A
propósito de lo ocurrido en estos días, en que se cumplen 16 años exactos del
injusto encarcelamiento efectuado a cinco revolucionarios cubanos, René,
Fernando, Antonio, Ramón y Gerardo—los tres últimos aún entre rejas—los invito
a compartir esta reflexión.
Es
un homenaje a quienes luchaban desde la propia guarida de la mafia anticubana
en Miami monitoreando sus actividades terroristas contra nuestro país. A cambio
de aquella digna actitud dichos jóvenes fueron víctimas del terrorismo
mediático del Imperio, incluyendo recursos millonarios, el amedrentamiento
personal, o la más absurda aberración jurídica jamás implementada en el mundo. Ni
en los peores tiempos del oscurantismo medieval y las torturas de la Santa
Inquisición, se había dado un caso tan absurdo y colosal que incluyera entre sus
sanciones una doble condena a cadena perpetua más quince años de prisión.
Durante
muchos años Cuba mantuvo reiteradamente su clamor de protesta en diversas
instancias secundada por movimientos sociales y de solidaridad en todo el mundo
pero, el ciudadano estadounidense, al parecer, no reaccionaba favorablemente.
Tuvo que surgir más tarde el afiche realizado por un cubano que conocía al
dedillo la idiosincrasia de ese pueblo, para lograr cierto impacto, pues
apelaba no sólo a la intervención de la única persona capaz de revertir la
situación—su propio presidente--sino que utilizaba el doble sentido de una frase
típica del saludo cotidiano y sobre todo en su propio idioma: GIVE ME FIVE.
La
obra, no surgió producto de la casualidad: Original del colega Jorge Martell,
con más de treinta años de experiencia en las entrañas de la publicidad norteña,
y sus raíces en la cartelística cubana de los sesenta, lograron el milagro. He
aquí la obra hablando por sí misma:
No
es mi propósito endiosar individualidades, y mucho menos promocionar
individuos, todo lo contrario: Deseo acudir a la experiencia de especialistas y
profesionales, así como al contexto en que se producen tales motivaciones. De
ahí el título del trabajo: Dos afiches, un solo clamor.
Las
condiciones objetivas y subjetivas que hicieron posible el triunfo de nuestra
Revolución en enero de 1959, también repercutieron a partir de la década de los
años sesenta en todo el mundo.
Nuestra
América como la bautizara Martí y el continente africano hervían de fervor
revolucionario, de ahí que Cuba convocara ya entrada la década del 60 del
pasado siglo a la Conferencia de Solidaridad con los Pueblos de África y
América Latina, con sede en el Hotel Habana Libre, evento que cubrimos como
periodista y con el cual mantuve contactos al fundarse la OSPAAL y su revista
TRICONTINENTAL. En los propios Estados Unidos también se sintieron esos efectos
al incrementarse los movimientos de protesta contra la discriminación racial
que costaron sangre y penurias, pero sobre todo la vida a luchadores civiles
tan destacados como el Dr. Martin Luther King o Malcolm X.
Uno
de los objetivos de la OSPAAL era crear un departamento de propaganda donde el
cartel político obtuviera repercusión por su poder de convocatoria, logrado
sobre todo cuando se incorporó a sus filas el consagrado Alfredo Roosgard; pero
en aquel entonces las condiciones objetivas no estaban creadas y se me encargó
por uno de sus dirigentes, el colega Miguel Brugueras, la confección de su
primer affiche, que coincidía con aquellas protestas de reivindicación social
en los Estados Unidos; pero sobretodo, me inspiró el impacto que tuvo en
nuestro país aquel documental melódico de Santiago Álvarez para el ICAIC, de
ahí que también tituláramos NOW al affiche.
NOW
traducido al español es AHORA. Y nuestro propósito—precisamente en estos
momentos-- es aclarar las motivaciones que en uno y otro caso lograran penetrar
las rejas de la incomunicación. El ciudadano común en una sociedad de consumo
por lo general huye de la retórica verbal o las consignas políticas. En estos
casos el cartel debe ser como un grito en la pared. Algo inusual o sorprendente
que le llame la atención a todos. Una segunda lectura profundizará en aquellos
aspectos que el facilismo oculta, por tanto el idioma resulta fundamental.
El
NOW que causó impacto hace cincuenta años es el YA que clama nuestro pueblo hoy
por la libertad de los cinco, pero debe traducirse para hacerlo potable a la
millones de ciudadanos yanquis que no hablan nuestro idioma, pero que pueden
influir en la decisión final.
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