Así
se titula la tira cómica publicada indistintamente por la revista BOHEMIA y
PALANTE desde su creación por el artista Antonio Mariño (Ñico). A ella me he
referido en este mismo blog personal con anterioridad. Sin embargo, ahora
quisiera detenerme sólo en la definición de AMIGO. Así en mayúsculas.
Otros
muchos tópicos de actualidad dan vueltas en el disco duro de mi vieja-blanda
memoria RAM, pero por la importancia que en estos días adquiere el vocablo
amerita su prioridad: Y es que acabo de recibir en mi correo electrónico un
trabajo del colega Luis Toledo Sande titulado “En los setenta y cinco años de
un amigo”.
La foto que lo ilustra fue tomada precisamente en la intimidad de su celebración donde aparecen tres parejas “bohemias” compuestas por Víctor Manuel y Sofía, mi hijo Blanquito y Maria Victoria, así como el autor del trabajo Luis Toledo Sande y Liset. En él se describen no pocos méritos de quien ha hecho de la amistad un hábito y de la modestia un culto: Víctor Manuel González Albear.
Nació Víctor Manuel el 6 de marzo de 1940 en Guanabacoa, la Villa de Pepe Antonio. Yo nací en noviembre de 1930 y sin embargo me considero un alumno suyo en el mejor sentido de la palabra. Lo conocí exactamente en octubre de 1963, cuando el director de mi publicación Gabriel Bracho Montiel me envía en un vuelo de auxilio a damnificados y de paso cubrir los efectos del ciclón Flora para el semanario humorístico PALANTE Y PALANTE.
en la antigua Provincia de Oriente. Las provincias orientales estaban aisladas del tal forma que desde el aire, la llanura camagüeyana parecía un nuevo Golfo de México donde surgían como pequeños islotes los penachos de las palmas.
Al aterrizar el viejo Britannia en el aeropuerto de Holguín—entonces Región Oriental—el impacto fue mucho mayor, pues al abrirse la escotilla del avión la mortal fetidez ambiental por poco me noquea.
Esa noche lo conocí en el local del Partido, —joven rubio, unos diez años más joven que yo-- impartiendo orientaciones a la luz de un quinqué y en mi caso, el absurdo de autorizar la movilidad periodística de un caricaturista como corresponsal entre tanta muerte y desesperación Misión imposible . Resultado: PALANTE Y PALANTE publicó aristas inusitadas de la tragedia y el nacimiento de una sincera amistad entre el audaz dirigente político y el novato reportero, sin saber ni predecir que aquel cuadro de la juventud no era ningún cuadrado, por el contrario, sí sería en el futuro un gran amigo.
La vida me demostró años más tarde que tras la discapacidad física de su personaje humorístico “Cheo el cojo” en la revista BOHEMIA allá por los años setenta se escondía un caricaturista semi-incógnito y modesto pues firmaba sus caricaturas solo con las iniciales VM, para evitar equívocos con el genial autor de “La Gitana Tropical”. Claro, tampoco debo ser absoluto ante persona tan dialéctica; otros destacados dirigentes también dejaron su impronta jocosa en la prensa de entonces. Pongo por caso las firmas AEP y TUBAL.
Pero no quisiera alejarme del meollo en este arroz con pollo que por poco le cuesta la vida al dirigente partidista convertido a partir de entonces en un sincero amigo que el tiempo no ha podido borrar.
Los avatares de la Revolución nos llevó por distintos caminos hacia un mismo propósito. En mi modesta opinión, fue un ejemplo de cuadro, sin cuadratura alguna en una época signada por el extremismo que se ha encasillado con diversos epítetos, entre ellos el “quinquenio gris”, mientras la dialéctica se ha encargado de extender sus tentáculos durante más de veinte años de difícil periodo especial con profundas llagas que solo pueden conducir a la enemistad y la incomprensión. Esto demuestra una vez más que todo extremismo es negativo.
En un trabajo anterior aclaramos que nadie es perfecto, ni el amigo Perfecto Romero, combatiente del Ejército Rebelde y fotógrafo del propio PALANTE en la actualidad.
Que tire la primera piedra el ser humano que no se haya equivocado jamás. La amistad o el amor que no haya tenido sus desavenencias, ni la unidad que no sufriera algún percance. El amor a nuestra Cubita Bella y a todos los pueblos de esa América Nuestra que soñó Martí ante el futuro debe basarse en la amistad, la fraternidad y la comprensión, por sobre todas las diferencias y ante todo intento de dividirnos.
Pongo por ejemplo al colega Víctor Manuel: Con quien desde hace años apenas mantengo esporádicos encuentros, no existe subordinación alguna en nuestras relaciones, y nos vemos en contadas ocasiones, pero en mi memoria surge siempre como paradigma a seguir.
Con solo aclarar que durante el tiempo en que el dirigente-amigo o viceversa nos orientaba en su oficina del DOR del Partido, jamás recibí de el una opinión tajante ante un tema de dudosa comprensión. Su frase era siempre tan sencilla como: -Por favor, Blanco…Vuélvetelo a leer…
Si esto no es un llamado a la reflexión, una lección de respeto a la opinión ajena, a la modestia que debe caracterizarnos, o al obligado tacto entre el dirigente y el subordinado, que venga Luz y Caballero a decirnos de nuevo qué es ése evengelio vivo de la Educación subyacente en sus aforismos.
Volviendo al fenómeno atmosférico que provocó el encontronazo mío ante la lógica incomprensión de muchos lugareños, pero sobre todo por el inesperado hundimiento de los anfibios durante las operaciones de rescate que por poco le cuesta la vida al personaje en cuestión, he logrado al fin tras mucho ruego que el amigo Víctor Manuel narre lo ocurrido en aquella operación de rescate durante el Flora. Espero que lo disfruten:
La foto que lo ilustra fue tomada precisamente en la intimidad de su celebración donde aparecen tres parejas “bohemias” compuestas por Víctor Manuel y Sofía, mi hijo Blanquito y Maria Victoria, así como el autor del trabajo Luis Toledo Sande y Liset. En él se describen no pocos méritos de quien ha hecho de la amistad un hábito y de la modestia un culto: Víctor Manuel González Albear.
Nació Víctor Manuel el 6 de marzo de 1940 en Guanabacoa, la Villa de Pepe Antonio. Yo nací en noviembre de 1930 y sin embargo me considero un alumno suyo en el mejor sentido de la palabra. Lo conocí exactamente en octubre de 1963, cuando el director de mi publicación Gabriel Bracho Montiel me envía en un vuelo de auxilio a damnificados y de paso cubrir los efectos del ciclón Flora para el semanario humorístico PALANTE Y PALANTE.
en la antigua Provincia de Oriente. Las provincias orientales estaban aisladas del tal forma que desde el aire, la llanura camagüeyana parecía un nuevo Golfo de México donde surgían como pequeños islotes los penachos de las palmas.
Al aterrizar el viejo Britannia en el aeropuerto de Holguín—entonces Región Oriental—el impacto fue mucho mayor, pues al abrirse la escotilla del avión la mortal fetidez ambiental por poco me noquea.
Esa noche lo conocí en el local del Partido, —joven rubio, unos diez años más joven que yo-- impartiendo orientaciones a la luz de un quinqué y en mi caso, el absurdo de autorizar la movilidad periodística de un caricaturista como corresponsal entre tanta muerte y desesperación Misión imposible . Resultado: PALANTE Y PALANTE publicó aristas inusitadas de la tragedia y el nacimiento de una sincera amistad entre el audaz dirigente político y el novato reportero, sin saber ni predecir que aquel cuadro de la juventud no era ningún cuadrado, por el contrario, sí sería en el futuro un gran amigo.
La vida me demostró años más tarde que tras la discapacidad física de su personaje humorístico “Cheo el cojo” en la revista BOHEMIA allá por los años setenta se escondía un caricaturista semi-incógnito y modesto pues firmaba sus caricaturas solo con las iniciales VM, para evitar equívocos con el genial autor de “La Gitana Tropical”. Claro, tampoco debo ser absoluto ante persona tan dialéctica; otros destacados dirigentes también dejaron su impronta jocosa en la prensa de entonces. Pongo por caso las firmas AEP y TUBAL.
Pero no quisiera alejarme del meollo en este arroz con pollo que por poco le cuesta la vida al dirigente partidista convertido a partir de entonces en un sincero amigo que el tiempo no ha podido borrar.
Los avatares de la Revolución nos llevó por distintos caminos hacia un mismo propósito. En mi modesta opinión, fue un ejemplo de cuadro, sin cuadratura alguna en una época signada por el extremismo que se ha encasillado con diversos epítetos, entre ellos el “quinquenio gris”, mientras la dialéctica se ha encargado de extender sus tentáculos durante más de veinte años de difícil periodo especial con profundas llagas que solo pueden conducir a la enemistad y la incomprensión. Esto demuestra una vez más que todo extremismo es negativo.
En un trabajo anterior aclaramos que nadie es perfecto, ni el amigo Perfecto Romero, combatiente del Ejército Rebelde y fotógrafo del propio PALANTE en la actualidad.
Que tire la primera piedra el ser humano que no se haya equivocado jamás. La amistad o el amor que no haya tenido sus desavenencias, ni la unidad que no sufriera algún percance. El amor a nuestra Cubita Bella y a todos los pueblos de esa América Nuestra que soñó Martí ante el futuro debe basarse en la amistad, la fraternidad y la comprensión, por sobre todas las diferencias y ante todo intento de dividirnos.
Pongo por ejemplo al colega Víctor Manuel: Con quien desde hace años apenas mantengo esporádicos encuentros, no existe subordinación alguna en nuestras relaciones, y nos vemos en contadas ocasiones, pero en mi memoria surge siempre como paradigma a seguir.
Con solo aclarar que durante el tiempo en que el dirigente-amigo o viceversa nos orientaba en su oficina del DOR del Partido, jamás recibí de el una opinión tajante ante un tema de dudosa comprensión. Su frase era siempre tan sencilla como: -Por favor, Blanco…Vuélvetelo a leer…
Si esto no es un llamado a la reflexión, una lección de respeto a la opinión ajena, a la modestia que debe caracterizarnos, o al obligado tacto entre el dirigente y el subordinado, que venga Luz y Caballero a decirnos de nuevo qué es ése evengelio vivo de la Educación subyacente en sus aforismos.
Volviendo al fenómeno atmosférico que provocó el encontronazo mío ante la lógica incomprensión de muchos lugareños, pero sobre todo por el inesperado hundimiento de los anfibios durante las operaciones de rescate que por poco le cuesta la vida al personaje en cuestión, he logrado al fin tras mucho ruego que el amigo Víctor Manuel narre lo ocurrido en aquella operación de rescate durante el Flora. Espero que lo disfruten:
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