Al acercarnos al 14 de marzo Día de la Prensa Cubana, los
periodistas, órganos de prensa e instituciones afines, nos preparamos cada año
para celebrar un aniversario más del periódico PATRIA, fundado en el exilio
neoyorquino por nuestro Apóstol José Martí en 1892.
Entre las iniciativas que más me han impactado en
los últimos tiempos estuvo aquella confabulada entre dos colegas que compartieron
hace varias décadas ilusiones afines, no sé si como “guerrilleros” o
“socialistas” en la prensa escrita de Pinar del Río. Se trata del proyecto
surgido en 2009 entre el entonces director de PALANTE, Viñas Alfonso y el
director histórico de EXPOCUBA, Pedro Abreu.
Todos los caricaturistas fuimos
convocados—palanteros o no--a revivir un metro- bus enterrado en las catacumbas
del periodo espacial-jurásico, más conocido por la era de los camellos—según
versión popular—y transformarlo a su vez en
un dinosaurio fósil que sirviera como galería humorística-fija en aquel
enorme recinto ferial, con la posibilidad de convertirlo en itinerante gracias
a los 8 pares de ruedas con que aún se sostenía dicho mastodonte.
Se le bautizó como EXPO-CAMELLO PALANTE y el único
antecedente que yo recuerde era el original automóvil Chevy descapotable
de 1926—convertible en Cuba—propiedad del popular comerciante asturiano Bigote
de Gato, con su carrocería totalmente pintoreteada de jocosas alusiones al bar
de su propiedad y con el cual desfilaba cada año en los Paseos de Carnaval
efectuados en el Prado habanero a mediados del siglo pasado.
Pero volviendo al presente, los felices participantes
convocados a dicha actividad pictórico-humorística en marzo del 2009 dedicamos
un día completo para la materialización del proyecto: En el interior del
autobús se mostraban decenas de obras del mismo corte, mientras que por fuera
nos dimos a la tarea de pintar a todo color escenas picantes, simbólicas y
costumbristas a expensas de embarrarnos nosotros mismos.
Pero otras sorpresas me deparó EXPOCUBA aquel día:
Al pasar frente al Pabellón del MINAZ me detuvo otra exposición humorística en
uno de sus salones. Se trataba de las 50 páginas del cuadernillo de historietas
titulado “Pol Brix Contra el Ladrón Invisible” realizado por mi,
en coautoría con el guionista Juan Manuel Betancourt (Betán) para la Zafra de los 10 Millones en
1969.
Fue un día inolvidable pues la otra sorpresa al
recibí del propio Viñas Alfonso, director de la publicación, quien me
cedió--por antigüedad--la tijera que cortaría la cinta inaugural en la puerta
del ómnibus convertido en museo. Para más detalles los invito a releerlo en este
mismo blog.
Inspirado en tales acontecimientos salí de allí con
la hipotética idea de realizar una exposición personal con el tema del
transporte urbano, aprovechando el tiempo libre de que disponía a partir de mi
jubilación, e inaugurarla precisamente algún día en el camello-galería de
EXPOCUBA.
Unos cincuenta originales a todo color surgieron de
mi pluma juguetona, pero otra sorpresa me deparaba el destino.
La segunda parte de esta historia se refiere a la
fuga o el secuestro del dinosaurio, que creíamos haber sembrado en los predios
de dicho recinto ferial, pues poco tiempo después, en una visita ocasional,
descubrimos su ausencia. Quedaba la duda, pero el secuestro determinaba un
delito, mientras la escapatoria podía ser inspirada en el deseo de libertad.
Por tanto preferimos catalogarlo de fuga y nos lanzamos a seguirle las huelas a
través de toda la
República.
Según versiones de algunos más enterados que yo,
situaban al camello-dinosaurio rindiendo servicio de ómnibus urbano en ciudades
tan distantes como Holguín, Las Tunas o Camagüey, pero en realidad eran solo
rumores. Lo cierto es que el dichoso dinosaurio se había escapado de ese
criollísimo Parque Jurásico criollo donde estaba expuesto para solaz y
esparcimiento de la familia cubana.
Lamentablemente al mutar en dinosaurio, el camello
había cambiado la vaca por la chiva. Biológica e históricamente ése enorme
cuerpo no se correspondía con su pequeñez encefálica, lo cual le reducía el
coeficiente de inteligencia, dando por resultado la extinción de sus
antepasados hace millones de años.
De tal manera que el fugitivo actual solo fantaseaba
con su anterior etapa de gloria sin bajarse de esa nube. Vivía soñando aún en
aquellas paradas de ómnibus donde multitudes le rezaban para que llegara
pronto, a expensas de que no parara o que viniera vacío. Hasta el genial
Profesor Tallarini--a mameyazo limpio--le sustituyó el apodo de “Camello”
por el más lógico de “Mameyo”.
En los momentos de redactar esta nota necrológica,
el compañero Narciso co-participe de aquella pintada gigante me informa que se
enteró de buena tinta, que dicho pterodáctilo gigante esta siendo usado como
cafetería-rodante en cierta playa de cierta provincia y más cierto aún, que él
mismo había reproducido en su carrocería de forma ampliada una caricatura de
Gerardo Hernández Nordelo, uno de los Cinco Héroes Cubanos presos en los
Estados Unidos.
En cuanto al medio centenar de aquellas obras plásticas
mías referidas humorísticamente al transporte urbano, quedaron también relegadas
al baúl de los recuerdos con excepción de las pocas que envié recientemente al
espacio de televisión “Acceso Directo” del CANAL-HABANA dedicado
ese día al tránsito y a petición expresa de la compañera Bárbara Doval, obras
que ahora saltan a la luz en este trabajo como constancia gráfica de aquella
fuga antediluviana del período- especial jurásico.
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