El fallecimiento de Ernesto Vera
Méndez, Presidente histórico de nuestra Unión de Periodistas de Cuba el pasado
domingo 10 de enero nos cogió de sorpresa, por esa razón temprano en la mañana
y haciendo acopio de fuerzas bajo un torrencial aguacero, acudí a las exequias
convocadas para la funeraria de Calzada y K, en el Vedado junto a mi hija Elsie.
Numerosos colegas de la profesión,
familiares y amigos asistieron también a sus honras fúnebres y a partir de
entonces pasaron por la mente inolvidables momentos de mi vida relacionados con
él.
Como aquel día en que nos conocimos
a poco del triunfo de la Revolución, cuando Vera ya se había ganado el respeto
y la consideración de todos por su lucha contra la dictadura de Batista;
mientras yo, recién incorporado como dibujante a la Agencia de Noticias Prensa
Latina, en cumplimiento de una tarea trazada por su director Jorge Ricardo
Massetti, debía servir de guía en La Habana a su compatriota el argentino Oscar
Conti; más conocido por su firma Oski como caricaturista de fama mundial, quien
venía a Cuba con ansias de presenciar una Revolución verdadera: La de Fidel y
del Che.
Por tanto me dirigí a la única
publicación del género que por entonces se publicaba en Cuba y que el propio
Vera atendía como vicedirector del diario REVOLUCIÓN-- se trataba del
suplemento humorístico EL PITIRRE--donde debutaban jóvenes que no tenían
relación alguna con la prensa burguesa anterior y profesionales sin vínculo con
aquella aberración de sinecuras conocida por “botellas”.
De aquel primer encuentro surgió una
amistad que se amplió mucho más al celebrarse en julio de 1963 el Primer
Congreso de Periodistas de Cuba, donde asumió la Vicepresidencia del mismo. Por
su ejemplaridad, tres años más tarde, Vera fue electo Presidente,
convirtiéndose con el paso de los años en el Presidente Histórico nuestro.
Galardón que recibió igualmente de organizaciones internacionales como la OIP y
la FELAP.
Su pasión en la defensa del
periodismo en Cuba y todo el mundo contra los crímenes o vendettas para
silenciarnos. Además de cualquier manifestación de censura o limitar el derecho
a la información, se extendió al humorismo gráfico del cual también fue su
mejor padrino en Cuba, de ahí que compartiéramos no pocas iniciativas como la Primera
Bienal Internacional de Humorismo Gráfico en San Antonio de los Baños inaugurada
en 1979.
Tras quince años alejado de la mesa
de dibujo como director del semanario PALANTE, sentí que podría ser más útil en
un proyecto que venía acariciando el propio Vera en relación con la superación
y divulgación de los periodistas, lo que incluiría al humorismo gráfico.
Por tal motivo solicité la baja y en
diciembre de 1985 paso a la Editorial
Pablo de la Torriente como editor especializado fundamentalmente en la historieta y la caricatura.
Pablo de la Torriente como editor especializado fundamentalmente en la historieta y la caricatura.
Esto se debió también a su
iniciativa; y si prematuramente me acogí a la jubilación en medio de los más
extraordinarios éxitos de dicha editora, fue debido al impacto del llamado
período especial, con su doble bloqueo en todo el país y al sector gráfico en
particular.
La noticia de su deceso el pasado
día 10 me causó tal efecto que pudiéramos calificarlo algo así como “…Donde
mueren las palabras...” Sin embargo, al abrir mi correo electrónico el
día 11, encuentro un trabajo del colega Tubal Páez, bajo el acápite: “Ernesto
Vera: La verdad y la ética” al cual me sumo en todas sus partes.
Pero en ese mismo espacio de la web también
me entra un comentario-anónimo al blog personal ¡AY, VECINO! de quien firma Furtivo
lo que me hace pensar si su sinónimo oculto viene de NO CULTO, o disimulo
de SI MULO. Lo cierto es que en ambos casos el sigilio del anonimato está lo
más lejos posible de las enseñanzas del maestro de periodismo que fue Vera: Revolucionario,
humano, sencillo, modesto, y sobre todo MARTIANO.
Esta semblanza va precisamente calzada
con la portada que hiciéramos para el semanario PALANTE en su edición (No. 17-Enero
de 1983) donde dibujé el rostro de nuestro Martí con una letra-grafía compuesta
a partir de su último mensaje en carta al amigo mexicano Manuel Mercado,
vísperas de su inmolación el 19 de mayo de 1895 en el combate de Dos Ríos.
De ahí que finalicemos a modo de
decálogo con palabras imperecederas del Maestro sobre esta digna profesión, a
partir de su apostolado cuando escribió:
1) El periódico ha de estar siempre
como los correos antiguos, con el caballo enjaezado, la fusta en la mano, y la
espada en el tacón, al menor accidente, debe saltar sobre la silla, sacudir la
fusta, y echar a escape el caballo para salir pronto y para que nadie llegue
antes que él.
2) Que no haya una manifestación de la
vida, cuyos diarios accidentes no sorprenda al diarista: --Eso es hacer un buen
diario.
3) Que todos encuentren en el diario lo
que pueden necesitar saber.
4) Que un periódico sea literario no
depende de que se vierta en él mucha literatura, sino que se escriba literariamente
todo.
5) Debe, extractando libros, facilitar
su lectura a los pobres de tiempo, o de voluntad, o de dinero.
6) Debe desobedecer los apetitos del
bien personal, y atender imparcialmente al bien público.
7) Debe ser útil, sano, elegante,
oportuno, valiente.
8) Debe ser coqueta para seducir,
catedrático para explicar, filósofo para mejorar, pilluelo para penetrar,
guerrero para combatir.
9) Decir lo que a todos conviene y no
dejar de decir nada que a alguien pueda convenir.
10) Y
decirlo con un lenguaje especial para cada espacio; escribiendo en todos los
géneros, menos en el fastidioso de Bibeau, desdeñando lo inútil y atendiendo lo
útil elegantemente.
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