Se me ocurre que en esta semana un arcoíris multicolor asomará por el horizonte al norte de la capital.
El 4 de diciembre se abren las cortinas del 34º. Festival
del Nuevo Cine Latinoamericano en Cuba, evento que cada año pone en acción a
miles de cinéfilos de nuestro país ante el asombro del mundo por su
popularidad, masividad y entusiasmo; con una afición capaz de hacer cola—filas
en otros países-- más larga que la duración de la película que se va a exhibir.
¿Quieren mayor entrega?
No es nuestro propósito anunciar su programación, en
primer lugar porque no disponemos de ella; y mucho menos ejercer la crítica
sobre sus propuestas, porque cinéfilo no quiere decir especialista, sino simple
criticón.
Una de las actividades programadas para este año es
celebrar el centenario del cine portorriqueño, y eso nos motivó a escudriñar
precisamente en su contrario, es decir: El Viejo Cine Latinoamericano.
De entrada estoy pidiendo disculpas por cualquier dato
erróneo pues solo cuento con el archivo personal de mi CINEMANTECA, bastante
resbalosa por el efecto de los años.
Para no tropezar avanzaré de la mano de ese abuelito
sabio y visionario de nuestra sala oscura que fue José Manuel Valdés Rodríguez,
a quien tuve el privilegio de venerar desde los tiempos en que gateaba mi
vocación por la redacción del periódico EL MUNDO en la década de los años
cincuenta del pasado siglo.
Según sus palabras, en Cuba se hizo cine de aficionados
desde 1909-1910 con “Los carnavales de Cienfuegos” y “El Parque de Palatino”,
pero como arte e industria cinematográfica, sólo a partir de los intentos de
Enrique Díaz Quesada cuando el 6 de agosto de 1913 en la sala del teatro
Politeama estrenara su “Manuel García, Rey de los Campos de
Cuba”.
A partir de entonces el llamado Padre del Cine Cubano,
comienza a tejer sus filmes de criollísimo sabor épico como “El
capitán mambí”, “La manigua”, “El rescate del General Sanguily”, etc.,
hasta su última entrega titulada “Arroyito”, donde destaca la otra
fase de sus argumentos: El costumbrismo.
En términos generales esta tendencia patriótica desapareció
casi totalmente de nuestras salas a partir de la segunda década del pasado
siglo, quizá con la única excepción de “La Vírgen de la Caridad” (1930) ya
comentada en nuestro blog en el mes de septiembre.
Curiosamente éste fue nuestro último largometraje
silente realizado por Ramón Peón--de origen español--quien aportó el sonido a
nuestra filmografía, pero con el uso y abuso de la palabra derivó hacia la
fórmula teatral del bufo-criollo, bastante taquillera pero desviándola de
empeños mayores.
Como este rollo de celuloide en blanco y negro no solo
trata de los albores silentes del cine cubano, sino de toda la región, a
continuación mencionaremos algunas sorpresas que nos depara la filmografía en
lengua ibérica de nuestro continente.
Comencemos con la primera película de dibujos animados
en la historia del cine que no fue realizada en Hollywood, sino en Argentina.
Data de 1917 y se titula “El apóstol” realizada por
Miguel Ducaud y producida por Federico Valle. A continuación con el Núm. 1, les
muestro un fotograma de la misma.
Con el número 3 ofrecemos un facsímil del programa
impreso, único sobreviviente del largo metraje documental mexicano titulado “La
Revolución Zapatista” (1914), pues ni copias quedan del film original.
La tercera muestra gráfica que pudimos conseguir se
originó en Brasil (1929) bajo el título de “Barro humano” de Adhemar Gonzaga y
la actuación de Gracia Morena quien posó para el cartel aquí mostrado con el No. 2.
Para esta época ya los filmes de ciencia ficción
realizados en Francia por George Meliés, con efectos especiales de cartón; el
expresionismo alemán que ponía los pelos de punta hasta a nuestros abuelos
calvos; y la comedia silente nacida en Inglaterra y nacionalizada en Hollywood,
se habían popularizado en todo el mundo.
Pero, queríamos significar que Nuestra América, aquella
así bautizada por Martí, preterida y colonizada durante siglos por el Imperio
Español y discriminada después por el sustituto yanqui, nunca dejó de defender
sus raíces contra viento y marea.
Por eso hoy muestra al mundo con orgullo este Festival
del Nuevo Cine latinoamericano que hoy cumple 34 años, gracias a que siete años
antes en este mismo escenario, se firmara por aclamación y unanimidad la
Segunda Declaración de la Habana.
Medio siglo de bloqueo, pero también del despertar de Nuestra
América:
¡FELICIDADES!
Pero seguimos adelante
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