El (29 de enero de 2009) bajo el título de “Mis desmemorias 1” en
este blog personal, publiqué una nota sobre mi primer premio internacional.
Como alrededor de ese concurso celebrado en
Montreal, Canadá se originaron con posterioridad curiosas situaciones, ahora agregaré
algunos detalles del caso investigados con posterioridad: Corría el mes de agosto de 1967. El tic tac
mañanero de Radio-Reloj nos trajo la grata nueva: “Los caricaturistas de PALANTE
Humberto Valdés Díaz y Francisco Blanco Ávila, acaban de obtener sendos premios
en el IV Salón Internacional de Humorismo, de Montreal-67, Canadá”.
El resto de la prensa amplió la información de inmediato.
Se formó tremendo revuelo en la redacción del semanario humorístico que dedicó
un gran destaque a la noticia en la edición 44 del 24 de agosto de 1967.
Si ésta fue la primera vez que caricaturistas del
patio habían ganado un premio de esa categoría o no, lo dejamos para
especialistas e investigadores. Bastantes dolores de cabeza nos dio la polémica
que se produjo años después, durante el programa televisivo de preguntas y
respuestas “9550”, cuyo premio consistía precisamente en un viaje a Moscú,
o sea a 9550 kilómetros de distancia.
En esa oportunidad que el tema de aquellos premios
salió a concursar, fuertes discusiones se suscitaron entre los panelistas Évora
Tamayo y Juan Manuel Betancourt (Betán) con cierto crítico de arte --de cuyo
nombre no quiero acordarme--quien orquestó un “show mediático”, pues con su
intervención ante las cámaras se propuso invalidar el veredicto del jurado contrario
al concursante apadrinado y proporcionarle al mismo el boleto del viaje a la URSS,
más a base de pataleo que de raciocinio.
Por tanto, los caricaturistas autores de ambos
premios--Val y yo--sin comerlo ni beberlo, veíamos con bastante pena los toros
desde la barrera. En definitiva, los organizadores del concurso, ante tamaño
conflicto mediático dejaron sin efecto algo perfectamente comprobable. Y quedó
para la historia como un bache cultural.
Volvamos pues a 1967: Aquel Concurso Humorístico titulado
“The
Internatiuonal Pavilion of Humour at Man and his World” coincidía
con la Expo Montreal-67, y como estímulo, los dos premiados fuimos invitados
durante una quincena a dicha Expo, pues contábamos allí con una amplia
representación de nuestros productos, recuerdo entre ellos los 54 sabores de
Coppelia que resultó un escándalo de popularidad.
Ocurrió lo mismo cuando al dirigente cubano Abraham
Maciques se le ocurrió que realizáramos en el Restaurante Criollo, caricaturas in
situ a los comensales quienes, tras largas colas acudían diariamente al
establecimiento para degustar nuestros típicos platos criollos, escoltados con
ron cubano, café criollo y el mejor tabaco del mundo.
Además, los dos humoristas premiados--acompañados
por el entonces director de PALANTE y el colega Antonio Mariño (Ñico)--fuimos
invitados a recibir ambos galardones en el Ayuntamiento de la ciudad.
Pero lo importante viene ahora: Resulta que meses
atrás se había realizado en Cuba el Salón de Mayo con la participación de importantes
artistas plásticos extranjeros invitados por Wifredo Lam, y de cuya presencia
aquí quedó constancia con el mural colectivo que se realizó en el Pabellón
Cuba-- el de La Rampa--no este otro de Montreal durante la Expo.
Entre aquellos pintores convocados por nuestro Lam venía
el famoso artista canadiense Rancillac, quien en pocos días estableció amistad
con nosotros, hasta el punto de entregar una caricatura a PALANTE. La cual se
publicó en la edición 43 del 17 de agosto de 1966.
Como el grupo venía por tiempo limitado, a él le
resultaba imposible ver su obra impresa, así que nos dio su teléfono y
dirección en Montreal, pues pensaba descansar de la agitada vida parisina y
pasar un tiempito de incógnito en su tierra natal. Me comprometí en enviársela
por correo, pero ante esta nueva situación dada por el premio y el viaje de
estímulo, opté por entregarla personalmente.
El éxito obtenido por Val, Ñico y yo haciendo caricaturas
personales al minuto en el Restaurante Cubano, gustó tanto a los dirigentes de
nuestra delegación y al propio Maciques, que propusieron el cierre de la
instalación una noche para celebrar allí con una cena criolla, el triunfo de la
caricatura cubana en Canadá, e invitar a la prensa, a los humoristas y otros
representantes de la cultura local.
Fue entonces que planteamos a la dirección del
Pabellón nuestro interés en invitar especialmente a Rancillac, y así se lo
hicimos saber al artista vía telefónica. Aquella noche, pasamos a recogerlo y
cuando empezaron a llegar los invitados… Allí junto a los dirigentes cubanos y
los representantes de PALANTE estaba nada menos que el famoso pintor ausente de
su tierra natal desde años atrás, dándole la mano a cada uno de los
sorprendidos compatriotas: Artistas, escritores, periodistas, investigadores, y
dirigentes del ayuntamiento quebecuá, quienes desconocían de su presencia en el
país.
Para sorpresa de muchos y sobre todo para los
propios canadienses admiradores de su obra, al día siguiente la información del
encuentro y de los premios obtenidos por los caricaturistas de PALANTE, dejó de
ser una crónica cultural más, para convertirse en noticia de primera plana en
el “Montreal
Star”. Gracias a que esa noche se despejó la incógnita del famoso
Rancillac en su terruño.
En cuanto a la polémica entre los panelistas del
programa y el crítico de arte impugnador del premio 9550 que otorgaba la Televisión Nacional, resultaba un hecho no sólo
insólito sino bochornoso; pues a nuestro regreso de Canadá y como resultado de
aquel éxito se materializó de inmediato un acto en la Embajada de Vietnam,
presidido por la compañera Melba Hernandez, donde entregamos el monto total del
premio en metálico para la campaña de Armas en defensa del pueblo vietnamita
contra la agresión yanqui.
A poco de
regresar a Cuba en un suelto del diario EL MUNDO con su correspondiente fotografía,
se daba constancia de ese emotivo acto, el cual ahora compartimos con mis
queridos vecinos.
Lo curioso del
caso es que dicha caricatura tampoco tuvo nada que ver con la referencia que se
hacía al movimiento de los “panteras negras” en los Estados Unidos; sino con la
realización de la Conferencia Tricontinental, en el Hotel Habana Libre de La
Habana pues fue publicada a dos colores en la contraportada de PALANTE, bajo la
batuta del entonces director Guillermo Santisteban y Luis Wilson como
subdirector.
Aquella tira mía
de tres cuadros compitió como “obra publicada” entre 1966 y 1967 en el certamen
canadiense, o sea antes de la Expo de Montreal. Lo recuerdo perfectamente,
porque en esa edición del jueves 13 de enero de 1966, el semanario salió por
primera vez impreso en dos colores por el sistema de roto-grabado. Así que en
estos días dicha obra, junto con la creación de la OSPAAAL Organización de
Solidaridad con los Pueblos de Asía, África y América Latina, también celebra
sus 50 añitos.
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