Aunque
venía haciendo retratos deportivos en la prensa escrita desde hacía algunos
años, uno de mis primeros reportajes en solitario ocurrió durante el mes de
octubre de 1963, cuando la dirección del entones semanario PALANTE Y PALANTE me
envió a cubrir los desastres del ciclón Flora, lo que cumplí contra viento y
marea pues: Imagínense que usted se
presente ante una de esas víctimas para entrevistarlo tras haber perdido bienes
y animalitos, la cara que pondría aquel infeliz, y aún peor, recibir la
negativa por respuesta.
Debido
a su extensión no reeditamos aquellos textos, por el contrario utilizaremos
diez de las viñetas realizadas en el lugar de los hechos--que se conservan
mejor-- para ilustrar este trabajo. Con razón el reporte que publicamos en este
mismo blog el 27 de octubre del 2009 lo titulamos “Misión Imposible”.
Por
estos días del pasado año volvimos sobre el tema del ciclón Flora al referirnos
a otra tormenta tropical en 1910 que, debido a la duración de su recorrido,
también en forma de lazo guardaba cierta similitud con el de 1963, aunque descargara
su furia en el otro extremo de la isla. De ahí que lo titulara “Ciclones poderosos y caprichosos”.
El
Sandy, que acaba de producir cuantiosos estragos en las provincias de Santiago
de Cuba, Holguín y Granma, dejó once muertos, cuando el promedio anual de
fallecidos por esa causa no sobrepasa las tres víctimas. El huracán atravesó y
destruyó a su paso poblaciones densamente pobladas, así como afectaciones
menores en otros territorios como Guantánamo, Tunas y provincias centrales. Esto
ha traído el tema de nuevo a la actualidad, pues en las entrevistas a los
damnificados de mayor edad, por lo general comparan este huracán con el Flora y
lo califican como mucho más violento.
Después
de aquella mortal experiencia de 1963, se tomaron estratégicas medidas basadas en establecer una red de
radares y servicios meteorológicos para monitorearlos desde el Atlántico; movilizar
a la ciudadanía a partir de tres fases; Informativa, de alerta y recuperación; mas
toda esta actividad regida por una bien estructurada Defensa Civil, que ha
venido preparando al pueblo en zonas para este tipo de contingencia y todo ello
volcado en una política conocida como voluntad hidráulica, capaz de controlar o
minimizar los daños de las fuerzas ciegas de la naturaleza.
Debo
aclarar que ninguno de estos dos fenómenos atmosféricos referidos con anterioridad
pueden compararse con otro que, tal vez por ignorancia, o por haber ocurrido
hace ochenta años, no se tiene muy en cuenta.
Se
conoció a través del tiempo como el ras de mar que destruyó totalmente el
poblado de Santa Cruz del Sur el 7 de noviembre de 1932. El mar avanzó más de
tres kilómetros tierra adentro sembrando destrucción y luto. A su paso dejó 3,033
víctimas mortales; sin embargo por su desplazamiento por un litoral poco
poblado al sur de a provincia de Camagüey sólo destruyó 570 viviendas.
Las
autoridades de entonces con su Presidente Gerardo Machado a la cabeza, se
comprometieron a reconstruir 80 de ellas. Pero las promesas de entonces también
se las llevó el viento, junto con la ayuda solicitada para la evacuación desde
la cabecera provincial que tampoco llegó.
En
una entrevista del periodista Enrique Atienza Rivero al Director del Centro de
Pronósticos del Instituto de Meteorología, publicada en GRANMA precisamente con
motivo de cumplirse 70 años del desastre de Santa Cruz del Sur bajo el título
de “La
ayuda oficial prometida que nunca se recibió”, el doctor José Rubiera
afirmaba:
“…El
ras de mar es un fenómeno sísmico no meteorológico; está relacionado con un
maremoto o sismo en el lecho marino, creando una inmensa ola que viaja miles de
kilómetros y no ocurre en nuestra zona geográfica; en el Océano Pacífico es
donde más se presenta. (…) Santa Cruz fue azotada por un huracán de gran intensidad,--categoría
5—acompañado de uno de los fenómenos más peligrosos junto a la lluvia torrencial
y los vientos, la llamada surgencia o marea de tormenta. (…) Ello consiste en
una elevación del nivel del mar como consecuencia de los fuertes vientos y la
baja presión del huracán, en forma de pared de agua, que se levanta en las
costas bajas como ésta zona del sur de Camagüey con solo 0,4 metros sobre el
nivel del mar. (…) Esta pared de agua alcanzó una altura de 6,5 metros jamás
registrada en Cuba, la cual arrasó con todo cuanto encontró a su paso y
catalogó la tragedia como la catástrofe natural más grande de la historia de
Cuba…”
Precisamente
en el lugar se levantó un monumento erigido en recordación a las víctimas que
representa a un habitante del lugar con la mano alzada hasta la altura donde
llegó el nivel del agua. Cada año por esta fecha se realiza una peregrinación
desde el parque central del pueblo hasta el cementerio, se trata de una
actividad contra el olvido, y recordarnos que…cualquier
mal tiempo pasado fue peor.
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