La
historieta “La guerra submarina de Hemingway” fue mi primera colaboración
con la revista MAR Y PESCA en su número 351. Por entonces la publicación se
editaba en Cuba, pero era impresa a cuatro tintas y papel cromo en España.
El
primer misterio en mi debut fue, no recibir aquel ejemplar recién salido del
taller, como era costumbre de la publicación y más dolorosamente, no recuperar las
cuatro planchas de originales en colores, a pesar de mi continua reclamación;
tal vez extraviadas en su regreso a Cuba a través del Atlántico.
Por
surte años después, la revista decidió publicar de nuevo dicha historieta pero
impresa en Cuba a una solo tinta; lo que me ha permitido ofrecer a mis pacientes
vecinos estas cuatro copias de dicha aventura.
Se
trataba de un episodio en la vida azarosa de Hemingway y su yate Pilar, allá
por los cayos del norte camagüeyano, abordado más de una vez por el escritor Enrique
Cirules, sobre todo en el trabajo titulado “El iceberg de Hemingway en la cayería de
Romano” publicado en la revista CASA DE LAS AMÉRICAS No. 216.
Del
mismo se pueden sacar las siguientes conclusiones: El vínculo del Papa con esa
zona costera va más allá de los acontecimientos acaecidos durante la Segunda
Guerra Mundial, donde la motivación principal fue el sigilo de una aventura
amorosa con Jane Mason, una belleza del cine y el encanto de ese litoral
agreste del norte camagüeyano, donde antes que submarinos enemigos él descubrió
las hazañas de pescadores y tortugueros junto con raros caballos enanos,
náufragos de cierto naufragio anterior.
Según
el artículo entre noviembre de 1942 y abril de 1943 estalló la guerra secreta
de los submarinos alemanes en la zona norte del archipiélago y una tenebrosa
noche de marzo, hace exactamente setenta años este 13 de marzo, los nazis interceptaron
un convoy cerca del faro de Maternillos hundiendo al tanquero estadounidense Nikeline
y el carguero cubano El Mambí.
El
antifascismo del novelista quedó reflejado para siempre en el personaje de Thomas
Hudson, protagonista principal de su novela “Islas en el
Golfo” donde el autor deja constancia de la persecución del artillado yate
Pilar contra los nazis en aquella época, y sin embargo, la versión
cinematográfica fue un verdadero fracaso al desvirtuar esa realidad,
convirtiéndola en falsas peripecias de un contrabandista de emigrantes judíos
que huye con su yate, entre ráfagas de ametralladoras, bombazos y fuegos de
artificios.
Más
incógnitas han quedado reveladas recientemente por el colega Jorge Wejebe Cobo
en su trabajo “El espía de los canarios”, en LA CALLE DEL MEDIO de
diciembre, donde describe la llegada a puerto de La Habana a fines de 1941, de
un curioso personaje que disfrazaba su acento alemán bajo la identidad de un
pasaporte hondureño a nombre de Enrique A. Lunin.
El
individuo se identifica como pacífico comerciante e instala su tienda en la calle
Industria, donde gana clientes con gran habilidad y pronto en su cercano alojamiento
de una casa de huéspedes es identificado como el (polaquito de los canarios), pues bajo el disfraz de hombre
de negocios, había ingresado al país una estación de radio camuflada en una de
sus maletas, y adquirió días después varios canarios para que sus trinos se confundieran
con el ruido del transmisor morse.
Entre
sus macabras hazañas se cuenta la posible información del ataque a dos
motonaves cubanas Manzanillo y Santiago de Cuba, hundidas cerca
de nuestras costas el 12 de agosto de 1942, en la que murieron 22 marinos
cubanos.
Casi
inmediatamente fue descubierto el secreto, Lunin fue llevado a juicio y
condenado a muerte. Su fusilamiento en la Fortaleza del Castillo del Príncipe ocurrió apenas tres
meses después de aquella fecha.
Pero
aún después de muerto se descubrieron nuevas incógnitas alrededor de su caso,
descritas en el trabajo del colega Jorge Webe, entre ellas: Los posibles
vínculos de autoridades cubanas y una red de colaboradores para abastecer a los
submarinos nazis de combustibles aprovechando las irregularidades de la cayería
norte de Camagüey, lo que explica un tanto sus actividades en la zona y el
interés de Hemingway en perseguir dicho contrabando.
También
extraño es el caso del capitán Mario Ramírez Delgado, al frente del cazasubmarino
CS11, quien hundió un submarino alemán en las cercanías de nuestras costas y al
regresar a la base de Casablanca fue amonestado por el propio presidente de la
República Fulgencio Batista.
No
se vayan que esto no ha terminado: El propio Hemingway residente en Cuba y al
tanto de la corrupción imperante así como los vínculos de ciertos grupos pro
franquistas de la colonia española en nuestro país, trató de establecer una red
propia de inteligencia, equidistante con la doble moral de muchas autoridades
cubanas, entre ellas el general Benítez, hombre de confianza de Batista y jefe
de la Policía.
Hemingway
fue igualmente increpado y suspendidos sus vínculos con el FBI, al ser acusado
de poca seriedad en sus funciones de inteligencia, mientras el general Benítez
era felicitado en una carta enviada por el Embajador de Estados Unidos en Cuba
Spruille Braden, amigo personal de Batista.
No
sigo con los secretos y las incógnitas, porque también en la pasada edición de
este blog, al abordar noticias de la reciente 22º: Feria Internacional del
Libro, relatamos algunos aspectos de la vida y obra del colega Paco Ignacio
Taibo II, encontrándonos con un trabajo suyo publicado en el No. 3 de la
revista ENIGMA, cuya portada reprodujimos en aquella ocasión. El argumento
tejido por PIT II estaba estrechamente vinculado con todo lo referido hasta
ahora aquí mismo.
Su
título: Un nuevo misterio “¿Quién era A-39?”
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