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29 dic 2012

EL FIN DEL MUNDO


Desde aquellos primeros siete días que conmovieron el mundo gracias a la inventiva de Jehová; el ser humano, al tener conciencia de la realidad, trató de desentrañar el misterio de la muerte; porque el de la vida, ya lo había experimentado por cuenta propia, en la oscuridad y el calorcito de la cueva: Según cerebrales investigadores eso se llama intuición, mientras para el oscurantismo: Fornicar.
Poco a poco el pitecantropus fue descubriendo que la Parca iba cargando con ellos uno por uno –y de los mejores—, lo cual no dejaba de ser una incógnita.
Eso se hizo costumbre, a tal punto que mi abuelita se desayunaba todos los días con el diario en la mano, pero no empezaba a leer como todos, por las noticias de primera plana, sino que iba a las centrales para enterarse de las defunciones del día, destacadas con elogios, encuadradas por luctuosas orlas y presididas con sagradas cruces, pero sobre todo publicadas a tanto la pulgada como un anuncio clasificado cualquiera de la prensa burguesa.
En cuanto a la “recogida colectiva de escombros” producto de fiebres y catástrofes involuntarias o guerras bien pensadas, la incógnita seguía en pie. De ahí que fuéramos a la revista española “Alrededor del mundo” que en su edición del 11 de mayo de 1905, especulaba sobre el fin del ídem. Y como diría el personaje la llave en “Deja que yo te cuente”: --Para que no queden dudas copio lo siguiente:
“…Camilo Flammarion (astrónomo francés), afirmó que sólo duraremos hasta el siglo XXV por el paso del cometa Biela cuando choque con la Tierra (…) Sir William Crookes predijo que la especie humana desaparecerá mucho antes por inanición, ya que en los últimos treinta años del siglo XIX se duplicó el número de consumidores de pan, o sea, que sólo, alcanzará el alimento para treinta años más, hasta que se descubra un sucedáneo. (Según el profeta británico ni yo ni ustedes, mis atentos vecinos, estaríamos hoy vivos; pero sigamos con lel trágico listado)… El famoso novelista Wells, vaticinó el fin de la humanidad por congelación, ya que cada año se derriten miles de millones de toneladas (¿de agua de mar?)… Lord Kevin a comienzos del siglo XX predijo que el oxígeno en la Tierra solo duraría 334 años, (es decir que dejaríamos de respirar alrededor del 2234)… Otro oráculo fue el estadounidense Nikola Tesla quien pronosticó el catastrófico final por descargas eléctricas mucho antes de esa fecha…”
Estos son algunas especulaciones de los neo-profetas que brindaron sesudos testimonios a dicha revista cuando aún el siglo XX estaba a gatas. Teorías aceptables para la época, pero que esto ocurra en el civilizado, culto, global y digitalizado mundo moderno, deja bastante que desear si lo comparamos con aquel calendario maya que anunciaba un cambio de época  con la precisión de un Rolex. Eran verdaderos especialistas en  astronomía, descubriendo los secretos del cielo mucho antes que Colón descubriera los secretos del mar.
Todo parece indicar que el actual revolico mediático y apocalíptico surge, según señala Patrick Johansson, profesor del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de ciertas tendencias sensacionalistas aupadas por el oscurantismo medieval--modelo Siglo XXI--y lo cito: : "…Es un problema epistemiológico de un mundo como el nuestro que quiere entender un mundo radicalmente distinto como el mesoamericano prehispánico". Y sobre todo,  la noción sagrada del tiempo circular de los mayas y la incorrecta yuxtaposición judeocristiana del devenir. La supuesta profecía maya del fin del mundo se originó a partir de una lectura errónea de una inscripción hallada en un bloque jeroglífico incrustado en un muro, conocido como el Monumento de Tortuguero, en el estado de Tabasco, sureste del país. Esta interpretación viene desde los años ochenta. Por tanto, las predicciones mayas son el resultado de aseveraciones que no están basadas ni en la cultura maya propiamente ni en la ciencia, en particular de la astronomía..”. 
Lo curioso es la repercusión que tuvieron estas predicciones en los medios y hasta en los enteros--ya escritos, radiales, o televisivos--y hasta en la red de redes de las tres doble uves, Twiter o Facebook incluídos durante los últimos años. Incluso, hubo algún sesudo que en el pasado 2011 pronosticó el Armagedón con varios días de anticipación, tal vez parodiando aquella película soviética “Nueve diás de un Año”. 
Por eso yo esperaba con ansiedad el trompetazo final de este Apocalipsis Now anunciado por el profeta San Juan en la Biblia para el pasado 12 de diciembre. Por suerte la fecha cayó miércoles—el día más atravesado de la semana--y en medio de un espectacular 34º. Festival del Nuevo Cine Latinoamericano en La Habana.
El evento presagiaba tremendo carnaval de películas; unas noventa cintas de estreno que desfilarían diariamente en los 18 cines escogidos para la muestra, además de conferencias, exposiciones, programas radiales, televisivos y teatrales, pero yo tenía ya mi agenda cargada:
Debía priorizar una invitación personal para participar en la premiación del Concurso Juan David de caricatura personal convocado por el Museo del Humor de San Antonio de los Baños en tributo al genial artista cubano y a la cual tampoco pude asistir pues tenía atravesada otra fecha aún más importante para mi, pues fui uno de sus miembros fundadores hace 27 años. Se trata del onomástico ese mismo día de la Editorial Pablo de la Torriente y nada menos que coincidiendo con el nacimiento también de Pablo de la Torriente Brau, el insigne revolucionario cuyo nombre prestigia la institución de los periodistas cubanos.
De él nunca se dirá lo suficiente a pesar de  morir joven como combatiente internacionalista en la Guerra Civil Española. Muchos de sus escritos y reportajes han sido editados en libros y ensayos. En lo personal considero su obra “Las aventuras del Soldado Desconocido Cubano” 
una narración fundamental no solo como obra testimonial de un corresponsal de guerra, sino como paradigma de humorismo revolucionario.
Pero lo más significativo y cabalístico es que ese día 12-12-2012, Pablo hubiese cumplido 111 años de edad.
Se podrán imaginar cuantos encuentros y reencuentros, invitaciones y vivencias para un viejo corazón de 82 años durante toda la mañana y la tarde de ese día; sin embargo al llegar la noche me sentí rejuvenecido y sin novedad en el frente.
Pero todo resultó una falsa alarma, rápidamente aclarada para de inmediato subirnos la parada. Razón por la cual hubo una segunda  oportunidad el día 21 para los agoreros del “Apocalipsis Now”  en este Tercer Milenio y de nuevo me preparé estableciendo una vigilia en la azotea de la casa para observar como chocaban  los astros en el cielo, sin necesidad de efectos especiales.  Me imagino que a ustedes les haya ocurrido lo mismo.
Como colofón de tantas predicciones, emociones y decepciones tuve que irme a la cama sin poder asistir al anunciado espectáculo del Fin del Mundo. Otro día será.

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