El
interés despertado en algunos vecinos internautas por el reciente trabajo que
titulamos “La importancia de la línea” nos impulsa a insistir en el tema.
Recordemos
la autocrítica póstuma que hiciéramos con fecha (20-11-2011) al profesor José
Antonio Portuondo. sobre el libro en dos tomos “La caricatura contemporánea”
del autor Bernardo González Barros escrito en 1916.
Dicha
obra es un profundo estudio de la caricatura en el mundo a partir del
desarrollo de la prensa, el grabado y las revistas ilustradas, por lo tanto González
Barros comienza la investigación en Alemania y Francia a partir del siglo XIX.
Las
expresiones artísticas de esa índole van mucho más allá en el tiempo y sobre
todo, difíciles de comprender sin su representación gráfica, por tanto
empezaremos este análisis de atrás hacia delante para su mejor comprensión.
Hace
exactamente 100 años, coincidiendo con la Primera Guerra Mundial, nace de
familia judía en la ciudad rumana de Ránicu Sárat el niño Saul Steinberg, quien
estaba destinado a revolucionar la caricatura en todo el mundo medio siglo
después. Matricula Filosofía en la Universidad natal, pero es en 1940 que termina
la carrera de Arquitectura en Milán, por entonces ya enviaba sus primeras
colaboraciones a la revista italiana BERTOLDO.
Para
escapar de las leyes antisemitas dictadas por Mussolinni se traslada a
República Dominicana donde debe esperar un año para recibir el visado del
Consulado estadounidense. Es en este período de aplatanamiento que Steinberg se
apropia de su chapurreado español caribeño, el cual amplía con la amistad de
figuras como Pablo Picasso y el humorista Miguel Mihura, por entonces director
de LA CODORNIZ, publicación satírica donde colabora sin firmar sus trabajos--para
evitarse problemas—según el mismo reconoce.
Es
a partir de 1942, que se incorpora al Departamento de Propaganda, del US-Army,
realizando sátiras y caricaturas contra Hitler hasta el fin de la Segunda
Guerra Mundial, mientras continúa publicando en la revista THE NEW YORKER,
y comienza su cadena de triunfos imponiendo el particular estilo lineal de sus
ilustraciones durante casi medio siglo con unos mil dibujos y cerca de cien
portadas.
La
recopilación de aquellos primeros trabajos en el libro titulado “Todo
a Línea” causó un impacto mundial sobre todo en los artistas
jóvenes de la post-guerra Y los cubanos no fuimos la excepción.
Steinberg
tenía un particular concepto de la vida artística y la cultura en general, que
transmitió a algunos de sus biógrafos e historiadores: Según él: “El
mundo del arte es tan complejo, diletantesco y lleno de imprevistos por estar
también estrechamente ligado a la fama y el dinero. Un mundo especial, que a
veces tiene alguna similitud con el mundo de los proxenetas. Los intermediarios
transforman en dinero la pasión por el arte, tanto del que lo produce como del
que lo compra. Se compra (se vende) parte de la poesía, del alma, de la
inteligencia de una persona”.
Así
pensaba este creador que tanto influyó desde los Estados Unidos en las artes
aplicadas durante el periodo de la post-guerra. No fue el único, pero sí uno de
los más influyentes de todos.
Recordemos
entre ellos al caricaturista-filosofo Thurber, tan alabado por los colegas de EL
PITIRRE (1959-1961); o con anterioridad, la popular historieta (sin palabras)
“El reyecito de O. Soglow”, parodiada en Cuba por varios autores como Roseñada,
que se turnaban semanalmente para publicar en la revista BOHEMIA “El
Reyecito criollo” donde se ridiculizaba al presidente de turno en
aquella república de pacotilla.
En
contraste con esta tendencia, el colega René de la Nuez, tampoco podrá negar la
influencia que tuvo la síntesis y limpieza del estilo gráfico de Steinberg en
la configuración de su genial “Loquito” durante la dictadura de Batista, logrando
mensajes “en clave”, despojados de textos con los que dejaba desarmados a los
censores del régimen.
A
partir de 1959 ni la caricatura, la historieta o la publicidad hecha en Cuba,
podía responder a los mismos principios de antes: La prensa burguesa se
extinguía por la falta de apoyo popular o el desprestigio del Imperio que la
sustentaba. La publicidad como vaso comunicante en una sociedad de consumo que entra
en crisis, y la caricatura en función del cachumbambé político entre partidos “opuestos”.
Sin
embargo, unos y otros se nutrían de especialistas profesionales y artistas
jóvenes, honestos y dignos quienes de inmediato se sumaron al proceso sin
compromiso alguno con el pasado. De ahí aquellas nuevas conquistas de la
sociedad con los estudios de animación del ICRT y del ICAIC. La propaganda
gráfica de los años 60, tanto en lo político como en lo cultural, así como la
caricatura y la historieta que también aportaron lo suyo con nuevos personajes
y publicaciones especializadas.
El
resto, como toda revolución verdadera, está todavía en proceso de
perfeccionamiento… ¡SEGUIMOS EN LÍNEA!
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