Disculpa
si no he podido divulgar hasta ahora tan feliz noticia que llegó a mis manos en
la edición de JUVENTUD REBELDE el domingo 6 de este mes, pero al día siguiente se
me presentó una matunguera producto de mis 86 añejos abriles que pienso
celebrar el próximo día 28 de noviembre con otro trago tan añejo como yo si el cardiólogo-geriatra
me lo permite, porque hoy todavía estoy bajo observación, como si fuera otro parte
meteorológico de Rubiera.
Dices
celebrar ese primer do de pecho no frente a la comadrona, sino que fue tu
estreno en el diario de la juventud cubana, que tampoco corresponde con tu
verdadero inicio, pues ése arrancó en el periódico EL MUNDO el 21-1-1967, o sea
que realmente cumplirás 50 no 15 años en enero del próximo año y nada menos que
rompiendo aquella confesión tuya más de una vez admitida de que “Nunca
he escrito una cuartilla que no sea por encargo…”
Lo
cierto es que tú mismo lo confiesas en el libro “Un hombre de la Prensa”.(Editorial Pablo de la Torriente, 1989) Y copio: “…Vi mi nombre por primera vez en letra impresa cuando tenía 17 años.
Hoy, en que releo aquel artículo inicial, que envié por correo a Luis Gómez
Wangüemert , entonces director del periódico EL MUNDO, no me explico qué me
movió a publicarlo, y lo que es más, a pagármelo y sugerirme una colaboración
eventual en el diario…”
Como
vez soy no solo un asiduo lector de ese escribidor que llevas dentro, sino
también testigo--lupa en manos—que trata de seguir tus huellas en ese recorrido
permanente por los meandros de la noticia, ya que más sabe el diablo por
viejo…que por Blanco.
Y
esa cualidad parte del último día de febrero de 1960, con motivo de la
intervención revolucionaria de dicho diario, cuando Guillermo Santiesteban el
entonces director-interventor—cambiado a los pocos días por Leví Marrero y
definitivamente por Wangüemert—me citó a la redacción para informarme que
habían decidido sustituir al caricaturista Antonio Prohías por no mantener una conducta
acorde con la línea editorial del diario y el proceso revolucionario. Es en ese
momento que salto del taburete del linotipo en el taller, a la mesa de dibujo
en la redacción. Por entonces ya me acercaba a los treinta años de edad, así
que Ciro y yo coincidimos bajo el mismo techo y la batuta de Wangüemert él con
17 pero yo con 37.
Aquella
fortuna nos duró poco, pues apenas dos años después un sabotaje perpetrado el 2
de febrero de 1969 destruyó el edificio de Águila y Virtudes y de paso, su documentado
archivo fotográfico con todos mis dibujos incluídos fueran pasto de las llamas.
Otro
punto de encuentro fue también la Agencia de Noticias PRENSA LATINA, donde tuve
el privilegio de ser su primer dibujante, gracias a la generosidad del
inolvidable Jorge Ricardo Massetti, a partir de septiembre de 1959, pero solo por
dos años, hasta que fuera seleccionado para formar parte de PALANTE Y PALANTE
en octubre de 1961. Para Ciro, la agencia fue más tarde también una escuela de
periodismo.
Esa
es la razón por la cual el “escribidor” y yo compartimos la misma
redacción, no exactamente en el tiempo,
pero sí con el mismo amor a la profesión. Por tanto, doy gracias a la
Revolución que nos abrió sus brazos y que hoy, a medio siglo de aquellas
aventuras, me permita felicitarlo. No solo por sus quince, sino por esa
adicción permanente al periodismo y sobre todo por la lección concreta brindada en
esa entrega conmemorativa del pasado día 6 cuando –entre otras verdades—establece
que:
“…Los
hechos son como son y así hay que narrarlos… Que no siempre se tiene que comenzar
por el comienzo, sino por lo más interesante… Que los reporteros, los
entrevistadores, solo tenemos hechos que narrar y a ellos debemos atenernos…
Pero que la historia nunca es en blanco y negro. Tampoco los personajes. De ahí
la importancia de matizar…” Más
adelante establece la diferencia entre el reportero y el editorialista, género
éste que incluye la caricatura política
o editorial, a la que me he dedicado desde aquellos lejanos tiempos. Pero más
interesante aún es su criterio sobre el estado del periodismo actual, y copio: “…La
noticia está también en crisis. Se comenta y se opina en ella con olvido de que
el hecho es el hecho y la interpretación viene después…Y que en un intento
baldío de competir con la televisión que muestra el suceso, las revistas se
llenan de fotos cuando deben explicarlo y analizarlo de la manera más profunda
posible…”
Continúa
su análisis aclarando que la tendencia actual en las escuelas de periodismo es
que han pasado a ser facultades de comunicación o de comunicación social, donde
se aprende muy poco de las interioridades del oficio y se olvidan algunos
aspectos fundamentales de la profesión.
Por
tanto el periodista es ahora comunicador, aunque los dos términos no sean
sinónimos como no lo son comunicación e información. Y vuelvo al maestro para
concluir:
“…Comunicar es divertir, interesar, conmover,
influir. Informar es razonar, convencer, explicar. La comunicación se dirige a
los consumidores, en tanto que la información se ocupa de los ciudadanos…”
La
ilustración con que concluyo este trabajo es una copia de la portada que
realizáramos con infinito amor para su libro ”La amante cubana de Greta Garbo
y otras historias” de la Editora Prensa Latina, pero que por razones
ajenas a nuestra voluntad, no hemos visto publicada.
Termino
pues con la expresión: ¡HASTA AQUÍ LAS CLASES! Como cada domingo los humoristas
de ¡A
otro con ese cuento! Se despiden de sus televidentes.
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