Hoy se habla mucho del Tea Party, ese
movimiento más a la derecha del derechista Partido Republicano, que ya es el
colmo de la joroba. Una paradoja más de ese Tío Sam, capaz de darle candela al
otro tío, el de la Cabaña
del Tío Tom, solo por ser negro.
EL verdadero Tea Party cumpió 240 años el
pasado 16 de diciembre, según la ilustración adjunta,
tomada de una revista que desde hace años dormita en una de las gavetas de mis
recuerdos. Conservo textualmente el pie de grabado de la misma que reproduzco
para comentarlo después. Y dice así:
“…BOSTON TEA PARTY. –
Con este nombre irónico ha pasado a la historia un episodio histórico de la
lucha de las colonias norteamericanas contra
la política británica de importar té a las Américas. El 16 de diciembre
de 1773 un grupo de colonos disfrazados de indios abordaron tres barcos
británicos atracados en el puerto de Boston y echaron al agua su cargamento
de té. Como represalia los británicos dictaron
las leyes conocidas con el nombre de
“Intolerable Acts”. Este fue uno de los factores que terminaron por desencadenar la Guerra Revolucionaria
de las colonias. Unos cuantos años antes, en 1765, el gobierno británico había intentado mediante la Stamp Act (Ley del
Timbre) hacer pagar nuevos impuestos a los colonos para el mantenimiento de las
tropas inglesas en América, pero la resistencia de aquellos obligó a derogar la
ley en 1766…”
Resulta imposible en el breve espacio de un
solo párrafo, explicar la compleja situación que provocó tamaña epopeya y mucho
menos, la de ser provocada por un cargamento de té. A no ser por la simplificación
a que nos tiene acostumbrados la cultura yanqui de ponerle un cartelito a todo.
Más correcto sería achacársela a la
enfermedad crónica de todos los Imperios que se resume en la frase: “El
que mucho abarca, poco aprieta”
En la segunda mitad del siglo XVIII el Reino
Unido, salió victorioso de la costosa Guerra de los Siete Años —en realidad
fueron ocho--contra España y Francia. Se produjeron entonces cambios
estratégicos en esta parte del mundo con la pérdida del enorme territorio
franco-canadiense, desde Quebéc en el nordeste hasta New Orleans en el
suroeste, con acceso a las ricas tierras en el valle del Río San Lorenzo al norte y del Mississippi al poniente pero, sobre
todo, abriéndole el camino a la conquista del oeste por las Trece Colonias que
hasta entonces habían estado arrinconadas en la estrecha franja costera del
Atlántico.
Factor no menos importante era el trueque de
la “Llave del Golfo” por la
Florida, a un año exacto de
la Toma
de la Habana
por los Ingleses. Si recordamos el trabajo titulado “LA TOMA DE LA CERVEZA POR LOS INGLESES"
publicado en este mismo blog en agosto de 2012 sacaremos algunas conclusiones
del porque le cogieran tanta “tirria” los habitantes de las Trece Colonias a
los “casacas rojas” del ejército británico. El enfrentamiento contra Francia y
España no fue una victoria pírrica ni mucho menos, pero los enormes gastos de
la campaña bélica y la ocupación de tamaño
imperio había que sacarlos de algún lado y nadie mejor que sus
principales beneficiarios-- los súbditos de las colonias de ultramar--. Por
tanto la cosa no fue producto de una simple infusión o Tea Party; el
descontento surgió mucho antes con una serie de ordenamientos que permitiesen
el control de la Corona
ante tan desproporcionado crecimiento.
En 1763 se dictaron ordenanzas que limitaban las aspiraciones de los colonos
hacia los territorios indígenas. Un año más tarde la Ley del Azúcar
amplió las restricciones a una antigua Ley de Melazas que regulaba las
importaciones no sólo de azúcares sino del vino, el café y otros artículos de
lujo. Igualmente impopular resulto la
Ley de la
Moneda de 1965 para regular el pago mediante billetes de
crédito y con ello aumentar el dinero circulante. La Ley de Alojamientos
obligaba dar refugio al enorme contingente de los
“casacas rojas” encargados de aplicar las leyes del orden público en tan vasto
territorio. Pero la mayor protesta surgió con la Ley del Timbre que gravaba
periódicos, contratos, hojas impresas y otros medios. La reacción tomó tal
envergadura que el pueblo las calificó como “Las Cinco Leyes
Coercitivas” impugnando su cumplimiento mediante la protesta organizada.
Estas movilizaciones duraron aproximadamente una década hasta que, comerciantes
de Boston se tomaron la justicia por su mano con el vandálico “Tea Party”.
Como han podido apreciar el Tea Party, no
representa la derechización de la derecha estadounidense, ni la costumbre de
tomar dicha infusión a las cinco de la tarde como acostumbraban los ingleses,
tampoco un acto de vandalismo contra la
opresión de la Pérfida
Albión; más bien el Tea Party fue la gota que colmó la taza
de té en las Trece Colonias.
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