de la suerte”. El intento no corrió el mismo destino, porque en un diferendo con la firma productora los creadores perdieron el derecho de autor.
En cuanto a la paternidad de Mickey Mouse, algunos señalan a Walt como su autor, otros a Iwerks y no pocos a ambos. Lo cierto es que al final, Disney se llevó el pato-ratón al agua, para unirlo posteriormente a otro palmípedo llamado Pato Pascual en su versión española.
Pero, volvamos al debut de Mickey en el teatro neoyorquino: Dos años después de aquello el ratonzuelo pasó a los suplementos dominicales en colores de la King Features Sindicate y en 1932 apareció de nuevo en pantalla, pero ahora en Technicolor. 
A partir de entonces comenzó su cadena de éxitos apadrinando cuanto animalito pudiera convertirse en atracción taquillera. Recordemos a los Tres cochinitos enfrentados al Lobo Feroz o la familia patuna de Donald, y sus sobrinitos, incluyendo al imprescindible Rico Mac Pato. Perros Vagabundos en la ciudad y un indefenso Bambi en el bosque. En fin, el idílico zoológico de mascotas Disney presidido por patos y ratones, tal como lo describiera Mattelart en aquel inolvidable texto “Para leer al Pato Donald”.Sin embargo, las condiciones sociales de la época con la crisis económica mundial a partir del crac bancario de 1929 no coincidían con tan edulcorado telón de fondo y la realidad nos presentaba una imagen muy diferente, la cual mostramos en este intencionado montaje, donde vemos al ya exitoso Mickey iluminado por una pantalla de luz sobre el escenario de alarmantes recortes periodísticos. No sabemos si la reducción de la imagen permita leer dichos cintillos, pero en ellos se destacan las reales consecuencias de la explosión demográfica urbana; superpobladas urbes convertidas en enormes nidos de ratas, atraídos por la contaminación, el hacinamiento y la insalubridad ambiental.
Es decir, vemos la transformación del modesto Mickey en un VIP playboy a la moda, con sombrero de pajilla, corbata de lacito y bastón, o sea pura vestimenta, como decimos en Cuba.
Jamás negaremos los indiscutibles aportes de Walt Disney-artista, del cual tanto se ha escrito o disfrutado, lo que quiero destacar es que sobre esos méritos primó siempre su astucia, su habilidad para los negocios, consecuente con la misma sociedad de consumo que ayudó a levantar, para mostrarnos el camino hacia el Sueño Americano. Por tanto, fue el Rey Midas del siglo XX en Hollywood, sobre todo a partir del riesgoso proyecto “Blancanieves y los siete  enanitos”; en 1937, donde no sólo triunfa el bien sobre el mal, sino que también gana la taquilla reportándole muchísima más riqueza al autor que el oro extraído de su mina por los siete enanitos.
Le siguió otra maravilla del género “Fantasía”, donde dejó para la historia una joya del musical en dibujos animados.
Disneylandia y otros tantos mega proyectos actuales como los de Orlando en la Florida, no son más que un espejismo de todo este mundo cada vez más globalizado, contaminado y animatrónico, mientras ratas y otros vectores continúan dándose banquete y estrechándonos el cerco en la vida real.
Si de obra para niños se tratara, independiente de estas producciones ya antológicas de Disney y los aportes de otros innovadores en Estados Unidos como los absorbidos por dicha firma corporativa-- la UPA de Busestow hace casi medio siglo, o la actual PIXAR--yo me inclinaría en compartir esa producción disneyana con algún otro clásico de la literatura infantil, mucho más acorde con las condiciones actuales del mundo.Me refiero a ese imprescindible cuento-raticida marca “El Flautista de Hamelin” magistralmente llevado a la leyenda por los hermanos Grimm.
La proposición no es festinada: La contaminación ambiental va en aumento, nuevas plagas y enfermedades contagiosas nos azotan, ratones, mosquitos y otros vectores siguen invadiendo nuestra privacidad; por otro lado los clásicos de la literatura infantil tampoco eran tan idílicos como nos lo pintan los publicistas: Madrinas convertidas en brujas vengadores, lobos devorando dulces abuelitas, mentirosos a quienes les crece la nariz en forma proporcional al embuste, hasta este músico ambulante de Hamelin que acabamos de tomar como ejemplo.
¿Sabían ustedes que esta fábula—como muchas de las actuales películas de Hollywood--se basa en un hecho real?  Incluso, que ello ocurrió exactamente el 26 de junio de 1284.
Pues bien, la leyenda de aquel músico ambulante en la ciudad alemana de Hamelin, parece estar ocurriendo ahora mismo pues, con su actuación demostró que no tocaba la flauta por casualidad. Por último la obra cobra tal vigencia en la Cuba actual, que podríamos titularla “El cuentapropista vengativo”.

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